Capítulo 25
Aaron
¡Joder que fría!
Apenas había pegado ojo en toda la noche.
Necesitaba esa ducha a esta temperatura si quería mantener una conversación con ella sin dejarme llevar por mis deseos que me consumían por poseerla. Aún no sabía cómo había podido resistirme cuando la tube entre mi cuerpo y el estante. Dios sabe lo que me costó no cometer una locura. Ese era el efecto que ejercía ella en mi. Me hacía perder la cabeza solo con su presencia, sin necesidad de ningún otro estímulo.
Y su cuerpo ¡Dios, era una jodida diosa! Casi me doy de bruces en el suelo cuando la vi allí arriba toda empoderada. Los años le habían sentado muy bien, sin duda había incrementado el ejercicio a su rutina diaria. Su pelo estaba aún más largo de como lo recordaba, y su actitud, dejaba ver que ya no era aquella chica que conocí en la calle aquel día con los ojos rojos.
No, ya era toda una mujer. Independiente y segura de sí misma como siempre debió de ser. Al menos hasta que entré a su vida y la convertí en alguien dañado lleno de inseguridades.
Ese pensamiento me hizo plantearme el irme de allí sin decir nada, sin que ella me viera entre la gente que la miraban embobados sobre pequeña plataforma. Pero aquello fue imposible al escuchar sus respuestas.
¿Cómo era capaz de decir semejante calaña cuando había descrito a la perfección nuestra historia? No había un solo punto fuera de lugar que no hubiera sido verdad. Y cuando dijo que su protagonista iba basado en no se quien de una novela mexicana no lo pude soportar más y dije lo primero que me vino a la mente.
-Algunos rumores aseguran que usted, señorita Ortega, vivió todas y cada una de esas escenas que escribió en su libro.
Verla tensarse y buscar el lugar de donde provenía mi voz con desesperación me motivó a seguir hablando. Me encantaba nuestros juegos de palabras pero a la vez necesitaba decirle que yo estaría siempre allí de una manera que solo ella pudiera entender.
-Es una verdadera lástima ¿no el parece?- cada vez me acercaba más, no tenía suficiente con que me escuchara, quería que me viera como yo la veía a ella- una verdadera lástima que solo haya sido el resultado de una mente brillante y no fruto de un romance de hace años que tuvo un desafortunado final. No, corrección, tuvo una pausa, larga, dolorosa en su mayoría, pero pausa después de todo. Y todo porque llegó a tal grado en que solo se hacían daño mutuamente. Pero como bien leí en un libro que puedo afirmar que es su favorito: estaré hasta cuando ya no te tenga y te tendré aunque no te posea.
No venía a cuento esto último pero no me pude resistir en decir una cita de ese libro que tanto nos gustaba a los dos. Me molestó que se empeñara en negarlo, no tenía sentido. Amé cada una de sus palabras, reviví cada una de esas emociones y no puedo describir como sentí al ver todo desde su punto de vista.
Nos habíamos hecho daño, nos habíamos lastimado y convertido nuestra relación en algo insufrible. Hasta que no lo leí no lo había comprendido. Aún me quemaba en las noches ese sentimiento de soledad y vacío al acariciar el lado de la cama donde ella solía dormir. Dolía el despertar y no escuchar su risa al preparar el desayuno o cantando a todo pulmón en la ducha.
La vi irse y supe que estaba conteniendose para no llorar ante todos y me maldije por eso. Debía irme, debía dejarla que siguiera con su vida. Le había ido muy bien sin mi. Pero una parte egoísta no me dejaba atravesar las puertas de la salida.
Me mantuve la margen, observándola en un segundo plano mientras le dedicaba sonrisas a todos los que se le acercaban felicitándola o para que firma sus libros. De vez en cuando levantaba la vista y recorría la estancia como buscando a alguien, buscándome a mi. Al menos eso quería creer.
Y luego, como si el destino lo impusiera se adentró a los estantes desiertos y no pude permanecer parado sin acercarme. La vi acariciando distraída los libros y el temblor que recorrió su cuerpo cuando me sintió cerca fue toda la motivación que necesité. Era increíble como nuestros cuerpos aún recordaban ese lenguaje tan suyo después de tanto tiempo.
Por un momento mientras hablábamos y la tenía cerca de mi, que con solo mover mi mano a un lado la tocaría, me dije que haría lo posible y lo imposible por recuperarla. Solo ella podría darle color a mis días, y si debía cambiar lo haría pero no permitiría que se volviera a esfumar.
Lo que me traía a estar 20 minutos bajo el chorro de agua fría para mantener al margen todas esas ideas que no me estaban ayudando a permanecer calmado. Me visto lo más rápido que puedo, se me había ido el tiempo en mi viaje a los recuerdos. Tomo unos vaqueros y una camisa negra con las mangas dobladas hasta los codos. Reloj, perfume, zapatos y casi salgo sin coger las llaves.
Pongo rumbo al restaurante, aquel que fue testigo de nuestra primera cita después de mi primera visita a un supermercado.
Tomo la reserva que había hecho esa mañana cerca de los ventanales que estaban abiertos de par en par dejar entrar una brisa deliciosa que recorría la estancia. Me pierdo por un momento en la imagen de los autos circulando despreocupados por la avenida y el movimiento de las hojas de los árboles que eran movidas por el viento cuando siento su esencia cerca de mi.
Eso era algo que me encantaba de nosotros, éramos capaces de sentirnos aún sin que el otro tuviera que decir nada en absoluto.
Miro hacía el otro lado y la veo acercarse. Tenía su pelo recogido en un moño lo que me dejaba ver su cuello en todo su esplendor, y ese vestido rojo que cubría su cuerpo debería ser considerado delito que lo llevara.
Era un espectáculo para la vista y al parecer no era el único que lo pensaba, más de uno se volteaba a verla a su paso, lo que me cabrero. Para que vamos a negarlo se sabía de sobra como era yo.
-Estás increíblemente hermosa. Ese vestido no es apto para cardíacos ¿lo sabías?- me levanto para ofrecerle la silla que quedaba libre, cual caballero.
-Que bueno que tu no lo eres ¿verdad? Sino me vería obligada a llamar a emergencias.
¿Eso era un coqueteo? desde luego ella se había propuesto volverme completamente loco. Si lo que quería era sacar al vikingo que había dentro de mí, lo estaba logrando. No tenía forma de concentrarme con ella allí adelante. Al carajo todo lo que había planeado decirle
-Tú tampoco estás nada mal- termina de decir
-¿Eso que escucho es un cumplido por parte de Kaia Ortega?- no pude contenerme en tomarle el pelo.
-Al contrario ese es mi manera refinada para decirte que estas hecho mierda- se le escapa una sonrisa traviesa
-Gracias- le digo igual de divertido.
Esto sin duda era una de las cosas que más extrañaba, nuestra frescura a la hora de hablar.
-Ya te dije que no era un cumplido
-Por haber aceptado venir.
-Ya. Respecto a eso ¿Por qué fuiste al evento anoche?
-¿No está claro aún? Por ti.
-Aaron por favor, no empecemos. Solo creí que estaríamos aquí para hablar y saber que habíamos hecho este tiempo. Esperaba que con un poco de suerte llegáramos a ser amigos, nada más
-¿Amigos? ¿Crees que entre tu y yo puede haber solo una amistad? No ofendas mi inteligencia Kai, sabes tan bien como yo que eso no podría ocurrir. Hay demasiados sentimientos, demasiado deseo de por medio para que eso pueda pasar.
-Ya pero... -se interrumpe con la llegada del camarero que toma nuestra orden y se marcha.
-Lo que pasó no se repetirá. Creeme cuando te digo que he estado perdido todo este tiempo sin ti.
-¿Y quién lo asegura? Eso sigue en ti y no quiero volver a pasar por lo mismo. No podría superarlo una segunda vez.
-Estoy trabajando en eso. Haré lo que sea necesario para que vuelvas. Solo deseo que vuelvas- digo vencido y revelando más de mis sentimientos de lo que lo había hecho en muchísimo tiempo.
-¿A quien quieres engañar? creo que será mejor que lo dejemos aquí.
Intenta levantarse pero tomo de la mano entrelazando nuestros dedos en un acto puramente desesperado. Esta era la ocasión para decirle lo que siento, podría ser mi ocasión para no perderla y esta vez para siempre.
-Te necesito mas a ti, más que a cualquier cosa. No soy bueno para esto de las palabras ¿vale? Nunca he querido, ni tenido un motivo para querer cambiar ¿pero tu? Tu me haces desear ser mejor persona por ti- aumento la fuerza de mi mano entorno a la suya antes de llevar la otra y posarla bajo su barbilla obligándola a mirarme a los ojos, necesitaba que viera la verdad de mis palabras- no pienso cometer el mismo error dos veces. Solo necesito otra oportunidad. Yo quiero hacerlo, por ti, por nosotros. Solo necesito que me ayudes a aprender cómo hacerlo. Por favor, no nos niegues la oportunidad de intentarlo una vez más.
La veo tragar saliva y morderse el labio. Sus ojos llorosos fueron el indicio de que estaba conteniendo las lágrimas y del terremoto que estaba ocurriendo en su interior. Permaneció en silencio por un momento, un extremadamente largo momento en el que se debatía si creer en mis palabras o no. Sabía que necesitaba que se lo demostrara y no que solo lo dijera, pero para eso ella tendría que estar dispuesta a darme una oportunidad. Sin ello, mis esfuerzos eran en vano.
Quería creer que en ella aún había una pizca de amor por mi, con eso me era más que suficiente. Por el momento.
-Aaron, si me alejé, fue por una razón. Yo te amaba y me sentí morir al decirte adiós. No tienes ni la menor idea de lo que me costó recuperarme. Dios sabe todo lo que pasé para reponerme y levantarme aunque una parte de mi se la pasaba pensando en qué estarías haciendo y como estarías. Sé que lo nuestro fue fuerte, aun lo siento no te voy a mentir. Es solo verte y mi mundo entero se tambalea. Pero tengo miedo, miedo de que nos lastimemos una vez más y no ser capaz de salir de ello y decir basta. Mi voluntad cuando se trata de ti no me pertenece, y eso me asusta- aquello fue como música para mis oídos.
Lo sé, suena mal pero para mi era como que me abriera una ventana de esperanza.
-¡Oh nena! ¿Crees que yo no lo estoy? pero mi miedo a perderte, a que te desaparezcan una vez más es aún mayor, y contra eso haré lo que sea para que no vuelva a ocurrir. Hagámoslo juntos.
Una lágrima se le escapa con mis palabras y solo pude hacer una cosa. Me senté a su lado y besé cada una de esas lágrimas que salían por mi, para luego besarla, o más bien besarnos.
Porque así como yo moría por sentir esos labios ella devoró los míos como si se hubiera estado conteniendo desde un inicio y ya hubiera perdido la batalla. Sus labios buscaron los míos con desesperación. Y fue un beso ¡dios que beso! Solo como nosotros sabíamos hacerlo. Aquello fue como dar una bocanada de aire después de mucho tiempo bajo el agua. Como si hasta ese momento hubiera estado viviendo sin vivir. Como si mi alma volviera a mi cuerpo luego de volver de unas largas vacaciones. Y así se lo hice saber.
Ella estaba igual, me besaba con hambre, con deseo y lujuria. Sus manos viajan a mi nuca y me aprisiona mas contra ella para que su lengua se adentrara con más en mi boca. Justo como hacía yo con ella.
Mis manos picaban por entrar en acción pero hice acopio hasta de la última gota de raciocinio que aún me quedaba para detenernos. Puse fin al beso, si no la hacía, a saber las de cosas que podrían pasar.
El mohín que hizo con su boca me dio gracia al separarme. No le había gustado nada que lo interrumpiera pero sino lo hacía, lo más probable era que montáramos un espectáculo porno en medio del restaurante.
Pasó el pulgar por su mejilla limpiando así el rastro de lágrimas que aun quedaban. Acerco mis labios a los suyos para robarle un tierno y fugaz beso sobre sus labios que aun después de nuestro desenfrenado beso, seguían con ese intenso color rojo que era su labial.
-Tenemos todo el tiempo del mundo, ahora disfrutemos el momento. Aunque no podré concentrarme en otra cosa que no seas tu con ese vestido hecho para tentar frente a mí, pero haré el intento- reímos y me encantó saber que aún tenía la don de hacerla reír.
-Entonces cuéntame. ¿Qué a sido de ti en todo este tiempo?- me pregunta cuando nos traen la comida.
Todo tenía una pinta maravillosa pero yo tenía otro tipo de hambre y que sin duda esa noche iba a saciar como em lo había recetado el médico.
-Terminé la serie y luego cumplí al pie de la letra el término de hibernación- digo despreocupado, no tenía ganas de tocar ese tema, al menos no ahora. Pero a parecer ella tenía otros planes.
-Si nos vamos a dar una oportunidad lo único que te pido es sinceridad, no podemos empezar algo sin contarnos las cosas, por favor- odiaba cuando hacía eso, sabía que haría todo lo que me pidiera sin poner peros.
-Luego de tu marcha, caí en depresión- reconozco a mi pesar- no salía de casa, ni siquiera era capaz de salir de la cama. Me demandaron los de producción por incumplimiento de contrato, debía pagar una gran suma de dinero por la demanda. Eso o terminarla, lo que no me quedó más remedio que hacer.
≫En cierta forma me ayudó como terapia. Me ocupaba en otras cosas que no fuera solo tu y los recuerdos, aunque cuando estos llegaban me dejaban en el suelo, eran cada vez era menos frecuente. Busqué ayuda, sabía que solo no podría salir de ese hueco, y aunque no tuviera la intención de salir de ahí, me vi forzado a hacerlo. Terminé la filmación y con ello el contrato por lo que decidí tomarme mi tiempo y centrarme en mi música.
-¿Recuerdas aquella canción que te empeñada que te tarareara pero te dije que aun no estaba lista?- asiente, sabía que lo recordaría porque había insistido mucho preguntando el significado de mi tatuaje- esa, junto a algunas otras fueron parte de mi primer disco. Y la musa inspiradora de todo aquello fuiste tú. Siempre había tenido la melodía impresa en mi piel, pero tu eras la letra de mi alma. Eras tú la mujer de las que hablan esas canciones que desbordan amor y sufrimiento. Era mi forma de mantenerte cerca cuando te fuiste. Era la única manera que tenía de que si algún día la escuchabas en un bus o en la radio supieras que eran para ti y esperaba sinceramente que te convencieran a volver.
» Todo ese tiempo solo me preguntaba si aun te acordabas de mi o si dedicabas algún minuto de tu tiempo en recordarme. Luego, cuando vi el libro, supe que no solo te acordabas de mí sino que habías hecho todo un libro sobre nuestra historia. Fue más de lo que pude soporta. Supe en ese momento que debía buscarte y hacerte saber que yo tampoco te había podido olvidar. Fue difícil, te habías desaparecido de la faz de la tierra. No tenías redes sociales, te habías ido de la ciudad y nadie me quiso decir dónde estabas. Me desesperé, solo quería ir, buscarte y abrazarte hasta convencerte de que volvieras.
Da un largo trago a su copa de vino hasta vaciarla por completo antes de decir.
-¿Y cómo supiste que era yo? El libro estaba bajo un seudónimo y nunca di mi cara con respecto a él hasta ayer.
-Eso es lo más divertido de la historia- río al recordarlo- tú me ensañaste y dejaste en mí las ganas de leer. Enmi reclutamiento impuesto tuve mucho tiempo para hacerlo. Me encantan los de misterio, ya lo sabes, pero cada vez que leía uno de romance terminaba con un mal sabor de boca y me decidí a buscar uno que me llenara al menos lo suficiente para sacarme de mi realidad y hacerme soñar. Casualidades de la vida entré a la librería que acostumbraba a ir cada semana y vi el libro como bestseller. Me dije que si estaba allí entonces era merecedor de mi atención.
≫Solo ver el título fue como un golpe en el estómago, justo la frase que te dije cuando te fuiste, pero no dejé que aquel detalle tuviera mucha importancia. Entonces voy a la descripción del libro y creo que literalmente mi barbilla se abrió tanto que no dudaría que hubiera tocado el suelo. Aquello no podía ser solo casualidad. Describía un encuentro accidental, una convivencia que llegó a algo más y l como una relación rosa se volvía oscura y tóxica. Con más curiosidad le pregunté al encargado de la librería sobre el autor y no se sabía nada al respecto, solo sobre la editorial.
» Me fui a casa y mire aquellas páginas como si fuera una de las 7 maravillas del mundo. Eras tu, era yo, era nuestra historia desde tus ojos. Creo que no existen palabras para describir cómo me sentí al devorar esos textos y descubrir cuanto daño te había hecho. Estuve al pendiente de cualquier noticia al respecto hasta que dijeron en las redes que por fin se iba a dar a conocer la persona tras esas páginas. Y bueno le resto ya lo sabes- levanto lo hombros con gesto despreocupado.
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