Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 5

Kaia

Esa sensación de estar siendo observada desde que salí del departamento, la mantuve hasta llegar a la universidad. Tal vez me estaba volviendo un poco paranoica con lo que había pasado ayer. Pero juraría que me estaban siguiendo. Me tomé mi tiempo en mirar por encima de mi hombro por si notaba algo raro, pero no vi nada que llamara mi atención.

Al final me di por vencida y me dediqué a disfrutar de uno de los mayores placeres de la vida, café y el desayuno hecho por la manos de mi querida Pao.

—Nena uno de estos días acabarán contigo y tu ni te enteraras. Llevo 5 minutos hablándote— la melodiosa voz de mi cocinera favorita me saca de la inminente tragedia de las familias Capuleto y Montesco.

—Hola hermosa. Si perdona, es para un trabajo, ya sabes como es— pongo el libro sobre la mesa y me inclino para robarle un beso que ella no tarda en corresponder.

—¿Donde te habías metido ayer? te estuve llamando y no respondiste ninguno de mis mensajes. Creí que ya me estabas dando calabazas.

—Claro que no. Solo que ayer fue uno de esos días dignos de una tragedia de película. En dos palabras; todo mal.

—¿Tan así cielo? Bueno qué te parece esta noche tu, yo, pizza y pelis. Así me pones al día— se que la estoy retrasando, ya debe volver a la cocina.

—Me parece perfecto— respondo.

—Vale, nos vemos esta noche. Debo volver adentro— me besa una vez más ante de perderse rumbo a la barra dejándome plasmada con el contoneo de su perfecto trasero oculto bajo su ceñido uniforme.

Le doy un sorbo a mi café antes de encender un cigarrillo. Aun no me queda claro que éramos Pao y yo.

Siempre había estado para mi. Nuestras abuelas se habían hecho amigas cuando iban juntas a clases de costura donde en una de las tantas veces que fui a buscarla conocí a Pao. La increíble chica de pelo castaño y de ojos verdes. A mi me gustaba llamarla mi luciérnaga debido a ello. Algo que sin duda alguna adoraba de ella era su rostro bañado de pecas. Me encantaba contarlas, aunque siempre me perdía después de la número 25.

Nos hicimos amigas de inmediato aunque no teníamos absolutamente nada en común, ni siquiera los gustos sobre tío y pues era obvio, a ella le iban las tías.

Siempre habían estado claro sus gustos y a mi nunca me importo. ¿Por qué debería de hacerlo? A fin de cuentas cada quien a lo suyo. Cuando la muerte de mi abuela, fue ella quien me ayudó con la mudanza y a conocer este lado de la ciudad.

Para ese entonces tenía pareja, la cual no me soportaba, y me volvía objetivo de sus arranques de celos. Pao no lo aguantó por mucho tiempo y decidió dejarlo por la paz.

Hasta el día de hoy no le he conocido otra relación, solo sus ligues de tinder en los que a veces coincidíamos en los mismos sitios cuando yo quedaba con los míos.

Nuestra amistad era un poco particular, a veces parecía como que solo éramos amigas y todo quedaba en hermandad, otras como si fuéramos algo más. En algunas fiestas, luego de unas copas y algunos bailes, terminábamos besándonos como locas pero nunca pasaba de allí. De ahí el saludo particular de besarnos como pareja. Al principio se me hacía lindo, ya luego se volvió hábito, y así quedó.

Terminé mi café y mi brownie a las prisas para salir pitando a la universidad, no tenía ganas de llegar tarde por segundo día consecutivo.

Las clases podían llegar a ser un verdadero coñazo a veces. Habían días en los que al parecer, los profesores se ponían de acuerdo para joderte la vida y poner más trabajos de los que un estudiante de derecho y medicina juntos debían hacer. Apostaría por ello.

Para cuando llegó la hora de almuerzo, el brazo se me caí con el peso de todo lo que había buscado en la biblioteca para estudiar.

Luego de rechazar una tentadora, pero muy tentadora invitación de Erika y sus amigas para ir de compras por el centro alegando que debía estudiar lo que no era del todo falso, me volví sobre mis pasos hacía el departamento.

Entro y lo primero que hago es soltar todo el contenido de mi bolsa sobre la mesa en lo que ponía la contestadora para escuchar los mensajes. El primero, como no era de extrañar y el que ya había tardado en aparecer, mi padre. De seguro Félix ya le había dado las quejas de mis notas y de la manera en la que reaccioné ayer.

Escuchar los reclamos y reproches de parte de mi progenitor para que lo llamara en cuanto escuchara el mensaje no ayudó a que mi estado de ánimo mejorara. Pero a mal paso, darle prisa ¿no? Bueno al menos eso decía mi abuela, en fin que lo llamo mientras me preparaba en sándwich. Regla de oro, nunca vayas a estudiar sin tener algo que comer cerca. La pereza me ganaba cuando tenía que detenerme para ir a prepararme algo.

—¿Se puede saber cuando pensabas contarme sobre las notas?— es lo primero que dice, sin un hola siquiera.

—Buenas tardes papá, qué gusto hablar contigo. Estoy bien gracias, no te preocupes ¿Tú que tal estas?— nunca entenderé porque la gente olvidaban el saludo cuando estaban enojados, educación en todo momento, señores.

—A mi no me venga con esos cuentos niña. ¿Me dices por qué debo enterarme de las notas de mi hija por otra persona que no sea ella?— vaya si que estamos bravos hoy.

—Porque de seguro ya lo sabías incluso antes de que se me pasara por la cabeza contártelo. Pero porqué tanto drama, el mundo no se acabará por un 4. Ya estoy manos a la obra para subir nota con los trabajos que me dejo el profe. En una semana tendré mejor calificación. ¿Feliz?— joder, que pesados con el tema.

—¿Crees que todo se resuelve con un simple feliz? Dejame decirte que no, es tu obligación estudiar y no andar por ahí de juerga en juerga. De como sigas así me veré obligado en no seguir dándote la mensualidad. Ni siquiera sé porque te la sigo dando, ya estas mayorcita.

—¿De qué estas hablando? No puedes hacerme eso papá. Me quedé sin trabajo y ahora también me dejarás sin dinero— ya que venga un chucho de la calle y me orine los zapatos.

—Entonces no me obligues a hacerlo. De ti depende.

—¿Sabe que papá?, ahora no puedo seguir hablando, Shakespeare me espera y no puedo retrasarlo más.

—¿Ese quién es? ¿El novio de turno? Después no quieres que te deje sin un céntimo pero en vez de estudiar te la pasas haciendo dios sabe que cosas— Jesucristo dame paciencia porque de como me des fuerza te lo mando para la hora del té.

—¡Eh, eh! Parale a las velocidades que con tu edad no te salvas de un paro cardíaco. Creo que deberías demandar a la universidad a la que fuiste porque te regalaron el diploma en la graduación. Shakespeare, el de Romeo y Julieta. Estoy estudiando para la tesis. ¿Ahora si caes o te lo explico con manzanas?— es que me saca de quicio de verdad.

—Niña respétame que soy tu padre.

—Si como digas. Te tengo que dejar. Adiós.

Se que en mi no existe lo que se llama paciencia. Lo sé, soy más que consciente de eso. Pero joder, que la gente se gana a pulso que la pierda con mayor facilidad.

Sin querer recordé al chico de ayer, Aaron. Él si me saco de quicio con una facilidad que roza lo maravilloso. Ese descaro de ignorar mis reclamos y hacer su voluntad. Aunque seguiré negando que me gusto su trato, además le agradecí sus atenciones interiormente. Si no lo escuchó ese ya no es mi problema. Las gracias las di.

«Aunque igual podrías agradecérselo como Dios manda» dice la quisquillosa voz en mi mente.

«Como lo hago, idiota» respondo manteniendo así una conversación como si fuera una persona de carne y hueso que estuviera frente a mi. Sí, así de tarada era cuando me dejaban sola con mis pensamientos.

—¡Mierda su número de teléfono!— sin duda si estuviera en unos animados fuera el momento donde se iluminara la bombilla en mi cabeza.

Busco WhatsApp y me detengo en los emojis de risa que me mando después del que le mandé anoche.

Aún le estaba dando mis vueltas a la posibilidad del cómo consiguió mi número.

«Tonta, estuvo con tu móvil en su poder por suficiente tiempo como para robarte todo el dinero de tu cuenta bancaria y hacerte 5 perfiles distintos en onlyfans y tu ni por enterada» vaya doña conciencia, que sabia.

Continúo con mi absurda plática con mi conciencia hasta que teclear un simple pero innegable gracias y pongo el móvil en modo avión.

—Ahora si ¡A estudiar!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro