Cerré la puerta del auto y fui hacia el ascensor del estacionamiento. Esperaba a que este llegara para después ingresar.

Antes de que pudiera presionar el piso al cual me dirigía las puertas se cerraron, al parecer alguien más lo había llamado.

Pero de todos modos presioné el botón con el número del piso.

Tomé un liga de mi bolso y recogí mi cabello en un moño completamente desaliñado.

El ascensor se detuvo y cuando iba a salir de este aquel chico estaba del otro lado de las puertas. Sus ojos se toparon con los míos, pero desvíe mi vista detrás de él y este no era el piso de pediatría.

Me hice a un lado para que ingresa y él presionó el mismo botón con el número del piso.

Era algo imprescindible, Taehyung y yo estudiamos juntos y los dos decidimos hacernos pediatras para estar juntos, además de que nos gustan los niños, pero ahora a decir verdad desearía cambiar de especialidad.

–¿Cómo estas?–

–Estoy bien– le respondí mientras tomaba con fuerza las asas de mi bolso y miraba aquella pantalla que iba marcando los pisos.

El ascensor se detuvo y en cuanto las puestas se abrieron salí de este ignorando aquellos dos hombres que estaban delante de este.

–Buenos días Doctora– me saludó en cuanto me detuve frente a su escritorio.

–Buenos días Cristina ¿Tengo muchos pacientes?–

–No muchos– asentí.

–Esta bien, en cuando me acomode te aviso para que los dejes pasar– le mencioné.

–Esta bien doctora– di media vuelta y frené otra vez al ver aquel par de ojo café. Pasé por su lado y fui hacia consultorio.

Me percaté que el consultorio frente al mío es el de él.

–No creo poder aguantar esto – cerré la puerta detrás de mi y a pasos lentos fui hacia mi escritorio dejando mi bolso encima de este.

(...)

–Beà– levanté la vista para encontrarme con aquellos dos, ambos se sentaron frente a mí, volví mi vista a mi almuerzo.

–Por favor Beà perdonanos– dijo Alejandro– Queremos que ustedes dos estén bien, sabemos que no será igual que antes pero por lo menos que se lleven bien–

–Si, es muy fácil de decir, pero no de hacer– los miré.

–Perdonanos ¿Si? ¿Nos perdonas? – reí al ver la cara de Richard y asentí.

-Si, esa es nuestra chiquita- pellizcó mi mejilla y alejé su mano de mí –Ahora ¿Dónde esta mi pedazo de pastel de manzana?–

–Si, eres caracterizado por ser el que siempre arruina los momentos– mencionó Alejandro mientras volvía a comer.

–Esta en el consultorio– le dije y él levantó sus brazos mientras hacia un baile raro.

–Hola chicos– aquella chica se sentó a mi lado.

–Hola Marta– le dieron los demás mientras yo me disponía a comer.

–¿Cómo estas Beà?– sabía que no venía por otra cosa que no sea molestarme.

–¿Mejor que tú? Creo que sí – respondí sin mirar mientras movía mi arroz.

–Que bueno– se quedó en silencio– ¿Ya vieron al nuevo médico de pediatría chicos?– presioné con fuerza el cubierto en mi mano.

–Me enteré de que estuvo internado en un centro de rehabilitación por tres años, era un drogadicto, me enteré que le pegaba a su novia y que hasta la violó –

–¡Bueno ya basta!– puse mis manos en la mesa produciendo un ruido y me levanté–¿De donde sacaste todo eso?– la miré y ella se encogió de hombros.

–Es lo que se anda comentando– mencionó sin más.

–Pues creo que deberían de estar pendiente a sus vidas, y dejar de hablar de los demás – hablé bastante alto para que las otras personas que me estaban viendo también oyeran.

Tomé mi bandeja y empecé a caminar pero me detuve al verlo de nuevo, este miró a todos y ellos volvieron a lo que hacían, caminé para pasar por su lado, dejar la bandeja e irme de aquel lugar.