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28| Déjame ir

(LEER NOTA DEL FINAL)
ADVERTENCIA: capítulo largo, contenido explícito, menciones de agresiones físicas y sangre. Se pide discreción.




Los segundos que mantuvieron sus frentes pegadas una a la otra se hubiesen sentido una eternidad en cualquier otra circunstancia. Hubiese sido un momento perfecto, quizá hubiesen confesado más de lo que querían y habrían entregado todos su sentimientos más profundos entre ellos. ¿Acaso era posible ser feliz? Se hubiese preguntado Adhara mientras se acercaba cada vez más al cuerpo de James y se perdía en aquellos orbes castaños que brillaban con los últimos rayos de sol. Quizá estoy realmente enamorado, hubiese pensado James sonriendo como un tonto y quitándole el cabello de la cara a Adhara para poder llenar sus mejillas de besos. Si no fuera por el "quizá".

James no se alejó ni un centímetro de Adhara sino que la acercó más a él, agarrando su mano con necesidad apenas escuchó los gritos de Draco. Provenían de alguna parte de la casa, seguramente de la sala o entrada porque fue escuchado hasta el jardín. A Adhara le tomó más tiempo procesar que su padre estaba en peligro, no podía entender con claridad que era lo que intentaba decir, pero cuando su padre comenzó a gritar su nombre se soltó del agarre de James y corrió en su búsqueda.

—¡Adhara espera!—él la siguió, intentando detenerla pero no conocía la casa de la joven y después de un par de vueltas la perdió de vista.

—¡Papá!—gritaba Adhara por los pasillos de la casa dejando cada una de las puertas abiertas buscando a Draco—¡Papá! ¡¿Dónde estás?!

—¡Adhara!—gritaba su padre al unísono. Había ido a buscarla al jardín pero cuando llegó solo logró ver a James Potter correr solo dentro de la casa. Draco había pensado lo peor, intentaba alertar a su hija del peligro inminente y creyó haber llegado muy tarde.

De pronto Adhara se detuvo justo frente la puerta de uno de los salones sin uso de la casa. Ella recordaba que solía estar lleno de personas bailando cada año nuevo y a veces cuando estaba vacío solo se encontraban su madre y padre bailando lentamente al compás de la música. Sin pensarlo entró, pero no cerró la puerta al hacerlo. Estaba vacío a excepción de un par de sillones y estanterías, pero lleno de energía y podía sentirlo. No era nada bueno, no se sentía para nada bien, pero Adhara no podía detenerse, se sentía hipnotizada y no le gustaba en lo absoluto. Estaba segura que algo oscuro estaba pasando o pasaría en cualquier momento, pero luego de esperar, nada pasó y solo sintió los brazos de su padre abrazarla desde la espalda.

—¡¿Dónde te metiste?! ¡He estado buscándote como loco por cada rincón de la casa!

—Emm...yo estaba buscándote a ti—le dijo Adhara devolviéndole al abrazo luego de unos segundos aún confundida con la energía de la habitación.

—Aquí estoy, ahora vamos—dijo tomándola de la mano y sacándola de alli.

Adhara dejó que su padre la guiara pero cuando notó que estaban abandonando la casa se jaló de su agarre y se detuvo rotundamente—No—le dijo sabiendo que su padre estaba escapando.

—Escúchame Adhara—dijo Draco intranquilo dejando salir un gran suspiro—No podemos quedarnos acá y sabes muy bien porque.

—Claro que podemos. ¡Claro que debo! Tú más que nadie sabes que quiero terminar con esto lo antes posible—lo interrumpió—¿Acaso no lo sentiste?—le preguntó acerca de aquella extraña energía luego de ver que su padre no estaba colaborando. Draco asintió—¡Entonces sabes que llegó la hora!—gritó Adhara intentando hacer entender a su padre.

Draco solo negaba con su cabeza. Sabía que una de las probabilidades del término de la batalla era cargar en sus brazos el cuerpo inerte de su hija pero no quería aceptarlo, no podía aunque debía. Un remezón se sintió por las paredes de la casa y Adhara pensó en marcharse sabiendo que esa no era una opción viable, pero estaba muerta de miedo, nunca creyó realmente que el momento llegaría y se aferró a su padre con todas sus fuerzas, demostrándole cuanto lo amaba y apreciaba todo lo que había hecho por ella. Porque quizá esos cortos segundos serían los últimos momentos junto a él y ya había perdido mucho tiempo escondida en su habitación.

Scorpius aún deambulaba por la casa buscando a su familia. Había sacado a todos del lugar, menos a James a quien no pudo encontrar en ninguna parte, y ahora era él quien estaba perdido, sin poder encontrar a su padre y hermana y luego de pensarlo unos segundos decidió salir también de la casa ya que había una posibilidad de que su hermana había pensado lo mismo que él. Pero los vio justo en la entrada abrazados y Scorpius no entendía por qué no salían de una vez.

—¡¿Qué creen que hacen?! ¡Larguémonos!—gritó luego de que la casa volviese a temblar

Adhara y Draco se soltaron del abrazo y su padre volvió a repetir—Déjame ayudarte.

—No—lo interrumpió—sabes que debo hacer esto sola.

—¿Pero de que demonios están hablando? ¡Nos vamos, ahora!—gritó Scorpius furioso y confundido por la actitud de su hermana.

—Ay Scor—se lamentó Adhara—debí haberte contado todo cuando aún había tiempo.

—Albus ya me lo dijo. Y honestamente no me importa que no me lo hayas contado, era tu decisión y la entiendo, pero ahora tenemos que salir de aquí.

Adhara dejó salir un gran suspiro y posó ambas palmas en los hombros de su hermano—¿Qué voy a hacer contigo y tú alma tan linda?

—Ya te dije lo que vamos a hacer. Tenemos que salir de aquí—dijo Scorpius aún en negación tomando a su hermana de la mano y comenzando a tirar de ella.

Su padre quien aún tenía un par de lagrimas en sus ojos intentó detener a su hijo quien controlaba de maravilla sus ganas de largarse a llorar. Hace menos de un año había perdido a una de las personas más importantes en su vida y ahora Adhara quería sacrificar su propia vida. Él no iba a dejar que eso pasara.

—No...por favor—comenzó a sollozar.

Adhara se soltó de su agarre cuando Draco abrazó a su hijo que lloraba desconsoladamente y se acercó a ellos para compartir aquel momento. Pero no dejó que durara, tenía que terminar con aquel asunto en ese mismo instante. Del bolsillo de su padre tomó su varita y antes de que lo notaran salió corriendo al segundo piso directamente al salón vacío. Adhara podía escuchar los gritos de Scorpius y los pasos de su padre siguiéndola de cerca, pero no podía dejar que eso pasara y aceleró su marcha lo más que podía. Esta vez, cuando entró al salón, cerró la puerta tras de ella y rápidamente comenzó a mover los sillones para tapar la entrada y luego de que estuviera bien asegurada comenzó a correr los estantes con todas sus fuerzas.

—¡¿Adhara que demonios estás haciendo?!—escuchó a su padre gritar enojado a través de la puerta—¡Abre ya!

Perdóname papá, pensó.

James, quien aún no salía de la casa escuchó los gritos desgarradores de Scorpius y no pudo evitar seguirlos hasta el segundo piso.

—Adhara escúchame—vio a Scorpius hablándole a la puerta y golpeando esta misma con sus propias manos—vas a salir de ahí ahora mismo y vamos a hacer esto juntos.

—¡No, váyanse de aquí!

—¡Papá hazla entrar en razón por favor!—gritó desesperado, hasta que topó su vista con James quien miraba la escena más confundido que nunca—¡Tú!—le dijo luego de que Draco quedara en silencio con su cabeza y hombros apoyados en la pared de la habitación con ambas palmas cubriendo su triste semblante—Habla con ella. Tienes que sacarla de allí...por favor—le rogó Scorpius, sabiendo que en esos momentos James tenía una gran chance de cambiar el pensamiento de Adhara.

James se acercó a la puerta dispuesto hablar pero nada salía de sus labios. ¿Adhara iba a morir? Se preguntaba mientras posaba su mano en la manilla de la puerta la cual obviamente no se abrió. Comenzó a tirar desesperado con las palabras atascadas en su garganta implorándole salir.

—Adhara—dijo de repente—¿Qué está pasando?—preguntó aguantándose las lágrimas sabiendo muy bien la respuesta.

—Me llegó la hora James.

—No seas tonta—le dijo rápidamente—abre la puerta para que vayamos a buscar ayuda y cuando todo esto se acabe te invito a un helado de esos que te gustan. Y no puedes decir que no porque es mi cumpleaños.

Adhara río suavemente desde el otro lado de la puerta, hasta en esos momentos James era capaz de hacerla sonreír, de hacerla brillar—Sabes que me encantaría...pero ahora te tienes que ir—le dijo sintiendo aquella energía cada vez más potente.

—Ya te dije que no. Podemos ir a buscar a mi padre y a los aurores para que se encarguen de esto—dijo enojado—No me voy a ir hasta que salgas por esa puerta...porque me importas, te quiero y no quiero que nada te pase—soltó de repente.

—James...

—¿Quieres que lo diga?—le preguntó James, sabiendo que aquella respuesta podía cambiar el pensamiento de Adhara.

—James...

—Te amo—dijo luego de dejar salir un sollozo. Ya poco le importaba que que Draco y Scorpius estuvieran allí, estaba casi completamente seguro de que no volvería a ver a Adhara y no podía guardarse esos sentimientos para si—No se como es posible sentirse así en tan poco tiempo, mucho menos después de odiarnos de por vida y maldecir nuestros nombres luego de una absurda pelea sin sentido. Pero lo siento y no lo digo para que salgas, lo digo porque es lo que siento y ya no puedo guardármelo sabiendo que estás encerrada ahí dentro y esta pueda ser la última vez que escuche tu molesta voz—le explicó—Y no necesito que lo digas de vuelta a menos que lo sientas...solo, sal ya—por unos instantes James guardó silencio esperando que Adhara dijera algo, pero nada—Por favor Adhara, no quiero extrañarte el resto de mi vida...

Adhara había quedado paralizada con las lágrimas cayendo por sus mejillas dejando marcas que necesitaba borrar con ansias. Estaba enojada con el universo y comenzó a llorar desconsoladamente cuando sintió la presencia de alguien a sus espaldas. James acababa de confesarle que la amaba, y, aunque sonara estupido, Adhara sabía que ella le correspondía. Sus manos se dirigieron a la última estantería que cubría la entrada y quería quitarla del camino, pero no podía. Ahora iba a morir...

—James...

—¡Sal ya, por favor!—gritó desesperado.

James no recibió respuesta por unos segundos y finalmente apoyó su cabeza en la puerta dejando salir todos esos sentimientos que tenía dentro de si.

—James, déjame ir—le suplicó Adhara, sin poder aguantarse las lágrimas.

—¡No puedo! ¿Acaso no recuerdas que esta misma tarde te juré no dejarte ir jamás? No me pidas eso, rubia.

—Déjame ir...por favor.

—No, Adhara. Te amo, por favor no me hagas esto...

Adhara escuchaba a James repetir aquellas palabras sin detenerse y tuvo que alejarse de la puerta para ya no escucharlas tan fuerte. No era capaz de controlarse y tenía unas ganas inimaginables de abrazarlo tan fuerte hasta que ya no pudiesen respirar. Pero ya había tomado su decisión y aunque le hubiese gustado contestarle a la declaración de James se detuvo por segunda vez y le dio la espalda a la puerta, esta vez fijando su vista en la ventana rota de la habitación.

Las plegarias de James la mantuvieron tan concentrada en su voz que no fue capaz de escuchar los vidrios rotos. No quería seguir inspeccionando la habitación con la vista porque aunque estuviera lista para morir aún no quería. Pero lo hizo y se topó con aquel hombre que había visto solo en sus sueños...en sus pesadillas, de pie examinando desde sus talones a la cabeza. A Zachariah le tomó un instante saber que Adhara era la muchacha que el estaba esperando. Rubia, alta y con el semblante más asustadizo que el había visto jamás. Sus facciones podían no ser tan notorias porque era igual a cualquier Greengrass que el hubiese conocido, pero aquella cobardía que veía en sus ojos la delataba. Era toda una Malfoy.

Zachariah andaba por la habitación con una sonrisa socarrona pegada en su cara. No estaba feliz, no aún, aún necesitaba cobrar su venganza con los Malfoy y su pertenencia estaba justo de pie frente a él.

Adhara lo podría haber descrito como un hombre de alta estatura y podía jurar que había sido extremadamente guapo. Pero ahora estaba lleno de cicatrices en su cara, probablemente debido al último enfrentamiento antes de su muerte. Parecía joven, seguramente vivió una corta vida, pensó Adhara. "Tal como yo"

—Bonita—dijo Zachariah despacio sin acercarse un paso a la joven—Es una pena que tenga que matarte.

Adhara había comenzado a temblar con solo escuchar las asquerosas palabras que salían de la boca de Zachariah. No tenía un plan y ni siquiera pudo despedirse correctamente de su padre, de Scorpius, Annie, Aaron, Katherine, Albus, Lily...James.

—¿Y qué estás esperando?—espetó Adhara dejando sorprendido a Zachariah y a ella misma por aquel acto de valentía—Mátame y ya.

Él dejó salir una pequeña risa que llenó a Adhara de escalofríos, era aterradora, pero el contexto de la situación no ayudaba—¿No quieres jugar primero?

Adhara fue incapaz de responderle cuando escuchó un sonido provenir de su espalda y no eran los muebles de la barricada moviéndose, así que alguien había aparecido en la habitación. Cuando volvió a girar su cuerpo para ver que era quedó inmóvil y se topó con quien ella jamás hubiese pensado. Zara estaba ahí, deambulando por la habitación como si nada pasara.

Aunque cuando entraron a Hogwarts su amistad había comenzado a desvanecerse, Adhara nunca creyó que Zara podría ser capaz de hacer algo así. Sí, era un poco frívola y eso no era cuestionable, pero siempre se consideraban familia (al menos Adhara eso creía) y aquella traición que no había visto venir la golpeó fuertemente en el centro de su pecho.

—¿Cómo pudiste?—preguntó hablando entre dientes sabiendo muy bien que es lo que Zara hacía allí. Ella había sido la encargada de matar a Cynthia y Talia y estuvo todo el tiempo frente sus narices y ella había estado culpando a Fred.

—No fue por ti...bueno, en realidad si.

—Mataste a Cynthia...¡Mataste a Talia!—exclamó Adhara aún en estado de shock.

—Corrección, solo maté a Cynthia. Tenías razón acerca de Fred...y nadie creía en ti. Una pena—se burló sin darle tiempo a Adhara de digerir la información. Fred si había tenido que ver y probablemente aquella afirmación moriría con ella—Ahora siéntate—dijo demandante usando su varita y acercando una de las sillas que estaban en la barricada de la puerta y con otro movimiento de varita obligó a Adhara a sentarse.

Era obvio que no le importaba en absoluto no poder hacer magia fuera de Hogwarts, pero Adhara también sabía que esta era la primera vez que lo hacía.

—Aquí está tu juego—dijo Zachariah sonriente apoyando su espalda en la pared de la habitación y jugando con lo que parecía su varita. Adhara no sabia para quien iba ese comentario, pero seguramente Zara se divertiría bastante con lo que seguía.

De pronto una bofetada impactó su mejilla derecha y antes de que Adhara pudiese reaccionar o defenderse Zara la agarró de los cabellos fuertemente y pegó sus frentes una a la otra—Ahora me vas a escuchar porque tengo un par de cosas que contarte—la soltó bruscamente y Adhara golpeó su nuca con el respaldo de la silla.

Adhara no podía sentir, pero seguramente sangraba, había sido un golpe duro y fuerte que hasta le había nublado la vista por algunos segundos.

—Tú misma cavaste tu propia tumba, querida Dhara.

—¿Qué fue lo que te hice para que me trataras de esta forma? ¡No me merezco tal deslealtad!

—¡Tú eres la causante de todo lo que pasa a tu alrededor! ¿Acaso crees que si yo no tuviese motivos para ayudar a este patético hombre a matarte lo estaría haciendo?

—Pues al menos me merezco una explicación.

—Si así lo quieres—dijo luego de tomar asiento en el suelo frente a Adhara, de espaldas a la puerta, en completa desventaja—¿Alguna vez te preguntaste que es lo que verías en el espejo de Oesed?

Adhara había escuchado alguna vez a Albus hablar de ese espejo. Su padre lo había encontrado en uno de los salones perdidos de Hogwarts cuando era un niño pero nunca más lo volvió a ver. Se supone que te mostraba tu deseo más añorado, perteneciente a lo más profundo de tu corazón.

—No—respondió secamente.

—Yo si—le dijo Zara sin importarle lo desinteresada que estaba Adhara en la conversación—Siempre pensé que me vería a mi misma siendo la cabeza de mi familia, una burguesa extravagante, incluso quizá ministra de magia...o algo.

—¿Y cómo estás tan segura que eso es lo que quieres?

—Lo comprobé—le dijo luego de ponerse de pie—Resulta que aquel espejo nunca salió de Hogwarts. Pero me encontré que no tenía idea de lo que más deseaba. Ni te imaginas lo que vi—río—Yo tampoco lo podía creer. En parte no quería creerlo, mucho menos cuando pasé los últimos cinco años molestándola cada vez que se me daba la oportunidad.

—¿Y ahora de que mierda estás hablando?

—Talia—dijo enojada por aquel atrevimiento de Adhara sacando rápidamente una pequeña daga de su cinturón y clavándola suavemente en su cuello dejando caer un hilo de sangre cada vez que presionaba con más fuerza—De eso estoy hablando—cuando vio que la sangre de Adhara corría por el filo de la daga la dejó caer al suelo.

Adhara no entendía cual era el propósito de Talia en esa conversacion. Quizá Zara necesitaba desconcentrarla para que Zachariah (a quien Adhara había olvidado por completo) lograra su cometido, o quizá sólo intentaba jugar con su manipulable mente.

—¿Acaso aún no lo entiendes?—se burló Zara en la cara de Adhara—Pensé que eras más inteligente.

—¡No hay nada que entender! Solo estás jugando conmigo.

—¡SI NO TE HUBIERAS ENTROMETIDO TALIA SEGUIRÍA CON VIDA!

—Nada de esto es mi culpa...—susurró Adhara intentando convencerse a si misma. Esto solo había caído en su regazo y ahora tenía que lidiar con gente loca.

—Si nunca hubieras amado a Talia tanto como a tu propia familia ella no estaría muerta...¡Yo no tendría que haberla mandado a matar! Pero tengo que admitir que el iluso de Fred hizo un trabajo decente. Llevábamos siguiéndola por meses desde que se fue de Hogwarts, ¡hasta hechizamos a Dominique para que hiciera nuestra búsqueda! No te doy más detalles porque tampoco quiero recordarlos...yo en realidad no quería que muriera.

Confusión era lo único que pasaba por la cabeza de Adhara, la inquietante actitud de Zara la tenía así. Aún no comprendía lo que Zara trataba de decir, pero sabía que le caería como un balde de agua fría.

—Oye—dijo la rubia un poco más calmada—voy a necesitar que expliques mejor porque no estamos llegando a ninguna parte.

Zara se giró para poder mirar fijamente a Adhara y se acercó. Y aunque le había hecho cosas terribles (y venían peores) sabía que podía confiar plenamente en ella.

—Yo era la de las cartas—confesó y sorprendió completamente a Adhara—No Albus ni Aaron...yo.

—¿Qué?—fue lo único que Adhara pudo formular.

—Suena tonto, lo sé.

¡Pero por supuesto que suena tonto! Pensó Adhara. Los primeros recuerdos que tenía de su amistad con Talia era ella defendiéndola de Zara quien se disponía a insultarla cada vez que tenía oportunidad. Así que Adhara pensó que se trataba de una desesperada opción para manipularla y ahora solo quería salir con vida de esa habitación.

—Oye, Zara. Ayúdame a salir—le pidió despacio, intentando que Zachariah (quien seguía con su completa atención en su varita) no escuchara.

—Aunque quisiese, ya es muy tarde.

En ese momento Zachariah desapareció de la habitación y Adhara sabía que no podía vencerlo, pero estaba segura de que podría darle una gran pelea a Zara. Así que la golpeó en el pecho con su pie y la empujó lejos, tomó la varita de su bolsillo que nadie había pensado en quitarle y la apuntó directamente a Zara. Pero la morena arremetió contra ella y su varita salió disparada de su mano y Adhara quedó recostada en el suelo con Zara sentada en su regazo intentando golpearla en la cara.

Lo único que Adhara podía hacer era contenerla y esquivar cada golpe errado de Zara. Pero a su mente llegó la daga que Zara había usado para dejarle un corte en el cuello y con sus piernas intentó cambiar de posiciones para poder ponerse de pie e ir a recogerla del suelo, donde Zara la había dejado. Pero Zara, tal como Adhara, se puso de pie y volvió a empujarla hacia el suelo, pero esta vez Adhara había sido más rápida y la volteó para quedar sobre ella y darle un golpe duro en la cara que la dejaría adolorida hasta el punto de quedarse quieta unos momentos y eso le daría tiempo para ir en busca de la daga.

En esos momentos Adhara se arrepentía completamente de su decisión. Porque ya no quería morir, y necesitaría ayuda para salir con vida.

(...)

Draco aún mantenía su cabeza y hombros apoyados en aquella pared, intentando escuchar algo, lo más mínimo, pero nada. Era un silencio desgarrador que lo carcomía por dentro. No tenía su varita, y no podía ayudar a su hija de ninguna manera. Él creía que le había fallado.

—¿Qué mierda seguimos haciendo acá?—preguntó Scorpius alertando a su padre por aquel lenguaje, pero aquel no era momento de un reproche.

—¿Y qué quieres que hagamos?—le respondió James, derrotado, quien no despejaba sus manos de la puerta.

—¡Aún podemos ir a buscar ayuda! Se están comportando como dos imbeciles—dijo para luego salir corriendo por los pasillos de la casa.

Scorpius sabía que debía hacer algo, pero aún era un niño, un niño que no podía hacer magia y quien no sabría como derrotar a un enemigo que llevaba siglos persiguiendo a su familia. Tampoco sabía cómo pedir ayuda, pero conocía a alguien quien estaba entrenado para aquello.

—¡Albus!—le gritó cuando llegó al jardín y los vio y escuchó como gritaban sus amigos.

—¡Scor! ¿Qué está pasando? ¿Donde está Adhara?—lo intervino Annie antes de que pudiera hablar con Albus.

—Necesita ayuda—se dirigió a Albus—Ya sabes que hacer.

Todos giraron para mirarlo, y Albus se sonrojó terriblemente.

—No creo que pueda...

—¡Sólo hazlo!—gritaron Annie y Aaron al unísono sin saber a lo que Scorpius de refería, pero confiando plena y ciegamente en su primo.

Albus comenzó a respirar hondo para luego cerrar sus ojos y poder concentrarse en aquel recuerdo que siempre lo perseguía. Para cuando abrió los ojos, sacó su varita del bolsillo del pantalón, y pronunció aquellas dos palabras un caballo majestuoso, de hermosa melena y grandes patas emergió de su varita y Albus le pidió que fuera por ayuda, específicamente a buscar a su padre.

Annie, Aaron, Katherine y Lily habían quedado anonadados observando como aquel patronus cabalgaba por los aires dirigiéndose a toda velocidad a la casa de los Potter. Jamás habían visto a Albus hacer algo como eso, y jamás hubiesen pensado que sería capaz de crear uno a esta edad.

—Papá me enseñó el año pasado—explicó dejando salir una pequeña sonrisa.

—¡Eres la persona más genial que haya conocido!—dijo Katherine demasiado entusiasmada con aquel patronus como para acordarse de la situación deprimente de Adhara.

—¿En cuanto tiempo crees que llegue papá?—preguntó Lily, afirmándose del brazo de su hermano—Espera, ¿donde está James?

Por el susto del momento, ni Albus ni Lily se habían detenido a pensar en el paradero de su hermano y ahora que la duda había salido de la boca de Lily, Albus se encontraba en la necesidad de ir en su búsqueda.

—Está a salvo...pero no se por cuánto tiempo más.

Scorpius volvió su marcha al interior de la casa, esta vez seguido de cerca por sus primos y amigos quienes, aunque se sentían mucho más a salvo en los jardines, tenían la certeza de que podrían ser de ayuda.

—Tú quédate acá—le dijo Albus a Lily cuando comenzó a seguirlo.

—¿Qué?

—Solo tienes 12 años...escúchame y hazme caso. Espera a papá y así podrás guiarlo a nosotros, ¿está bien?

Lily asintió, no muy convencida y un poco enfurecida de que su hermano no creyera en ella. Pero entendía totalmente, aún le faltaban muchas cosas que aprender y en vez de ayudar sería una molestia. Así que volvió a los inicios del jardín a esperar a su padre y al grupo de aurores que no tardaban en llegar y observó cómo su hermano seguía por detrás al grupo deseando que que la suerte estuviera de su lado.

Scorpius lideraba al grupo quienes caminaban por los pasillos de la casa pero se detuvo abruptamente cuando comenzó a escuchar gritos desgarradores provenientes del salón y llegó a la esquina del pasillo y vio a su padre tirado en el suelo y a James con los ojos cerrados apoyado en la pared. Lo más sorprendente fue encontrarse con ambas puertas del salón abiertas a más no poder y a Adhara peleando casi a muerte con Zara.

¿Qué hace Zara aquí? Pensó Scorpius. Pero Annie y Katherine sabían exactamente lo que pasaba. Zara había sido la encargada de traer a Zachariah devuelta a la vida y no estaban para nada sorprendidas.

Annie quiso entrar a ayudar a Adhara, pero una fuerte ventisca la detuvo y la envió hacia atrás.

Adhara y Zara no habían notado que la puerta se había abierto y aún luchaban para arrancar de los brazos de la otra, pero no fue hasta que Adhara logró arrastrarse por el suelo y tomar la daga que Zachariah volvió al salón y esta vez acompañado.

—¡Niñas bobas! Peleando por su amiga muerta cuando el verdadero culpable estaba escondido en las paredes de su casa—dijo apuntando a Fred quien venía detrás de él con el semblante asustado—¿Qué haremos contigo?—preguntó sacando un gran cuchillo de sus cinturón. Luego miró directamente a los ojos de Adhara que si no fuese porque era humana, estarían rojos de la furia—Lo tengo—comentó posicionándose por detrás de Fred—Venganza—dijo casi leyendo la mente de Adhara y de un solo corte en el cuello lo asesino frente a la atenta mirada de la rubia quien no sabía como es que aún no perdía la cordura.













Hola
No se olviden de dejar su voto ;)
Y esta vez voy a pedir 20 votos para el siguiente capítulo 🤪

Parece que matar a los Fred es algo propio del universo de Harry Potter 😭✋🏻
Ya solo queda un capítulo (largo) y el epílogo (y uno que otro extra) y llegamos al esperado final de esta historia. No se si reír o llorar.
¿Que creen que va a pasar? ¿Creen que muere Adhara? ¿Creen que gana Zachariah?

En otras noticias acabo de publicar un tiktok con spoilers de este capítulo así que corran a verlo :) @eclwards

nos vemos en el cap final

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