Capitulo 2
El CEO de Wayne Tech según apariencias tenía gustos refinados, se encargó que la velada fuera en su gran y extenso jardín, con carpas elegantes, que dentro, estaban tan fina mente amueblada, que no se notaría la diferencia de una sala de casona de barrio millonario. El jardín estaba decorado con fuentes y luces que colgaban con postes sin exagerar en altura, dando la perfecta iluminación, ni tan brillante, y ni tan oscuro, volviendo acogedora la velada. Los invitados no dudaron en probar el vino o la champan, conociendo al dueño de la casa, no habría duda que están dando sorbos de miles de dólares, y en la mayoría de los egoístas, se sentían superiores por arruinarse el hígado por el estatus.
La pareja estrella del Daily Planet, los Kent, fueron los primeros en llegar en toda la velada en rol de reporteros, dejando a su hijo Jon, pulcramente vestido y peinado con Damián, para que no se aburriera con los adultos.
Oliver hizo acto de presencia con Dinah y sus hijos, en Rol de empresario aparentemente, interesado en el futuro de los viajes al espacio, cuando quería solo una excusa para salir y emborracharse un rato.
Diana llego seguida del arquero, acompañada de ambos brazos con unos nerviosos Jason y Dick, no preguntaron, es obvio que le estuvieron viendo sus atributos (el trasero obviamente).
En el trascurso del tiempo, fueron llegando los demás miembros de la liga y acompañantes, aunque despertaron interés por los demás del porque estaban aquí y quienes eran, la importancia de sus identidades de esfumo cuando llego la hora de abrir chequeras.
Hal no quiso apresurarse mucho, aún faltaba mucho para que terminara la velada, en su forma linterna fue volando tranquilamente por encima de las nubes, disfrutando un poco de la sensación de libertad que le da el viento acariciando sus mejillas en la oscuridad de la noche.
A veces disfrutar de esta tranquilidad, aunque sea minutos tan escasos, era muy gratificante, basta con ser héroe para saber las razones.
Y ahí estaba, la sombría ciudad Gotham, tan diferente de ciudad costera, tan...el.
Sabía que era una de las ciudades más peligrosas, pero por alguna razón, al caminar con esas calles, no tenía miedo de que le pasara algo, tal vez no se deba solo porque es linterna verde, sino porque hay un héroe que la custodia y vela por la seguridad de las personas, desde las frías sombras.
Oh, ya había llegado.
A los lejos podía ver la mansión Wayne, a las afueras de la ciudad, haciéndose grande cada vez más.
Muy escasamente ha podido entrar ahí, solo conoce el recibidor, el jardín o la cueva, el resto es un misterio para él, tal vez porque no ha tendido una excusa creíble para ir mas seguido a la guarida del rey de sus fantasías.
Descendió hasta ocultarse detrás de unos árboles cortados en perfecto cuadrado, y quitarse con seguridad el uniforme de guardián espacial.
Sería una reunión de amigos ¿no?, no tenía que ir tan formal y tampoco tenía un traje, opto por vestir uno de sus mejores jeans, acomodados por dentro perfectamente por sus botas de caña alta de cuero café tipo aviador, y una polera color crema.
No hay casi personas desconocidas a sus ojos, al parecer la exposición del pequeño proyecto de Wayne Tech había terminado, y no viendo más interés, los invitados comenzaban a irse, según lo que alcanzaba a distinguir a la distancia.
-¡¿enserio le estas dando más importancia que a los patrullajes?!- escucho una voz histérica.
-¡ya te lo dije! ¡Hice una promesa! ¡Tengo que cumplirla!-
Uy, alguien tenía una discusión muy acalorada, y como policía espacial, la curiosidad es su excusa para acercarse.
-¡Kathy esto, Kathy aquello! ¡Por esa zorra es que tenido que patrullar solo!- pudo reconocer la voz del hijo biológico de Bruce, acercándose un poco entre los pinos pequeños y jardines decorados con luces y bellas flores, pudo ver a los que podía reconocer como Jon y Damián, según lo que ve, en una acalorada discusión.
-¡no le digas zorra!, ¡¿Qué no decías siempre que era un llorón y estas mejor solo?! ¡¿De qué te quejas ahora?!- grito con el rostro rojo del enojo.
-¡bien! ¡Vete con la perra de Katherin, ojala se casen y tengo 4 puñeteros hijos!, largo Crybaby- contrataco con una mirada asesina y fría el mayor, indiferente expresión en su rostro.
Jon iba salir volando, pero Hal previendo esto, creo una mano con su anillo y lo atrapo a tan solo 6 metros del suelo.
-wow wow wow minisúper, todavía hay civiles en la fiesta, no podremos explicar como un niño se fue volando después- dijo tratando de calmar las agrias auras.
Bajo con cuidado en el suelo al de ojos zafiro, que se veía a lengua que resistía derramar una sola lagrima por lo cristalizados que se encontraban sus ojos, guardando absoluto silencio por un momento para luego caminar hacia donde estaban los demás.
Miro ahora de reojo al actual Robin, casi nunca ha tratado con el directamente, se le conoce por ser agresivo y algo sanguinario, aunque son un poco aguas pasadas porque informes dicen que tiene ahora un aceptable comportamiento y buen material de líder, si no fuera tan asocial y antisocial, un poco grosero y arisco.
Mirándolo de arriba abajo, podía reconocer que era una copia de su padre, de pies a cabeza, usando traje caro negro con camisa verde lima y una corbata verde fuerte limón, los 15 años le ha sentado bien que podría ser un casanova, aunque la diferencia entre él y su padre, eran esos ojos esmeralda que lo veían con mucho fastidio e incluso ¿enojo?
-¿no crees que fuiste muy duro con él?- intento razonar
-T.T, a ti te debe importar un comino que haga no haga Jordán, no es asunto tuyo- dio media vuelta camino contrario por el que tomo el superboy.
Encogió de hombros, suponía que era la adolescencia y quería calmarse estando solo, no lo culpa, él también lo hace cuando alguien le da motivos para enojarse.
Hora de la fiesta.
Llego un punto en la noche donde Arthur ya estaba contando chistes, y la verdad entretenía mucho por lo ido que estaba que hipeaba, caía inconsciente unos segundos para luego volver a la vida y seguir cotorreando, el efecto Windows según dijo Tim.
Los más jóvenes fueron a jugar en los bastos jardines de la propiedad, mientras los más adultos se encontraban en el comedor de la morada para quejarse de lo que la vida tiene que ofrecer y quitar.
Hal había comido lo suficiente como para no pagar desayuno o almuerzo del día siguiente, además de unos cuantos tragos que había tomado encima.
¿le dejaran llevarse las sobras? No tiene dinero para pagar un almuerzo ahora.
-¿te diviertes Hal?- la voz de un dulce sueño le despertó de su letargo.
Con cierta emoción, cual niño que le van a ofrecer un dulce, volteo la cabeza hacia su lado derecho, donde una mano cálida, grande y gruesa le tocaba el hombro, siguiendo con sus ojos pardos el camino, desde el fuerte brazo que se marcaba una que otra vena en la blanca piel, cubierta por una elegante camisa blanca arremangada, hasta llegar a esos poderoso bíceps de infarto, que tuvo que recordar tragar saliva, deleitarse con la cereza del pastel, aquellos ojos tormenta que le miraban con jovialidad, y una pequeña curva en sus labios en espectro de sonrisa.
Hermoso.
Hermosísimo.
Ardiente.
Perfecto.
Bruce a pesar que es 7 años mayor que él, la madures le sienta exquisitamente, dándole un aire de sabiduría, experiencia, virilidad y autoridad.
Si supiera que en sus fantasías le gustaría saber cómo le castigaría por ser tan desobediente.
-supongo, es mucho mejor que estar encerrado en mi departamento estos días. ¿Tú te estas divirtiendo? Casi toda la noche estuviste desaparecido, picaron, estuviste con alguien ¿verdad?- comento con casualidad y risa, cuando por dentro moriría de rabia al saber si es cierto.
-nada de eso. Es...complicado- se sentó a un lado suyo de la mesa, dándole un pequeño sorbo a una botella de cerveza que nunca había visto.
-el mundo se acabara de verdad, tu, bebiendo cerveza – alzo la ceja juguetón.
-cierra la boca Jordán, Oliver se ha acabado todas mis botellas, y Alfred me asesinara si saco una más, y no porque sea rico significa que no pueda tomar una cerveza-
-ponte una camisa de flores, un sombrero de paja, unos bermudas y te creo- alzo la ceja.
-tal vez lo haga-murmuro encogiendo de hombros.
-¿tú eres la noche de verdad?- pregunto incrédulo.
-no la jodas Jordán- rodo los ojos.
-¿entonces que es el asunto?- dio un trago.
Bruce le miro de reojo por unos segundos, sospesando los pros y contras de decirle un pedazo de la gran mierda que le aquejaba estos días. Pero era Hal, no había persona más confiable y trasparente que él. Además estaba aburrido de los concejos de Clark, necesitaba, según su opinión, un nuevo confidente.
-Damián-suspiro cansado.
-¿al final lo mandaras a un internado en suiza?- alzo la ceja curioso.
-eso quisieran, es...su madre- se restregó la cara con la palma de su mano en gesto de cansancio.
-¿los Al Ghul? Uggg- le quito la botella el millonario para darle un profundo trago. Aunque paso la lengua por la boquilla para saborear los labios de su amor antes que fueran diluidos por la cerveza.
¡Un beso indirecto!
-¿los conoces siquiera?- alzo la ceja algo sorprendido el millonario.
-conosco a Nyssa, no preguntes. Mala experiencia. ¿Qué hay con su madre?-
-quiere estar con él una temporada, imagina mi respuesta- le arrebato la botella al piloto, dando otro trago, y muy recóndito en su mente, tan infantil que suene, piensa que califica como beso indirecto.
Podre morir tranquilo.
-ya me lo imagino, pero de cierta forma es afortunado de tener ambos padres ¿no?-
-eso ya lo sé, pero ella no es el modelo a madre ideal- rodo los ojos.
-¿te preocupa que este con ella en la liga de los asesinos? ¿O que este solo con ella?-
-ambas cosas- se apretó el entre cejo.
-supongo que se puede cambiar el contexto ¿no?, digo, podrá verlo en un lugar neutral, algo que puedas controlar-
-supongo. Voy a buscar a los muchachos, ya es tarde-se levantó de la mesa.
-antes que te vayas, ¿sabes dónde puedo lavar mi camiseta?- se templo la polera revelando una macha de vino, Oliver en su borrachera se tropezó y le cayó el contenido de su copa.
-seguro, dile a Alfred que te ayude - se despidió, caminando hacia la puerta de salida.
Suspiro cansado, le hubiera gustado seguir hablando, sentir su cercanía por unos minutos más, nunca era suficiente, quería mucho más, pero ha de conformarse por esta noche lo servido.
Busco al mayordomo en la cocina, que con amabilidad lo guio por los largos pasillos de la mansión, hasta lo que era un cuarto de lavado. Tenían muchas lavadoras y secadoras, le pregunto si no era muy exagerado tener tantas, su respuesta fue que teniendo como hijos a 4 justicieros y con una curiosidad tan enorme, al igual que una inmensa facilidad para meterse en problemas, creía que tenían muy pocas.
Se dispuso a sentarse en una silla de madera enfrente de la lavadora, esperando a que el proceso termine, mientras Alfred le buscaba alguna prenda que colocarse como repuesto.
-me temo que no tengo camisas limpias del amo Bruce para prestarle una señor Jordan, están todas sucias, pero si quiere puedo ir a su recamara a conseguirle una de su closet personal- declaro al inspeccionar las prendas del cabecilla y meter toda su ropa en un cesto individual.
Sus ojos pardos vieron con mucha atención en donde la deposito, creciendo en su interior ese impulso cleptómano de tomar cierta cosa.
-no se moleste, ya ha hecho mucho por mí, no me importa ponérmela mojada, o esperar más tiempo para que se seque-
-absurdo, le conseguiré una tan pronto....-
-¡Alfred!- le llamaron desde lejos.
-solucione el alboroto-suspiro con cierto cansancio
-no se preocupe, no hay prisa- consoló con sonrisa, desliéndose del mayordomo.
Cuando Alfred se marchó de la lavandería, el impulso cleptómano cobraba cada vez más fuerza, mirando con desespero aquella cesta de ropa sucia, no ayudando nada el sonido desesperante de la lavadora lavando su polera, y la tentación de encontrarse asolas.
El corazón le palpitaba a mil, y una pequeña capa de sudor se dejó ver en su frente, pensando que cometerá el más de los viles crímenes.
Siempre deseo tener algo personal de Bruce, pero nunca se había dado la oportunidad, no como esta, y no está dispuesto a desaprovecharla.
Quiere algo que sea de él, algo que le pertenezca, y el fuego en su pecho se sentirá satisfecho de tener algo de su Bruce.
Asomándose por el pasillo por ambos lados para verificar, troto silenciosamente al cesto blanco de ropa sucia que estaba a un lado de otros 6 más de diferentes colores. Parece ser que Alfred le gusta separar la ropa por dueño, encontrando etiquetas con nombres en cada cesto.
Comenzó a temblar de ansiedad al ver el cesto con el nombre de su amado, removiendo la tapa y descubrir el tesoro que contenía.
Sin demora saco con lentitud una camisa gris, una talla algo más grande que él, con bordados en la mangas de las iniciales del nombre del patriarca. A simple vista parecía limpia, pero podía ver rastro de manchas de tinta, seguro de su oficina, en la parte inferior de la camisa. Parecía muy costosa, tanto que compraría todo su mercado del mes.
La acerco lentamente a su nariz, aspirando un poco la colonia masculina que utilizaba su Bruce, esa misma que le embobaba cuando se sentó cerca de él esta noche, abrazando la prenda contra su pecho cual peluche.
No perdió tiempo y la doblo lo más pequeña que podía, y tratar de ocultarla alrededor del interior de su bota larga, no importaba si se arrugaba, la podría planchar.
Cuando ya pensó que estaba bien servido, un poco al fondo del cesto, entre los pantalones negros finos de Bruce, pudo ver una pequeña porción de lo que sería unos slips.
El corazón le palpito más rápido, sintiendo de repente una incomodidad en sus pantalones, tragando profundo la saliva que se la había acumulado en su boca, pensando en las múltiples posibilidades.
Con mano temblorosa tomo el slip por un lado, y sacarlo lentamente del cesto.
Miro para todas direcciones, si nadie le veía.
Tenía una erección que le mataba, mirando con sus ojos el slip, que tenía una talla especial, de color azul de 100 porciento algodón.
Por un momento lo imagino solo vistiendo esa prenda, y la vista se le hacia todo un paraíso.
Abriéndolos un poco pudo ver unas manchas en la parte delantera, unas gotas de lo que seguramente sería de preyaculacion.
Solo fueron unos segundos que se llevó el slips a su nariz, aspirando el aroma a sexo puro del semental Wayne, ansioso por llegar a casa y encargarse de una vez con su asunto.
Ya no podía conformarse con la camisa, tenía que llevar esta prenda consigo a su morada, o nunca se lo perdonaría, y al fin de cuentas, no creía que extrañara un par de ropas perdidas, se notaba que tenía muchas.
Oculto el slip en sus bolsillos, sintiéndose de lo peor, pero a la vez ansioso y satisfecho de obtener lo que quería.
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