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GRABACIÓN 23 OCT. - Ella

Le he visto las marcas en los brazos. La tinta que sobresale. Le he visto los tics nerviosos, y las venas exaltadas. Le he visto patalear un par de veces, le he visto respirar sin cuidado alguno. Le he visto los dientes descuidados, amarillentos, le he visto la cara demacrada, le he visto los ojos rojos.

Le he visto la esperanza.

Se la pasa mirando al suelo, como si el infierno hubiera intercambiado lugar con el cielo. El hombre de ojos rojos confunde el averno, y cree que es el descanso eterno. Eso me dice a veces.

Tiene un tono dulce de voz. Uno que susurra cuando habla, como si tuviera miedo de hacerte daño con sus palabras, y al mismo tiempo, te rasga de la ropa para jalarte hacia él. No me importa ninguna de las cosas que he visto de él.

Sé la hora a la que sale de su casa.

La hora a la que pasa a la mía.

La hora a la que le abre la puerta a aquel hombre.

Le he visto regalarme flores, los jazmines quieren marchitarse, corto los pétalos que se ennegrecen y me quedo con la ilusión de que ninguno se ha caído. El hombre maldito me ha escuchado, por eso me deja verle, me deja escucharlo, me deja mirar sus flores, me deja saber el momento en que el sol nace para él.

Perdóname, le dije que mis flores nunca iban a marchitar.

Perdóname mucho más, le juré que él tampoco iba a marchitar.

[entrecortado]