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15| La extraña desaparición de Talia Edevane

El día de vuelta a Hogwarts había llegado y con sus pensamientos fuera de esta realidad la joven de ojos verdes se miraba en el espejo de su habitación, ajustando sus pantalones para que no se le cayeran.

Podía embelesar a los jóvenes con su apariencia pero su mente estaba tan destruída que con el más mínimo desastre se rompería por completo. De pronto, el regalo que su madre le dio para la navidad taladró su cabeza.

Abrió su closet y la caja de color blanco era lo que más llamaba la atención. Con un listón del mismo color y la nota que yacía en la tapa de esta, pareciera que se burlaba de ella. Este era el último regalo que su madre se esmeró en darle, el último recuerdo que tuvo junto a ella.

Por otra parte, aún no podía dejar de pensar en lo que había pasado hace unos días en Londres muggle donde James Potter se había pasado de la raya. Cualquiera podía pensar que Adhara había actuado de una manera dramática pero ella seguía pensando que era lo que debía hacer. Acababan de enterrar a su madre, se sentía vulnerable y ella sentía que James se estaba aprovechando de la situación. ¡El desgraciado tenía novia! Si, James Sirius Potter estaba de novio con la mismísima Bonnie Beckett, con quien había hablado menos de 10 veces en toda su vida.

—¿Lista para irnos?—Scorpius se asomó por la entrada de la habitación, con su baúl en mano y su abrigo colgándole de un hombro.

—Voy a despedirme de la abuela y los veo abajo.

Scorpius asintió, dándole su espacio. Era lo menos que podía hacer.

Antes de abandonar la habitación la caja de color blanco volvió a aparecer en su campo de visión. Por instinto la tomó y la guardo en su baúl. Quizá le serviría algún día.

A la salida de su habitación se encontró con Narcisa quien estaba esperándola justamente a ella. Tenía algo que contarle y ese "algo" no podía esperar.

—Abuela—se sorprendió la rubia—estaba a punto de ir a despedirme de ti.

Narcisa la tomó del brazo y llevó a Adhara nuevamente a su habitación—Creo que yo vengo a hablar de algo mucho más importante que una simple despedida.

Confundida, la joven la siguió sin rechistar. Se sentó en los pies de la cama, justo a un lado de su abuela quien estaba sacando un pequeño libro de entre su túnica.

—¿Qué es eso?—preguntó la rubia. Parecía que era un libro muy antiguo, escrito a mano.

—Es algo que deberías haber tenido en tu poder hace muchísimo tiempo—comenzó a abrir el libro y a pasar las hojas mostrando en ella muchos escritos y dibujos que no parecían ser hechos con tinta—Este libro lo escribió un miembro muy antiguo de la familia de los Malfoy. Tu abuelo me contaba que se llamaba Livius Malfoy y que era una de las personas más problemáticas que la familia de los Malfoy ha tenido.

—¿Pero esto que tiene que ver conmigo?—aún bastante confundida, volvió a preguntar la rubia, un poco menos tensa que antes.

—Antes que todo debes entender que nada de esto es tu culpa. Eres una muchacha increíble y se que podrás averiguar qué hacer con la información que esté libro te proveerá.

Más asustada que antes, la rubia se puso de pie, tragó saliva y dijo—Necesito que llegues al punto luego porque tengo un minuto para encontrar a mi hermano y padre en la entrada para que pueda volver de una vez a Hogwarts.

—Entonces toma el libro y llévatelo. No se te hará difícil entender lo que está escrito allí. Tus amigas podrán ayudarte también—su abuela le dejó el libro en la cama y se puso de pie, le dio un beso en la frente a su nieta y se despidió para que la joven pudiera marcharse a su preciado Hogwarts

Su abuela abandonó la habitación, dejando atrás a su nieta más preocupada por su destino que por si aprobaría sus TIMO'S

(...)

Adhara se paseaba por el gran pasillo de la locomotora buscando a sus primos compartimiento por compartimento, llevando todo lo que les quería decir en la punta de la lengua. ¿Qué tenía que ver el libro que le había dado su abuela con ella? Decidió no preguntarle a su padre quien todavía seguía un poco apagado. No le diría a Scorpius tampoco, podría ser muy maduro para tener trece años, pero le gustaba hablar y le costaba guardar secretos. Sus primos y amigos serían la mejor opción.

En uno de los compartimentos estaba Lily Potter conversando animadamente con su hermano, Albus, y si ellos estaban allí, la peor pesadilla de la rubia estaba muy cerca.

Había pensado bastante sobre el tema y quizá sobre actuó demasiado. Si, James no tenía porque hacer una movida así el día del funeral de su madre, sobre todo viendo el estado de Adhara, pero sus intenciones no eran malas. Solo era un pobre chico confundido con las hormonas de la adolescencia.

Se dió media vuelta, sin importarle no haber llegado a donde sus primos. Encontrarse con James sería demasiado incómodo y como ella era demasiado orgullosa no planeaba disculparse...aunque debiera.

Así que, sola, con el libro en mano y una carta de parte de la directora McGonagall, buscó un lugar libre para poder alejarse de la familia Potter.

—¡Adhara! Te busqué por todas partes. Albus me dijo que te vio marcharte en esta dirección—Annie Nott entró gritando, luego de media hora, al compartimento donde Adhara estaba 'disfrutando' de la tranquilidad de su propia presencia.

En las manos de la rubia tenía la carta de la directora, donde aclaraba lo siguiente:

Querida señorita Malfoy:
La señorita Talia Edevane a decidido dejar el colegio Hogwarts de Magia y hechicería y no solo eso, ha abandonado todo tipo de elementos mágicos que nuestro mundo le provee. Ha devuelto su varita al ministerio de magia por lo que ya no tenemos rastro de ella. Su madre está al tanto de todo, así que nosotros no podemos hacer más que apoyarla.
Debido a esto he decidió que usted será la responsable de reemplazar a Talia en el cargo de Prefecta de Slytherin. De todas las opciones usted era la mejor, y eso es decir mucho.
Cuando llegue al castillo la esperaré en mi despacho para que conversemos un poco acerca del tema.

Atentamente,
Profesora McGonagall.

—¿Qué tienes ahí?—le preguntó su prima luego de que Adhara no respondiera a su llamado.

—Talia se fue—fueron las palabras que salieron de su boca.

—¡¿Qué?!—Annie le quitó el papel de las manos y lo ojeó rápidamente. Efectivamente, Talia Edevane ya no sería parte de sus vidas—¿Qué va a pasar con Aaron?

Adhara no sabía que responder. Que Talia se hubiera marchado sin decirle a nadie no tenía sentido, pero no tenía tiempo ni ganas de investigar aquello. Tenía cosas más importantes por lo que la extraña desaparición de Talia pasaría de prioridad.

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