02| Es culpa de Adhara
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—¿Y tu túnica?
—La dejé en casa. Deja de preguntar. Quedó claro que no soy la alumna perfecta.
—Ya pero no me trates así niña—le respondió Aaron quien estaba sentado a su lado en el gran comedor.
—Oigan primitos, dejen de discutir que ya va a comenzar la selección de casas—les advirtió Zara quien raramente hablaba con ellos.
En los últimos años su relación se convirtió más distante y solo se limitaban a hablar sobre temas escolares. Ninguna de las dos sabía la razón de su distanciamiento pero no se quejaban puesto que ambas habían encontrado amigos con ideales muy parecidos a los suyos.
—Es mi imaginación o ella nos acaba de hablar—le susurró Aaron a Adhara.
—Cierra la boca Aaron. No es momento.
Ambos se quedaron en silencio mientras presenciaban la selección de casas. Sofía Astrot fue a Gryffindor al igual que otro par de chicos. El profesor Longbottom llamó a Cristopher Bradly quien fue a Ravenclaw al igual que Sabrina Carter. Nadie ponía mucha atención ya que no era nadie conocido. Sí, los miembros de las casas aplaudían pero eso era solo parte del protocolo. La rubia volvió a prestar atención apenas Neville llamó a una persona conocida.
—Lilliane Potter.
Le colocaron el sombrero en la cabeza y apenas tocó sus cabellos pelirrojos gritó: "¡Gryffindor!". Todos los de esa casa se colocaron de pie y aplaudían vigorizada mente. Otro Potter miembro de Gryffindor.
—¿Qué nos importa a nosotros? Tenemos al mejor Potter en Slytherin—dijo Talia apuntando a Albus quien se sonrojó al instante con el cumplido de la rubia.
—No coquetees con Potter Talia. Es un bebé indefenso—dijo Aaron quien mantenía el semblante serio.
—No coqueteo con nadie Nott, ¿puedes por favor bajarle a tus revoluciones?
Adhara no podía parar de sonreír. Ella estaba totalmente segura que Aaron estaba completamente enamorado de su amiga. Nadie podía negárselo porque, además de no tener dudas sobre aquello, tenía un montón de pruebas.
—Te picó la mariposa del amor—canturreó en el oído del joven cuando todos estaban comenzando a comer.
—Las mariposas no pican idiota.
—De todas formas algo te picó porque no le sacas el ojo de encima a Talia.
—Nada me picó. Y no la estoy mirando.
—No niegues lo evidente—Scorpius le susurró al oído. Había escuchado todo lo que hablaban ya que estaba sentado al otro lado de Aaron.
—¿Tu también estás en mi con...
Fueron interrumpidos por las puertas del gran comedor que se abrieron de golpe dejando ver a tres chicos con unas grandes trompetas anunciando su llegada. De ellas salieron unos fuegos artificiales que hicieron retumbar las ventanas del lugar. Llamaron a sus escobas y volaron por encima de la mesa de slytherin donde lanzaron bombas con pintura verde que dejó a todos los alumnos de la casa cubiertos en ella. Y lo peor ¡Habían arruinado la comida!
—¡Por esto mamá no te quiere!—le gritó Albus mientras se sacaba el exceso de pintura que tenía en sus párpados.
Adhara estaba perpleja. ¿Era posible? ¿Acaso esos idiotas habían hecho la primera broma del año antes que ella? ¡Eso jamás había pasado! Normalmente McGonagall los encontraba antes de que pudieran ejecutar su broma y recibían un castigo. Este año la rubia se confió y dejó que todo fluyera normal. Cometió un grave error.
—¡Potter eres un idiota! ¡¿Cómo te atreves cara de troll?! ¡Te voy a atrapar aborto mal hecho y vas a querer estar muerto!
McGonagall estaba decepcionada pero no sorprendida. Era normal ver a ese grupo comportarse de esa manera.
Luego de darse una larga ducha para quitarse el asqueroso líquido verde que se pegaba a su cuerpo, Talia y Adhara ya se encontraban en el centro de la habitación, en pijama y quedándose dormidas en el medio del suelo.
—Si vuelvo a ver a Potter, lo mato a golpes. ¡Y no solo a Potter! De seguro que la tonta idea de la broma fue de Bynes y Weasley. Está más que confirmado que odian a los slytherins más que nadie en este castillo.
—Al menos la pintura combinaba con nuestros ojos.
Ambas chicas comenzaron a reírse a carcajadas y aquel sonido llenaba aquella habitación vacía, siempre les causaba gracia el pensar que eran tan parecidas físicamente. Toda esa aura de felicidad se esfumó apenas Zara y Cora cruzaron la puerta. Durante los cinco años que llevaban en Hogwarts, Zara y Talia habían tenido una serie de enfrentamientos debido a la sangre de la segunda. El ambiente nunca era demasiado cómodo cuando se juntaban en el mismo cuarto, mucho menos cuando Adhara tenía unas inmensas ansias de volarle algunos dientes.
—Así que...está el tema de tu hermana...
—Ya. No quiero hablar de eso ahora. Mañana le escribiré—dijo bastante despacio, sin ganas de hablar—Me olvidé de contarte algo—siguió hablando Talia, un poco más animada y esta vez ignorando a las "brujitas". Desde abajo de su cama sacó una caja de zapatos que tenía llena de pergaminos—Hoy me ha llegado otro—dijo con notoria emoción.
Desde hacía ya un par de años que Talia iba llenando aquella caja. Normalmente recibía una carta al mes y esperaba ese día con ansias todo el tiempo.
Adhara le quitó aquel pergamino más reciente y comenzó a leer en voz alta con la voz más dramática que podía crear.
"Por más que lo intente y golpeé mi mente
tu retrato es lo único que tengo entre los dientes.
Tu sonrisa divina y tus ojos contentos,
lo único que hacen es robarme el aliento.
Dime, ¿qué puedo hacer para olvidarte?
Todo lo que quiero hacer es alabarte.
Y perdona si alguna vez te hice daño
Es que no quiero volverme un extraño."
—Es la cosa más tierna que he leído, me dan ganas de vomitar.
—A ti todo te da ganas de vomitar—dijo Talia, quitándole aquella declaración de amor de las manos para abrazarla en su pecho y luego guardarla cautelosamente en la caja de zapatos.
Adhara podía sentir como Zara las observaba desde el otro lado de la habitación, pero se guardaba todo lo que quería decir para no poner a Talia en una incómoda situación.
—¿Estás segura de que esto lo escribió Aaron? No parece el típico chico que envía cartas de amor.
—Es lo que quiero creer. ¿Quién más podría?
—Um, no lo sé. ¿Quizá el hermano del indeseable de Potter que lleva enamorado de ti por unos tres años?
Talia rodó sus ojos, y sin muchas ganas de seguir con aquella conversación añadió—Albus no está enamorado de mí, y además, tampoco me escribiría un poema—luego de decir aquello subió a su cama y se arropó—Que pases buena noche.
«Gracias. Ojalá no sueñes cochinadas con Aaron»
Y como si Talia pudiese leer su mente, le sacó el dedo corazón antes de darse la vuelta para poder dormirse.
(...)
La mañana siguiente Gryffindor compartía clases con Slytherin dos veces seguidas, y lo peor era que no eran asignaciones normales. Dos horas de clases de pociones y una hora de historia de la magia. Ni Adhara ni Katherine querían salir de sus camas esa mañana, pero el hambre llamaba. Así que luego de desayunar, ambas se encontraron en el salón de pociones junto a Talia.
Aquella mañana se la pasaron realizando un filtro de paz que solo le traía a Adhara un gran dolor de cabeza. Otra persona que le traía dolor de cabeza era nadie más que James Potter. No negaría que pasaba mucho tiempo pensando en él, pero todo era negativamente.
Y luego se avecinó la peor parte de su mañana. La clase de historia de la magia, con el nuevo profesor.
—Entonces, voy a necesitar que escriban un ensayo sobre la rebelión de los duendes de al menos 50 centímetros de pergamino. ¡Y no quiero una letra muy grande! No hagan trampas.
—¡¿Qué?!—gritó Adhara—Ya nos mandaron tarea en pociones profesor Rymer, una muy larga tarea. ¿De dónde vamos a sacar tiempo para hacer todas estas asignaciones y prepararnos para los TIMO'S al mismo tiempo?
—Señorita Malfoy...
—¡Debemos pensar en los entrenamientos de Quidditch y todos los otros grupos! Además, 50 centímetros es demasiado—dijo Katherine.
—Bueno, supongo que deberá dejar de lado las prácticas de Quidditch señorita Wood.
—¡¿Qué?! ¿Cómo se le ocurre?
Talia había intentado hacer callar a sus amigas, pero se le dificultó aquella misión. Así que se mantuvo en silencio, desando lo mejor.
—¡Suficiente! Irán enseguida a la oficina de la directora Minerva—comenzó a escribir rápidamente en un pedazo de pergamino y luego se lo entregó a Adhara—y le entregarán esto. ¡Quizá con este castigo aprendan a no desobedecer órdenes!
Resignadas, ambas chicas se despidieron de Talia quien debía dirigirse al comedor para almorzar.
«Que vergüenza» pensaba Adhara y debido al semblante de Katherine debía estar pensando lo mismo.
(...)
La mirada severa de la directora McGonagall podía hacer estremecer a cualquiera. Era una mujer a la que había que temer y respetar, de lo contrario pagarías caro las consecuencias.
—Potter, Weasley y Bynes...¿Qué demonios estaban pensando? Tienen cerebro chicos, úsenlo para algo.
—Lo lamento profesora—de los tres, Fred era el que más le temía a Minerva.
Aquel día había citado a los tres jóvenes antes del almuerzo para asignarles un castigo. Habían creado un caos en el gran comedor y Minerva McGonagall ya estaba harta de sus bromas. No era que no le pareciesen divertidas, al contrario, debía obligarse a no soltar una risa. Pero su rol de directora la ponía en aquella situación, y lamentablemente debía tomar cartas en el asunto.
—Vamos Minnie, a usted también le pareció divertido.
—¡Señor Potter!—respondió Minnie—Primero que nada usted no tiene ningún derecho a tutearme. Segundo, no me pareció nada divertido su espectáculo—se detuvo unos segundos para poder controlar su sonrisa; claramente estaba mintiendo—es mas, lo encontré demasiado irrespetuoso de su parte. ¿Sabe usted la impresión que se llevarán los alumnos de primero de ustedes? El odio de los Slytherins hacia la casa de Gryffindor crecerá y no podré tolerar todas sus peleas—soltó un largo suspiro mientras masajeaba su sien—Y sobre el castigo—miró a los tres chicos quienes fruncieron el ceño—Si, dije castigo. Lo que hicieron es muy grave. Tendrán castigo con el profesor Slughorn, tendrán que limpiar el aula de pociones...sin magia.
—¡¿Sin magia?!—exclamó Levi—Eso es una atrocidad.
—Cállese la boca señor Bynes si no quiere un castigo peor.
Unos toques en la puerta interrumpieron la conversación.
—Adelante.
Por la puerta cruzaron Adhara y Katherine quienes de por sí ya no estaban muy contentas, cambiaron sus expresiones a una peor cuando visualizaron a aquellos chicos.
Katherine le quitó aquel papel de la mano de Adhara cuando la rubia se quedó quieta fulminando a James Potter con la mirada. La noche anterior le había prometido a Talia que apenas visualizara a Potter lo molería a golpes. Y se había controlado hasta ahora. Sus puños se cerraban involuntariamente y si no fuese porque se encontraba en el despacho de la directora, el pobre Jame Potter ya tendría al menos un ojo negro.
Minerva suspiró por tercera vez apenas terminó de leer la nota del profesor Rymes, quien nunca había presentado quejas de sus alumnos.
Sabía que debía haberse jubilado apenas el hijo de Potter había pisado la escuela.
Después de unos minutos volvió a hablar.
—Bien, ya se lo que haré. No tenemos el tiempo suficiente para separar sus castigos así que los cinco tendrán que limpiar el aula del pociones este domingo. Malfoy y Wood sólo esta semana, mientras que ustedes tres—dijo dirigiéndose a Potter, Bynes y Weasley—tendrán que presentarse al castigo por todo el mes de septiembre. Sin reclamos ni excusas. Ahora, los quiero fuera de mi vista a los cinco. Los quiero sentados en el gran comedor en menos de 10 minutos y les juro que si no me obedecen no tendrán salidas a Hogsmade por todo el año.
Ninguno dijo una palabra y salieron del lugar casi corriendo. Intentaron mantener la distancia mientras caminaban al gran comedor. Adhara y Katherine estaban un tanto enojadas, mientras que James, Levi y Fred iban cotilleando entre risas.
—Todo esto es tu culpa—le reprochaba Katherine.
—Ya. Lo que digas.
(...)
El día domingo había llegado muy rápido. Adhara y Katherine corrían a la sala de pociones para llegar a la hora. Todo fue culpa de la rubia que se había despertado dos minutos antes de que Katherine pasara por ella a las mazmorras.
—Si nos dan otro castigo—respiro cansada—será tu culpa Adhara.
—¿Qué tienes con decir que es mi culpa?—rodó los ojos y entró al aula donde el profesor Slughorn las esperaba.
—Mis alumnas favoritas...tomen asiento queridas.
—Perdón por tener que molestarlo el día domingo profesor. Deberá presentar sus quejas con McGonagall—Adhara alzó una ceja por el comentario de Katherine.
—¿Es en serio?
—¿Qué?—respondió incrédula—Hay que ser chupamedias con los profesores...eso me lo enseñó Talia, no me culpes por usar sus métodos.
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