03
JungKook no supo cómo había llegado tan lejos, por qué su mejilla no ardía también era un misterio, pero, mientras sus ojos vagaban por la piel desnuda del pecho cremoso que la camisa entreabierta dejo ver, no era como si estuviera demasiado preocupado por saberlo. No, claro que no. Sus ojos estaban más interesados en deslizarse flojos, sin ninguna prisa, por la carne tierna y blanca con destellos avariciosos de un moreno delicioso y bronceado. Tomándolo todo. Grabándolo en su memoria, disfrutando malsanamente cuando las manos pequeñas le recorrieron el cuello y los hombros, empujándolo a sentarse en la silla giratoria de cuero negro, que soltó un chillido ante el peso de su cuerpo cayendo, desperdigado, demasiado enamorado de la figura que se presumía ante sus ojos hambrientos.
Lo observo con tanta admiración mientras el rubio se balanceaba inocente, con la mirada que le disparo completamente desarmadora, rompiendo la coraza de ingenuidad, que pensó que el otro lo abofetearía: por lo perversa de su mirada, por lo sexual que resultaba su hambre. Deseándolo. Por primera vez, anhelando tocar más que ver, la nebulosa que empañaba sus ojos desapareciendo como nunca lo había hecho. En una travesía completamente diferente: donde se percibía excitado, jadeante y sediento, hundiéndose en el capricho furioso de devorarlo, de rodearse con esas piernas celestiales y complacientes, recorriéndolas con su boca para saber si su sabor sería tan fascinante como lo embriagadoras que resultaban a simple vista, adictivas estando ocultas bajo la ancha tela que flotaba sobre ellas, apartándolas de su mirada avara.
Gimió antes de que pudiera darse cuenta, seducido por la destreza del cuerpo pequeño mientras se mecía de pie en el medio de la oficina a oscuras, utilizando sus brazos, escurriéndolos sobre su cabeza mientras sus piernas se abrían, dando un paso atrás, con su rodilla doblándose dulcemente mientras apoyaba una mano de ella, golpeando el aire con su ingle. Sensual. Erótico. Mórbido y apasionado a pesar de la poca fuerza, volviendo a erguirse, luciéndose. Hermoso e indomable ante los ojos espectadores de JungKook. Lanzándose, cayendo de rodillas, dejando su cabeza caer también, estirando el exquisito cuello que resultaba para el castaño como un lienzo en blanco, esperando por sus colores, por su lengua como un pincel que lo recorrería y le daría un sentido, y se encontró sosteniéndose para no levantarse, impulsándose por el hambre cuando esa deliciosa efigie de rodillas balanceo la cintura, resaltando la cadera, sacando el pecho lechoso, con los pequeños pezones frambuesas quedando a la vista cuando la camisa se deslizo por su hombro, pecadora, perversa e impertinente, estremeciendo a JungKook, que gruñó como una bestia, famélico y codicioso.
Su polla: atrevida y cautiva, apretándose un poco más contra su pantalón cuando el rubio embistió el suelo, sosteniéndose de sus manos para ondear en el aire, golpeando su cadera contra el suelo pulido y brillante, con las pequeñas gotas de sudor deslizándose por su frente, mojando su pecho en un camino obsceno que la camisa transparente ayudaba a apreciar como la mejor obra de arte; escurriéndose cerca de su ombligo, muriendo en el principio del pantalón blanco ligero, que le descendía por las piernas. Y JungKook estaba sudando, conteniendo el apetito voraz y animal, la sensación que le cosquilleaba entre las piernas, removiéndose en el sillón para calmar el ansia que crecía en su pecho, estrujándolo y liberándose en un espasmo de libídine, que le hizo temblar otra vez, con sus manos húmedas, picando por tocar el cuerpo deleitable y maravilloso desde arriba, descendiendo por la carne expuesta, abriendo con sus manos las piernas largas, exasperado por comerlo, por follarlo, y en su fantasía, JiMin suspiraría para él, dejando su aliento caliente chocarle con los labios antes de que lo besara.
Y sucumbió antes de que pudiera detenerse, sumergiéndose en su propia agonía prohibida. Inclinándose y avanzando al rubio, tomándolo de su estrecha cintura, levantándolo y dejándolo sentado sobre el escritorio antes de hundir su boca en la del otro, en un beso duro y salvaje, ambicioso, rozando lo egoísta, tragándose su aliento encantador con esencia de limón y miel, y JiMin pareció sorprendido, dejando que lo comiera por un poco más. Pero, el rubio termino escurriendo sus manos recelosas y aturdidas después, con lentitud, ¡Ah, cuando despertó! sí, cuando despertó: enredándolas en su cabello, jalándolo, devorándolo de vuelta, escurriendo su lengua rosadita e indecisa por la boca de JungKook, abriendo las piernas para él, permitiendo que se metiera entre ellas con una desesperación apabullante que burbujeó en su pecho con vehemencia, incendiándose calenturienta y viciosa. Libertina y hambrienta.
JungKook embistió, entonces. Empujándose hacia adelante con ímpetu desgarrador, firme e impetuoso contra el cuerpo tembloroso que se derritió en sus brazos, escurriendo las manos de dedos pequeños hasta el principio de su camisa, infiltrándose dentro de ella, acariciándole con las yemas de sus dedos la espalda firme, gimiendo deslumbrado cuando el castaño volvió a atacarlo, rozándose contra su cuerpo.
JiMin, jadeando por aire, observo a JungKook separarse, con los labios brillantes y jugosos, con las manos feroces y temerarias arrancándole la camisa, escuchando como los botones salían volando, desperdigados por el suelo mientras dejaban su pecho completamente desnudo. Los dedos. Todos sus dedos. Acariciándolo con fervor y suavidad, rasgando la carne sensible, volviendo en sus pasos para mimarla, mermar el dolor con la delicadeza de su toque. Como un apasionado visionario que tocaba con las puntas de sus dedos la musa de su inspiración, temiendo romperla, pero haciéndolo de todas maneras, para reconstruirla, entre la bruma del placer que sus manos en cada rincón de su figura podían ofrecer. Expectantes al primer gemido, a la súplica por un poco más de ese calor abrazador, de ese tortuoso gozo que sus dedos le proveían.
Dedos. Si, dedos. JiMin comprendió que esos dedos tenían algo mágico, gimiendo cuando JungKook le acaricio un pezón y, los labios del castaño... ah, sus labios dibujando una amarga sonrisa que curvo solo un lado de su boca fue intrigante y cautivador, coqueto y seductoramente sexy. ¿Existía otro sinónimo para ardiente? ¿No? Ah, qué lástima, JiMin deseaba poder saberse otros, tal vez, que describieran mejor el delirio placentero que crecía desde lo más profundo de su propia ansia oculta por ser quebrantado sobre su escritorio, en una oficina casi a oscuras, por un hombre cuyos cabellos le cosquilleaban entre los dedos, sedosos y finos en hilos cafés brillantes y ligeramente húmedos por el sudor.
-Quiero todo. -Dijo, y JiMin se estremeció jadeándole contra los labios, tembloroso y terco, negando con la cabeza. JungKook gruñó, desabrochándole el pantalón, deslizándolo por sus piernas con rudeza, envuelto en el frenesí que lo llevo a pellizcarle la carne sensible, rasgando con sus dedos, acariciando con sus yemas. -JiMin, quiero todo.
-Esto no es un prostíbulo, es un club de strippers.
JungKook soltó una risa sin gracia, presionando sus dedos en la cintura del rubio, alzándolo, haciendo que enredara sus piernas en la suya para no caer. -Yo no quiero una prostituta, yo te quiero a ti. Quiero follarte sobre tu escritorio, en el suelo, en la pared. Deseo sentirme sucio, ensuciarte también. Anhelo que mires como mi polla se desliza por tu culo, salvaje y animal, bailando nuestra propia danza, celebrando nuestra fiesta imaginaria.
-JungKook, no... -Gimió, sosteniéndose de los hombros duros cuando el otro rozo su pene oculto contra él, y JungKook llevo sus dedos a sus nalgas, metiéndolos por dentro de su ropa interior, abriendo la carne morbosamente. -No, no.
-Estoy seguro de poder convertir esos "no" en un "sí" escandaloso, que rompa tu garganta mientras yo hago lo mismo con tu cuerpo. -Gruñó, mordisqueándole la oreja, aflojando su aliento caliente para que golpeara su nuca, estremeciéndolo. -¿Lo quieres profundo? Puedo dártelo, llegar tan profundo que lo sientas viniendo de tu culo hasta tu garganta. ¿Ansías chupar? Te lo cumplo, dejando que tu lengua se deslice por mi polla: que lo metas en tu boquita, lo saques y me lo embarres con saliva.
Era muy vulgar. Era sucio, morboso... y JiMin gimió, extrañamente extasiado. Sintiéndose enfermo de que algo como eso lo excitara, de que lo erizara y que sus dedos se clavaran en la piel bajo sus manos, sudoroso y repentinamente cautivado. Atraído por la obscenidad, la profunda indecencia y crápula de sus palabras, con ese tono. ¡Oh ese tono! Con el exótico acento busanense, ronco y bajo. Intencionado en causar esa sensación en su cuerpo. Maldito. Un embrujo con palabras sobrenaturales que lo hicieron jadear, retorciéndose entre los brazos grandes que lo sostenían, empujándose contra el bulto de JungKook, suspirando codicioso y sediento.
JungKook rió, divertido y sarcástico, subiendo sus manos calientes por la piel suave, con ternura, gateando por la espalda de JiMin, acariciándolo. -¿Qué harías si te digo mi fantasía contigo? Si solo susurrándote al oído te comienzas a calentar no quiero imaginármelo.
JiMin gruñó, empujándolo por los hombros y cayendo sentado al suelo. Se arrastró por la madera tapizada, dejando sus piernas blancas hacer un contraste con el suelo escarlata que a JungKook le pareció erótico, con el rubio gateando sobre sus rodillas, sobre sus pequeñas manos. Huyendo de él. Excitado y húmedo. Testarudo y ridículo, pero peligrosamente sensual. Desnudo hasta que los ojos hambrientos que lo observaban deslizarse por el suelo cayeron en la delicada ropa interior. El algodón púrpura cubriendo las nalgas rollizas y exquisitas además de la prominente erección. JungKook soltó algo parecido a un refunfuño, deseando arrancárselos. Dejarlo completamente expuesto para él, con sus ojos seducidos perdiéndose dentro del agujero rosa. Y lo imagino. Su polla escurriéndose deliciosamente mientras el rubio se sostenía de él, gimiéndole como una cortesana, rasgando su espalda con sus cortas uñas, besándolo con sus sagaces labios.
Tirándosele encima al otro, le beso la espalda sudada, chupándole la piel suave, recorriendo con sus dedos la cintura. Pellizcándole los muslos y subiendo a apretarle las nalgas bajo su boca, aventurándose a probarlas, perdiéndose en el gemido que desgarro la garganta del rubio, dejando su figura grande subírsele encima para evitar que escapara. Su deseo voraz de follarlo manejándolo como un animal, salvaje y desesperado por conocer la piel que tenía entre sus manos, apresada bajo su cuerpo.
-JungKook, detente.
-¿Eso quieres? -Preguntó, jadeando y restregándose contra él, encerrándolo entre sus piernas mientras se desabrochaba el pantalón y sacaba su pene de su encierro, escurriéndolo sobre los globos de carne aun celosamente ocultos, escuchándolo, deleitándose cuando el más pequeño empujo hacia él, sollozando bajito. -Si no quieres, ¿Por qué haces eso? ¿Por qué me provocas con tus gemidos? ¿Por qué te presionas contra mi polla?
-JungKook. -Pidió sin aliento, escabulléndose con un halo de cordura, quitándoselo de encima, corriendo por el suelo cuando el castaño le tomo el tobillo, resbalándolo debajo de él, mirándolo con desenfreno, desbordando sus manos por su cuerpo y estrujándole dócilmente un pezón. Mimándolo. Acariciándolo con paciencia, gozando de su intento por resistirse, por mostrarse rebelde y travieso. Indomable y juguetón.
-JiMin, se un chico malo. Se sucio, agriétate y déjalo salir. Vamos, yo sé que puedes, bebé.
-Suéltame. Somos amigos, esto no está bien.
-¿No lo está? Claro que sí. Solo necesitas empañarte, si la regla es que goces. -Murmuró, apretándole más fuerte, acercando su pene y dejándolo descansar sobre el vientre del más pequeño, permitiendo que el rubio lo observara, soltando una pequeña risita cuando abrió los ojos de par en par. -Tócalo, anda. Te gustara.
-Kook...
-Vamos, te prometo que se sentirá bien.
JiMin suspiró, acercando una mano temblorosa y rozando la polla dura con sus dedos, gimiendo cuando sus yemas tocaron la piel húmeda y caliente. Acariciándola sin detenerse, mirando morbosamente como el pene se sacudía con su mano, moviéndola con pesadez, intentando calmar el ardor que se extendía por su cuerpo mientras se fijaba en JungKook, frunciendo la cejas, gruñendo todavía encima de él. Animal y soberbio, alzando la barbilla cuando la pequeña mano se deslizaba hasta tomar un poco más allá, devolviéndose con calma tortuosa y delirante. Febril e intenso, aunque lento y doloroso, mermando suavemente su deseo de placer.
-Oh, bebé. -Jadeó, acomodándose sobre él, acechando con ojos brillosos, como una bestia a su presa antes de besarlo, devorando su boca, mordiendo sus labios y chupando su lengua con la suya, enredándola, bailando con ella en un festival donde su cuerpo era el banquete, fulgurante de exquisitez. Una delicia que JungKook estaba dispuesto a comer, a gozar, mientras proveía el mismo placer a su amante de las sombras. A su silueta divina, a su ilusión. Su propio cuadro, el que mancharía con sus colores, que moldearía hasta convertirlo en una obra de arte.
Gimió, descendiendo sus labios por su piel, besando aquello que estaba a su alcance, apartando la mano que lo tocaba: mimándolo con apasionado encanto y evidente anhelo. Soltando una risita, dando un último beso al vientre desnudo. Entrelazando sus manos al elástico que impedía que volviera realidad su sueño de poseer esa piel, de hundirse en el manjar que su polla hambrienta exigía. Y lo deslizo con elegancia morbosa, observando con ojos desbordantes de pasión el cuerpo entero de tez cremosa, ligada con las pretensiosas líneas de algo parecido al caramelo más dulce y agónico; haciendo sus ojos perderse en las curvas interminables, acariciando las nalgas con dedos suaves, abriendo la carne mientras su boca descendía, su lengua cautiva tomando libertad condicional para escurrirse por la polla rojita, con su dedo rozando el agujero efervescente y entusiasta.
-No. -Murmuró JiMin, susurrando. Y JungKook no lo escucho, siguiendo el camino de su lengua hasta que las manos volvieron a alejarlo, mirando sorprendido cuando el rubio se levantó tambaleante del suelo, haciendo lo mismo con apuro, rodeando la estrecha cintura con sus manos, pegando el cuerpo desnudo al suyo, empujándolo al escritorio con un gruñido, doblando al rubio sobre él.
-¿No qué? ¿quieres que te deje así? ¿duro por mí?
-No... -JungKook ladeo la cabeza, arrugando la nariz mientras el más pequeño deslizaba su mano por el escritorio alborotado, subiéndose un poco más, dejando su culo señalar a su polla, alcanzando con mucho esfuerzo un cajón, abriéndolo y revolviéndolo otro poco, volviendo a su sitio con un jadeo, enredando su mano con la de JungKook, mirándolo con una pequeña sonrisa cansada. -... sin lubricante no.
JungKook abrió la mano cuando JiMin la soltó, observando el pequeño paquete arrugado en su mano, soltando un bufido animal, abriéndolo con rudeza y manos sudadas, maldiciendo mientras lo esparcía por sus dedos, frotándolo, acercándose a besar la nuca del otro, marcando su piel con pinceladas de fuego.
-¿Quieres que te follé? Ah, que placer. -Rió, mordiéndolo especialmente enérgico cerca de la clavícula. -Pero, necesito pintarte. Quiero llenarte de colores.
El rubio gimió, sollozando bajito cuando la palmada le ardió. Quemándole la carne, fascinándolo, sujetándose con más fuerza del borde del escritorio. -Otra, otra.
-¿Otra? Oh, sí. Las que quieras.
JungKook volvió a nalguearlo. Más fuerte. Sin compasión, extasiado con el sonido flojo que la piel hacía, silbando en la habitación oscura. Morboso. Sucio. No importaba que tanto, solo se lanzó a disfrutarlo, deslizando su dedo empapado por el agujero apretado y cálido, chupando con su boca, llevando su mano al cabello revuelto. JiMin volvió a gemir, empujándose contra él, dejando su cabeza caer en su pecho duro, respirando con fuerza, sosteniéndose del escritorio mientras su cuerpo formaba un arco contra el otro. Su cabeza ondeando en una espiral de intenso deleite, con JungKook deslizando otro dedo, divertido, soltando un jadeo, y JiMin se removió desesperado, inclinándose para lamer la barbilla del más alto, escurriendo su lengua por la piel blanca, hundiendo a JungKook en una gloria desconocida, un deseo oculto que apretujaba su pecho, metiendo otro dedo, empujándolos hasta sus nudillos, devolviendo los besos torpes, devorando la dulce boca que se burlaba de él, alejándose con malsano regocijo. Con el rubio sacando la lengua para rozarlo con ella, mojando sus labios hirviendo en la ardiente ansia de atraparla, resignándola a los confines de su boca, uniéndola con la otra.
Y JungKook gruñó otra vez, irritado y deseoso. Dejando la bestia iracunda en su interior deslizar la mano en los cabellos sedosos para sostener la mejilla suave, empujándola, condenando la lengua astuta y juguetona a su boca, a ser una presa que se apresuró en abrasar con opresivo salvajismo. Escurriendo los dedos en el agujero hacia su polla, escuchando al rubio jadearle y haciendo temblar el beso bruto que compartían; frotando su pene con el poco lubricante que le quedaba entre los dedos, presionándose hacia adelante, guiando con sus dedos su duro miembro hacia la entrada que esperaba ansiosa por él, porque la follara cruel y tirano. Rozando con la punta, niñeando a su alrededor, con sus dedos huyendo despiadadamente por la piel, su polla escurriéndose por el agujero sutilmente frío: solo la punta, solo ella; gimiendo ante la sensación de su carne caliente chocar contra ello, gruñendo cuando se empujó un poco más, metiendo otro tanto, y las paredes lo tomaron prisionero temblando ante su toque, impetuosas, con el baile de suspiros flameando de la boca que se separaba de la suya, egoísta y presumida. Jadeándole sin permitirle mimarla, callar su placer en un chasquido sensual; y se metió entero, dejando su polla estar tan dentro como era posible, estremeciéndose de pies a cabeza por el calor que lo invadía.
-JungKook...
-¿Qué quieres? Dímelo. -Dijo, besándole el hombro desnudo, volviendo a gozar la carne que se tambaleaba en sus dientes, observando obsceno y sudoroso cuando el rubio se inclinó devuelta hacia el escritorio, dejando su pecho desnudo caer sobre la madera, entre las hojas desperdigadas tanto como su cabello rubio y brilloso. -¿Quieres que te follé? ¿eso quieres? ¿sí? -Suspiró cuando el rubio asintió, tomando entre sus manos las nalgas perladas de sudor, abriéndolas para mirar su propia obra de arte, subiendo la mirada desvergonzada por el resto de su maestría. Deleitándose. Apretando los labios en una sonrisa cuando sus ojos fluyeron por la piel nívea, manchada con sus colores: con el rosa de sus manos. El rojo de su boca. El dorado del cabello que había revuelto. Gruñendo, embistiendo el cuerpo a su disposición, devorándolo en el abismo de sus pasiones ocultas, confinándolo a la prisión de su anhelo, del afán creciente en su pecho. Sucumbiéndolo a su poder, manejándolo a su antojo mientras sus manos sostenían los dos globos de carne para que su polla se deslizara a su vista, follándolo como copia de su fantasía ambiciosa en una realidad que le mareaba. Avaricioso de tener más, de tener todo.
JungKook jadeo, destrozando su garganta ante la delicia que acariciaba su pene, rozando la sensibilidad del rubio, haciéndolo gimotear sobre el escritorio, sosteniéndose con sus pequeñas manos, tembloroso y entusiasta, empujando hacia él. Uniéndose a la guerra salvaje, desvelando sus pasiones también, sumergiéndose en el deseo ferviente que la sacudida de esa polla escabulléndose en su culo le causaba, haciéndolo sollozar bajito, alto, medio... ¡maldita sea que estaba llorando de placer! Disfrutando del pene hinchado y gimiendo ante la mano grande que tomo el suyo, arrastrándose por su polla de arriba hacia abajo, en una oleada de afán que lo hizo rogar.
-Así, ¡Así! -Anheló sin aire, una de sus manos pequeñas corriendo a encontrarse con la del otro, que estrujaba su pezón sin piedad. Sintiendo la lengua húmeda extendiéndose por su cuello, gimiendo y reteniendo las lágrimas de júbilo, gozoso y ardiente en el deseo animal de ser quebrantado, de romperse en miles de pedazos y que JungKook los recogiera con su boca, con sus manos, con sus toques; y JungKook movió su mano en la polla del rubio más rápido, sin detenerse en embestir.
Empujando, una y otra vez. Salvaje, sudoroso, cansado en el torbellino donde sus dedos rozaban su propio cielo imaginario, sintiendo que se quemaba en el infierno sagrado cuando su vientre cosquilleo, dando estocadas con más fuerza, sacándolas de donde no las tenía, ansioso y exasperado, casi frustrado. Abrigando su mano ahora húmeda en la polla que se agitó en el desesperado esplendor de su amante, y gruñó, alejando su mano y dejándola caer en la espalda del otro, inclinándola devuelta a su sitio cuando el rubio gimiendo quiso moverse, golpeando en el interior cálido, acariciando con más ímpetu hasta que todo se volvió borroso, con el sudor deslizándosele por los costados de la cara, el cabello oscuro empapado y las mejillas rojas. Jadeando, sosteniéndose de la cintura estrecha cuando sus dedos atravesaron la valla imaginaria, con el placer en oleadas vertiginosas agolpándose en su cabeza, en su pene, jugando con sus nervios y dejándolo tembloroso, respirando con fuerza; el aire frío comiéndole los pulmones.
Ah, habían tocado el cielo fantasioso del anhelo saciado. Permaneciendo así un minuto más, siendo el refuerzo del otro para no caer al suelo y, JungKook besó con labios flojos, deslizándose por el hombro desnudo y plasmado en níveas pinceladas cremosas, apoyando su frente de la nuca erizada mientras intentaba recuperar el aire, escuchando a JiMin hacer lo mismo, removiéndose poquito; y el silencio reino otro par de segundos, demasiado agotados como para tratar de abrir la boca, con el aroma tenue a travesuras volando alto, entre atisbos de sudor y dejes de placer, revelando el pequeño contratiempo.
Y JiMin suspiró, sobándose el vientre. -Me siento entumecido. -Dijo, y JungKook soltó una risita, quejándose del suave golpe en su pierna antes de que la cabeza de cabellos rubios cayera en su pecho. -No te rías. Es tu culpa.
-¿Mi culpa solamente? Has ayudado bastante.
-Pero tú me convenciste, así que es solo tu culpa.
-Tú querías y convencerte, aunque divertido, no fue tan difícil. -Bufó una risa, y acomodo sus manos resbalosas en la cintura, ocultando su cara en el cuello del otro, hablándole sobre la carne sensible y coloreada. -Oh, como te arrastrabas. Parecías tan indefenso, estando desnudo y deseoso.
JiMin guardo silencio y JungKook levanto la mirada para observarlo, ladeando la cabeza. Escuchándolo suspirar.
-¿Pasa algo?
-Solo...- tienes que prometerme que vas a dejarlo. Por favor.
-Lo dejare, JiMin.
-Porque es peligroso, estas poniendo tu vida en riesgo y me preocupas.
-Lo reconozco, soy un adicto y haré algo para remediarlo.
-No es sano, ¡maldita sea!
¿Estaba escuchándolo?
-Eh, ¿JiMin?
-Debes buscar ayuda, salir adelante. Porque, que te hayan decepcionado no significa que debas arruinar tu vida... -JungKook levantó una ceja. -Porque siento cosas raras.
-Si estás conmigo podemos hacerlo juntos. Descubrir que son esas cosas raras que sientes y que yo también siento.
-Sí, puedo...- ¿Q-qué d-dijiste? -Murmuró, sorbiéndose la nariz y girando a verlo con los ojos abiertos de par en par, y JungKook le acaricio la nariz roja con un dedo, soltando una risa.
-No sé, ya he dicho muchas cosas y parece que no has escuchado ninguna.
-Lo siento.
-No importa. -Susurró, rozando con sus dedos el cabello rubio mientras sonreía. -Pero, debes saber que prometo dejar esto. Recuperar mi vida.
-¿M-me lo prometes?
-Te lo prometo. ¿Puedes...? Si pudieras prometer que estarás ahí. Eres lo único que me queda y me da miedo perderte. Cuando dijiste que te olvidara... yo, me sentí horrible. Como si estuviera dejando ir lo que quería sin poder decirle cuánto. Y me pregunte: ¿Por qué me importa tanto si he perdido a otras personas antes? Así descubrí, que cuando todos se fueron, tú fuiste el único que quedaba y también lo único que yo no quería perder. Cuando sucedió...-
-No necesitas decirlo ahora.
JungKook suspiró, dejando su barbilla caer en el hombro desnudo. -Todo lo que quiero es que sepas que antes de eso, yo estaba empezando a pensar de ti distinto.
-¿Distinto?
-Siempre has sido lindo, pero, más allá de eso, te preocupabas por mí cuando nadie más lo hacía y yo podía hacer lo mismo. Pasábamos mucho tiempo juntos cuando mi relación comenzó a deteriorarse, y querías distraerme de ello. Que viera lo bonito. Tal vez fue eso lo que me destruyó, salir de una fantasía donde todo estaba bien, a encontrarme con una realidad humillante e infeliz.
-Te dolió mucho cuando lo descubriste.
-No fue descubrirlo, fue saber que había estado con una persona intentando respetarla cuando él no lo hacía. ¡Y la maldita excusa! ¿parezco idiota? ¿Quién podría creerse tal cosa? Yo nunca he obligado a nada a nadie, ¿Cómo pudo decir que estaba confundido por qué lo obligue a tener una relación conmigo? ¡Aún tuvo el descaro de culparme!
-Está bien que lo digas. Es un buen inicio que dejes salir lo que te molesta.
-Después de tanto tiempo, contarle mis penas a alguien resulta reconfortante. Más si es a ti. -Dijo, dándole un beso en la nuca.
-Me provocas cosquillas.
-¿Sí? Tal vez podría provocarte otro entumecimiento para que olvides las cosquillas.
-Uh, no lo digas. -Rió. -Hazlo.
JungKook sonrió, mordiendo la carne en su boca, tambaleándola entre sus dientes mientras sus manos se deslizaban por la piel cremosa, escuchando a JiMin gemir, temblando entre sus brazos, sosteniéndose del escritorio.
Sí, todo estaría bien si estaban juntos.
Y bueno...
-¿Crees que estén teniendo una discusión muy fuerte? -Murmuró TaeYong, pegándose de la puerta otro poco, intentando escuchar alguna cosa.
-El jefe parecía enojado y tienen un buen rato ahí adentro.
-Ya no se escuchan gritos, al menos.
-Sí, TaeMin tiene razón, ya no están gritándose. -Dijo KyungSoo, ajustándose la gorra negra con las cursivas seguridad en el medio, bordadas en blanco. Callándose lo otro que iba a decir cuando TaeYong hizo una seña y Kai se pegó de la puerta también, ambos frunciendo los labios, curiosos, casi a punto de rendirse...
-Esperen, esperen. Escucho algo.
-¿Qué es? ¿Qué es?
-No sé. ¿Tú qué piensas, Kai?
-Parecen... ¿gruñidos?
KyungSoo enrojeció, observando a los tres strippers soltar risillas flojas. -¿Se están gruñendo?
-Oh, pequeño Kyung. -Murmuró Kai, alejándose de la puerta y tomando al guardia por los hombros, girándose hacia el pasillo con los otros dos strippers siguiéndolos por detrás cuando empezaron a caminar. -Hacen más que gruñirse.
Parecía que algunas personas no tenían vergüenza.
Aunque... tal vez, solo ellos tres no la tenían.
[...]
Un año después.
Residencia Jeon, Busan.
8:35am.
Se removió en la cama, bufando divertido mientras se escurría entre las sabanas, persiguiendo con una sonrisa la presa resbaladiza que se negaba a permitir que sus dedos la atraparan, negándose a entrar en sus fauces. Y tomo el tobillo con su mano grande, soltando un jadeo contento y clavando sus dedos en la carne, jalando el pequeño cuerpo hasta que estuvo debajo del suyo, observando con una sonrisa al rubio estremecerse, rodeándole el cuello con los brazos.
-Me atrapaste.
-Parece que sí. Ahora, ¿Cuál es mi premio, Park JiMin?
-¿Qué quieres? -Susurró, rozándole los labios con su lengua húmeda, subiendo la pierna desnuda por los muslos del más alto.
-Oh, no hagas eso. Es demasiado para mí.
En ese momento, cuando se hundió en su boca y no parecía suficiente, JungKook se permitía devorarlo con sus labios, rasgar con sus dedos y acariciar con las yemas. Obtenerlo todo. Saciar la repentina hambre que lo consumía con sus manos, con caricias y pellizcos sobre la piel cremosa, deslizándose entre las sabanas como un ladrón, robando suspiros de la boca del rubio y tragándoselos con su lengua escurridiza que viajaba como un errante por las nubes de la dicha de la boca húmeda y traviesa que ondeaba también sobre la suya. Incluso, cuando filtro sus manos por dentro de la suave tela de algodón, levantando el camisón azul con sus manos y JiMin rió, dejando caer las piernas sobre la cama, se permitió pensar un poco. Dejar su imaginación desviarse de la suavidad que tenía en las puntas de los dedos. Imaginando los lugares nuevos que explorarían sus colores: pasteles, brillantes, abusivos y salvajes. Pero todos suyos. Solo sus colores. Solo su lienzo.
-¿Vas a hacerme el amor o no?
Ah, y eso. Sí, eso. JungKook no podía parar de oírlo. Estaba enamorado de cómo sus manos podían escurrirse por la piel suave, como sus labios podían adueñarse de algo otra vez. Justo como ahora. Sí, justo así: con sus manos rozando los pezones frambuesas y su cabeza dando vueltas mientras volvía a navegar en el anhelo que le nublaba la vista, perdiéndose entre los miles de caminos del laberinto para siempre terminar en una salida diferente. Oh, claro, diferente no quiere decir que sea malo. ¡Todo lo contrario! Le encantaba descubrir cada pasadizo, aprendiéndoselos y gozando de cada uno, disfrutando de la trampilla que lo volvía un cautivo hasta que golpeaba lo suficientemente fuerte.
-JungKook... -Gimió, y el castaño regreso a su realidad, descendiendo sus besos por la carne lechosa y sujetando con su mano la estrecha cintura, manteniéndola en su sitio, impidiendo que su presa revoltosa pudiera moverse, encerrándola entre sus dedos, tomando la carne a su alcance en su boca, chupándola para añadir pequeñas pinceladas de un nuevo color.
Y JiMin observo al otro inclinarse hacia arriba, quitándose la camisa y mostrándose grande, sonriéndole con diversión malsana mientras sus ojos no se movían de los suyos, tomando su mano pequeña entre la suya y guiándola por su cuerpo, deslizándola por el pecho duro y caliente, con JungKook acariciándole con un dedo el culo, tocando y permitiéndole tocar. Sumergiéndose en la brumosa sensación de su propio desespero, gruñéndole sobre los labios brillosos y empujando contra su cuerpo, escurriendo otro dedo.
-Uh, así.
La flama fluorescente de la pasión ardiente y desenfrenada encendiéndose mientras el cuerpo sudoroso sobre la cama se removía, tomando entre sus piernas, dejándolas caer otra vez, sollozando bajito, gimiendo intranquilo y permitiendo a su mano bajar más allá, acariciando con rudeza la piel blanca y soltando su lengua por los límites de la carne, lamiéndola, chupándola, escuchando a JungKook gemir mientras sus dedos lo dejaban vacío. La polla hinchada abriéndose paso por el agujero caliente y húmedo.
Ah, pero no todo puede salir como se quiere.
-¡Feliz aniversario!
JungKook pego un respingo cuando la puerta se abrió, cayendo de la cama con la sábana enredada en el pie, sobándose la cabeza, frunciendo las cejas a las tres figuras en la puerta. -¡Mierda!
-¿Es un... mal momento?
-No lo sé, TaeMin, creo que estaban ocupados.
-Les dije que era mejor llamar a la puerta, pero no, nadie escucha a TaeYong.
-¡Tú no dijiste que tocáramos la puerta!
-Eh, sí lo dijo, TaeMin.
-¡Kai se supone que estés de mi lado!
JiMin soltó algo parecido a un refunfuñó, cerrándose el camisón justo cuando JungKook se levantaba del suelo bufando, sentándose sobre la cama con el ceño fruncido, llamando la atención de los tres hombres que lo observaron con una sonrisa, y el castaño levanto una ceja, con JiMin subiéndosele en el regazo y cruzándose de brazos mientras hacia un puchero. Casi se le olvidaba que estaba desnudo.
-Oh, Kookie, JiMinie, de verdad lo sentimos.
-Eh, que yo no.
-¡TaeMin!
-¡Esta bien! ¡Lo siento!
-¿Qué hacen ustedes aquí? -Preguntó, mirando al trío de strippers con irritación fulgurante en sus ojos oscuros, y JungKook le acaricio la cintura con un dedo, dándole un beso en la nuca erizada.
TaeYong sonrió. -Queríamos felicitarles por su aniversario.
-¿Qué cosa?
-¿Su... aniversario?
-¿Lo han olvidado?
-Oh, qué horror. Aceptaría esto de uno, pero, que lo hayan olvidado los dos es inconcebible.
-Lo creía de JungKook. -Dijo el pelirrojo, y los otros dos asintieron.
-Yo también creí que lo olvidaría solo JungKook.
-¡¿Por qué yo?!
-Eres algo distraído.
-También torpe.
-Por no decir, que también eres algo atolondrado.
-¿Por qué mejor no se van? Es muy temprano para escuchar cómo me dicen lo idiota que les resulto.
-Ah, Kook. Somos tus amigos.
-También mis empleados y si no se van los despido.
-P-pero...- -JiMin levantó una ceja, y los tres strippers retrocedieron con una sonrisa nerviosa. -Sí, creo que tenemos cosas que hacer.
-Muchas cosas que hacer.
-Demasiadas, no podemos quedarnos ni un segundo más.
-Lamentamos no premiarlos con nuestra presencia un poco más.
-¿Se van o no?
-Impaciente.
-Gruñón.
-Deberían entrenar como anfitriones.
-Yo no los invite. Cuando los considere una visita y no hayan entrado por...- esperen, ¿Cómo entraron?
-¡Adiós!
-¡Nos vemos, cariñitos!
-¡Hasta la próxima ocasión!
Los gritos desaparecieron, la puerta se cerró y... nada. Muy bien. Había sido extraño.
Muy extraño.
JungKook suspiró, dejando caer su barbilla sobre el hombro del rubio, hundiendo la cara en su cuello, hablándole sobre la piel. -¿De verdad ha pasado un año?
-No lo sé. Fue rápido.
-Sí. No creí que resultara así.
-¿No te gustó?
-No, no. Me encanto, pero, es nuevo para mí vivir tantas emociones después de haber dejado de pasar por ellas durante más de dos años. -Apretó los dedos en la cintura y lo alzo, sentándolo de frente, para poder mirarlo. -Tú, la casa, el trabajo. Todo es distinto y se siente... feliz.
-¿Eres feliz?
-Sí, lo soy. ¿Y tú?
JiMin hizo un pequeño puchero, pareciendo pensarlo, extendiendo una sonrisita. -Sí, también lo soy.
-También, estamos juntos.
-Lo estamos y lo estaremos por mucho más.
-Tal vez algún día nos casemos.
-¿Es legal en Corea? Ah, no lo sé.
-¿Lo estas considerando? -Dijo, y JiMin lo miró, bufando cuando sus ojos oscuros se encontraron con aquella sonrisa divertida.
-No, ya no. Serias un esposo horrible.
-¿Qué? ¡Claro que no! Sería un esposo maravilloso.
-¿Tú? Uh, no, no lo creo.
-Me dueles, Park JiMin.
JiMin rió, y JungKook se inclinó a besarle la nariz, apretando los dedos, soltando un gruñido mientras lo miraba y lo acercaba más, con su incipiente erección acariciando el muslo del rubio, haciéndolo jadear.
-Bebé, nos quedamos en algo. -Murmuró, mordisqueándole la oreja, deslizando sus manos por debajo del camisón mientras sus dedos jugueteaban con la carne caliente, rasgándola, acariciándola después con las yemas suaves de sus dedos. -Quiero follarte, esa sería una hermosa celebración de aniversario.
-Oh, JungKook...
Sí, había sido un adicto, pero, ¿ahora que era?
Yo diría, que simplemente un enamorado.
¿Y no es igual?
No. El amor, es mucho más peligroso.
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Adicto ha llegado a su final, espero lo hayan disfrutado y si quieren pueden venir a mi perfil y conocer más de mis historias.
💘 VinniePark.
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