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Capítulo 9

Metí la llave en la cerradura de la puerta, pero al meter la llave la puerta se abrió ligeramente.

Me encogí de hombros y entré sin darle mucha importancia, ya que debía haber alguien en casa y como mamá no estaba, deducí que era Lucas.

   —¿Lucas?

Me recogí el cabello hacia un lado de hombro, oía voces provenientes de algún lugar de la casa a lo mejor Elena estaba aquí con él.

Entré en la cocina y busqué algo de comer ya que tenía hambre y estaba agotada, opté por una manzana.

Oí ruido arriba y después el sonido de algo estrellándose en el suelo.

La manzana se quedó en medio camino ya que me la estaba llevando a la boca pero me quede paralizada al oír el ruido.

Rodeé la isla de la cocina con precaución.

- ¿Lucas, eres tú?-silencio y más silencio-puedes quitarme la ley del hielo ¿vale? Me estas asustando.

Más silencio, eso era raro.

Me encaminé hacia las escaleras con pasos cuidadosos sin hacer ruido, me estaba empezando a asustar y si había entrado un ladrón en casa .

Pero vi que algo bajaba a toda velocidad y salté en el sitio del susto.

— ¿Flufly?

Dije desconcertada la ver que pasaba por mi lado a toda velocidad que solo se vió un borrón de pelo negro como el azabache.

—   ¿Pero qué...

—   ¡¡Maldito perro!!

Lucas gritaba desde arriba a todo pulmón se notaba que estaba enojado y enseguida aborté la misión de investigar lo que pasa ,por una de escape.

—  ¡¡Tenía que mearse en mi alfombra pero deja que lo agarre y cuando vuelva Lucía tendrá que limpiar ese desastre!!

Bajé las escaleras con pasos sigilosos para no hacer ruido y me mordí el labio inferior con concentración.

Tenía que huir de ahí antes de que me viera.

Llegué al salón, agarré mis llaves y la correa de Flufly.

—  ¿Fufly? Ven aquí anda.

Lo dije en susurros dándome palmaditas en los muslos para animarlo.

Apareció de debajo de una mesita tenía los ojos asustados el pobre se había escondido para no ser brutalmente asesinado.

Le puse la correa, lo cargué en brazos y salimos sin que mi hermano se diera cuenta.

Al salir le acaricié la cabeza y lo puse en el suelo.

—  ¿Por qué le hiciste eso al tío?-lo regañé como si el me pudiera entender-sabes que esas cosas no se hacen has sido un chico malo muy mal...

Oí risas detrás de mí me giré y habían un grupo de chicos riéndose a mí costa por hablar con un perrito.

Les di una sonrisa incómoda.

— Mmm...¿hola?

Le dije un poco tímida y llena de vergüenza

—  Hola guapa, soy Alex ¿recuerdas?

Lo miré de pies a cabeza buscando su cara en mi memoria.

  —  Tú eres... ¿Alex?.

-Si te conocí en la fiesta de la casa celeste, así le decimos-se acercó a mí- ¿te acuerdas?

—     Mmm...

Le dije todavía sin acordarme.

—       Bueno no importa nos presentamos de nuevo-me ofreció su mano para que se la estrechara y yo hice lo propio

—    Soy Alex y tú debes ser Lucía, la nueva conquista de Jean.

Me puse pálida al oír su nombre.

—   Estamos esperándolo, estos son nuestros amigos casi como hermanos después te los presento porque ahora están muy ocupados fumándose porros ya ¿sabes?

Me puse de puntillas y miré más allá de su hombro.

Había dos chicos con cara de atontados fumando y no parecían en condiciones de querer conocer a alguien nuevo.

—  Sí, será mejor que me los presentes luego.

Se hizo un corto silencio en el que ninguno de los dos sabía que más decir.

—  Bueno adiós, voy a sacar de paseo a Flufly.

—   ¿Flufly?

—  Sí ,mi perro

—    Aaa vale ¿Quieres que le dé un recado a Jean de tu parte o algo?

—  No ya lo llamare luego ,adiós.

Y salí a toda velocidad rumbo a cualquier parte.

Cuando estuvimos lo suficientemente lejos, bajé a Flufly de mis brazos.

— Por poco, nos encontramos al loco de nuevo.

Le dije a la pequeña bola de pelos que tenía a mis pies.

Él me respondió sacando la lengua y haciendo un ruido raro ,le sonreí, era tan lindo.

—  ¿Quieres ir a la playa?... Vámonos.

Y empecé a andar rumbo a la playa que quedaba cerca tenía ganas de sentir la calidez del sol en mi rostro y de ver mucha gente más de la que pudiera contar, eso me ayudaba a despejarme de mis problemas ya que me preguntaba:

¿Qué tipo de problemas tendrían esas personas?

Y seguro eran más complicados que los míos sé que suena retorcido, alegrarse de que los demás tengan más problemas que tú pero a mí me ponía de buen humor.

Me senté en un lugar apartado en la arena y le quité la correa a Flufly para que fuera un poco libre.

Cerré los ojos y olí el olor característico del mar, me encantaba ese olor.

Desde chica cada vez que había un problema en casa me escapaba y venía aquí, ver el paisaje los niños haciendo castillos de arena y las pelotas volando por los aires me calmaba.

Siempre fue una chica solitaria, el cero a la izquierda, no era muy inteligente pero eso no hacía mucha diferencia ya que los demás no se acercaban a mí como si fuera una espécimen desconocida o alguien con alguna enfermedad contagiosa

Por lo tanto no tengo "amigos", conocidos tal vez pero amigos no creo.

Ya ven como me salió el que creía que lo era.

Y ahora esta soledad me pesaba, me pesaba y mucho.

Me pasé esa media hora de soledad para reencontrarme a mí misma, a mi esencia a esa Lucía tan alegre que quería ser, la que tenía vida normal, novio normal y amigos normales.

Saqué mi celular que lo había agarrado antes de salir huyendo de la casa y lo encendí.

Tenía veinte llamada perdidas de Jean.

Se estaba tomando en serio eso lo de acosarme.

Le marqué.

— ¿Dónde estás?

—   Hola Jean, estoy bien ¿y tú? Gracias por preguntar.

— ¿No te dije que te iba a pasar a recoger?

— Estoy en la playa ven para que hablemos.

— Ok nos vemos allá.

Lo esperé y en ese tiempo ensayé todo lo que le iba a decir y lo que no, pero al ver su rostro se me quedó la mente en blanco.

Se acercó y se sentó a mi lado se inclinó para darme un beso y giré el rostro.

— ¿Qué pasa?

Me dice confundido.

—   Bien Jean no sé si eres bipolar o algo pero te refrescare la memoria ¿vale?

— Ilumíname por favor.

—  Resulta que no puedo con tus cambios de humor ayer me pegas y hoy actúas como si estuviéramos bien y no hubiera pasado nada, ¿Qué te pasa? Bufa frustrado y se revuelve el pelo.

— Lo siento no sé qué me pasa... Lucía no sé ¿crees que me estoy volviendo loco? ,sabes que no soy así.

Me vinieron unas opciones nuevas a mi cerebro dónde ni siquiera se me había ocurrido ni pasado por la cabeza esa posibilidad.

—  Jean...-empecé con cautela-¿tu recuerdas haberme pegado anoche?

—   Lucía cuando me pasa eso es como si no tuviera control de mi cuerpo y fuera un simple espectador es como ver lo que haces como en una película.

Me pasó los nudillos por el rostro.

  —  Yo te amo y nunca te haría daño, pero él sí y eso me aterra.

—       ¿Quién es él?

—    Mi otra personalidad-se golpea el pecho con un puño-la que no puedo sacar de mí, la odio.

—   ¿Por qué nunca me lo contaste?

—     No quiero que te alejes de mí pensando que soy un moustro-empezó a negar con la cabeza-no lo soy.

Se le cristalizan los ojos, nunca lo había visto tan vulnerable.

  —  Hey-lo abrazo-no eres un moustro y nunca te dejaré sólo ¿de acuerdo?

Se separa de mí y me acuna el rostro con sus manos.

  —  Prométeme que nunca me dejaras solo.

—   Te lo prometo.

Me abraza con más fuerza y sé que me necesita ,a lo mejor ese es el motivo de que se drogue y que ande todo el tiempo rodeado de esos chicos que son mala influencia y comprendí todo.

Jean hacía eso para no estar solo y el chico que me había pegado anoche no era él. Y tenía que ayudarlo.

¿Cómo?

No tenía ni puta idea.

—  Lucía...

Se separó y me miró a los ojos.

—   No sé cuándo tengo esos episodios, la mayoría del tiempo trato de estar alejado de ti cuando eso pasa pero ahora se está repitiendo con más frecuencia y yo te amo, joder no sabes cuánto...

Le pongo el dedo índice sobre sus labios para que haga silencio.

—     No hay nada que perdonar porque esa persona horrible no eres tú y siempre te querré.

—    Eres lo mejor que me ha pasado en la vida.

Sonreí.

—   No digas tonterías soy una chica de lo más común y esta chica te ayudara.

Me señalo a mí misma

—   No sabes el peso que me quitas de encima, pensaba que te iba a perder me puse como un loco y luego me quedé en blanco creo que él regreso.

Sí, fue muy brusco por teléfono y no sólo eso lo demuestran también las veinte llamadas perdidas.

—   Sí...digamos que te pasaste un poco.

—    Dios me pasé mucho ¿cierto?.

Su rostro se contrajo con preocupación.

— Sí bastante.

Le digo bajo y le pongo una mano en el hombro en modo de consuelo.

—   Lo siento, lo siento... ¿te hice daño físicamente?

—  No

Desvió la mirada hacia el azul del mar, siempre he sido pésima para mentir no puedo mirar a las personas a los ojos y mentirles al mismo tiempo.

—  Dios no puede ser, soy mala influencia lo ves

-Jean déjalo.

—¿Dónde? , Ya mencionaste que te pegué al principio de la conversación y en algunas ocaciones no recuerdo lo que hice o lo que hizo él

—No te tortures, no fuiste tú.

Se levantó de forma brusca y por un momento pensé que el Jean de unos minutos se había ido y sentí miedo.

Intentó acercarse pero me encogí en mi sitio con miedo a que me pegue de nuevo, y el retrocedió como si le hubiera dado una bofetada.

—   Sigo siendo yo-levanta las manos- no temas.

Acerca la mano para tocarme pero la retira antes que llegue a hacer contacto con mi piel.

—  ¿Sabes qué?, mejor no deberíamos vernos más, no soy bueno para ti.

Empezó a andar.

—  Jean espera no te vayas.

Le grité pero no me hizo caso y me ignoró.

Quería ayudarlo de verdad quería pero...¿Cómo ayudabas a alguien a quién le tienes miedo?.

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