01
Los sonidos de pasos eran estridentes, el silencio del pasillo se había acabado con los gritos altos de su progenitora, el primer golpe fue en su brazo izquierdo.
El segundo en su torso, su pequeño cuerpo perdiendo el equilibrio al instante.
— Joder mujer, deja de gritar y hacer un escándalo, ¿Qué sucede esta vez? — la voz molesta de su padre solo logró hacerlo sentir más atemorizado.
— ¿Qué es lo que crees? — respondió ella furiosa — no sé de dónde sacó una estúpida pelota, mira lo que hizo con el jarrón de tu madre.
Eso era todo, la vista de su padre en dirección hacia los fragmentos de la cerámica esparcida en el suelo; pudo escuchar más piezas quebrarse con el peso cuando su padre caminó en su dirección.
Él solo era un pequeño niño de tres años que no lograba entender la situación a su alrededor, había aprendido que los gritos de su madre eran un aviso sobre los golpes vendrán después.
Su cuerpo retrocedió, pero el muro a sus espaldas le impidió escapar de la furia de su padre.
Para cuando la noche llega, sabía que debía estar en la cama esperando la poca comida que le era servida, la mujer que solo aparece para alimentarlo lleva una sonrisa en su rostro que siempre desaparece al ingresar a su habitación.
Bocado tras bocado comía con parsimonia, si tan solo un poco de esta se llegase a desbordar de la cuchara y cayera, la mujer sacudiría su cuerpo hasta que duela.
— Eres un niño malo — dice ella — no debiste jugar con la pelota en el pasillo.
Él no logra entender sus palabras, la mujer quien horas antes le había dado la pelota, se hallaba regañándole.
— Los niños como tú solo nacieron para ser estorbos — agregó — tal vez sirvan como sacos, para sacar la frustración de los adultos.
Una carcajada ahogada en la garganta de la mujer, el pequeño la observó alejarse con rapidez como de costumbre cada noche, no había más cruce de palabras que ese. Él se estaba moviendo en dirección hacia el baño, no quería recibir nuevos golpes por no cepillar sus dientes, de pie sobre la punta de sus pies enjuagó su cavidad bucal una y otra vez.
El espejo donde se hallaba su reflejo mantenía las grietas, su madre había estado furiosa una noche al hallar el desorden en la habitación, muchos objetos habían sido lanzados en el interior.
Minutos después estaba sobre la cama, su vista en dirección al techo de la habitación fría, las ventanas como de costumbre estaban abiertas, su padre le había prohibido cerrarlas.
En el pasillo aledaño, la mujer se deslizaba perezosamente en su pijama, el hombre yacía recostado en la cama con la vista en su móvil.
— Mañana vendrá tu hermano — dijo ella — maldición, realmente odio cuando vienen de visita, tu hermano no es más que un inservible, criar a su hijo solo, porque ninguna mujer quiere llevar esa responsabilidad al lado de un hombre como él.
— No le prestes atención, necesito poco tiempo para lograr ser el presidente de la compañía, mi padre es un viejo estúpido que cree tener la razón en darle todo el poder a mi hermano, no pienso permitírselo.
— Nadie merece ese puesto más que tú querido — agregó la mujer — ninguno de esos estúpidos sabe cómo sacarle provecho a la compañía.
— Mañana tendré tiempo suficiente para sacar del camino a mi hermano — el hombre llevó la vista hacia su esposa — quiero al niño fuera del camino.
La mujer formó una desagradable expresión en el rostro.
— Ni siquiera me lo recuerdes — respondió — debí haberlo abortado cuando tuve la oportunidad.
— De no haber sido por mi padre, esa maldita criatura no existiría.
— He estado pensando mucho en eso querido — la mujer caminó hasta el borde de la cama — tengo varias ideas para deshacernos de él sin que tu padre sospeche de nosotros.
El hombre le sonrió en respuesta.
— Estoy dispuesto a escucharte, no necesito estorbos cuando me convierta en el presidente de la compañía, no pienso criar a un heredero estúpido como él.
Sonidos ahogados lograron que la pareja llevará su mirada hacia la puerta de la habitación, la mujer emitió un gemido cansado moviéndose en dirección hacia de donde provino.
La mujer atravesó los pasillos hasta abrir la puerta de la habitación del menor donde lo halló llorando sobre la cama, el pequeño mantenía sus manos contra su cuerpo.
— Maldita sea — dijo ella acercándose furiosamente — tú y tus lloriqueos nocturnos, cállate de una vez — vociferó.
Él no pudo reaccionar, su cuerpo había sido empujado fuera de la cama hasta impactar contra el frío suelo de madera.
— Dormirás en el piso maldito estorbo — la mujer señaló la gélida superficie — si escuchó un solo lloriqueo más o si veo que subes a la cama, dormirás en el maldito patio.
El pequeño no entendía completamente las órdenes de su madre, su mente no estaba preparada para captar con total atención las órdenes.
Solo sentía su cuerpo doler intensamente en las noches, era debido al frío, la única manta que tenía no lo abrigaba lo suficiente. Por eso, cuando su madre se alejó y quiso regresar a la cama, ella ya estaba de vuelta empujándolo fuera de nuevo.
Esta vez su cabeza golpeó contra una de las dos sillas que había cerca, su lloriqueo esta vez fue mayor.
— Que desagradable eres — gritó ella asustándolo un poco más — esto es basura, estoy cansada de tus lloriqueos maldición.
Esa noche el pequeño trató de dormir en el suelo ya que le fue prohibido subir a la cama, la mujer lo había golpeado un poco más sacando su frustración en él, luego regresó a la habitación a descansar.
— Debiste verlo querido, solo llora y llora — se quejó ella subiendo sobre la cama — maldita sea, esa basura me está estresando cada vez más.
— No te preocupes, pronto nos desharemos de él, solo debemos crear una buena mentira que mi padre y familia crean de su muerte — respondió su esposo con una sonrisa pequeña, pero maliciosa tirando de la comisura de sus labios.
— Si no fuera por las escorias de tu familia, no habría tenido a esa pequeña mierdecilla — agregó la mujer acomodándose.
— Me encargaré personalmente de él.
La conversación finalizó, no tardó mucho para que la pareja sucumbiera ante el sueño, a diferencia del pasillo aledaño donde se podía escuchar los suaves quejidos del menor quien continuaba en el suelo frío.
Para un pequeño niño quien solo recibía maltratos, solo quedaba aprender de forma rutinaria las acciones que desencadenarían los golpes por parte de sus padres, pero el asunto era más complicado que eso.
No importaba si realmente estaba moviéndose fuera de la habitación, si estaba corriendo por los pasillos, o simplemente se hallaba de pie en el interior del dormitorio, ellos aparecían sin previo aviso y los golpes aparecerían como de costumbre.
Él no lograba entender la situación, por ende, cada vez que alguno de ellos aparecía, su pequeño cuerpo se encogía de miedo.
La mañana llegó con el movimiento brusco de su madre al despertarlo, había gritos hacia él, la mujer lo empujó al interior del baño con la clara orden de que debía tomar una ducha y quitara el apestoso hedor que brotaba de su cuerpo.
Le tomó demasiado tiempo en salir del baño, principalmente porque incluso respirar le estaba costando por el dolor punzante en parte de su torso, su vista se desvió de un costado a otro al fijarse en las múltiples prendas que yacían esparcidas en el suelo.
Al parecer su madre las había arrojado todas formando un gran desorden, el menor se halló tomando cada una de las prendas dejándolas sobre la cama, recordó semanas antes donde su madre hizo la misma acción, al no haber guardado la ropa, ella decidió golpearlo.
Tenía miedo de todo, de hacer o no hacer cualquier cosa en concreto con la clara intención de sus padres de desquitarse y maltratarlo en el proceso.
— Han llegado — dijo el padre observando en dirección hacia la entrada principal — encárgate de atenderlos como es debido — le dijo a la sirvienta a su costado — no quiero darles ningún motivo para que se quejen de mi hospitalidad.
La sirvienta caminó hasta la puerta, a los pocos segundos un par de personas ingresaron a la residencia, el hombre enseñó una sonrisa falsa en su rostro y se acercó para darles la bienvenida.
Su vista recayó en su sobrino, el adolescente al costado de su hermano mayor.
Una desagradable expresión llenó su rostro momentos antes de que el chico girara a verlo para saludarlo de forma cortés.
— Es bueno que estén aquí — mintió — llamaré a mi esposa, ella estaba esperando por su visita.
Dicho esto, se retiró unos momentos dejando la indicación a la visita sobre esperar en sala, el hombre estaba subiendo las escaleras con mal humor, no tardó en hallar a su esposa al escuchar quejas saliendo su boca.
— No es momento para esto querida — dijo al hallar a la mujer zarandeando al menor.
— Es que esta mierdecilla no ha arreglado su desorden — señaló hacia el interior de la habitación.
— Eso no importa ahora, solo enciérralo allí adentro, mi familia llegó, recuerda que debemos dar buena imagen.
La observó empujar al niño haciéndolo caer sobre sus posaderas, luego la puerta fue cerrada hasta ser trabada, la mujer se alisó su vestido con rapidez usando sus dedos para seguir a su esposo escaleras abajo.
De nuevo, en sus rostros había sonrisas falsas.
— Es bueno verlos después de tanto tiempo — dijo el hermano mayor del hombre — oh, ¿dónde está su hijo?, ya debe haber crecido bastante.
La pareja se echó un vistazo rápido.
— Está tomando una siesta.
— Entonces, dejémoslo descansar — respondió — nunca supe el nombre del pequeño — soltó de repente.
La mujer se puso nerviosa por eso.
La pareja nunca le puso nombre al pequeño, no se molestaron en ello.
— Jimin — soltó de repente el hombre como respuesta.
Todo era mentira.
Aclaración:
▪️Si este tipo de historias no es de su gusto, evite dejar comentarios.
▪️Odiarán a algunos personajes, mucho, realmente demasiado.
▪️La historia transcurrirá lentamente, siguiendo la trama pensada para que puedan comprenderla fácilmente. Si este tipo de historias te aburre, estresa, molesta, entonces por favor, no la leas.
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