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CAPÍTULO 14

Escena del capítulo anterior: Fabián con su automóvil Mercedes Benz, cuando fue a recoger a Abigail.

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Narra Sandra

-Me temo que no tengo buenas noticias para ti, los exámenes que te realizamos arrojaron que tienes un Glioblastoma, este es un tumor...

-Sí, ya sé lo que es.- Le digo cortante a la doctora, compañera y amiga, no quiero que continúe con la tortuosa explicación de mi padecimiento. -¿Es posible extraer el tumor de mi cerebro? ¿Se puede operar?

-Lastimosamente no Sandra, el tumor se ha expandido por casi todo el tejido cerebral, el neurocirujano podría intervenirte quirúrgicamente pero solo podría extraer una parte del tumor, los síntomas que has venido presentando continuarían y en poco tiempo este volvería a tener el tamaño que tiene en este momento.

-Entonces, ¿No hay nada que podamos hacer? ¿Ya tengo mi sentencia de muerte?- Incesantes lágrimas ruedan por mis mejillas y siento una presión inmensa en el pecho, ¿Por qué me sucede todo esto? Mi vida ha estado llena de desdichas y sufrimiento, no recuerdo cuándo fue la última vez que tuve la oportunidad de ser plenamente feliz.-¿Cuánto?

-¿Disculpa?

-¿Cuánto tiempo me queda de vida?

-Sandra no pienses en eso, podemos intentar con quimioterapia y si estás dispuesta a someterte a la operación, también lo podemos hacer...

-¡¿Cuánto Marcela?!

-Si comenzamos ahora con el tratamiento, más la operación, los medicamentos, podríamos prolongar tu vida...

-¡¿CUÁNTO?!

-Así cómo estás en este momento y... si no hacemos nada...- Marcela suspira con pesar y piensa un momento en el impacto y los estragos que van a producir en mí sus palabras. -Aproximadamente 2 meses de vida, puede ser un poco más o incluso menos. Sandra yo sé que este es un momento muy díficil para ti y créeme que me encantaría decirte que todo es una broma, pero escúchame por favor, vale la pena intentar prolongar tu vida, hay tratamientos novedosos que podemos utilizar.

-Eso no prolongaría mi vida, prolongaría mi sufrimiento, mi dolor y la muerte me alcanzará rápido de todos modos.- Me limpio las lágrimas, también los mocos que ya comenzaban a escapar de mi nariz y me coloco de pie. -Te agradezco que te hayas tomado el tiempo para explicarme la situación Marcela, pero si consideras que solo me restan de vida dos meses es porque no hay mucho por hacer ya, disculpa el cómo te traté, todo esto ha sido muy fuerte, debo ir a continuar con mis labores, gracias nuevamente.

-La consulta no ha acabado aún, no solo te estoy hablando como la especialista a la cual le asignaron tu caso, también te hablo como amiga, quiero que vivas más tiempo y me encargaré que sea lo menos doloroso posible.

-¿Cómo viviría? Pasaría el 80% del tiempo que me queda en una clínica y de paso arrastraría a mi hija a ese tormento, mejor no.

-Si no te sometes a ningún tratamiento el tiempo que te quede tampoco lo podrás disfrutar, seguirás presentando cefalea intensa, problemas de la visión, cambios bruscos en tu personalidad e incluso pérdida de la memoria.

-Lo pensaré.- Dicho esto salí de allí, sentía que mi garganta se cerraba y no permitía el paso del oxígeno a mis pulmones, caminé hasta mi oficina en la segunda planta y me encerré a llorar, este día no pudo empezar peor.

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Narra Abigail

-Hola, mucho gusto mi nombre es Abigail.- Desde hace dos semanas estoy vigilando a mi galán de telenovelas, y es la primera vez que me atrevo a hablarle, en este tiempo hemos cruzado miradas y una que otra sonrisa. Extiendo mi brazo y le ofrezco mi mano para presentarme, toma mis dedos, inclina mi mano y besa el dorso de esta.

-No hermosa, el gusto es mío, mi nombre es Aarón.- Aparte de hermoso todo un caballero, ¡Me enamoré! Espera... ¿Qué fue lo que dije? ¿Será posible? ¿Lo que siento por ese hombre es amor? -Te he visto seguido por aquí ¿Trabajas cerca?- No sé qué responderle, si le digo que si trabajo por aquí me va a preguntar dónde y quedaré como mentirosa, si quiero mucho más de él debo ser sincera.

Aún tiene mi mano sujetada y con solo ese gesto mi corazón martilla mi pecho al punto de querer salirse, tomo una gran bocanada de aire y me asincero con él.

-No Aarón, no trabajo por aquí, yo... Vengo aquí por ti, para verte.

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Narra Aarón

-Yo... Vengo aquí por ti, para verte.- Sus palabras me dejaron estupefacto, cuando la veía sentía que su presencia se debía a mí pero jamás imaginé que mi delirio fuese real.
Una gran sonrisa se dibuja en mis labios y la veo sonreír también, es toda una diosa, se ve tan tierna, delicada y hermosa. ¿Será posible que esta mujer sea la respuesta a mis súplicas? ¿Será ese rayito de luz que vino a iluminar mi vida?

-Te invito a almorzar y me cuentas de ti, ¿Te parece?

-Yo encantada.

El portero del edificio ha llegado con el auto, la tomo de la mano y la dirijo al asiento del copiloto, le abro la puerta, ella entra y se sienta, rodeo el auto y me siento en el asiento del piloto, tengo unas inmensas ganas de tenerla entre mis brazos y fundirnos en un beso infinito, no sé cómo es posible que produzca tantas emociones en mí si hace poco la conozco.

Antes de poner el auto en marcha la miro, coloco la palma de mi mano derecha sobre su mejilla izquierda y la acaricio, tiene un brillo especial en sus ojos y en respuesta se muerde el labio inferior, no puedo controlarme más y me lanzo al abismo de sus besos, nuestros labios se unen en un ferviente y desenfrenado beso, cada roce de nuestras lenguas desprenden corrientes eléctricas a mi miembro y el deseo de hacerla mía crece.

Ella corresponde mi beso con el mismo deseo y como si me concediera el permiso de tocarla lleva su mano a mi pantalón justo donde está mi pene y lo presiona suavemente. El deseo me invade y me nubla la conciencia, ya no pienso en Mónica o en mi padre, esta vez estoy pensando en mí y en lo que quiero.

Suspendo el beso y reclinó la silla del copiloto y me ubico encima de ella soportando mi peso con los codos, me quedo viéndola fijamente y todo de ella me encanta, con una mano recorro su rostro y con el pulgar acaricio su boca, bajo la mano recorriendo su cuello, su hombro, su brazo y parte de su muslo, sin perder el contacto visual.

Recuerdo que estamos en plena vía pública y no quiero hacerlo con ella aquí y que seamos descubiertos, quiero algo especial. Le doy un pico y vuelvo a tomar mi lugar en el asiento del conductor, ella me mira extrañada y yo no dejo de sonreír.


-¿Pasa algo Aarón? ¿Por qué te detuviste?

-No quiero que tengamos sexo en el auto, en plena calle.- Ella mira a su alrededor y cae en cuenta de lo que le digo, ambos reímos como dos niños pequeños. -Te parece si vamos a comer y después... No sé vemos que más podemos hacer.- Ella asiente con la cabeza, tiene cara de niña pero noto un demonio en su alma y eso me gusta.

Llegamos al restaurante La Roca y almorzamos entre risas, es increíble lo fácil que es ser yo mismo cuando estoy con ella, Abigail me trae felicidad y paz, la quiero en mi vida así me toque luchar contra el mundo por ella.
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Narra Abigail

El almuerzo estuvo delicioso no solo por la comida en sí sino por la compañía, en este momento vamos camino a un hotel.

-¿Estás segura de querer hacer esto princesa?

-Sí Aarón.- Me habían llamado princesa antes pero sin duda de su boca suena mucho mejor. -Es como la décima vez que te respondo que sí, si quiero estar contigo, quiero sentirte mío así mañana no quieras saber de mí.

-No creo que eso sea posible.- Toma mi mano y deja un corto beso.

Llegamos al cuarto del hotel y la ropa desaparece rápidamente, nos acostamos en la cama, recorre cada centímetro de mi piel dejando besos desperdigados, me remuevo de placer cada vez que su boca húmeda me toca, lleva una de sus manos a mi entrepierna y un gemido se me escapa.

Me levanto y me ubico encima de él, beso su abdomen, su ingle, lo miro y me da una de sus sonrisas malditamente cautivantes, y aprovecho para meter su pene a mi boca, bajo mis labios lento y los subo a la misma velocidad, Aarón se ve desesperado, se debate entre querer que me detenga y a la vez que aumente la velocidad y lo lleve al cielo.

Me es imposible introducirlo todo a mi boca sin que recorra parte de mi garganta, pero hago mi mejor esfuerzo, aumento el ritmo del oral que le estoy haciendo y cuando siento que está palpitante y a punto de venirse me detengo. Él me mira malicioso y con una sonrisa retorcida.

Me acuesta nuevamente en la cama, succiona cada uno de mis pezones y da pequeños mordiscos en ellos, mi cuerpo se arquea y sujeto fuerte las sábanas como si fuese a caer en cualquier momento, baja a mi vulva, lame y chupa mi clítoris liberando el orgasmo que hace casi seis meses tenía guardado para él, se arrodilla frente a mi entrepierna y aprovecha la humedad de mi cavidad para introducir su pene lentamente, me sujeta de la cintura e incrementa el ritmo de sus embestidas, ambos gemimos sin control, mis uñas van a parar a sus brazos dejando marcas un poco profundas cosa que parece excitarlo aún más.

Saca su pene de mí, me da media vuelta dejándome boca abajo sobra la cama, enrrolla mi cabello en una de sus manos y me vuelve a penetrar de manera bestial, con su mano libre golpea mi culo y no pasa mucho tiempo cuando se viene y el néctar de su pene se derrama dentro de mí. Estoy segura de que esto no fue solo sexo, aquí hubo sentimientos de por medio, podría jurar que por primera vez hice el amor.

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