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26| Prueba irrefutable

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Una vez que el caos comenzó a apagarse, la boda tomó lugar y por arte de magia una brisa de verano y un cálido olor a flores llenó el interior de la carpa. Todos bailaban y bebían como si fuera el fin del mundo sin saber que, para Adhara, lo era. Comenzaba a hartarse de pretender que estaba bien, cuando todas su conversaciones y pensamientos acababan con su inaplazable y esperada muerte. No le tenía miedo a la muerte, eso lo había dicho muchas veces, pero no estaba preparada. No estaba lista para dejar este mundo y unirse a su madre.

Incluso en los momentos más serios intentaba bromear al respecto. No quería parecer débil, pero sabía que no era la mujer más fuerte y valiente, por eso no estaba en Gryffindor. Y quizá también porque por sus venas corría la sangre de los Malfoy. Procuraba no culpar a su familia por su destino, pero ¿cómo no? Pretendía que no le dolía formar para de aquella familia que en algún momento fue tan retorcida, es más, una mínima parte de ella aún lo era. Pero no era algo que ella pudiese controlar. Era su destino estar en la gloria y en la miseria al mismo tiempo. Ella formaba parte del azar de la vida, y aquella tenía que acabar en algún momento. Después de todo, el fin es inevitable.

Gracias a Merlin que su desventura no era contagiosa y así podía observar a los demás divertirse. Draco bailaba con Luna, no muy dichoso. Teddy y Victoire saludaban mesa en mesa a los invitados. Molly lloraba y se sonaba con los pañuelos y Albus le daba unas palmaditas en la espalda. Lily, Hugo y Scorpius se escondían debajo de las mesas para asustar a los adultos. Louis y Dominique se reían de Fred y James que habían sido forzados por sus madres a bailar en el centro de la pista y Adhara, acompañada por Roxanne, estaba comiendo pastel sentada en una de las últimas mesas del lugar., con su mente en el futuro y sus ojos en el presente.

—Odio el pastel de fresas—dijo Roxanne.

—¿Y por qué te lo comes?—preguntó Adhara, notando la presencia de la morena, sin prestarle mucha atención.

—Porque solo tengo dos opciones: comer este pastel de fresas o las tartas de calabaza de mi mamá, y déjame decirte que no son tan deliciosas como suenan.

Adhara sonrió pensando en aquella tarta que nunca había probado y que quizá nunca entraría a su boca.

«Porque te vas a morir»

«Ja Ja. Eres muy graciosa consciencia»

—Mejor me voy—dijo Roxanne notando la incomodidad de Adhara—Antes de que llegue mi padre y me obligue a bailar la cucaracha. O que mi madre venga a preguntarme por el extraño comportamiento de mi hermano. Ninguna de las dos serían buenas para mi salud mental.

Adhara se mentuvo sentada en aquel rincón aún observando el lugar que parecía cada vez más grande, y había pensado en ir a saludar a Dominique, la única de aquella familia que no la irritaba de vez en cuando. Hasta que vió a James caminar directamente hacia ella. Quiso ponerse de pie y esconderse debajo de la falda de Molly porque aún recordaba la última vez que habían hablado. En el tren, devuelta a la estación. Con su mano en su hombro y la calidez de su palma en su piel desnuda...

—Demonios.

—Ven, Malfoy. Baila conmigo—demandó el joven, tomándola suavemente del brazo y tironeándola hasta que se puso de pie.

—¿Qué?—preguntó Adhara cuando ya se encontraba moviéndose de un lado a otro.

—Mi mamá me obligará a bailar con ella otra vez, ya no quiero que me pise mis piecitos.

—¿Por qué no mejor bailas con Fred, Potter?

—No veo que te quejes mucho al respecto, y Fred actúa extraño, no quiero que vomite en mi traje mientras le doy una vuelta—dijo James mirando hacia otra parte que no fuese su cara.

—Aún no he empezado a quejarme. Sabes que puedo ser muy molesta.

Adhara sentía el calor subir a sus mejillas y a las palmas de sus manos. No podía culparse. Tenía dieciséis, obviamente tendría sentimientos irracionales. Mucho más cuando James tarareaba por lo que parecía una eternidad la tonta canción que sonaba por toda la carpa.

—¿Por qué no bailas con Lily? Así puedo marcharme...

—No. Lily no está.

—¿Y tú novia?—preguntó Adhara sin pensar, luego negó lentamente con la cabeza arrepentida.

—No tengo—dijo simplemente James—Terminó conmigo hace unos días.

Adhara no sabía que decirle, porque mentiría si dijera que lo sentía. Bonnie era un rayo de luz, pero James y ella nunca congeniarían del todo y Adhara se sentía de alguna manera, feliz. Y, aunque quisiese saber las razones de aquel término, prefiero guardarse sus preguntas para otra ocasión menos incómoda.

—Que pena—dijo luego de pisarle el pie con el tacón de su zapato—Ups. Parece que tu madre y yo no somos tan buenas bailarinas—se excusó intentando librarse del suave agarre de James, pero este no la dejó.

—Que pena—la imitó, también pisando su pie cuando daba una vuelta y casi cayendo de golpe al suelo—Debería darte clases de baile en ese entonces.

¿Desde cuando dejaba que James Potter siguiera su juego? Pensó Adhara.

Durante todo ese año no hubo oportunidad en la que James no se defendiera, pero eso no pasaba cuando eran más jóvenes. Durante tercer y cuarto año nunca había perdido una pelea o trampa de Potter. Pero luego fue blanda y en realidad ya no le interesaba ganar. Solo quería jugar. Solo quería jugar con él. Y ese fue el verdadero momento en el que Adhara reaccionó. Los sentimientos románticos no podían llegar de la nada, mucho menos durante un corto periodo de tiempo. Pero sus sentimientos por James no aparecieron de la noche a la mañana. Siempre estuvieron ahí, escondidos en alguna parte de su cuerpo, mente y corazón. Cada vez que se metía con el para llamar su atención. Cada insulto que no decía enserio. Todas las veces que preguntaba por él a Albus y todas las veces que hablaba de él con Lily.

No eran sentimientos irracionales. No podían ser.

James no era un mal tipo, incluso cuando lo parecía...no lo era. Lo quería, y mucho. No podía parar de pensar en él incluso cuando no estaba involucrado en la situación.

¿Cómo se sabe cuando uno está enamorado? Le había preguntado a su padre más temprano en la mañana. Ahí estaba su prueba irrefutable, con James pisándole los pies al bailar y tarareando la canción que sonaba del gigantesco toca disco. No quería admitirlo, porque sabía que quizá él no sintiera lo mismo. Pero cómo culparlo, ¿quien podría amarla sabiendo su retorcida vida?

Así que hizo algo de lo que no estaba muy orgullosa, algo de lo que se arrepentiría en unos segundos. Dejó de bailar y James no la detuvo. Se mantuvo quieta, esperando una señal que la parara. Pero nada. Así que sin mucho esfuerzo y rápidamente juntó sus labios por primera vez (la fiesta de gryffindor no contaba) y se sentía maravilloso. Ni siquiera supo cuándo sus manos dejaron sus hombros y subieron a su cuello y la música de fondo desaparecía. Parecía casi perfecto, salido de un cuento de hadas.

Pero no. No podía ser todo perfecto, mucho menos cuando estaba—probablemente—pasando la mayor vergüenza de su vida. ¡Su padre estaba mirándolos! ¡Su ídola estaba viéndolos! ¡Hasta el mismísimo Harry Potter estaba presenciando la escena! Así que lo empujó y se quedaron viendo a los ojos por un tiempo mucho más largo de lo que a Adhara le hubiese gustado.

—No—le dijo—Esto no pasó. Me voy a buscar a Dominique—siguió, dándose la vuelta y chocando con la bandeja de uno de los meseros.

Ahogó su grito en la garganta cuando el líquido de la copa salió disparado a su cara.

"Lo siento" vió como el mesero se disculpaba, Adhara solo pudo decirle "Está bien" le quitó aquel paño de su brazo y limpio su cara aún con los presentes mirándola.

«Mantente erguida, no te veas débil»

—Gracias—le dijo al chico luego de limpiarse la cara y devolverle el paño manchado con vino y salió de la carpa caminando lentamente intentando hacerse invisible en el camino.

James en cambio se quedó quieto, sin saber que decir o hacer. Nunca pensó que Adhara sería la encargada de dar el primer paso, mucho menos en el medio de una fiesta.

—¿Es mi idea, o Adhara acaba de besarte?

—Así parece—dijo James e intentó ir a buscarla.

—No, no, no—lo detuvo Albus—Ni se te ocurra—dijo esta vez mirando hacia afuera de la carpa donde Adhara se encontraba haciendo un berrinche, zapateando el suelo y desordenándose el pelo—No quieres hacer eso—le advirtió.

—¿De qué estás hablando?

—Mujeres. De eso hablo—le dió un golpe en la espalda—Debes esperar a que ellas den una señal. ¡No puedes intrometerte así como así!

—Creo que la señal que me dio ha sido más que suficiente.

—Eh, no. Deja que ella vuelva a pedir disculpas y bla bla bla, besuqueo, manoseo, casamiento e hijo. Pan comido.



(...)

Adhara salió de la carpa aguantando la respiración e intentando controlar su berrinche, pero no pudo y zapateó el suelo como si su vida dependiese de ello.

Sus planes de buscar a Dominique quedaron en el pasado cuando su vista se topó con Lily, sentada con la espalda apoyada en aquel gran árbol. Sin preguntarle ni advertirle se sentó a su lado, buscando un poco de la alegre compañía que la pelirroja emanaba.

—He hecho algo terrible—le confesó apenas estuvo a su lado.

—Nada puede ser peor que lo mío—respondió Lily.

—Besé a tu hermano en el medio de la pista de baile, con todo el mundo mirándonos.

—Vi a Fred con...¡¿Besaste a mi hermano?!—exclamó de la sorpresa.

—Shhh—rápidamente Adhara tapó su boca con la palma de su mano—Aún no se entera todo el mundo. ¿Pero qué estabas diciendo tú de Fred? No quiero hablar sobre la otra situación ahora.

—Él dijo que no era nada, que sólo había sido un corte—dijo Lily mirando hacia el pasto, intentando recordar con exactitud.

—No entiendo. ¿Qué es lo terrible que hiciste entonces?

—Me quedé callada. Ya todo pasó como hace media hora.

—¿Qué?—dijo Adhara confundida—No puede ser. Hace media hora estaba bailando con su madre.

—No. Hace media hora tú estabas bailando con James y Fred salía desde allá —dijo apuntando hacia las afueras de la madriguera—con las manos llenas de sangre y con Dominique siguiéndolo como una loca mujer enamorada.

Decidió ignorar el comentario de Lily por unos segundos, su mente aún no procesaba que había bailado con James por lo que parecía casi una hora. ¿En que momento perdió la noción del tiempo? ¿Antes o después de cometer aquel acto del que quizá no se arrepentía?

—Espera. ¿Entonces el rumor es cierto? ¿Fred y Dominique son oficiales?—continuó.

—¿Cómo se te ocurre? ¡Son primos!

—He visto cosas muy raras. ¿Pero porque tenía las manos con sangre?

—Según él solo se había cortado la palma, pero parecía más sangre de la que te saldría de un pincho de espina. La verdad es que se ha estado escabullendo durante estas últimas semanas, James ha tenido que cubrirlo...Me preocupa que le ocurra algo más

Justo en ese entonces, de solo imaginarse las sangrientamente manos, un dolor inexplicablemente doloroso se apoderó de su pecho. Aquel dolor que sintió aquella vez cuando se escabullía a la biblioteca.

Cynthia. Cynthia. Cynthia.

"Fred actúa extraño"

"Se ha estado escabullendo"

"El extraño comportamiento de mi hermano"

Parece que acababa de descubrir algo que nunca pensó que podría llegar a ser real. Y corrió. Se quitó sus zapatos y siguió los pasos de Fred bajo la atenta mirada de Lily, intentando encontrar algo a las afueras del lugar, pero tal como había pensado allí, entre medio de los arbustos, no había ni una sola espina. Mentía. Y volvió a correr, esta vez devuelta, buscando a la única persona que podría entenderla. Lo encontró sentado comiendo un trozo de pie, y primero se enfureció porque no fue a buscarla, pero tenía algo más importante que contarle. Así que lo tomó de la corbata y lo arrastró hasta el interior de la casa y James la siguió sin rechistar.

—Es Fred—le dijo luego de atraparlo entre la pared y ella—Es él.

—¿Qué?—balbuceó James, pensando lo peor y en un estado de confusión. Adhara lo tenía atrapado contra la pared, obviamente estaría desconcertado.

—Fred es quien lo está ayudando, y creo que Dominique también—pausó, tratando de recuperar el aire—Él es el cómplice de Zachariah...Él mató a Cynthia.

—¿Qué estás diciendo? ¿De donde sacaste esa tontería?

—¡Lo sé, James!—de la rabia, apretó su agarre en la corbata de James.

—Está bien, cálmate. ¿Cómo lo sabes?—intentó apaciguarla.

—Solo lo se...y...y...

—¿Y qué?

—Creo que acaba de asesinar a Talia.




















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