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Capítulo 17

En este capítulo hay una escena del todo surrealista con la policía, por favor no me juzguen, me pareció divertido al imaginármelo. Espero que disfruten, este capítulo es el más largo hasta el momento y háganme saber que les parece la historia hasta ahora. Besos🥰

Aaron

Este juego me estaba por dejar sin pelotas de lo morados que los tenía desde el momento que la vi envuelta en esa trampa blanca que ella se empeñaba en decir que era vestido, para mi era un trozo de tela que me torturaría hasta el final de los tiempos.

—No nena, tu eres dinamita pura, y cuando el fuego se une a ella, solo puede ocurrir una cosa..

—Explotar— decimos al unísono sin despegar la mirada uno del otro

—Se me hace imposible estar a tu lado y no querer quemarme.

—Quemémonos de una vez— quita mi mano de la palanca de cambio y la lleva hacía aquel lugar que tantas ganas tenía de poseer.

Un solo roce de mis dedos sobre la fina tela del encaje que lo cubría me bastó para percibir lo mojada que estaba. Qué digo mojada ¡Era un maldito océano!

Su cadera comienza a balancearse y sus manos sostenían firmemente la mía entre sus piernas, aumentando la fricción. Sentir aquello estaba provocando que el botón de mis pantalones explotaría de un momento al otro. Aparco en una de las calles paralelas donde no llegaba la luz de las farolas, para darnos la privacidad que ese momento requería.

Llevo mi asiento atrás, lo máximo que me permitía antes de tomarla en brazos y sentarla sobre mi. Mi boca tomó la suya como si fuera lo único existente en este mundo. La poseo, la saboreó y la llevó al límite, tal como ella me llevaba a mi. Su boca se adueñaba de la mia y esos deliciosos gemidos que escapaba de ella estaban a punto de enloquecerme.

En este momento no podía quejarme del modelo de su vestido porque me facilitaba enormemente la tarea. Era simplemente bajarlo un poco y ya podría llenarme la boca con uno de sus enormes pechos, justo donde lo dejamos esta mañana, solo que esta vez no iba a detenerme así estuviera un media estación de policía tocando la ventanilla del coche.

Sentir como se ponían duros sus pesones dentro de mi boca y su tacto suave y caliente bajo mis dedos estaba por  matarme.

Sin poder esperar un segundo más rompo sus bragas con una desesperación animal y la obligo a apoyarse con sus codos sobre el volante que en esta posición quedaba a su espalda antes de ayudarla a apoyar sus pies en los bordes de mi asiento. Así solo necesitaba que alzara su pelvis y su entrepierna quedaría expuesta completamente para mi.

Su coño estaba justo a la altura de mi cara. No sabría como describirlo, pero si sé que me quedé embobado mirándolo fijamente, la boca se me hacía agua, literalmente.

Sin esperar más, me inclino hacía adelante hasta rosar sus labios exteriores con la nariz, ese aroma me hizo perder la cordura, y mi lengua tomando vida propia, sale a buscar ese platillo que tenía a su entera disposición. La deslicé por ella con una lentitud mortal, sentir su sabor en la punta de la lengua fue como si me hubiera pasado toda mi vida comiendo tofu y de buenas me pusieran un jugoso filete de carne ante mi.

Me lo comí con locura, mi boca chupaba, mi lengua lamía y mi cuerpo estaba muriendo entre tanto placer. No despegué los ojos de ella en todo el proceso, no me podía perder ese espectáculo que eran sus gestos de goce que expresaba su rostro. Su placer se había convertido en el mio.

Seguí torturandola de una manera infernal, haciéndole pagar por lo que me había hecho la noche anterior, quería que se deshiciera para mi. Así que dejándome llevar por la excitación di un leve mordisco para luego soplar entre sus labios, intensificando las sensaciones que estaba sintiendo. El agarre de su mano en mi pelo y sus gemidos cada vez más altos me hicieron saber que faltaba muy poco para hacerla venir.

—Diablos Aron, me harás acabar ya y muero por sentir tu polla dentro de mi. No me hagas esperar más. Por favor.

Aquella suplica era justo lo que necesitaba. Tomo el condón que tenía en el bolsillo y lo coloco con torpeza en mi polla que estaba a reventar. A esa hora solo tienes una cosa en mente y tus manos no cooperan mucho, pero lo conseguí. No tuve que hacer nada mas, ella sola tomó el control de la situación y lo guió a su entrada. Frotándola unas pocas veces por su bañado coño antes de meterla en su interior.

Sentir como se deslizaba hacía abajo era sencillamente exquisito. No tenía palabras para describirlo, pero estar alojado por completo entre sus pliegues me hizo aguantar la respiración y pensar en fútbol, carreras, deportes y hasta cantar para no ser el eyaculador precoz más rápido de la historia.

Ella no se movió una vez que llego a tenerme por completo, me miraba atentamente tal como lo estaba haciendo yo con ella. Disfrute ver el sudor en su frente en pequeñas gotitas y la intensidad de sus ojos grises que parecían estar prendidos en llamas. Era el momento más esperado por mi en los últimos tiempos y por fin estaba ocurriendo.

—¡Joder! que estrecha que estás— digo entre dientes sintiendo como un solo movimiento haría que mi cuento de hadas acabara más rápido de lo que deseaba.

Era tan húmedo, cálido y me envolvía tan jodidamente bien como un guante. Joder esto duraría muy poco, lo sentía.

—O tu jodidamente grande. Carajo ¿qué hiciste? un pacto con el diablo para que te lo diera así ¿o que? Desde luego esto no es obra de Dios ni de ningún santo.

Iba a responder, juro que lo haría, pero mis neuronas entraron en corto circuito cuando se levantó y se dejó caer nuevamente sobre mí, sacándome todo el aire de los pulmones.

Lo hizo varias veces, cada vez más rápido y más fuerte yo solo me sujetaba de sus nalgas para hacerla bajar el ritmo, pero me era imposible. Como buena domadora que era siguió a su manera, llevándome cada vez a ese momento que quería retrasar, pero que no fue posible por mucho tiempo más.

Tenerla rebotando sobre mi, sentir como entraba y salía de su apretado coño, que me tirara de los pelos con desesperación mientras me comía la boca y gemía sin parar era el coctel de la muerte.

—¡Joder, Kaia! No te detengas, follame con todo lo que tengas, nena.

Y vaya que obedeció, si hasta ese momento estaba acabándome, después de mi orden verdaderamente me mató. Subía y bajaba con una fuerza brutal que me estaba destruyendo, era imposible que aguantara más. Sentí como ese delicioso escalofrío bajó por mi columna y salía mi semen con una fuerza brutal, derramándome en aquel estrecho espacio mientras un gruñido descomunal salía de mi garganta y yo me agarraba de su trasero porque las piernas me fallaban.

¡Joder que delicia!

Ella ni aun así me dio tregua, parecía que en aquel momento no conocía el significado de aquella palabra. Subió dos veces más y sus piernas comenzaron a temblar, mi polla termino bañada por su orgasmo y mi auto lleno de sus gritos.

Me enamoré una segunda vez de ella cuando no despegó sus ojos de los míos mientras se venía sobre mi. Con la respiración alocada me apoderé una vez más de su boca a lo que ella respondió. Este era mi lugar, justo aquí, entre sus brazos y su coño, y no iba a renunciar a ello por nada.

Había estado con mujeres, tantas que sería imposible contarlas, pero juro que con ninguna había tenido tantas ganas y había perdido los papeles con tanta facilidad.

¿Qué coño me estaba haciendo esta mujer?

—¡Dios...! —dice agitada aun pegada a mi boca.

—No sé que me estas haciendo— digo entre susurros entrecortados— pero quiero mas.

—¿Te parece si lo seguimos en el apartamento?— la levanto con cuidado y la ayudo a colocarse en su asiento antes de arreglar el desastre que eran mis pantalones.

—¿Te quedaste con ganas de mas?— pregunto sujetándome del volante para no saltarle encima.

—Contigo quiero más.

Arranco y diez minutos después estábamos atravesando la puerta de entrada justo como el día en que no conocimos. Solo que esta vez sus piernas rodeaban mi cintura y su vestido lo había hecho desaparecer por arte de magia, si por mi fuera lo tiraría a la basura. Ver como el resto de los hombres se la comían con la mirada mientras bailaba me había nublado el juicio por completo, y hay que añadir que no tengo mucho.

A tropezones vamos hasta su habitación y la dejo sobre la cama. Me tomo un segundo para admirarla con la escasa luz que se filtraba por las cortinas del balcón. Así, despeinada, con sus ojos que perfectamente podían ser lava, sus pechos que subían y bajaban en compás con su respiración y sus piernas que permanecían ligeramente abiertas cual ofrenda de los dioses.

—Tu desnuda sobre la cama eres aún más irresistible de lo que había pensado, y te puedo asegurar que he pensado mucho en ello. Diría que más de lo que es puramente recomendable.

—Pervertido— dice risueña

—Me declaro culpable. Cuando se trata de ti no existe un barrera que no logre sobrepasar. Esta vez no habrá juegos ni preliminares, pero sobre todo, no habrá vuelta atrás. Ahora sí, ni Dios, ni todo su séquito de ángeles, te salvarán de mi, pequeña— la tomo de sus tobillos y la jalo hacía mi— te follaré tan duro que todo el maldito edificio se enterará cuando llegues al orgasmo.

El dulce temblor que recorrió su cuerpo de anticipación junto con un gemido de su boca fue todo lo que necesité para poseerla como en la vida lo había hecho.

El jodido kamasutra se había quedado corto con las posiciones en las que estuvimos y que ella, cada vez, aceptaba más que gustosa.

No hubo rincón en esa habitación que no fuera testigo de nuestro sudor y de los aplausos sin manos. Era tan gratificante que dudaba que existieran palabras en el diccionario que lo describiera en todo su esplendor.

Nunca había estado con una mujer como ella; por cada choque, por cada gemido, por cada gota de sudor que desprendía mi cuerpo el suyo lo recibía con mayor disposición. Aquello era lujuria en toda su magnitud.

Bien dicen que para cada loco hay una loca, pues yo había encontrado la mía, esa que calzaba como la suela de mi zapato. Si en la vida cotidiana encajábamos bien, en el sexo, era sencillamente de otro mundo.

No dormimos hasta bien entrada la madrugada, casi se podía divisar el alba cuando por fin nuestros cuerpos, exhaustos por el maratón de sexo al que fueron sometidos, cayeron en ese mundo de sueños que por primera vez nunca superaría a la vida real.

Despierto y lo primero que percibo es un cuerpo tendido sobre mi casi al completo y una manos moviéndose hacía abajo. Ya iba a frustrarme conmigo mismo sin siquiera abrir los ojos pensando que era el resultado de otra noche de copas, pero luego recordé donde estaba y de quién era el ardiente cuerpo que tenía sobre mi.

No me da tiempo a despertarme por completo y por ende ser consciente de lo que pasaba por su cabeza calenturienta cuando ya su mano cubierta con lo que imagino sea saliva cubre la base de mi polla para comenzar a masturbarme. Me consta que mi pobre pene estaba a morir, pero fue apenas sentir esa escasa estimulación y ya estaba listo para lo que se venía.

Y para qué hablar de cuando una boca deja caer su aliento sobre la corona, haciéndome despertar por completo cuando su delicada lengua comenzó a recorrer desde la punta a la base para subir nuevamente a la punta con una lentitud arrolladora, sin despegar sus chispeantes ojos de mi.

Me llevo las manos a la nuca y me propongo de disfrutar el espectáculo matutino que no me molestaría en tener cada día. La muy ninfo sabía despertarme como un jodido Dios, y como llevarme hasta el mismo borde del precipicio para luego suavizar el ritmo para dejarme suplicante de más.

A ese juego macabro estuvo hasta que no lo aguanté más, la tomé del pelo y ahora si, el ritmo lo marcaba yo. A ella lejos de disgustarle, le gustó la rudeza con la que la obligaba ir más profundo. Sus uñas se enterraron en mis piernas mientras me derramaba por completo en su boca e intentaba no desperdiciar nada

Gota tras gota, se las bebió con impaciencia. Se separa cuando la deja limpia y lleva un dedo a la boca para recoger el hilillo que se deslizaba desde su labio inferior a su barbilla.

—Buenos días— dice aun con el dedo en la boca.

—Bueno dias mi ninfo, amanecimos animada hoy ¿eh?

—Digamos que me apetecía un buen vaso de leche calentita, Sigo creyendo que este mástil es obra del diablo, o que por una vez, Dios y él se pusieron de acuerdo para forjar algo tan jodidamente bueno. Aún no se como levantarme, me duele todo.

Se alza con dificultad de la cama para estirar sus brazos por encima de su cabeza y lucirme ese espectacular cuerpo de espaldas. Vacilé con ganas desde la luna que descansaba sobre la cabeza, hasta las plumas de la cola del fénix que tenía tatuado en toda su espalda y que terminaba hasta el inicio de sus hermosas nalgas.

No me había atrevido a preguntarle aun que significaba, lo había visto ya alguna vez que ella andaba con esos top de ejercicio para estar por casa, pero a mi me parecían que esas alas ya venían con su cuerpo cuando nació. Porque como decir, ella era un jodido ángel que no pertenecía a este mundo de mierda.

—Y yo que ya estaba listo para el mañanero, pero si no puedes seguirme el ritmo tendré que ponerte en forma.

Aquello fue como despertar a la fiera que tenía dentro. Se giró sobre sus talones hasta quedar de frente a mi y abalanzarse sobre mi indefenso cuerpo. Su boca que aún mantenía mi sabor en ella cuando invadió la mía, haciendo que me probara a mi mismo, pero que viniendo de ella sabía a gloria bendita.

Así a horcajadas sobre mi, camino con ella en brazos hasta dejarla sobre la mesa del comedor sin dejar de besarnos.

No se como, pero comenzó a sonar la canción Bellaquita de Dalex y Lenny Tavárez desde un lugar de la cocina, supongo que ella había programado a Alexa para que reprodujera su lista de Spotify para las mañanas. Las primeras líneas de esa canción describía a la perfección lo que pasaba hace mucho por mi cabeza.

«Es una cosa de locos

como ese culo me tiene envicia'o

desde que lo hicimos me quedé juquea'o

tus gemidos se quedaron graba'os

en mi mente»

Al parecer ella también lo pensó porque la sentí aún más entusiasta. Me arrodillo ante ella tal como le dije aquel día que haría. Mirándola desde aquí abajo parecía lo que era, una jodida diosa.

« Ponte en cima de mi bellaquita

no calles lo que sientes y grita»

Acerco mi cara a su centro mientras canto ese pedazo de la canción que estoy seguro entendió a la perfección. Se desliza un poco más hacia el borde de la mesa antes de subir su pierna derecha sobre mi hombro. Yo respiro ese aroma que me tenía completamente hechizado. ¿Y a quién no?

Sus pliegues escurrían cuando comencé a comerlo. Su mano enredado mi pelo, tirando de él, me obligaba a hacerlo aún más rápido, y a llegar aún más profundo. Mi lengua jugueteaba en su alrededor, para luego penetrarla con la misma cuando menos se lo esperaba, provocandole esos grititos de sorpresa que viajaban directamente a mi polla. Incluyo un dedo a la fiesta y su cabeza cae involuntariamente hacía atrás.

Mi mano libre recorre su abdomen hasta acunar uno de sus pechos y apretarlo entre los dedos en lo que introduzco otro dedo en su interior y continuo moviendo la lengua cual aspa de helicóptero se tratara. La lamia en círculos por sus labios exteriores para luego unir mis labios sobre su clítoris y chupar de él, haciéndole sentir una descarga eléctrica que recorría toda su terminación nerviosa. Era tan jugoso, tan suculento que podría estar así todo el jodido día.

En mi vida me había comido un coño con más deseos que este.

Percibí como su cuerpo comenzaba a convulsionar y de su boca escapaban gemidos y gritos como: ¡si, que rico! ¡No pares, Aaron!

Sus fluidos explotan, llenándome la boca de ellos. Escuche como gritaba mi nombre y como unos gemidos le seguían mientras se venía sin poder controlar el temblor de sus piernas. No me separé, al contrario seguí aun mas fuerte hasta dejarla completamente extasiada.

Una vez acabo y la hubiera dejado sumamente sensible, separo mi boca de allí y subo hasta llegar a su boca para que se saboreara tal como ella hizo conmigo poco antes.

Continuo con el beso mientras la bajo de la mesa. Le doy la vuelta y la inclino sobre esta, hasta que su pecho se acomoda sobre la madera y su culo resalte en el borde de la misma, tentándome a poseerlo al igual que a su coño. Era un corazón tan redondo y tan grande que era imposible no querer hacerlo mío.

Le sujeto de las muñecas en la espalda con una mano mientras la otra impactó de lleno sobre ese trasero que rebotaba provocativamente.

La nalgueo una y otra, y otra vez diciéndole en cada una de las veces lo loco que me ponía hasta que quedaron teñidas de una capa rojiza. A cada una le seguía un grito de su boca, pero no un grito de terror. No, no; un grito de deseo. Un grito que alentaba a seguir, que me demostraba cuanto le gustaba que hiciera con su cuerpo mi voluntad.

—¡Si papi, si!

—Si vas a gritar, grita. Si vas a correrte, vente cuantas veces se te dé la gana, pero no te contenga. Te lo prohíbo.

Me coloco en posición y me alojo de una sola embestida que entra sin problema debiendo a la humedad. No había palabras para describir lo que se sentía estar dentro de ella piel con piel. No puedo evitar morderme el labio inferior y apretar la mandíbula para no soltar todas las maldiciones que se me venían a la cabeza.

¡Qué rico, joder! Fue lo único que logré escuchar de ella debido a acelerado ritmo de mi corazón.

Tenía la mandíbula tan tensa que creía en cualquier momento iba a romperme los dientes.

Aferrando los dedos a su cadera la atraigo una y otra vez contra mi polla, mientras mis testículos chocan una y otra vez con rudeza contra su coño, demostrándole lo que es verdaderamente el sexo duro.

—¡Más! —jadea mientras me recibe ansiosa y desesperada y eso me prende.

Ese maldito delirio de una ninfómana insaciable que estaba adoptando me estaba matando.

Recibe cada uno de mis embates salvaje, violentos y desenfrenados mientras se retuerce sobre la mesa y grita de placer. Sentía como se humedecía más y más, bañando todo mi fallo con su humedad. Y su coño, era tan apretado, tan.. ¡Por dios! Creí que me volvería loco.

—¡Qué rico! Sigue asi, justo así —sus palabras y sus gemidos cada vez más altos fueron música para mis oídos. Seguí en mis embestidas mientras seguí sostenido sus manos y con la otra la tomaba del pelo obligándola a echar la cabeza atrás, a arquearse, dejando su cuello a mi merced.

Los toques insistentes de la puerta nos sacaron del paraíso en la que nos habíamos adentrado, pero no iba a salir de mi goce para atender a saber quien, y al parecer Kai pensó lo mismo porque solo abrió más las piernas y empuja su trasero para restregarlo hacía atrás, haciéndome enloquecer en el acto.

Nuevos toques junto: «un abran la puerta» de una voz gruesa hizo detenerme al momento.

Cualquier persona normal interrumpiría el acto sexual, buscaría algo que ponerse e iría a la puerta.

Pues lo dicho, cualquier persona normal, nosotros no. Le hice una propuesta en forma de juego, pero a ella le encantó la idea, me atrevería a decir que era igual de depravada que yo.

Kai abrió la puerta lo suficiente para que se le viera solo la cara mientras que detrás yo seguía con mis embestidas que si bien ahora eran más suaves y en círculo le seguía estimulando el clítoris con mi mano, por lo que me imaginaba la cara de satisfacción que le vieron quienes fueran los que estuvieran al otro lado.

—Buenos días, señorita— dice una voz femenina— hemos recibido varias quejas de los vecinos que habían escuchado gritos y sospecha que puede estar siendo víctimas de maltrato doméstico— no lo vi pero me imaginé como Kai aguantaba la risa. Como en la canción que aun reproducía alexa, allí estaba la policía por el escándalo que habíamos montado. Aquello era digno de película.

—Creo que hay un malentendido, oficial. No a ocurrido nada parecido, pero le agradezco su preocupación— esta vez no pudo controlar la risa y me contagió en el acto, revelando así mi presencia.

—Señor, salga de detrás de la puerta— esta vez parecía algo molesta por su tono de voz.

—Hola— digo corriendo la puerta lo suficiente para que solo se vieran nuestras cabezas, era como estar haciendo una travesura de niño.

—¿Podrían salir de detrás de la puerta? Por favor

—Verá señorita, lo que pasa es que nos a pillado en medio de una situación, como describirla... íntima y pues, estamos desnudos.

Kai se lleva la mano a la boca ahogando la risa, pero un nuevo movimiento de mi pelvis la hizo morderse el labio.

—Si entiendo. Calmaré a los vecinos con respecto a esto, y les aconsejo que si van a jugar al amo y la sumisa sean algo más considerados con los rumores, los chismosos nunca faltan en un edificio. Bonito días— se despide y Kai cierra la puerta.

Hay que alegar en nuestra defensa que no sabíamos que se trataba de la policía, en ese caso hubiera abierto con Kai en brazos, bajando y subiendo por mi polla en todo su esplendor.

Nuestras risas no tardan mientras le doy la vuelta, la tomo en brazos y la empotro contra la puerta, este descanso solo sirvió para hacerme volver con más ganas aún. Y asi se lo demostré. Debía cobrarle todo el tiempo que esperé para que esto sucediera.

Fui con todo hasta sentir como las piernas comenzaban a fallarme mientras nos veníamos, esta vez, juntos. El orgasmo nos toma de una forma destructiva y arrolladora, y su coño me apretaba y succionaba mientras yo me vaciaba en su interior.

No existía sensación mejor que la de sentir su coño latente alrededor de mi polla.

—Creo que nos merecemos un descanso y un desayuno como dios manda— digo bañado de sudor.

—¿No me digas que ya estás cansado? Y yo que quería una segunda ronda en la ducha— pero bueno, esta mujer era insaciable, acabaría muerto de como siguiéramos así— anda, así le ahorramos agua al planeta— toma mi mano y me guía hacía la ducha.

Para qué engañarnos, mi polla solo necesitaba sentir su cercanía y ya estaba lista como espada en combate. A un segundo asalto en la ducha le siguió un tercero con contra la puerta del refrigerador durante el desayuno.

No sabía cómo había vivido tanto tiempo sin esa mujer en mi vida. Era como una versión mía femenina. Era divertida, a veces algo tóxica, se que trataba de esconderlo pero se le notaba a kilómetros. En el sexo siempre estaba hambrienta y con ganas de más. No podía pedir nada más, bendita la hora en la que casi la atropello. Suena mal, pero eso había sido el motivo por el que hoy estaba aquí y no me iba a quejar.

Así pasamos los días de rutina, pero una rutina lejos de lo que decían los demás de la convivencia en pareja que se volvía aburrida. Con Kai nunca había espacio para el aburrimiento, ni siquiera cuando solo estábamos en la cama mirando el techo y hablando de nada.

Desayunos en la cama, nuestras jornadas de trabajo y nuestras cenas, ya fueran  en casa o en algún restaurante, era parte de nuestro día a día. El coche, testigo de nuestro primer encuentro de pasión, volvió a ser partícipe de nuestros arranques de locura.

Así como en lo íntimo, fuimos derribando esa especie de barrera que habíamos creado entorno a nuestro pasado. Teníamos confianza, hablábamos mucho de nuestra historia. Me confesó con algo de reticencia lo ocurrido con su hermana y como aquello devastó a su familia. También como se introducía su tatuaje con la palabra renacer que había extraído de su libro favorito después de sentirse destruida por la perdida física de su hermana y la mental de su madre. Había sufrido un golpe muy fuerte a una edad muy temprana.

Yo solo le tomé de la mano y le limpié mediante besos las lágrimas que escapaban recorriendo su rostro. Me sentí en la libertad de contarle como yo había pasado por algo similar en mi infancia.

Mi padre había sido un maltratador desde que yo tengo memoria. Golpeaba severamente a mi madre cada vez que se le antojaba y nos obligaba a mi hermano y a mi a verlo mientras ella se rompía en gritos para que nos cubriéramos los ojos. Ella lo soportaba porque temía que si hacía algo al respecto, él nos llevaría lejos, teniendo el apoyo de un juez amigo suyo.

Un día no lo pudo soportar más y trató de huir con nosotros, pero mi padre lo descubrió a tiempo e impidió que pudiéramos escapar de aquella pesadilla. A ella la mandaron en prisión por intento de secuestro y nosotros nos trasladamos a España. Desde entonces nunca más la vi y la única noticia que recibí de ella años después fue que había sido asesinada en una pelea entre prisioneras.

—Así que como vez, tenemos más en común de lo que podías imaginar.

Termino hecho polvo, siempre mantenía aquel tipo de recuerdos al margen, o mejor dicho en lo profundo de mi mente. Pero con ella simplemente salían como si fuera algo de lo más natural. Sus brazos me rodean desde la espalda cuando se arrodilla detrás de mi, apoyando su mentón en mi hombro y nuestras sienes juntas.

Aquella noche algo mucho más allá del sexo surgió, algo mucho más grande entre nosotros como un tipo de unión, una conexión silenciosa.

Que estuviéramos en aquella relación no significaba que dejaría de espiarla, y mucho menos de seguirla. Aún le pagaba al dueño del café para que me pasara información de sus jornadas y si algún tío se le pasaba de listo con ella, o por el contrario, si era ella la que andaba de coqueta. Todo podía pasar y yo con mis 23 años había visto demasiado.

Pero no había nada sospechoso, y tampoco en la universidad. Pablo, no volvió a acercase a ella después de lo ocurrido aquella noche en El Ángel. Más bien ninguno tío de su alrededor, de eso ya me encargaba yo.

Pero aquello no me bastaba. ¿Saben cuándo estás haciendo un trabajo y lo sientes incompleto y tratas de mejorarlo? Pues así me sentía yo hasta que se me vino la iluminación.

Kai era adicta al celular y las redes sociales, pero por mas que lo revisaba a cada descuido suyo, nunca encontraba nada que me hiciera sospechar. Aún así, a veces no podía dormir tranquilo imaginándola liada con otros tíos a mis espaldas y luego volviendo a casa para besarme como si nada.

Aquello me quitaba el sueño y ya me estaba pasando facturas, hasta que decidí cortar el mal de raíz.

—Buenas noches, pololo. ¿Qué tal estuvo tu día?— deja su bolso sobre la mesa y viene hacía mi, acomodandose sobre mis piernas mientras yo miraba una película en el sofá del salón.

—Muy bien y el tuyo, nena— me besa desde la parte trasera de la oreja por toda mi mandíbula hasta llegar finalmente a mi cuello.

—Una mierda, tal parece que los profesores no nos quieren dejar ir y para colmo, casi incendio la cocina de la cafetería. Vamos que para empeorarlo solo me faltaba que un perro y me orinara en los zapatos-— dice acurrucada a mi como niña chiquita, lo que me dio aun más gracia.

—Entonces deja que tu principe azul arregle eso— deposito un beso tras la oreja mientras le desabrocho los botones delanteros de su blusa

—¿Sabes qué me encantaría?— me imita y comienza a desnudarme— ducha, comida tailandesa, tal vez una película, pero eso sí, tendrás que trabajar muy duro en tu técnica de persuasión para ello, sabes que las detesto. Después cama, aceite para un masaje con final feliz y más sexo.

—Suena a plan perfecto, pero me parece que eso no podrá ser— detiene lo que hace y me mira interrogante— Roger viene a cenar hoy ¿lo olvidaste?— esta vez pasa de interrogante a confusa— nena te mandé una nota de voz en la tarde.

—Lo siento, apenas mire el móvil durante el día, pero qué haré de cena no tengo tiempo.

—No te preocupes por eso, ya pedí a domicilio, ahora ve y date una ducha que esta por llegar.

—Voy de volada— me da un casto beso en los labios y sale disparada por el pasillo.

Cinco minutos después tenía a Roger hackeando el teléfono de Kai y poniendo un programa para poder ver desde mi móvil todo lo que hacía ella con el suyo. En pocas palabras tenía acceso directo a todo lo que hacía, a quien le escribía, a quien llamaba, que fotos subía, con quien se reía, todo. Excesivo se dirán y puede que un poco. Hasta Roger me señaló que ya estaba rozando los límites de lo preocupante, pero mi defensa es que para el amor nunca es demasiado.

—Hola Roger ¿cómo estás?— llega mi remolino como siempre iluminandolo todo con su paso y me replanteo lo que acababa de hacer. Y si, estaba convencido de que era lo correcto. Todo sea en nombre del amor.

Al día siguiente estábamos terminando el rodaje y entre una cosa y la otra termino revisando los chat de Kai. Digamos que mantenía la mayoría de sus chats de manera normal, amigos de la universidad, y otros con los que mantenía conversaciones un poco subida de tono pero nada muy alarmante, hasta que una foto del tío desnudo le llega a mi chica.

Aquello fue como cuando el doctor Bruce Banner  se convertía en Hulk. Mi lado bestia salió al exterior, y miedo daba cuando estaba en ese estado.

Parecía un león enjaulado dentro de aquellas paredes. No lo soporté mas así que conduje mi moto como loco hasta la cafetería, sabiendo que ella estaría todavía en su turno. Apenas aparco y ya estaba atravesando la puerta de la entrada.

Allí estaba ella, como si nada, atendiendo a una señora junto a un joven que no quitaba los ojos de su escote. Aquello no ayudó en absoluto al nivel de cabreo que llevaba en ese momento.

Mientras ve que me acerco la sonrisa que adornaba su rostro se fue desvaneciendo al notar rostro de enojo.

—¿Pololo, pasa algo?— me mira preocupada

—¿Pololo? ¿Ahora soy tu pololo? ¿Cómo tienes el descaro de decirme eso cuando andas coqueteando con medio mundo?

No quería gritar, de veras que no, pero a este punto ya no tenía control sobre mi.

-—Aaron, calmate y baja la voz. Todos nos están mirando, estamos en mi trabajo.

—No se me da la gana de calmarme. ¿Ahora te importa tu trabajo? Eso no es lo que parecía.

—¿De qué rayos hablas?

—Por favor resuelvan sus problemas en casa, no en medio de mi negocio. ¿Les parece?— el dueño se acerca a nosotros, pero con una sola mirada mía le dejo bien claro que no estaba para que me dijeran misa.

Ella me toma de la mano y me lleva al almacén que tenían al fondo de la cocina.

—¿Me puedes decir a qué coño viene todo este numerito? ¿De que carajo va todo esto?

¿Qué iba a decir? ¿que le había hackeado el móvil y veía todo lo que hacía? pues no, eso sería como tirarme de cabeza a una piscina sin agua.

—Nada, solo que venía a darte una sorpresa y vi como el chico de al lado te comía con los ojos y me cegaron los celos. Perdona.

—Haber Aaron, no eres un niño, no puedes aparecerte así y hacerme un escándalo de esa magnitud. Prácticamente solo te faltó llamarme puta allá afuera. Y luego tratas de arreglarlo con la absurda explicación de que un chaval ¿de cuánto 15, 16 años? Me estaba viendo las tetas. ¿Si eres consciente de cómo suena eso?

Le doy la espalda un segundo y reviso mi móvil buscando el chat donde le habían enviado la foto y que fuera lo que tuviera ser, pero no me quedaría con eso quemándome por dentro. El hecho es que ya le iba a mostrar en toda su cara la foto que le había enviado aquel sujeto pero lo que no imaginaba era que ella lo hubiera mandado a tomar por culo para luego bloquearlo.

Era un maldito idiota, había estado a punto de joderlo todo por nada.

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