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25| La madriguera y conversaciones embarazosas




—¡James sal de la ducha!

—¡Mamá, Albus se robó mi tostada!

—¡Abuela Molly no encuentro mi corbatín!

—¡Hermione, Hugo no quiere bajar de la escoba!

—Harry, querido, come algo.

—¡Roxanne! Devuélvele su corbatín a tu hermano.

—¡HUGO BÁJATE DE LA ESCOBA!

Adhara deseaba poder usar magia para lanzar un hechizo silenciador en la habitación. Nunca le había gustado tanto ruido, le causaba ganas de vomitar, al igual que muchas otras cosas.
Su padre había decidido que, como él sería el padrino de bodas, debían visitar la madriguera muy temprano en la mañana para ayudar con los preparativos de la tan esperada boda.

Mientras Adhara y Scorpius se levantaban muy temprano en la mañana, la familia de los Weasley y los Potter no. Cuando los Malfoy pusieron un pie en aquella casa Molly y Arthur eran las únicas personas en pie. Ambos jóvenes tomaban desayuno en silencio, de vez en cuando conversando sobre el sabor de la comida, hasta que comenzó el griterío.

—¡Rose! Avísale a Victoire que no debe salir de esta habitación por ninguna circunstancia—dijo Ginny Potter, la ídola de Adhara.

La había visto cara a cara muchas veces pero cada vez el fanatismo de Adhara crecía con rapidez. Con los años la habitación de la joven rubia se llenaba de posters de la famosísima Ginny Potter, la más grandiosa jugadora de las arpías de holyhead. Pero eso nunca lo admitiría frente a ella, sería la vergüenza de su vida.

Scorpius se burlaba silenciosamente de su hermana. El rubio prácticamente vivía con los Potter. Cada vez que no estaba en su casa estaba con Albus por lo que se había acostumbrado a la grandeza de esa familia.

—Cállate—le dijo Adhara en un susurro, golpeándolo suavemente en el hombro.

—¡Hey! El delgaducho brazo de Scorpius quedará morado por tu culpa, rubia satánica.

Scorpius se ahogaba con su risa y Adhara fulminaba a Albus quien aún estaba masticando la tostada que le había robado a Lily. De apoco se contagiaba con el hábito de su hermano por llamarla "rubia" y algún tipo de insulto. Adhara borró rápidamente el simple pensamiento de James, sobre todo porque había escuchado que se estaba dando un baño e imaginárselo de esa manera la haría volverse más roja de lo que ya estaba.

—¿Alguien ha visto a tío Draco?—dijo Teddy, apareciendo repentinamente desde el jardín, robándole en el camino la tostada de la mano de Albus.

Molly, Ginny, Fleur y Angelina enloquecieron a penas escucharon su voz. Las cuatro mujeres estaban en lados opuestos de la casa pero en menos de lo que alguien pudiese decir Quidditch se reunieron en el comedor de la casa.

—¡No puedes estar aquí Teddy! Te llevamos al jardín por una razón muchacho—lo retaba la abuela Molly.

—¡Rose! ¡Victoire no puede salir!—volvió a repetir Ginny, gritando hacia el segundo piso.

Fleur le gritaba en francés el pobre Teddy y Angelina lo empujaba fuera de la casa.
—¡Pero solo estoy buscando a...

¡Bam! Angelina, la madre de Fred y Roxanne, le cerró la puerta en la cara, dejándolo solo en el jardín.

Aún se podían escuchar las quejas del joven cuando Adhara decidió acompañarlo fuera de la casa ya que el caos del interior era desagradable para sus oídos, pero antes de salir pudo jurar que un zapato había volado por encima de su cabeza.

Se suponía que su padre estaría acompañando a Teddy, intentando relajarlo en aquel día tan importante. Pero no, Draco Malfoy había decidido perderse por los alrededores del lugar sin ninguna razón aparente.

—Si encuentras a tu padre le dices que tía Andromeda ya vino por mí y que lo estaremos esperando en nuestra casa—añadió Teddy y se apareció.

Adhara bufó, miró a su alrededor y notó que su padre podría estar en cualquier lugar. Aquel jardín era grande y estaba rodeado de árboles. Teddy le había dado a tarea más difícil de lo que creía posible.

Adhara dio unas vueltas por el lugar, pateando a un par de gnomos de jardín en el camino y mandándolos lejos de los alrededores, cuando se encontró con aquella cabeza rubia sentado con las rodillas cerca de su pecho abrazadas por su brazos desnudos. Hacía mucho tiempo que Adhara no veía aquella marca que su padre trataba de ocultar en todo momento, en realidad solo la había podido ver una vez y fue cuando Draco les explicó a sus hijos aquel pasado del que no estaba para nada orgulloso.

—Te ves como si te estuvieses escondiendo de alguien—le dijo Adhara cuando llegó a su lado y sin importarle la privacidad de su padre, tomó asiento frente a él en el húmedo pasto.

Draco sonrió y dió unos suaves golpecitos en el zapato de su hija—Entonces, ¿para qué vienes  a molestar?

—Es mi especialidad, papá. Deberías saberlo.

—Prefiero ignorarlo—le dijo, aún sin mirarla a la cara, con la vista pegada en un lugar mucho más lejos de lo que Adhara podía notar.

Astoria era lo único que cruzaba su mente durante las últimas semanas. Sus ojos, sus suaves manos, su voz, su elegancia y el amor que aún tenía guardado con llave en el fondo de su corazón. Sin querer, su apuñalado y destrozado corazón se destrozaba aún más. Intentaba no pensar mucho en ella, en lo que fue, porque lentamente debía aceptar su verdad, cruda y cruel verdad. Astoria estaba muerta y no había fuerza en la tierra capaz de traerla de vuelta, todo sería una simple ilusión que terminaría rompiendo su esperanza y vida en pedazos.

Pero luego pensaba en sus hijos, sobre todo en Adhara su pobre hija que corría peligro por las acciones indiscutiblemente irracionales de sus antepasados. Pero solo pensaba. Con Adhara no habían hablado ninguna palabra acerca del tema por algo muy simple: miedo. Miedo a la pérdida y miedo a enfrentarse a la verdad. Había una gran posibilidad de que Adhara llegara a morir y ninguno de los dos estaba listo para afrontar los hechos.

—Teddy dice que te estará esperando en casa de tía Andrómeda, para que puedas ir lo antes posible...

—Lo siento—soltó repentinamente Draco—Debí haber sido un soporte tuyo hace bastante tiempo, y ahora que has tenido que soportar tanto sola...lo lamento.

—Sólo importa que estás aquí, conmigo, ahora. Puede que haya necesitado tu ayuda hace algunos meses, pero no es la gran cosa...tenemos bastante tiempo para arreglar esta situación—dijo Adhara, intentando hacerle caso omiso al intensificado dolor de su pecho.

—Luego de la boda nos ponemos manos a la obra con el tema de la maldición. E invitaremos a tu hermano para que no se sienta excluido—se rió Draco aligerando la tensión, viendo a la distancia a Scorpius con el ceño fruncido mientras ayudaba a los adultos a colocar la carpa.

Adhara observaba hacia la ladeada casa donde Albus aún comía tostadas, Roxanne corría con el corbatín de Fred en sus manos y James salía al jardín a ayudar con la carpa, con el cabello mojado y los lentes (con los que nunca traía puestos) chuecos. Y tal como hace un mes en la enfermería, el nerviosismo de Adhara comenzó a incrementar hasta que las palmas de sus manos estaban cubiertas de sudor. Había estado pensando en él durante algunos días, pero la confusión de sus emociones eran uno de sus grandes obstáculos para darse cuenta de sus verdaderas intenciones. A veces lo odiaba y luego toleraba su presencia para mas tarde querer abrazarlo hasta dejarlo sin aliento y abofetearle la cara. Era un circulo del que no podía salir.

—Papá, ¿Cómo supiste que estabas enamorado?—dijo Adhara sin notar que acababa de preguntar aquello en voz alta.

Draco hizo una mueca, sorprendido por las palabras de se hija—¿Necesitas ayuda con algo...con alguien?

—¿Cómo crees?...no te preguntaría a ti—se excusó, intentando abandonar aquella conversación tan embarazosa de la cual no tenía intención de tener con su padre.

Se formó un silencio casi agradable, los pájaros cantaban en las copas de los árboles y los griteríos de la madriguera se escuchaban a una distancia donde parecía solo un pequeño bullicio.

—Tenía veinte años y sorprendentemente lo recuerdo como si fuera ayer—le contestó Draco—Tu madre venía a visitarme de vez en cuando a la casa de mis padres y siempre la invitaban a cenar, lo que me volvía loco porque no podía formar ninguna frase coherente en su presencia—se burló de si mismo—Y un día como cualquiera lo supe, mientras escupía el vino de su boca y llenaba la habitación con su risa estridente. No podía parar de sonreír y estoy más que seguro que no pegué un ojo en toda la noche.

—¿Y le dijiste?—preguntó Adhara bastante intrigada soltando unas lágrimas, el solo pensar en su madre la hacía llorar.

—Claro que no, me haría parecer un tonto...más de lo que ya era.

—¿Y entonces cuándo le dijiste?

—Cuando ella estuvo lista, iba a declararse gritando en la lluvia como una demente así que la detuve y el demente fui yo, gritándole a mas de cien metros de distancia que la amaba...como un tonto adolescente.

—Scorpius creería que eres un tierno al declarar tu amor a los cuatro vientos—Se rió la rubia, limpiándose las lagrimas secas de sus mejillas.

—Pero tu madre no. Se enojó bastante porque la hice pasar vergüenza...se parece a alguien que conozco.

—Ja Ja. No me parezco tanto a mi madre.

—Tienes razón—dijo Draco sin discutirle—Scorpius se parece más...por eso es mi favorito. ¡Me voy donde Teddy!—dijo y se apareció.

Adhara negó con su cabeza, feliz de ver que su padre recuperaba lentamente su forma de ser. Dramático y molestoso, como todos los Malfoy.

















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