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🌜Capítulo 9🌛

Días.

Ya eran dieciséis días sin encender mi celular. Dieciséis días en los que he estado reclusa en casa y dieciséis días en los que no lo he visto a él.

¿Por qué no ido a la universidad o contactado con mi familia? Pues sencillo, necesitaba tiempo para mi y fue lo que hice. No fue por mi discusión con Dante, su declaración en mi no tuvo otro efecto más que el de enojo, porque con sus palabras destruyó lo que teníamos y ahora me siento privada de lo delicioso que eran los polvos con él, pero nada mas.

También lo hice porque necesitaba que Klaus me pensara. A lo mejor el tiro me salía por la culata pero estoy completamente segura que después de la calentura con la que lo dejé en el salón de arte y que luego alimenté con la escena de la biblioteca, difícilmente me saque de su mente.

Necesitaba que me buscara entre los asientos del salón cada día. Que se preguntara porque llevaba tantos sin asistir a clases. Que se atormentara con preguntas de que sería de mi, y si mis cálculos no fallan, lo había conseguido.

-Dejaré la llave con el portero, puedes venir cuando quieras, pero eso si, no olvides darle de comer a Ossy y sacalo dos veces a caminar, vale. Te estoy confiando a mi bebé así que no me hagas arrepentirme- digo a través del celular mientras dejo caer las bolsas en el asiento de acompañante y subo detrás del volante- Llego mañana en la tarde así que espero no encontrar nada roto al volver.

-Que si pesa, que si. Será como si no te hubieras ido. Es solo un día, no sé porque tanto drama. Estaré allá dentro de una hora y haré una pijamada con Mónica y Jessica asi que no te preocupes, no estaré sola. Traeme algo de Barcelona, hace mucho que no voy.

-Vale, piojosa. Te quiero.

-Oye, no has hbalado con nuestro hermano. Lleva mas de una semana sin venir y casi no responde mis mensajes- joder, debía cortar esto ya.

-Peque, estoy atrasada. No sé que es de Dante, lo último que supe es que tenía novia, así que debe ser por eso. No le des importancia ya irá a verte en estos días.

-Si pero.. -corto sin terminar de escuchar. No necesitaba esto justo ahora.

Arranco el coche y conduzco con prisa sonando el claxon y gritándole a todos los suicidas que deciden cruzar la calle delante de mi sin tener un cruce peatonal. Perdónalos señor, ellos no saben lo que hacen

-Quita tu culo flaco de mi camino, imbécil. No tienes un puto camión, ¡quitate a la verga!- grito a todo pulmón a través de la ventanilla a estos que se creen inmortales sobre las dos ruedas de bicicleta conduciendo a sus aires en medio de la calle. Como que me apetece atropellarlo, y si sigue vivo dar marcha atrás y rematar el trabajo.

La gente como que tiene muchas ganas de morir últimamente. Mira que ponerse en mi camino cuando estoy tras el volante. De locos.

Tampoco sería la primera vez que choco intensionadamente contra algún gilipollas que claramente no sabe conducir. No como yo, claro está.

Luego de unos gritos de su parte y yo estar a punto de bajarme y tirarle un zapato en la cabeza recuerdo que tengo un vuelo que tomar y acelero rebasando los dos autos que tengo delante cuando la luz del semáforo esta claramente en amarillo y evito llevarme a más gente en el cruce.

Diviso la entrada al aeropuerto minutos después y dejo organizado la permanencia de mi querido Jeep con los encargados del estacionamiento hasta que venga mañana por él. Tomo mis bolsos; uno con ropa de cambio para el viaje y el otro con mi equipo de fotografía: una mirrorles y una cannon -ambas de última generación- el trípode, distintos lentes, así como mi MacBook que no puede faltar para el trabajo.

Corro una vez atravieso las puertas de la entrada y busco entre la marea de personas que hay a toda hora en el aeropuerto a alguien de mi grupo. Reviso la terminal y puerta de salida en el billete de avión y corro como si no hubiera un mañana al escuchar los últimos llamados para abordar.

Sin aire y casi muriendo por el esfuerzo físico en el que me vi obligada a hacer durante el camino, llegando casi desmayada a los pasillos dentro del avión hasta encontrar el número de mi asiento.

-Tú siempre siendo tu, bizcocho. No me sorprende que casi perdieras el avión. A saber que rayo hacías, pero ni siquiera preguntaré, eso es normal en tu día a día- Milena ni despega la mirada de la revista que tiene en sus manos.

-Quita el culo de mi asiento, vibora venenosa. El mio es pasillo el tuyo es el medio- la veo rodar los ojos antes de hacer lo que le dije. Yo tomo mi asiento después de dejar mis bolsos en el compartimento de arriba y mis piernas me agradecen el descanso más que merecido.

-Ya puedes ir moviendo esa boquita que sabes usar tan bien he ir diciendo donde carajo estuviste todos estos días. Creo que envié más de 500 mensajes en total.

-Nada de lo que se tenga que habla. No es la primera vez que me pierdo por varios días, ni será la ultima. Ya deberían estar acostumbrados.

No era mentira, hacía esto muy seguido. A veces cuando algún detalle atacaba mi estabilidad mental, me recluía en mi mundo sin permitir entrar a nadie y hasta que no me sentía nuevamente dispuesta a socializar no salía ni al balcón. La única diferencia de esta vez con el resto es que mi nuevo vecino me hacía muy buena compañía en las noches.

-No se si lo sabes pero..- sea lo que sea se interrumpe cuando cierto profesor se para en medio del pasillo y recorre la mirada por todos los asientos hasta que llega al mio y allí se detiene un poco más.

Mis ojos se lo comen como cada vez que tenía la oportunidad de tener a tremendo semental al alcance de mi mano. Siempre lo devoro al verlo con sus trajes mientras esta en su perfecto papel de profesor, pero hoy estaba vestido de manera casual, pero para mi era como si estuviera haciendo un comercial de alguna marca de perfumes.

Su cabello café no tenía ni rastro de fijador por lo que este le daba un aire mas juvenil, pero igualmente hermoso. Su torso estaba cubierto por una simple playera negra y por encima de esta una chaqueta verde oscura interponiendo sus imponentes hombros y brazos de mis ganas de verlo nuevamente desnudo, pero es algo que se podía resolver bastante fácil. Unos jeans negros y unas botas del mismo tono completan su vestimenta y yo debo morder mi labio para no babear como loca.

-Khaity-su voz es gruesa cuando acaricia mi nombre como si lo estuviera follando mientras me inspecciona justo como acabo de hacerlo con él, pero el embrujo de su mirada dura poco porque carraspea al notar como acaba de llamarme y se corrige- señorita Wolf debo agradecer la molestia por honorarnos con su presencia en el viaje -su sarcasmo era notable pero yo ignoro eso y solo me aferro a las palabras no dichas.

¿Me extrañaste daddy? Al menos mi ausencia fue bastante notable para que llegara a decirlo de esa forma. Dicen que el sarcasmo y los chistes son la manera más sincera de expresarse. Dicen.

-De nada profesor. No me perdería este viaje escolar por nada. Muero por sentir el aire fresco del mar levantando mi vestido y recorriendo mi piel- digo con picardía y ni siquiera me importa que los compañeros más cercanos a mi hubieran escuchado. Ninguno a parte de él, entendera el insinuación oculta.

Sus ojos se oscurecen al recorrerme las piernas que quedaban a la vista cuando las cruzo de lado, dejándolas hacía el pasillo. Y me encantó verlo tragar y quitarme la mirada con rapidez para decirnos a todos que estábamos por partir y que teníamos hora y media por delante. Lee el intinerario a cumplir y luego toma asiento cuando el capitán da las indicaciones de seguridad.

Yo por mi lado y aprovechando que los dos teníamos asiento de pasillo uno junto al otro y divididos solo por este, hago el ingenuo intento de acomodar la pequeña falda del vestido beige de espalda descubierta por lo que estaba sin sujetador. Una chaqueta de jeans y unos tennis blancos terminaban mi outfits junto a unos lentes oscuros sobre mi cabeza.

Se que él no quita los ojos de mis piernas porque era tanto el calor de su mirada que no necesitaba mirarlo para comprobarlo. Regodeándome en esto, hecho mi asiento atrás y finjo dormir, dejando que me vea hasta saciarse, sabiendo que se muere por tocarme pero al estar rodeado de mis compañeros no lo hará.

Desde el inicio de semestre se había programado este viaje para el primer fin de semana de octubre a una cala cerca de Barcelona. El objetivo del viaje de este año en fotografía, era captar el mar en su momento más icónico, el atardecer. Esto serviría para quienes luego nos decidiéramos por fotografías de exteriores y no solo las de estudio.

Así mismo obligarnos a ser nosotros mismos quienes las revelemos en los cuartos oscuros. Los mejores podrían ser utilizados en nuestro portafolios para el final de curso.

Hora y media después como había dicho, estamos bajando del avión para subirnos en un autobus que había sido reservado solo para nuestro uso. Hacemos una pequeña parada en el hotel donde ocuparíamos 16 habitaciones- dos estudiantes por habitación- y la última para mi querido profesor.

¿Por qué Klaus se hace cargo de treinta estudiantes de fotografía cuando lo suyo es historia del arte?
Digamos que fue la condición que le dió el director para subirle el salario. Y adivinen quien patrocina ese aumento de salario y quien esta detrás de esa sugerencia del director.

Exacto.

No quiero que mi hombre tenga que sufir necesidades teniéndome a mi, y como no se lo puedo dar directamente porque no existe motivo para que lo acepte, tuve que mover unas fichas para que le llegara de alguna forma.

Una vez dejamos todas nuestras cosas en las habitaciones- yo por suerte compartía la mía con Milena- volvemos a subir al autobus después de almorzar y esta vez vamos a Palamós, específicamente a la cala del Castell.

Era un lugar perfecto para una sesión de fotos al atardecer. Tanto si las tomabas desde la cima de la colina como en la arena de la playa. Yo nunca había estado en este sitio, pero debo decir que lugar me enamoró desde que puse un pies fuera del bus. Tal vez era por la magia de ver todo a través del lente de mi cámara o tal vez de tener la dicha de poder capturar este tipo de momentos, que por mas que sucedan todos los días, nunca volverá a ser igual.

Cada día el sol se ocultaba en el mismo lugar, pero nunca ocurriría como el día anterior. Las nubes, las aves, la dirección de las hoja al ser movidas por el viento, el tamaño de las olas, todo era una maravilla que podrías observar durante horas y los detalles nunca volverían a coincidir de la misma forma que antes.

Me meto en mi mundo mientras las horas corren, captando todo a mi alrededor. Me olvido del mundo y quienes están cerca, pero sobre todo de la sensación de unos ojos fijos en mi, y me dedico única y exclusivamente en dar lo mejor en cada foto.

Como último, me arriesgo a capturar la fina franja del sol desapareciendo en el inmenso mar. Yo llegué con un claro objetivo, captar el segundo exacto para inmortalizar el Green Flash con mi cámara.

Había encontrado una posición perfecta para ello. Mi cámara estaba en mi mano, mi ojo tras el lente y mi dedo sobre el botón esperando el momento preciso para tocarlo. Eramos mi cámara, yo y el tiempo regresivo para que ese fenómeno natural que tanto había estudiado ocurriera ante mis ojos, cuando un grito de advertencia proveniente de mi espalda llega tarde, porque no percibí el peligro hasta que ya estaba en él.

Ni siquiera había sido consiente de que tan lejos estaba del resto de mi grupo hasta que me vi callendo sin tener alguien cerca que evitara la tragedia que estaba por desatarse.

Un grito de sorpresa escapa de mis labios al sentir como mis piernas que caminaban si apoyarse mucho por el terreno irregular por donde iban, tropiezan con una roca saliente cerca del borde del precipicio y a mi cuerpo callendo sin manera de detenerse hacía adelante.

Mis rodillas son el único apoyo a tierra que impide caerme en picado ya que tengo dos tercios del cuerpo guindando en el aire. Me ayudo de las manos, apoyándolas a cada lado de mis piernas para hacer palanca e impulsarme hacia atrás.

Casi logro soltar un suspiro de alivio creyéndome fuera de peligro, pero este no llega a salir de mi boca cuando siento como la tira de mi cámara, que hasta el momento colgaba en mi cuello deslizarce por mi cabeza para caer.

No lo pensé. Fue una reacción involuntaria el soltar mis manos de donde me mantenía apenas sujeta e intentar cogerla en el aire antes de que se perdiera en las profundidades del mar debajo de mi.

La agarro al vuelo, pero al perder el único apoyo que me aclaba a no terminar el trayecto impuesto por la gravedad vuelvo a gritar con horror al comprender el error que acabo de cometer.

Listo. ¡Hasta aquí llegue! San Pedro, ahí te voy.

El miedo me paraliza y solo soy consciente de cerrar los ojos, aceptando mi destino y alcanzo a pedir en mi mente que al menos no doliera mucho ya que ni siquiera mi boca reaccionaba para gritar más.

Fueron los segundo más largos y angustiantes de mi vida. Literalmente estaba pendiendo del borde del precipicio y ya ni la obra divina de Dios me ayudaría a no rodar los 45 metros risco abajo hasta chocar dolorosamente contra las rocas y el embravecido oleaje del mar.

Pero como si Lucifer no quisiera que su mejor discípula dejara la tierra aún, siento una fuerte mano cerrarse en torno a mis tobillos, que era la única parte de mi cuerpo que aun tocaba tierra ya que toda yo estaba de forma vertical en el aire. Mi cuerpo se estampa contra las rocas cuando tiran de mi cuerpo hacia arriba con una fuerza increíble. El impulso fue tal que terminé callendo junto a mi salvador.

El cosquilleo de la hierba bajo mi cuerpo en cualquier otro momento me fastidiaría, justo ahora era la puta gloria. Quería comerme a besos a quien sea que se hubiera decidido arriesgarse de esa manera por salvarme, porque seamos claros sino me alzaba con esa fuerza se caería detrás de mi sin hacer escala.

Abro mis ojos con lentitud, cuando un trabajoso aliento choca contra mi rostro y el impacto de la sorpresa me deja momentáneamente en shock.

Yo no sabía que pensar, ni que esperar, ya que me había preparado para morir pero él. Él había corrido a gran velocidad todo el trayecto hasta donde yo estaba, para cogerme en el aire y traerme de vuelta a la vida, tal cual.

Me doy permiso a recrearme en la personificación de la belleza masculina que tenía encima de mi cuerpo y que escrutaba cada centímetro de mi rostro.

Sus rizos se movían descoordinados debido al movimiento del viento que se comenzaba a ser más fuerte al pasar de los minutos. Su frente estaba arrugada y sus cejas entrecerradas como si por su mente estuvieran desfilando mil escenarios distintos y ninguno bueno al ver en el peligro en el que me vi envuelta.

Sus mejillas mantenían un tierno sonrojo que le conferían una imagen tan hermosa que mi corazón se salto un latido y eso me asustó incluso mas que la idea de caerme por el acantilado. Las aletas de su nariz se movían con violencia, su pecho subía y bajaba con esfuerzo, empezando una competición con el mio, en lo que tratan de hacer llegar nuevamente el oxígeno a nuestros sistemas.

Pero cuando verdaderamente sentí por primera vez en mi vida lo que era olvidarme del resto del mundo y hasta como era que se respiraba fue cuando miré su boca.

Sus labios nunca se me habían hecho tan apetecibles como en este momento. Estaban tan malditamente cerca de los míos que solo debía inclinar la cabeza y esto se tocarían como tanto llevo deseando. No las veo, pero el calor de sus manos va subiendo hasta enmarcar mi cintura. Y su cuerpo completamente encima del mio es razón suficiente para darle a tomar por culo a los miedos, los temblores de mis mano y hasta el coño divino y comenzar a desear más y más de él. Ya mi corazón no era el único que estaba palpitando de necesidad.

«Vamos chiquita, que tu ni rodando cinco pisos de escalera escarmientas. Estabas a punto de morir segundos antes y ahora estas que le saltas encima. A ver si vamos sacando cita con el loquero, porque estas mal de la cabeza, hermana»

Por más comoda que estuviera en esta posición y estuviera gozando de tener ese enorme cuerpo sobre el diminuto del mio, las molestias en mi cuerpo se deciden que es el momento de hacerse presente. Pero mi intención de moverlo para poder revisar mi lamentable estado se fue volando con el viento cuando mis manos se posaron sobre su pecho.

Su corazón estaba galopando a una velocidad preocupante, y como si no hubieran sido suficientes emociones por un solo día, el espacio es acortado y su boca cae sobre la mía robándome un gemido, el aliento y hasta la vida misma porque no me creía que esto estuviera ocurriendo al fin.

Me besa ¡Y por un diablo, como besa!

Su boca posee al mía con veracidad, rudeza, salvajismo y con un gran sabor a necesidad. No sé cuanto tiempo pasa pero ya no me importa. No me importa nada mas que corresponderle con el mismo hambre y necesidad que siento hacía mi.

Mi labio es mordido y automáticamente dejo escapar un jadeo hambriento. Mis dedos se enredan en su cabello como llevo fantaseando cada noche desde que lo conocí. Lo devoro y lo dejo devorarme. Lo poseo, lo someto y empujo a darme todo y hasta la última nota de sus gruñidos, porque he estado en lo oscuro sin conocer lo que era su sabor chocando y mezclándose con el mío. Y ahora que estaba teniendo un pequeño bocado de todo lo que llevo perdiéndome. Se me desbloqueó una adicción que no sabría como rehabilitar.

No sé que es esto que estoy sintiendo pero estoy segura que nunca lo había sentido en mi vida. Era una sensación de plenitud como si por una vez todas las piezas de un rompecabezas callera en el lugar preciso. Y ahora, entre sus brazos, comiéndonos la boca como si se nos fuera la vida estuviera completa y eso me paralizó del miedo.

¿Cómo mierda se atreve a hacerme sentir algo más que deseo? Esto no esta hiendo como debería, no me gusta esto raro que esta llenando mi pecho y el revoloteo en mi estómago se me esta volviendo desagradable.

Pero todo esos pensamientos son tirados a lo más profundo de mi mente cuando su lengua batalla con la mía como si estuvieran protagonizando una lucha de titanes. Dejo de tratar de entender que es esta sensación rara que desconozco y me centro en las que si se identificar.

Chupo su labio y él consume los míos, con una desesperación tal que sube la temperatura que hasta hace unos minutos era fría. Pero cuando yo ya estoy por suplicar en mi mente con gimoteos que si me van a matar así yo moriría con todo el gusto del mundo, él se separa de mi boca y de mi cuerpo, poniendo una considerable distancia entre nostros. Fue como si recién fuera conciente de lo que estábamos haciendo y lo que terminaríamos haciendo si no hubiera detenido nuestro arrebato.

Nuestras respiraciones son una mierda y logro ver desde aquí que sus labios están rojos e hinchados debido a la pasión consumada por ellos, pero eso solo lo hace mucho más apetecible a mis ojos. Es que no hay forma de verlo en algún momento y no querer comerlo.

Es en momento que el frió vuelve a invadir mi cuerpo al tenerlo lejos de mi. Es ahora que tiroteo por el viento, que soy consciente de las molestias que cuerpo ignoro hasta el momento. Los doloroso raspones que sentía en la piel y las insoportables pulsaciones más abajo formando una mueca de dolor en mi. Ese gesto no es pasado desapercibido y sus tormentosos ojos grises se detienen estudiando los mios.

-¿Estás bien?- pregunta y yo no puedo hacer otra cosa que reír como poseída, necesitaba sacar la tensión de alguna manera y está fue la elegida- ¿qué carajos está mal contigo, piccola?- me mira y esta vez es con furia. Como si estuviera preparando una reprimenda, y yo solo saboreo mis labios que aun sabían a él disfrutando de lo extremadamente sexy que luce furioso.

Se acerca nuevamente a mi, está vez sin dobles intenciones y recorre mi cuerpo hasta que sus ojos se detiene a la altura de mi tobillo. En ese momento se hace presente la algarabía de un grupo de personas corriendo hacía nosotros, y es ahí que me pregunto.

¿Cuánto tiempo estuve bajo su magnetismo? no lo sé, pero me supo a poco. Ya lo probé, ahora solo quiero repetir una y otra vez hasta que se me caigan los labios.

<<Por favor, detén esos pensamientos mujer. Él es solo otro de tus caprichos que está para satisfacerte, no para que andes con cuestionables pensamientos asquerosamente empalagosos, centrate, pendeja»

-Khaity ¿tú quiere matarme de un infarto o qué demonios te pasa? Te juro que si llegas a matarte yo misma te revivo y te vuelvo a matar- Milena se arrodilla a mi lado y me envuelve en un abrazo que no respondo, una porque no había una uña que no me doliera, y segundo, porque ella sabía que no soy muy dada a los abrazos.

-Ya ya, solo fue un susto- la alejo con delicadeza de mi antes de mirar a Klaus- Sino fuera por usted, profesor, podría haber sido mucho peor. Gracias.

Este solo levanta la mirada antes de asentir y continuar su estudio y yo llenándome de valor hago los mismo. Mis rodillas están rasguñadas, llenas de sangre y tierra. Mis codos y brazos no se quedan atrás, se habían llevado una buena parte del impacto cuando me resbalé por el borde, y empeoró cuando me arrastraron por todas las salientes del risco al subirme. Un feo moretón se esta formando en mi hombre al ser quien sufrió el impacto de la caída cuando me toque tierra firme.

Pero lo pero de todo y lo por lo que tuve que acallar un grito con mi mano, fue ver mi tobillo derecho. Este estaba doblado en un ángulo preocupante tanto que me vi obligada a quitar la mirada de él y posarla en cualquier otra parte, porque sino rompería a llorar en cualquier momento.

-Esto te dolerá un poco, pero puedes morder mi hombro si eso te hace sentir mejor.

Sus palabras en cualquier otro momento hubiera sido maravilloso, pero ahora solo pude acomodar mejor mis piernas que estaba estiradas sobre su regazo y esconder mi rostro en el hueco de su cuello sin importarme quien diablos nos miraba. Me estaba costando la vida misma no dejarme ahogar por el llanto.

-Bien, contaré hasta tres y haré presión, ¿vale?- Apenas asiento sin despegar mi cara de él. Lleno mis pulmones de su perfume, tomando valor para afrontar lo q se venía. -uno ...

-¡AAGGRRRHHHHHH! Maldita sea la madre que te recontra mil parió - maldigo a todo lo que doy.

Joder, veo demonios, ángeles y hasta al espíritu santo tras mis parpados mientras me deshago en lamentos y quejas. Era imposible pensar en mantener mi imagen de chica fuerte mientras las lágrimas me sofocaban. Hubiera sido mejor que me dejara caer, al menos no estuviera pasado por esta agonía ahora. Diablos.

Me toma en brazos todo el camino de vuelta hasta el autobús y apenas veo sobre su hombro como Milena. Recoge mis cosas antes de que todos caminen a nuestro lado, murmurando cosas a las que no le voy a dar importancia en este momento. Solo puedo sentirme lamentable y lo único que me tiene pensando que todo no fue en vano es tenerlo al 100% para mi.

Ir a un hospital estaba entre las cosas más deprimentes por las que he pasado en la vida. Los odiaba cuando debía visitar a un familiar, pero los aborrecía con el alma cuando era yo la que estaba bajo el ojo clínico.

Una cosa que podías pensar que era solo una ligera torcedura y ser contrarrestado con antiinflamatorios, terminó siendo un esguince de grado uno y por el cual necesitaré apoyándome con muletas por los próximos 10 días.

¡Genial, sencillamente genial!

Si esto es parte de mi karma, espero que esté sea el pago de 5 años de mi vida como mínimo. No espero menos.

Salir del hospital en silla de ruedas es una de las cosas más humillante por las que he tenido que pasar. Y como si eso no fuera ofensa suficiente para mí ego, ni siquiera puedo empujar yo la dichosa silla ya que mi codos y antebrazos estan llenos de parches y vendas al igual que mis rodillas. Dificultandome así la movilidad de los brazos. No quiero depender de nadie no me lo permito.

Todos pregunta como estoy cuando me ven llegar al estacionamiento donde sigue el autobús aunque si dije que se fueran desde que llegamos.

Ahora mismo no me apetece hablar con nadie. Quiero mandar a la mierda a todos. Ninguno me sirve y todo me estorban y molestan. Tengo un genio que no me aguanto ni yo y si vuelvo a ver una mirada de lástima en mi dirección juro que le arrancaré los ojos con arañazos a alguien.

-Iremos directo al hotel. Cenaremos allí y cancelaremos la ida al Ámbar.

- De eso nada- digo en automático- No dejaré que se arruinen los planes de todos solo porque yo me lesioné. No es justo para ellos.

Y una mierda, yo lo que no quería estar prisionera en la habitación.

-Y tampoco es justo para tu tobillo aguantar hasta las 3 de la mañana sin las indicaciones que dejó el médico. Es una irresponsabilidad.

-A mi eso me importa un carajo. Seguiremos el itinerario tal y como estaba. Punto.

-Tu tobillo debe estar en alto y preferiblemente con hielo. ¿Que vas a hacer en medio de un bar restaurante así como estás?

- Ya veré como lo resuelvo y es mi problema, no te metas. Que me hayas salvado la vida no te da ningún derecho de verme como una florecilla en apuro porque esa no soy yo. No me vas a decir que debo hacer. A mi no me mandas, no te equivoques.

Va a replicar, lo veo en su mirada llena de fuego. No le gusta que le esté llevando la contraria y una parte de mi se regodea en saber que se preocupa por mi, pero ahora mismo mi humor no está para darle la razón a nadie. Ni siquiera a él.

- Steven- llamo a uno de los pocos del grupo que me cae bien- podrías ayudarme a subir, por favor. No creo poder atravesar la puerta del autobús con las muletas.

Veo al rubio dar dos pasos hacía mi con toda la buena intención de ayudarme, pero un cuerpo mucho más alto y fuerte que él, se le atraviesa en el camino el camino.

-No la vas a tocar- ruge en su dirección antes de mirarme a mi y mi cuello duele por tener que mantenerle la mirada a su altura- Non so cosa cazzo faró con te. Mi fai diventare matto, piccola.

Ese arranque de enojo que quiero convencerme son celos, lo llevan a hablarme en italiano y eso sube mi libido por los cielos. Me importa un cuerno estar medio moribunda o con el vestuario perfecto para recrear la película de la momia, pero ahora mismo me lo follaria.

Aun con el enojo estampado en sus gestos y sus hombros rígidos por mi actitud contestona, cuando sus manos se cuela debajo de mis rodillas y detrás de mi espalda lo hace con toda la delicadeza con la que una esposa desea atravesar la puerta de su habitación en su noche de bodas.

Dicha escena que siempre se me hacía vomitiva, con él lo veía desde una perspectiva distinta.

<<Mierda, basta de pensar así gilipollas.>> Me regaño mentalmente.

Pero como no hacerlo cuando es su dulzura y su rudeza la que me hace morderme el interior de la mejilla para no refutar de su atrevimiento por tomarme sin mi consentimiento. A ver que yo estaba en el paraíso entre sus brazos, pero él no tenía porque saberlo.

-Como que se está haciendo costumbre tenerme entre sus brazos, profesor.

-Y no tienes idea de cuánto lo disfruto, alumna.

Esta vez sí que me dejó sin habla. Él nunca, pero nunca responde a mis provocaciones de esta manera. Y saber que de alguna forma estoy atravesando ese escudo con el que me mantiene al margen, me hace sumamente feliz.

-Boris, llévanos al bar. Mis compañeros y yo morimos por unas buenas cervezas.

El júbilo se hace escuchar mientras recorro el pasillo del autobús aún en sus brazos y me alegra escucharlo gruñir, pero sin refutar ya que somos 30 contra uno.

-Tu te vienes conmigo, dolcezza.

-A mi no me mandas.Voy contigo porque quiero.

Voy a sacarlo de sus casillas. A huevo que si.

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