–Muchas gracias doctora– sonreí antes la tierna voz de la pequeña delante de mí.

–De nada pequeña, solamente tienes que seguir tomando los medicamentos y verás que vas a mejorar más rápido – toqué la punta de su nariz con mí dedo y ella sonrió– Ah, y esto es por no llorar hoy– tomé una paleta del bolsillo de mi bata y se lo extendí.

–Gracias– murmuró tomándola y la ayudé a bajarse de la camilla.

–Muchas gracias doctora, por todo– me habló la madre de la niña y negué.

–No es nada, es mi trabajo, las espero el mes que viene– esta asintió y yo me agache a la altura de la niña– Dame un beso pequeña – se acercó y dejó un beso en mi mejilla para luego abrazarme.

–Adios doctora– se despedió con la mano e hice lo mismo.

–Adios pequeña– ella y su madre salieron del consultorio. Sonreí y recogí mi cabello en una coleta alta para empezar a desechar las cosas que había utilizado para chequear a la pequeña.

Unos toques en la puerta me distrajeron.

–Adelante– fui hacia el pequeño baño y lavé mis manos.

–¿Beá?–

–Ya salgo– sequé mis manos con la pequeña servilleta desechable y después de botarla volví al consultorio– Hola Alejandro – le sonreí mientras me acercaba a él y dejaba dos besos en sus mejillas– ¿Cómo estas?–

–Estoy bien ¿Y tú?–

–Todo bien, cada día amo más a los niños– le hice un ademán con las manos para que se sentara en la silla frente a mi escritorio, me senté en mi silla– ¿Hace cuanto que estas aquí?–

–Llegué ayer en la noche– me explicó y asentí.

–¿Y tu niña?– él puso sus manos encima de la mesa.

–Esta bien, cada día crece más –

–Que bueno– le respondí – Pero dime ¿Cómo te fue? ¿Tuvistes problema con Rebeca? – hizo una mueca.

– El proceso de divorcio esta siendo bastante complicado –

–¿Por Viole?– asintió– Ella será la más afectada Ale, deben de ir despacio– tomé sus manos y él le dio un apretón a las mías.

–Lo sé, y trato de no involucrarla en nada, pero ahí aparece Rebeca y me empieza a gritar delante de ella, cuestionando mis acciones y echandome en cara que nos vamos a separar por mi culpa–

–Pues ahí esta el error– lo señalé– Eso no esta bien Alejandro, aún es una niña, sabes los problemas que eso puede causar, tú mejor que nadie lo sabes– él asintió y soltó un suspiro.

–Bueno, dejemos de hablar de mi– sonrió sin mostrar sus labios– ¿Ya almorzaste?– negué–¿Quieres ir conmigo? Te invito –

–Claro me encantaría, vamos– me eché hacia atrás para luego levantarme de la silla y caminar junto a él para salir del consultorio.

–Doctora Beà – me detuve en frente del escritorio de Cristina, la enfermeras que lleva todas mis citas.

–Hola Cristina ¿Tengo alguna consulta ahora?–

–No doctora– asentí.

–Iré almorzar con el doctor Alejandro, no me demoro–

–No se precupes– me contestó y miré al hombre a mi lado y le hice una seña con la cabeza para seguir avanzando.

–¿Al mismo de siempre?– pregunté y el abrió sus brazos y reí al entender lo que quería decirme con ese gesto.

–Pero si es mi compadre – Richard se acercó a nosotros y abrazó a Alejandro, a mí de igual manera me saludo.

–El mismo que vive– le sonrió y puso su mano encima del hombro del chico frente a él.

–¿Iban de salida?–

–Vamos almorzar ¿Vienes?– le pregunté

–Vamos– asintió y todos empezamos a caminar hacia el ascensor.

–Ah casi se me olvida– dijo Richard cuando entramos al ascensor– Chicos Taehyung volvió – comentó y sentí la mirada de ambos encima de mí.

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y apreté mis manos agarradas de los pasamanos que había en el elavador.

Hace mucho que no oía ese nombre.

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