Capítulo 20
Allí estuvimos hasta la hora de salida, incluso fui en busca del almuerzo y comimos en su oficina. Amaba el mundo de las letras. Descubrir nuevos talentos, nuevas historias ansiosas de ser publicadas y allí estaba yo. Absorbiendo cada una de sus palabras como si de una esponja se tratara.
Él era agradable, pero sobre todo inteligente, sabía que podía aprender mucho de él, siempre y cuando no me desconcentrara mirándolo como niña de 4 años a una escaparate de pastelería.
—Necesito que revises este manuscrito y me digas que te parece. Tendré muy en cuenta tu opinión al respecto— estábamos saliendo de la editorial mientras me daba como tarea trabajar en un manuscrito de ficción al que sin duda devoraría cada página esta noche— ¿Te apetece tomarnos algo en la cafetería de enfrente?
—No creo que pueda, ya tiene un compromiso— esa inconfundible voz me hizo ponerme en alerta máxima.
Ya sabía que no estaba haciendo nada malo, pero para él, esto ya era motivo de pelea.
Cuento mentalmente, preparándome para cuando explotara la bomba de relojería en su interior.
—Perdona ¿y tu eres?— pregunta Emmanuel confuso.
—Su novio— genial sacando pecho cual gallito, lo que me faltaba.
—Hola pololo. Te presento, él es Emmanuel Ríos, mi mentor. Manu, él es Aaron, mi pareja.
—Un gusto conocerte— dice con cortesía extendiendo la mano hacía mí novio.
—Una lastima que yo no pueda decir lo mismo— su tono cortante resaltaba a la vista.
Deja con la mano extendida al pobre hombre y yo con una vergüenza que me quería morir
» Como que mucha confiancitas para ser el primer día ¿no?. Digo ya se llaman por apodos y con qué ir a tomar algo. Un poco raro ¿no les parece?
—Aaron, por favor no empieces— le ruego a todo los santos que conozco e inventándome algunos en el camino para que lo dejara estar— nos vemos mañana Emmanuel— me despido pidiéndole disculpas con la mirada en lo que arrastraba a Aaron al coche.
No debía hablar para demostrar el cabreo que llevaba pero como bien controlador que era no podía permanecer mucho más tiempo callado.
—Me explicas esas confiancitas a que coño venían ¿Cómo debo decírtelo para que entiendas Kaia? Me canso de repetirlo pero tal parece que no terminas de entender que no te quiero cerca de ningún hombre ¿No entiendes que me matan los celos? ¿Es mucho pedir que te mantengas alejada al menos para mi tranquilidad?
—¿Por qué tanta inseguridad Aaron? Estoy contigo, solo te quiero a ti. Y no creo que después de este tiempo juntos te allá dado alguna razón para desconfiar de mi. Y si, soy consciente de que esto se volvió nuestro pan de cada día, pero algo debemos hacer.
—¿Y lo dice la que hace que casi me dieran tres puntos en la cabeza por tirarme un vaso de cristal solo porque una fans, a la que claramente le faltaban unos tornillos me tocó?
—Eso es distinto. La tipa esa estaba de manos largas y tu estabas como en una fiesta de cumpleaños pasándotelo bomba.
—No me cambies el tema, solo quiero que te alejes. Que solo te relaciones y hables lo necesario con ellos. Creo que deberías ir planteándote el cambiar de mentor, ese tío no me gusta— a no, eso sí que no
—¿Pero tu cuántos porros te fumaste antes de venir? Claro que no lo voy a hacer, ese hombre es inteligencia pura. Sabe todo del tema y es una catapulta a mi desempeño en la editorial y no pienso hacer semejante cosa por un berrinche de niño chiquito.
—Vale, ya veremos si cambias de idea o no— genial ahora me amenaza.
—Este no es el camino a casa.
—No. Tenía pensado pasarnos por el cine, ver una peli y luego ir a cenar para celebrar tu primer día de trabajo, pero visto lo visto ya no tengo ganas— dios dame paciencia o te lo mando a que te haga compañía.
—Ok Aaron, has lo que te dé la gana. No estoy de humor para aguantar tus pataletas— me cruzo de brazos sobre el pecho.
—Perfecto— dice mientras aparca a un lado de la calle—si tan cansada estas de mis pataletas ¿ porqué mejor no te bajas y em dejas solo con mi berrinche?
—¿En serio me estás pidiendo que me baje?— no salgo de mi asombro. El muy capullo no responde pero no despega la vista del frente, cierra las manos en el volante hasta dejar sus nudillos blancos— bien, si eso quiere.
Salgo con un cabreo monumental dando un portazo tal, que todas las personas que estaban cerca se me queda mirando como si me hubiera vuelto loca. Y si, ese era el famoso efecto Aaron tanto en el sentido bueno como en el malo.
Voy sin pensármelo al departamento de Erika, era el único lugar donde quería estar. Cuando me abre la puerta yo era un mal de lágrimas, estaba tan confundida y tan dolida. ¿Aquello que significaba? Nuestras disputas ya eran comunes. Incluso llegué a pensar que llegaría el día en que ya no me molestaría, pero nunca jamás me había pedido que me fuera.
¿Qué había pasado? ¿Por qué esta vez había sido diferente? Quería gritar, romper cosas, o golpear algo, o más bien a alguien. Pero no hice nada de eso, quedé en shock. Hasta que sentí los brazos de mi amiga rodearme y arrastrarme hasta su salón. Allí sí que lloré a moco tendido hasta asegurarme de quedarme vacía. De sacar a través de las lágrimas la frustración y la decepción en la que me estaba ahogando.
—No creo que necesite preguntar que paso. Esto tiene nombre, apellido y firma— dice tendiendome una taza de té recién hecho— Kai cariño, te lo dije aquella noche que me llamaste llorando cuando él no volvía a casa porque estaba en una filmación y tu creías que esta con otra mujer. Te dije que era cuestión de tiempo que alguno de los dos dijera basta. Están en un círculo viciosos del que no saldrá nada bueno, aléjate por tu bien ahora que aun puedes.
—Es que no puedo Erika— unas lágrimas silenciosas se deslizan por mi rostro mientras me concentro en mirar el contenido de la tasa que reposaba entre mis manos— Se ha convertido en una necesidad casi física tenerlo cerca. Es como si no tuviera voluntad o deseos para alejarme, sólo tenerlo a él y viceversa. Somos dependientes uno del otro, tanto como unos malditos celópatas ¿Y romper? esa palabra no tenía espacio en nuestra relación. Pero hoy, ¿qué rayos pasó hoy?
—No te diré nada porque sé que de nada servirá, como en ninguna de las ochocientas veces que hemos hablado de este tema. Llevo meses Kai, tratando de abrirte los ojos, pero ha sido en vano. No sirve de nada que intente hacerte ver todo lo malo que están haciendo si luego vas y disfrutas con lo mismo— se levanta del sofá para volver luego con una botella de vino y quitarme el té que ni siquiera había probado— sé como que me llamo Erika Rodrigues, que en unos días volverán a su rutina de mierda tirándose tarecos a la cabeza para después follar como conejos. Así que piensa lo que te dé la gana, me rindo en tratar de hacerte ver las cosas como son. Solo me queda darte mi hombro y esperar que el final de esta historia no sea muy trágico para ti.
—Con que me dejes dormir contigo es suficiente— respondo entre lágrimas sabiendo de sobra que lo que ella dice es cierto pero por más que lo fuera yo no tenía voluntad de parar aquello.
—Las veces que quieras, Maléfica— me da un beso en la frente para descorchar esa botella de vino.
Aaron
Aparco en el estacionamiento del edificio y permanezco allí lo que parecerían horas, sin atreverme a salir del coche.
¿Cómo carajos se me fue todo de las manos? ¿Cómo me dejé llevar así? Habíamos pasado por discusiones muchísimo peores y nunca me había planteado ni remotamente la idea de decirle que se fuera ¿Cómo esa que esa palabra salió de mi boca? Y lo peor ¿cómo pude permanecer firme y no seguirla, cargarla hasta meterla en el coche y hacérselo allí mismo hasta que me perdonara mi estupidez?
Lo sabía, quería que sintiera que podía perderme si no se alejaba de ese maldito mentor. Manipulador y rastrero, lo se, pero efectivo. Y sabía que si hubiera salido tras de ella, aparte de que perdía toda credibilidad mi posición de enojo, su maldito orgullo la hubiera hecho romperme los huevos de una patada antes de dejarme tocarla siquiera.
Solo me quedaba una cosa por hacer, y era tomar hasta el agua de los floreros con tal de perder la consciencia mientras me paseo de arriba abajo por el piso.
La había cagado, pero bien. Tal como la conocía se estaría culpando por mi estupidez cuando el único culpable de que esta situación se hubiera salido de control había sido yo. Al principio había sido hasta divertido las escenas de celos, y los arranques de reproches, pero ya estábamos en un punto sin regreso.
¿En qué momento nuestra relación cual novela con desayunos en la cama, nuestras tardes de lectura y nuestras noches con cenas románticas bajo la luz de las velas habían dado paso a una relación tan tóxica?
« Desde el momento uno en que todo esto no fue más que una trampa para que se enamorará de ti» me juega mi subconsciente.
Era mi culpa, mi completa culpa y me sentía perdido sin saber qué hacer. Llamé a la única persona que siempre estaba para mi sin importar el día o la hora. La misma que había dejado de largo desde hacía un tiempo para evitar problemas con Kai.
El teléfono de Catalina llegó a 3 tonos, luego a 5 y me mandó a buzón. Vaya si entendía que me diera por culo, ¿acaso no había hecho yo exactamente lo mismo con ella?
Así que sin nada mejor en mente bebería hasta caer dormido o muerto con altos grados de alcohol en el cuerpo, lo que pasara primero. Porque el dolor en mi pecho no pararía hasta que cometiera una locura.
El rodaje fue una verdadera mierda, nunca en mi tiempo de actuación había estado tan jodido, y todos me lo hicieron ver. Al menos eso sirvió para remover algo dentro de Cata que me invito al café donde había trabajado Kia unos meses atrás y que quedaba cerca de donde estábamos rodando. Ni siquiera lo pensé para decirle si y ya íbamos andado hacía alla.
—Ahora sí hombre de las cavernas ¿qué le hiciste a la Harley Quinn que tienes por novia para que te haya dejado hecho un trapo?— no se de que me sorprende, a fin de cuentas siempre me ha podido leer como un libro abierto— a mi ponme un capuchino y para mi amigo un café bien cargado, y que sea doble, por favor— le dice al mesero al que yo ni había reparado en su presencia.
—La cagué— digo sin atreverme a mirarla.
—Dime algo que ya no sepa. Normalmente cuando un hombre anda así con la cola entre las patas, justo como estas ahora, es porque la cagó y luego removieron la mierda para rematar el trabajo.
—No ayudas. Vale lo siento, la lié, y ahora no se como hacerla volver. Ignora las llamadas y se que el jodido orgullo que ella tiene es tan grande no le permitirá dar su brazo torcer tan rápido.
—Ya sabes que yo en cuanto a amor se refiere estoy más perdida que pingüino en el Sáhara— no, lástima no. Bajo la cabeza hundido, pero toma mis manos entre las suyas como muestra de apoyo— pero solo sé que si es amor, el orgullo no puede ser más grande y si lo es, entonces no es amor.
—Cabrón.
La voz de Kai llegó desde mi espalda en el mismo momento en que sentía como se deslizaba contenido de un vaso por todo mi cuerpo hasta dejarme como una sopa.
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