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🌜Capítulo 10🌛

10:00pm

Atravesamos la entrada del Ambar, un edificio dos pisos, decorado con una exquisito estilo costero donde la planta inferior es un amplio restaurante y la superior presumía ser un bar con intento de discoteca de balcón abierto y techo de cristal.

10:30pm

Estábamos divividos entre cinco mesas mientras cada uno disfruta de la comida y bebida. Riendo y compartiendo anécdotas divertidas. Haciendo la velada mucho mas amena, dejando de lado los eventos traumáticos del día al olvido. Y digo estábamos porque mi humor mejoró notablemente con la llegada de la comida.

No hay forma de continuar molesta cuando mi boca salivaba y se llenaba de cada delicioso plato que me ponía delante. Me faltaba solo saborear el apetecible vino que estaban sirviendo para estar mucho mejor. Pero tampoco era tan irresponsable como para beber cuando recién comenzaba con el tratamiento médico.

12:15am

Klaus y yo éramos los únicos que permanecemos en la mesa cerca de la chimenea de piedra que habían encendido poco antes. El ambiente se había transformado en uno demasiado cálido e intimo incluso para mi.

El resto del grupo había subido al segundo piso para soltar sus mejores movimientos en la pista de baile. Hasta aquí se escuchaba el leve murmullo de la música, pero lo mio en si nunca había sido el baile. Por mas bien que pudiera hacerlo, prefería mucho más el cantar. Pero bueno que más se podría esperar de mi. Yo todo lo que hago, lo hago bien.

Pero aquí estábamos, en una mesa redonda donde reposaba mi insípido vaso de agua, una botella de vino ya a la mitad y una copa que disfrutaba más del tacto de sus labios que yo. Mis piernas habían estado toda la noche sobre su regazo y parecía que ninguno de los dos tenía intención de cambiar ese detalle.

Decir que me sorprendía esta faceta suya hacía mi persona era quedarse corto. Pero me estaban gustando peligrosamente demasiado las sensaciones que estaban surgiendo en mi con cada caricia suya.

Maldición, se supone que hice todo este cronometrado teatro para que él se arriesgara por mi y tener toda su maldita atención, pero algo extraño estaba arañando mi pecho y ahora solo deseo estar lejos de él para poder pensar y analizar la naturaleza de donde surgen y que son. Pero en si, en mi interior se estaba desarrollando una batalla campal porque todo lo que hago es con un objetivo; hacerlo desearme, interesarse y dejarse poseer por mi. Todo estaba planeado para que fuera él quien cayera ante mi.
Entonces no entiendo por un demonio ¿por qué era yo la que se sentía fascinada cuando esto se sentía como una escena vivida durante años entre los dos? No tenía ni puta logica.

Él ha estado todo el tiempo al pendiente de mi. Se ha sentado a mi lado de la mesa y en lugar de comer los aperitivos como el resto de nosotros, tomó una bolsa con hielo que había pedido al mesero, subió mis piernas sobre su regazo y comenzó a frotarlos sobre mi tobillo para que bajara la inflamación.

Una vez solos, volvió a repetir el procedimiento con otra bolsa de hielo y esta vez si que lo estudié a conciencia ya que no estaba entretenida en comer como cavernícola.

Lo vi tomar la bolsa en sus fuertes manos y cubrir una parte de la zona adolorida con este. Minutos después frotarla con su pulgar y luego repetir el proceso en otra lugar. Así por 15 interminables minutos que se me antojaron horas y disfruté cada una de ellas.

No sé si me había desbloqueado un nuevo fetiche de enfermeros, pero sus atenciones me tenían con las bragas empapadas.

-Eres muy bueno en esto. ¿Estás seguro que tu Maestría es educativa y no médica?

Veo un rastro de su sonrisa aun manteniendo la cabeza inclinada hacía abajo, concentrado en lo que hace. Pasaron unos minutos en los que creí que no respondería, pero lo cierto es que lo hizo y la respuesta si que me sorprendió.

- Mi madre trabajó mucho tiempo en una fábrica. Muchas veces cuando llegaba a casa casi en la madrugada luego de horas de pie, tenía las articulaciones inflamadas. No es como que nadáramos en dinero, asi que no siempre podíamos permitirnos los tratamientos en la farmacia. Hacíamos lo que podíamos con lo que teníamos a mano. Fueron muchas noches en las que me desvelaba por horas, dándole masajes y poniéndole hielo para que al día siguiente fuera a matarse nuevamente en esa esclavitud inhumanas que se decían ser jornadas laborales. Pero bueno, no es algo que tu o alguno de los estudiantes que asiste a esta universidad lleguen a entender. Todos ustedes crecieron en cuna de oro.

- Lo entiendo aunque creas que no. Si, es cierto que no he pasado necesidades o carencias en mi vida. Dee hecho fui demasiado consentida durante toda mi vida, pero eso no quita que pueda empatizar con personas que no tienen la mismas posibilidades que yo. No se que imagen tienes de mi en tu mente pero no soy tan desalmada.

Un nuevo silencio cae sobre nosotros por unos minutos, y me sorprendo que sea él quien lo rompa está vez

-¿Por qué estuviste ausente en clase dos semanas?- cambia de tema y me queda claro que no quiere profundizar más.

-Estuve enferma. Envié mi certificado por Gmail.

-Ya- deja el hielo sobre la mesa y me mira directamente a los ojos- y ahora es la parte donde me dices la verdad.

Sus dedos seguían paseándose de manera distraída sobre mis piernas. Partía desde la parte superior del vendaje del tobillo, dejando que sus dedos se deslizaran hacía arriba y se perdieran en la cara interna de la rodilla, erizándome hasta el alma. Para luego descender y volver a comenzar esa tortura.

-Tenía asuntos que resolver.

- ¿Si sabes que para presentarse en mi examen necesitan un porciento de asistencia que estás a punto de no cumplir?

- ¿Si sabes que soy tu alumna preferida y que por lo tanto haré ese examen así me ausente todo el año?- Digo con una sonrisa divertida.

-No lo creo, piccola.

Oh, yo creo que sí. Podemos apostarlo si quieres. A no ser claro que no sepas soportar la derrota- la escena quedaría perfecta si luego de ese strike pudiera llevarme una copa de vino a los labios con toda la ceremonia interesante que se merecía pero como no podía, se me jodió el flow al tomar un simple trago de agua.

-Bien. Diremos que apostamos. ¿Qué estaría en el asador?

Sus ojos brillan con maldad, pero aún se protege. Aún oculta ese lado salvaje que yo sé que tiene bajo esas capas de profesor intachable. Sus ojos lo delatan de tal manera que es imposible no notar toda la potencia animal de bestia cavernícola que controla tan minuciosamente, y es justo esa la que yo quiero sacar a la luz.

- Tendrás que cumplir dos de mis fantasías- no responde y se lleva su copa a la boca- te creí con más valentía Klaus. No creí decepcionarme tan pronto- lo miro con interes- ¿cuál es el problema?- no lo dejo responder- Oh, creo que ya lo sé. Temes no poder con la potencia de una veinteañera. Temes no poder con 3, 4 o hasta 5 polvos seguidos.

-Oh piccola- su risa es ronca- no tienes ni la menor idea de lo que estás diciendo- su manos van al borde de mi silla y la arrastra hasta que mis la punta de mis nalgas chocan contra sus piernas. Mis piernas se estiran sobre su regazo y una nueva mueca de dolor adorna mi cara pero eso lo pasa por alto al tomarme del cuello y acercarme a su cara.

Joder que humedad más rica la que tengo entre las piernas

-Cuando yo juego, dolcezza- sus labios amenazan con peligrosas caricias los mios y yo me estoy derritiendo bajo su mano y su dominio de poder- yo mando- su mano se cuela hasta posarse con presión en el borde exacto de mi falda colando unos dedos bajo esta - y gano. Porque yo siempre gano mi piccola demone. Siempre.

Se aleja de mi como si no hubiera encendido un fuego insaciable, mucho más peligroso que el de la chimenea ante nosotros. Aprieto los bordes de la silla a cada lado de mi cuerpo evitando saltarle encima como desquiciada. Me parecía vergonzoso que con unas simples palabras y un roce de labios me tuviera jadeando y muriendo por mas. Era inconcebible que hubiera virado mi maldito juego en mi contra y debía arreglarlo cuanto antes.

-Aun no dices que apuestas. Aunque si poco importa ya que yo nunca me dejo vencer. En absolutamente nada.

-Dejémoslo en suspenso, si tan convencida estas de ese hecho.

Reto aceptado. Ya me había entendido que para entrar en el mundo Klaus de la manera en la que yo quería, podía hacerlo solo de dos formas. Con retos, ya que era una cosa a la que su forma de ser no le permitía rechazar uno cuando se hacía presente. O por el contrario en modo victima. Si, al fortachón a mi lado le encantaba ser el salvador de damas en peligro y aunque si yo no necesitaba que nadie me salvara, porque podía hacerlo perfectamente sola. Dejaría eso de lado para porder traerlo a mi juego. Y si no me equivoco estaba funcionando a la perfección.

- De donde yo vengo los tratos y apuestas se cierran con un beso- dejemos las cosas claras yo se lo que quiero y voy a por ello.

Solo necesito inclinarme hacía adelante ya que nuestras sillas se tocaban y dejo caer mi aliento sobre sus labios. Desciendo un poco y roso su dura mandíbula con la nariz y me lamo los labios porque su olor es una cosa deliciosa, no me cansaré nunca de decirlo.

<<Ya eres mio papi. Por mas que te resistas eres mio y te corromperé tan rico que esas cuadradas reglas por las que riges tu vida te parecerán sosas cuando acabe contigo. Eso es una promesa>>

Lo doy el tiempo de separarse si lo desea, pero al no recibir su rechazo, sonrio internamente al tenerlo servido en bandeja.

-No juegues conmigo, piccola demone. No sabes de lo que soy capaz cuando llego al grado de fascinación con una mujer, y estas rozando peligrosamente ese límite que no deberías cruzar. No quieras conocer lo que sucede cuando llego a desear tanto a una mujer.

Uff, fuertes declaraciones. Esto me calienta más que hoguera en invierno.

- No intentes intimidarme en mi propio juego, no me asustas Klaus. Cumple lo que dices y demuéstrame que tanto sabes hacer - ronroneo en su oído antes de lamerlo devuelta a su mandíbula. Mi mano se cierra en torno a su desordenado cabello mirándolo con desafio- y ¿qué tanto hay de cierto en esa declaración? Demuéstrame que no eres solo palabras. Demuéstrame que no me equivoqué al desearte durante tanto tiempo, grandote.

Y cierro el pacto con sabor a peligro. Mi boca se cierne sobre la suya, con todas las putas ganas que le tengo a este hombre que cierra su mano en torno a mi cuello y gruñe sobre mis labios. Un delicioso gruñido que yo me devoro con ansias de mas. En el momento en el que esto sucede ya no hay control, y ya no hay vuelta atras. Mi lengua se introduce en su boca cuando me lo permite y lo someto con posesividad, pero él me lo devuelve con mucha más vehemencia. Lo escucho gemir y gimo en respuesta mientras lo siento contenerse pero no es lo que quiero, yo lo quiero todo. A este punto estaba casi sentada en su regazo teniendo una de sus manos, esa que no estaba ahorcándome deliciosamente rico, cerrarse en mi cintura, como si al igual que yo, estuviera necesitado de más cercanía.

Pero no es suficiente, nada es suficiente en este momento. Sabe a poco lo que hacemos ahora después de mantenernos tanto tiempo bajo sus limites. Esos mismos que le acabo de hacer romper.

Mi entrepierna grita ser atendida penetrada, lo que sea con tal de sentir el alivio que necesito desde que comenzó el beso y que acumuló todas mis ganas en ese lugar. Mis pezones se mueren por ser masajeados por esas enormes manos que me sostienen con posesividad, como si temiera que me fuera alejar. Sé que para el no estaba siendo menos caliente porque su erección crece bajo mis rodillas y la boca me saliva por el tamaño que estoy notando y que apenas vi en una ocasión.

-¿Ahora me crees o debo comerte la boca otra vez?- su boca se aleja de la mía cuando sentimos la necesidad de respirar ya que todo a nuestro alrededor se había vuelto tan sofocante que ninguno podía hacerlo con naturalidad. Pero yo no quería respirar.

Apenas se acaba de alejar y ya lo necesito de vuelta. Devolviéndome cada mordida, cada jadeo y luchando con sus ganas que competían por superar las mías de él.

-Puede que necesite confirmalo nuevamente- lamo sus rosados y relleno labio inferior- digo, para confirmar.

Ya le iba a saltar como una pantera cuando un carraspeo se escucha a nuestra espalda, sobresaltándonos a los dos por la inesperada interrupción.

- El bar ya va a cerrar, es hora de irnos, profesor.

Milena lo mira mientras habla, pero luego me mira a mi y puedo ver que sus ojos prometen hacerme un tercer grado en cuanto estemos en la habitación del hotel.

Cada quien toma sus cosas y tal como llegue, me llevan de vuelta al autobus. Cargada por esos brazos que tanto me encantaban.

Si alguien lo veía extraño ya que el profesor no se conocía por ser muy cercano a sus estudiante, lo cierto es que ninguno dijo nada.

Caminamos por el estrecho pasillo creado por los asientos hasta llegar al fondo de este donde estaban cuatro asientos juntos. Los habían desocupado especialmente para que pudiera estirar las piernas. La única diferencia es que esta vez él se quedó sentado a mi lado. Mi espalda apoyada en el cristal de la ventanilla y mis piernas sobre las suyas como ya se nos había hecho costumbre a lo largo d ella noche. Una costumbre demasiado rápida, diría yo.

Era casi una hora de camino desde nuestro punto hasta el hotel. Algunos estaban roncando, exhaustos de la caminata del día y sus horas de baile. Los más enérgicos seguían riendo a carcajadas fuertes bajo los efectos del alcohol, mientras que el resto bailaban en medio del pasillo y metiéndose mano con la música que Boris ponía a su petición.

- Estas muy callada- llevaba quince minutos con la cabeza girada, mirando la oscura carretera por la que transitábamos. Pero todo era en un intento para no continuar en lo que estábamos hace un rato, porque la verdad es que estaba a punto de ebullición por sus besos y el rudo tacto de sus labios y si no me distraía contando árboles, me iba a importar muy poco que estuviéramos rodeado de gente.

- Aquí donde me vez, estoy evitando violarte. Así que se bueno y no me lo pongas difícil. ¿Quieres?

Me sujeta la barbilla obligándome a mirarlo a los ojos, y lo hago. La escasa iluminación que teníamos era gracias a la luna a mi espalda pero era suficiente para ver el brillo en ellos.

- Y tu tienes suerte de estar lesionada, de lo contrario ya estuviera embistiendo ese rico y mojado coño que se esta contrayendo por el deseo en este momento- su voz es ruda y cruda como la mierda, poniéndome peor de lo que ya estoy, mi respiración era una prueba clara de esto- Imaginatela resbalando por tus pliegues- dios mios estoy hirviendo, ¿qué mierda le paso al aire acondicionado que estaba encendido hasta hace unos segundos?- la punta untándose en tu humedad, tus dedos separando ese lindo coño que tienes mientras mi polla entra en ti, robándonos la razón a ambos.

Joder. Mierda ¿dónde carajo estuvo este hombre toda mi vida?

- ¿Es así como me imaginas?- me muevo incómoda en mi asiento debido a la humedad entre mis piernas.

Me toco el cuello, sin despegar los ojos de los suyos y voy bajando la mano hasta apretarme los senos, su mirada es tan oscura y cargada de deseo que gimo con ímpetu.

-Si- su cuerpo cae sobre mi, ejaulandome entre el y la ventanilla- lo que daría por llenarte las tetas con mi leche, ver como se desliza alrededor de esas deliciosas perlas rojas que tienes en ellos. Que mi polla se resbale entre las dos, haciéndome la mejor rusa de mi cazzo di vita y que tengas que chuparme la punta con cada embestida. Justo asi te imagino, piccola mia.

-Y que esperas para hacerlo- mis jadeos ya no pueden ser contenidos ni aunque lo quisiera.

-Estas lesionada- responde.

-Excusas

-Estamos en un autobus rodeados de gente- continúa buscando a que aferrarse para no dejarse llevar y a mi me encanta hacer que rompa sus propias reglas.

-Es una de mis más grandes fantasías. Que me metas la mano entre las piernas y me masturbes hasta hacer que me corra en tus dedos. Que calles mis gritos a besos y después sentarme de espaldas entre tus piernas y cabalgarte mientras fingimos que no nos estamos muriendo de ganas de gemir, movernos y comernos con desesperación. Quiero que si alguien se gira en nuestra dirección, debamos mordernos los labios y relantizar mis saltos, hacerlos más lento en círculos pero sin detenerme en ningún momento. Y luego, cuando ya no podamos resistir mas esa tortuosa lentitud, porque no creo que a ninguno de los dos nos guste lento. Me estampes contra el asiento delantero y me des por detrás tomándome del pelo. ¿Me lo va a cumplir, professore?

- Dime que puedo decir para no terminar ahogándome en las ganas de follarte aquí y ahora y que me están calcinando la piel- su respiración es errada, su agarre es mas brusco y sus ojos ya no son grises, son una completa laguna de aguas negras que promete ahogarme.

-Nada. No hay nada que puedas hacer o decir, porque si tu estas encendido, yo estoy que ardo por la necesidad de montarte de una jodida vez- no te voy a rogar, vas a hacerlo tu- Vamos Klaus. Demuéstrame que tanto me deseas y déjame demostrarte lo que esta pequeña veinteañera puede hacerle a un grandote como tu.

- Voy a partirte ese coñito, pequeña - si joder siiii

- Si tan bueno crees que eres hazlo, y esfuérzate porque que haya una próxima vez depende de lo bien que me lo hagas ahora.

- Consideralo hecho, dolcezza.

Su lengua entra con violencia y sus labios me comen con tanta vehemencia que pierdo el sentido, la hora y la razón. Me olvido que yo soy la mala dominante y él el arrastrado que por fin se deja follar por mi.

Su mano abandona mi mejilla y toma mi coleta empujándome mas hacía si. Comiéndome, succionandome y haciéndome enloquecer. Y yo, yo me dejo manejar porque no estoy en condiciones físicas de dar mi 100 y no me interesa tampoco. Me gusta ser un trapo en sus manos, solo en estas situaciones logro dar el control a mi pareja, pero no por mucho, yo simpre marco el ritmo.

Mi mano se va a ese bulto que se marca en su pantalón, disfrutando de su potente y prometedora erección logrando que me gruña como un perro rabioso.

- Nos van a ver- no sé de dónde saca tantas excusas de mierda cuando está claro que ni él quiere detenerse.

-Y les daremos el mejor espectáculo pornográfico de su vida.

Su cuerpo se cuela entre mis piernas y evito hacer un gesto de dolor para evitar que él ponga el freno a mano, porque juro por los huevos de Lucifer que si después de ponerme como una moto se he ha atrás lo tiro por la ventana.

Quedo empotrada contra el cristal y me arqueo, sacando mis senos por escote del vestido, para que vea todo el manjar que le ofrezco.

Como si entendiera la petición, aprovecha que me tiene con las piernas abiertas dejándose caer entre ellas y abandona mi boca hasta bajar la mirada y ver mis senos dispuestos para el.

- El puto paraíso- su voz es un tormento rudo y viril que le hace mal a mi cordura.

Su boca no abandona la mía y yo aprovecho esta posición para subir la cadera saboreando esa imponente polla que sigue retenida en esos pantalones que en algún momento va a reventar. Su calor y dureza es un estímulo increíble que me atraviesa el coño. Pero se me olvida hasta mi propio nombre y muerdo su hombro evitando ser demasiado evidente y que noten lo que hacemos, obligándonos detenernos incluso antes de comenzar cuando sus manos magrean mis tetas sin dejar de mírame desde abajo con lujuria mientras su nariz hace contacto con la joya.

Es mi puta perdición. Se toma su tiempo olfateando mi olor y rosando el mentón por mis montes, erizándome la piel.

Este juego me esta poniendo mal, yo tengo que hacerlo rogar a él pero soy yo la que esta por pedir a gritos que los chupe de una vez. Me revuelvo bajo su cuerpo, arqueándome más, estampado mis tetas en su cara.

Escupe encima de ellas y juro que es la escena más excitante que he visto en toda mi jodida vida. La lengua sale al encuentro y se pasea por la roja joya antes de que sus dientes se entierren y tire de ella. La descarga eléctrica que recibo en el cuerpo basta para que gima su nombre y mueva mi pelvis con necesidad.

Chupa y lame, rodeando mi areola antes de volver a morder sin dejar de mírame, salivándolos como un muerto de hambre. Succiona con fuerza mientras juguetea con la lengua teniéndolo dentro de la boca tirando de él haciendome temer que en cualquier momento me lo arrancará por tanta potencia.

Mierda, si.

Sus manos se alejan dejandolo saltar de un seno al otro para apretujarme como un poseso con sus dos manos separando mis nalgas provocando que mis bragas se me entierren con un tirón delicioso en mi carne. Si pelvis se mueve estampadose contra la mi, dadome estocadas que terminan por empaparme de extasis.

Doblo como puedo una pierna en su cintura y tiro de él creando mas fricción sobre mi vagina. Quiero que se roce en mi, que me ponga a chorrear, que me haga latir con necesidad de sus embestidas pero vuelvo a mi norte al recordar que sobre todo, lo quiero rogando por más que.

Contoneo mi cadera en círculos mientras mi mano pelea con su cinturón para después ir por su cierre. Entreabro la boca con un sonoro gemido que es ocultado por la música cuando mi palma se posa sobre este, magreandolo sobre la fina tela del boxer. Subo la mano cerrándola entorno a esa deliciosa polla que me tiene salivando por tenerla en la boca y muevo mi mano al rito de sus lametazos, si vamos a sufrir lo haremos los dos. Me fricciono, restregándome contra mi mano y mi mano contra su dureza. Subo el tono de mis gemidos que son incontrolables porque esto es bueno y delicioso.

- Eso dolcezza. Usame para tu placer. Quiero verte como te retuercen debajo de mi.

Y es riquísimo. Su presión. Su boca. Su cadera moviendose, siguiendo el ritmo que marco. Embistiéndome y follandome con la ropa puesta es otro nivel de calentura.

Joder pídelo ya. No aguanto más, necesito que me lo pida porque me es inevitable no fantasear tenerlo dentro porque si me esta poniendo loca con todo esto puesto no quiero imaginar como estaré cuando su verga este dándome bien duro.

♠️

Ni te alteres que ya viene el próximo capítulo...

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