VII
¦Nota del autor:¦
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CAPÍTULO: Tiempo a tu lado.
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El sol brillaba suavemente a través de las ventanas de la guardería, iluminando las sombras de la mañana con una calma que hacía tiempo no sentían. Las risas de los niños aún no se escuchaban, todos seguían durmiendo y poco a poco se despertaban.
Catnap, todavía con la sensación del día anterior en su mente, caminaba por el pasillo, sus pensamientos vagando entre las imágenes del picnic y las palabras de sus amigos. De pronto, recordó algo que le había dicho a Dogday, justo antes de la crisis con Picky Piggy.
- Flashback -
Catnap: quieres que pasemos el día juntos mañana? - preguntó con una suave sonrisa.
Dogday: p-pero y los niños? Nuestro trabajo... Debemos cuidarlos, nosotros fuimos creados para...
- lo interrumpe - Catnap: si, lo sé, pero escapar de nuestro propósito por un día no hará daño a nadie
- cruza los brazos - Dogday: pero... Me gusta cuidarlos... Me hacen recordar cuando todavía éramos niños, y esos recuerdos son todo para mi... - dijo cabisbajo.
- apoya su codo en la pierna, deja su cabeza en cima de su mano, bajo su mejilla - Catnap: como digas, no te forzaré a hacer nada que no quieras - lo miró por unos segundos.
- lo mira de igual forma - Dogday: solo si quiero? - pronunció suave.
Catnap: si... - dijo en voz baja.
- Fin del flashback -
Las palabras de Dogday resonaron en su cabeza, talvez podría aceptar una promesa de descanso, después de tantas emociones a flor de piel. El día parecía perfecto para cumplir esa promesa. Caminó por los pasillos hasta llegar a la habitación de los Smile Critters, Catnap sonrió al ver a Dogday acostado junto a la ventana, mirando pensativo el paisaje. Al notar su presencia se acercó.
- lo abraza - Dogday: buen día Catnap... - dijo con un poco de somnolencia.
- se rie - Catnap: buen día pequeño girasol - dijo suavemente.
Dogday que aún estaba somnoliento, solo se alejó del abrazo y sonrió de ojos cerrados. El canino bostezó y frotó sus ojos, luego de unos segundos, se dió cuenta de como Catnap lo llamó, abrió sus ojos de golpe y se sonrojó un poco.
Catnap: Oye, Dogday. Recuerdas que te invité hoy para pasar el día juntos? - Dogday lo mira - ¿lo quieres hacer?
- levantó la vista sonriendo con timidez - Dogday: C-Claro, Catnap... Hoy es el día para olvidarnos de todo por un rato, pero... ¿Y los niños?
Catnap: hablaré con Bobby - se acercó a la cama de la osita.
Bobby seguía durmiendo, roncaba de forma casi imperceptible, Catnap la sacudió brevemente de forma suave. Ella se despertó un poco molesta, se levantó de la cama, sus ojos aún seguían cerrados.
Catnap: buen día Bobby, perdón por despertarte - ella lo mira frunciendo el ceño - podrías cuidar a los niños de la guardería?
- suspira y suaviza su expresión - Bobby: claro Catnap, solo asegúrate de no meterte en problemas con Dogday.
Con una sonrisa, Catnap asintió, luego esperó a que Dogday se lavara el rostro para despertar mejor. Ambos salieron de habitación de los Smile Critters, Catnap ya le había hablado a Bobby sobre que Dogday necesitaba de un descanso. Mientras los dos se preparaban para pasar el día juntos, el ambiente relajado era justo lo que necesitaban. Un respiro.
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El sol ya estaba alto en el cielo cuando Catnap y Dogday llegaron al puente del lago en el parque de la fábrica. El agua reflejaba destellos dorados que bailaban con el movimiento del viento, y todo parecía envuelto en una calma perfecta. Catnap llevaba en la mano un par de sandwiches envueltos en papel, mientras Dogday sostenía una pequeña botella de jugo.
El viento era aire fresco, golpeaba contra cada parte del pelaje de ambos, el sonido del agua del lago era casi imperceptible por la tranquilidad en el lugar. Un ambiente tan relajante que parecía un sueño hecho realidad en la fábrica, que era un ambiente no tan agradable si se trataba de un vida con un único propósito: cuidar a los niños de la guardería.
Catnap: ¿No es bonito aquí? - preguntó mientras dejaba la bolsa a un lado y se apoyaba en la baranda del puente.
- asintió, un poco más callado de lo habitual - Dogday: Sí... Pero nunca había pensado en verlo de este modo. Es más relajante cuando no tienes a un grupo de niños gritando a tu alrededor.
Ambos rieron suavemente, aunque Dogday parecía más distraído, observando el reflejo del agua. Miraba el reflejo de Catnap pensando en como su relación con él había mejorado desde que volvió a hablar con él. Catnap notó su expresión y decidió romper el silencio.
Catnap: ¿Todo bien, Dogday? Parece que algo te está rondando en la cabeza.
- se cruzó de brazos, encogiéndose de hombros - Dogday: Es solo que... tú siempre has estado ahí para todos nosotros, pero no sé si alguien se ha tomado el tiempo para pensar en ti - evadió la pregunta de forma sutil.
- lo miró, sorprendido por la sinceridad de sus palabras - Catnap: Dogday, no digas eso. Me importa más que estén bien ustedes. Eso es suficiente para mí.
Dogday negó con la cabeza, mirándolo con una intensidad... Él deseaba que Catnap fuera feliz, quería que Catnap dejara de preocuparse demasiado por los demás, para empezar a preocuparse por él mismo. La mirada intensa de Dogday, hizo con que Catnap desviara la mirada por primera vez.
Dogday: Pero yo... Quiero que estés bien también, Catnap. Siempre. No sé qué haríamos sin ti...
La sinceridad en su voz llenó el aire con una tensión que no había existido antes. Ambos quedaron en silencio, mirando hacia el agua, pero sin atreverse a romper la burbuja que se había formado entre ellos. Después de un rato, Dogday tomó un paso adelante y, de manera instintiva, puso su pata en el brazo de Catnap.
Catnap se estremeció un poco al sentirlo, Dogday nunca se acercaba así a él, no después de lo que sucedió. Catnap pensaba que Dogday aún no lo había perdonado por lo de la "hora de alegría" pero al parecer, si lo hizo. Un gesto simple, pero la calidez del contacto hizo que ambos se sintieran incómodamente conscientes el uno del otro.
Dogday: Gracias... por todo.
Catnap: ¿Por qué dices eso ahora? - preguntó, sintiendo cómo su voz temblaba levemente.
- se encogió de hombros otra vez, sonriendo con suavidad - Dogday: No lo sé. Solo... me pareció importante decírtelo.
El silencio volvió a llenar el espacio, pero esta vez era diferente, más pesado y a la vez cargado de algo que ninguno de los dos sabía cómo definir. Catnap soltó una risita nerviosa, rascándose la nuca.
Catnap: Bueno... supongo que deberíamos volver antes de que Bobby nos regañe por escaparnos.
Dogday asintió, pero la expresión en su rostro indicaba que algo había cambiado. Mientras caminaban juntos de regreso, ninguno se atrevió a mencionar lo que acababa de suceder, pero ambos sabían que esa sensación confusa y cálida no se iría fácilmente.
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El aire fresco que antes había sido tan relajante se volvió opresivo para Dogday. Al principio, fue solo un leve mareo, pero pronto los colores del paisaje comenzaron a distorsionarse ante sus ojos, y las sombras en el agua empezaban a transformarse en cuerpos de niños sin vida. Su respiración se aceleró, y un sudor frío comenzó a recorrer su frente.
Catnap lo miró, notando de inmediato el cambio en su amigo. Dogday comenzó a tambalear, y sus ojos parecían perdidos en algún lugar lejano, incapaz de enfocarse.
Catnap: Dogday, ¿qué pasa? - preguntó alarmado, acercándose rápidamente.
Dogday: No... No tomé las pastillas... Olvidé tomarlas... Está todo... moviéndose... todo se siente extraño... - su voz tembló, y sus patas vacilaron, como si perdiera el control de su propio cuerpo.
Catnap sintió una punzada de preocupación. Sabía lo importante que eran esas pastillas para que Dogday pudiera mantenerse estable. Sin pensarlo, se acercó rápidamente a él.
Catnap: Vamos, te ayudaré a llegar a la habitación... necesitas descansar y tomar tus píldoras - dijo con calma, tratando de mantener la voz serena, aunque por dentro su corazón latía con fuerza.
Dogday: ¿Vas a tomarlas tú también? No... No quiero que pase lo mismo contigo... Te conozco, Catnap - murmuró, mirando a su amigo con ojos ansiosos.
Catnap dudó por un momento. No estaba seguro de si realmente quería volver a tomar las pastillas, pues el efecto en él eran lo opuesto. Las pastillas lo ayudaban a recordar flashes de su pasado, a veces era difícil saber si esos recuerdos eran fragmentos reales o construcciones de su mente. Sin embargo, no podía dejar que Dogday enfrentara solo todo esto.
Catnap: Lo haré, Dogday... Solo para poder estar bien, como tú - dijo finalmente, mirando a Dogday con una mezcla de tristeza y determinación.
Dogday: también tienes alucinaciones como yo? - preguntó algo confundido. Catnap jamás le había hablado sobre.
Catnap: a veces... - dijo en voz baja.
Con un esfuerzo, Catnap colocó el brazo de Dogday sobre sus hombros, ayudándole a caminar, mientras el viento parecía arremolinarse alrededor de ellos. Ahora, el ambiente era una carrera contra el tiempo para asegurarse de que Dogday pudiera estar bien. Los ecos de las alucinaciones de Dogday comenzaron a aumentar mientras avanzaban.
Una vez que Catnap logró llevar a Dogday a la habitación de los Smile Critters y vio cómo las pastillas comenzaban a hacer efecto, un suspiro de alivio escapó de sus labios. Dogday estaba comenzando a relajarse, sus ojos volvían a centrarse y la presión en su pecho parecía disminuir.
Aunque Dogday parecía mejorar, Catnap sabía que esos ecos oscuros seguirían atormentándolo a él también si no enfrentaba sus propios recuerdos. Dogday, con esfuerzo, se levantó del lugar donde Catnap lo había dejado, dispuesto a regresar al trabajo.
Dogday: ¿Crees que podré volver a cuidar a los niños... como antes? - Su voz era suave, llena de inseguridad, pero había una chispa de determinación.
Catnap observó a su amigo con una mezcla de tristeza y comprensión. Sabía que el trabajo en la guardería era lo que mantenía a Dogday anclado a algo más allá de sus propios temores. Su ayuda, su presencia constante, lo hacía sentir útil. Y aunque Catnap sabía que Dogday no podía simplemente "volver a la normalidad", también entendía que no podía detenerlo.
Catnap: Lo harás... solo cuídate, ¿de acuerdo? - respondió con una sonrisa suave, aunque el peso en su corazón no desaparecía. Estaba dispuesto a dejar que su amigo enfrentara la realidad, a pesar de lo difícil que era.
Con un último vistazo, Dogday se alejó, y Catnap lo vio adentrarse en la guardería. A medida que se alejaba, el sentimiento de soledad se apoderó de él. Aunque Dogday estaba en el lugar donde debía estar, la quietud del lugar en el que Catnap se encontraba solo le daba espacio para pensar en lo que realmente significaba estar bien. Necesitaba algo más que un escape temporal, algo que lo conectara con lo que había olvidado de su pasado.
Catnap se sentó sobre una piedra cerca de la entrada de la guardería, mirando al horizonte mientras las sombras se alargaban con el paso del tiempo. Cerró los ojos y, por un momento, trató de recordar. Pero los recuerdos nunca venían completos, solo destellos fugaces que se desvanecían antes de que pudiera comprenderlos por completo.
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Cuando Dogday se alejó hacia la guardería, Catnap se quedó en el mismo lugar, sin poder mover los ojos de la escena ante él. A lo lejos, veía cómo su amigo retomaba su puesto entre los niños, pero algo dentro de él no lograba relajarse. El peso en su pecho seguía allí, la sensación de que había algo más en su vida, algo que había olvidado por completo.
Sin pensarlo demasiado, Catnap se acercó a la pequeña mesa donde Dogday había dejado las píldoras. No lo había hecho antes, pero pensó que si estas podrían ayudar a su amigo, tal vez él también pudiera obtener algo de ellas. Después de todo, las pastillas habían logrado traer algo de claridad a Dogday en medio de sus momentos más oscuros. ¿Por qué no intentar lo mismo él?
Tomó una de las píldoras que quedaban en la botella, y las palabras de Dogday resonaron en su cabeza: "No quiero que pase lo mismo contigo..."
Catnap se las tragó sin pensarlo dos veces, con la esperanza de que al menos lo ayudarían a calmar su mente inquieta. No fue inmediato, pero al cabo de unos minutos, comenzó a sentir un leve cambio. Las sombras de su pasado, esos recuerdos fragmentados, empezaron a regresar en flashes distorsionados, como fragmentos perdidos en la niebla.
Recuerdos de un rostro familiar, sonrisas, un nombre que le costaba recordar. Era como si esas píldoras abrieran una pequeña ventana, pero lo que veía detrás era tan confuso, pero podía verlos con un poco de claridad. Pudo recordarse del nombre de su madre: Eva Grambell. Un leve dolor de cabeza comenzó a crecer en su frente. Estaba más cerca que nunca de recuperar algo real, aunque el esfuerzo lo dejaba agotado.
Catnap: mamá... - murmuró para sí mismo, sonrió con satisfacción, aunque él sentía que no era suficiente.
Lo que más le molestaba era la sensación de que algo importante estaba al alcance de su mano, pero se desvanecía y solo podía conseguir migajas de recuerdos. Miró al horizonte y respiró profundamente, tratando de calmarse. No quería caer en la desesperación, pero la necesidad de entender quién era, qué había perdido, lo estaba consumiendo poco a poco.
Por un momento, sintió una conexión con lo que había dejado atrás, como si esas píldoras pudieran ser su única clave para desentrañar los misterios de su pasado. Pero también sabía que no podía depender de ellas. Si continuaba de esta manera, terminaría como Dogday. Se volvería un adicto.
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El sol comenzaba a declinar, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados. Dentro de la guardería, se podían escuchar las risas de los niños que jugaban alrededor, bajo la atenta mirada de Dogday. Aunque la energía de los pequeños siempre le había traído alegría, algo en su interior le pedía un respiro.
Su cuerpo, acostumbrado a la rutina constante, le pedía descanso, pero su mente se negaba a ceder. Catnap, al notar la postura rígida de Dogday mientras supervisaba a los niños, se acercó con una sonrisa amable pero preocupada.
Catnap: Dogday, ¿por qué no tomas un descanso? Solo un rato, te lo prometo. Los niños están bien.
- negó con la cabeza, su mirada fija en los pequeños, como si no pudiera despegarse de ellos - Dogday: No puedo... Ellos me necesitan. Ya sabes cómo son las cosas... - Su voz tenía un tono agotado, aunque él intentaba disimularlo.
- suspiró y, con una expresión comprensiva, lo miró fijamente a los ojos - Catnap: Lo sé, pero también necesitas descansar. El estrés... sabes lo que pasa cuando te sobrecargas, Dogday. El estrés postraumático, los recuerdos...
Dogday: ya... Ya lo sé - puso una mano en su cien con algo de molestia.
Catnap: Necesitas tiempo para recargar energías. No puedes estar aquí todo el tiempo.
Dogday frunció el ceño, inquieto por las palabras de su amigo. ¿De verdad debía abandonar a los niños? Aunque lo intentaba negar, sabía que él tenía razón. El estrés constante lo había desgastado más de lo que quería admitir. Catnap, viendo la indecisión de su amigo, dio un paso más cerca y, con una sonrisa que denotaba ternura, le puso una mano en el hombro.
Catnap: Déjalos a cargo de Bubba, por hoy, los demás Smile Critters pueden ayudar también, este es un buen momento para descansar. Todos necesitamos un descanso de vez en cuando.
Dogday respiró profundamente, mirando hacia los niños que jugaban despreocupados. Una pequeña parte de él quería quedarse con ellos, pero la otra sabía que, para poder seguir cuidándolos adecuadamente, necesitaba recuperarse. Finalmente, tras unos segundos de reflexión, suspiró, aceptando la idea.
Dogday: Está bien, Catnap... pero solo por un rato - lo miró con seriedad.
- sonrió, aliviado por su aceptación - Catnap: Lo prometo. Solo un momento, voy a pedirle a los demás que cuiden de ellos mientras tanto.
Con esa seguridad, Catnap se dirigió a los otros Smile Critters, que estaban cerca, para pedirles amablemente que se encargaran de los niños mientras Dogday descansaba. Bubba, siempre dispuesto a ayudar, asumió rápidamente el papel de líder temporal, organizando a los pequeños con una sonrisa traviesa.
Catnap: Bubba, por favor, organiza un poco. Dogday necesita un descanso. Solo asegúrate de que todo vaya bien.
Bubba asintió y, con su actitud relajada pero eficiente, comenzó a supervisar el juego de los niños. Catnap, al ver que todo estaba bajo control, se volvió hacia Dogday, quien aún parecía reacio, pero más relajado al saber que los niños estaban en buenas manos.
Catnap: Ven, vamos a tomar un pequeño paseo. Necesitas despejarte. Y mientras caminamos, ¿qué tal si hablamos un poco? Sin trabajo, sin preocupaciones.
Dogday lo miró y, por primera vez en el día, una pequeña chispa de relajación apareció en sus ojos. Asintió lentamente, dejándose llevar por el gesto amable de su amigo.
Dogday: Solo un rato, Catnap. Solo un rato... - suspiró cediendo a lo que Catnap le pedía.
Mientras caminaban alejándose del bullicio de la guardería, Dogday no podía evitar sentirse agradecido por esos momentos, aunque eran raros. Aquella sensación de estar cerca de Catnap, de poder descansar, lo llenaba de una calma que había olvidado cómo se sentía. A pesar de su reticencia inicial, Dogday ya comenzaba a entender la importancia de esos pequeños descansos... y tal vez, algo más que empezaba a crecer en su interior.
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