Capitulo 16
Hace ya un mes y unos dias que no pisaba esta casa, y siempre que venia me resultaba gigante y asombrosa. Sin lugar a dudas, todo un lujo. Pero no se puede esperar menos de dos empresarios exitosos como los Horan.
Toco el timbre electrico y una voz de mujer sesentona me atiende casi con fastidio.
-Buenos dias, busco a Adelaide Horan- Casi balbuceo de lo repentinamente nervioso que me encuentro.
-Enseguida va- Avisa la persona al otro lado y se oye el ruido de un telefono siendo colgado. Luego de unos minutos, una mujer que a mi parecer es la misma que atendio el telefono abre las rejas de la inmensa casa y yo paso llevando mi bicicleta con las manos- ¿Usted es el joven Mackenzie?
-Asi es, mucho gusto- Le sonrio tendiendole la mano pero ella la mira como si fuera lo mas extraño del universo.
-Puede dejar la bicicleta por ahi- Señala un fresno precioso casi frente al vallado y apoyo suavemente la bicicleta contra su tronco, intentando que no se caiga- Sigame.
Nos adentramos en la casa, y entonces, la veo.
Esta parada junto a las escaleras y se ve preocupada como si hubiera pasado algo realmente malo. Cuando la veo, el dia martes vuelve a mi memoria como si el enojo por haberla esperado tanto tiempo nunca se fuese de mi.
-Mac- Pronuncia mi nombre en sus labios como si no me hubiese visto en mucho tiempo y mi semblante es serio, pero neutro- Estas aqui- Se lleva una mano al pecho como si estuviera realmente angustiada. Le agradece a la mujer por abrirme la puerta y le ordena que porfavor se retire a sus tareas habituales, a lo cual la señora obedece casi con elegancia- Ven- Dice tendiendome la mano, y se a donde quiere llevarme sin que lo diga, pero no me atrevo a tomarla y apego el sujetador de mi mochila a mi cuerpo como si se cayese.
-Te sigo- Le susurro y paso frente a ella, directo a la puerta que se encuentra bajo la escalera, y puedo notar como camina delante mio ahora, y se abraza a si misma dandome la espalda. Abre la puerta y yo entro primero, parandome casi en medio de la habitacion y volteo a verla.
Ella se queda parada casi a una distancia considerable y sigue abrazandose a si misma, mirandome como si suplicara piedad, como si se mortificara. Como si fuese la victima de todo esto.
-Creo que te mereces una buena explicacion por lo que sucedió el martes- Dice con un hilo sofocante y mi vista cae al suelo porque no se como mirarla en realidad.
-Estoy dispuesto a oirla, Adelaide- Susurro y revoleo mi vista sobre ella. Da un par de pasos hacia mi y yo esta vez no puedo evitar mirarla de reojo.
-Me asaltaron, Mac- Argumenta, y su voz se quiebra al pronunciar cada palabra. Yo abro los ojos ampliamente y mi corazon salta en un latir atropellado- Me quitaron la motocicleta.
-¡¿Qué?!- Arrugo la ceja y ella se cubre la cara con una mano, como si no pudiera mirarme- ¡¿Como que te asaltaron?!
-El mismo martes, saliendo de la Universidad- Explica sin dejar de cubrirse el rostro- Y tambien mi bolso, con varios libros.
-¡Dios mio!- Me espanto y la estrecho, entonces, entre mis brazos, con fuerza. Haciendo que descanse su cabeza en mi pecho y esconde su rostro en el hueco entre mi hombro y mi mandibula- Que hijos de perra. ¿Y tu telefono?
-Lo tenia en el bolsillo del pantalon, y no llegaron a revisarme. Solo me empujaron y se quedaron con mi bebé y con mis cosas. Los odio- Farfulla como si tuviese una espada atravesandole la garganta y se larga a llorar en mis brazos.
Cierro los ojos sintiendo los sollozos arremetir suavemente contra mi pecho, y sintiendome el mayor de los idiotas por haberme enojado con ella, cuando todo lo que debi haber hecho es lo que nana me dijo: averiguar, preguntarle que sucedio, buscar un porqué.
Acaricio su cabello enredando mis dedos en el y ella me acerca mas a su cuerpo enrollando mi cintura en sus delgados brazos.
-¿Tu estas bien, mi amor?- Le digo separandome de ella y sujetando su cabeza con mis manos buscando desesperadamente su mirada. Apego mi rostro al suyo y ella no separa sus ojos de los mios.
-S-Si si, cariño, estoy bien- Suena rota y dolida y cuando aprieta los ojos arruga el rostro y no puede evitar largarse a llorar con todas sus fuerzas. Vuelvo a abrazarla fuertemente y me siento en la cama con ella a cuestas, sentada sobre mi regazo.
-¿Por qué no me avisaste?- La regaño hablandole dulcemente al oido y ella enrieda sus manos en mi nuca- dios, perdoname Adelaide. Soy un imbecil.
-No, nene, tenias toda la razon en enfadarte- Intenta convencerme y yo niego con la cabeza buscando otra vez su mirada.
-No, no digas eso- Vuelvo a regañarla y ella me mira a los ojos medio sonriendo y yo rio a secas, intentando no llorar por sentirme tan cretino.
-Te amo, ¿Si?- Me sonrie aun mas ampliamente y yo asiento con la cabeza, besandola y acunando su mejilla libre con mi mano.
-Y yo a ti, bonita- Vuelvo a afirmar cuando deja de besarme y deposito un beso en su frente, cerrando los ojos, sintiendo el calor de su cuerpo estrechado entre mis brazos.
~
Han pasado casi tres semanas desde lo sucedido con Adelaide y podria decir que las cosas han vuelto a la normalidad entre ella y yo. Aunque por sus estudios debia concentrarse en los ensayos que debia escribir, lo que debia estudiar y basicamente la Universidad consumió todo su tiempo la ultima semana del mes de Febrero.
Y aprovechando que ya no pasaba tanto tiempo con ella, decidi reafirmarme y buscar un trabajo estable.
De alguna manera, lo hago porque siento que en parte, es cierto. Desde que Adelaide Horan y yo estamos juntos, me he vuelto un poco descuidado y despreocupado con todo lo que me rodea, y necesito redimirme. Quiero redimirme.
Pongo un pie dentro de la heladeria que se encuentra a seis calles de mi casa, y lo primero que llega hasta mi es el profundo aromatizante de cerezas que lo hace lucir agradable. No hay demasiados clientes alrededor y eso me hace tomar aun mas coraje.
Me acerco a la caja registradora y observo como hay solo una muchacha -quizas de mi edad- atentiendo a la clientela. Ella me avisa que enseguida me atenderá, y completa el pedido de la mujer que se encontraba con su niño de cuatro o cinco años.
Cuando termina, se acerca a la caja, delante de la cual me encuentro yo.
-Bienvenido a Snowit, ¿Puedo tomar tu pedido?- Pregunta con amabilidad.
-Claro, quiero un Super cono porfavor- Digo con normalidad y ella anota algo en la maquina frente a mi y le dicto de que sabores lo quiero
-¿Algo mas?
-Ademas de tu numero- Susurro y en el fondo, no se ni porqué acabo de decir una estupidez de esa magnitud a lo que ella se ruboriza completamente- Me gustaria saber si puedo hablar con el dueño de este lugar.
-El señor Newbie no se encuentra ahora- Susurra- Quizas venga cuando cerremos.
-Ok- Digo sonriendole y ella me imita batiendo sus pestañas, miro en el broche y ahi dice cual es su nombre- ¿Madison, cierto?- Ella asiente con la cabeza sin dejar de sonreirme ni por un momento- Voy a dejarte aqui mi curriculum, y mi solicitud de empleo. ¿Podrias darselas?- Le extiendo ambas hojas sobre el escritorio y ella susurra que si, suavemente, antes de guardarlas bajo el escritorio e ir a por mi pedido.
Sirve mi helado en un cono, tal como le pedí, y me lo entrega para que luego yo le pague, poniendola nerviosa tan solo con no dejar de mirarla.
-Olvide darte una servilleta- Admite, y rebusca algo del otro lado del mostrador. Espero un momento y entonces me la extiende con una ligera sonrisa. Cuando miro en el papel suave, una serie de digitos que conforman un numero de telefono se extienden en letra grande y redonda.
-Gracias- Le guiño el ojo y me doy la media vuelta, sintiendo como si el mundo se derumbase en la boca de mi estomago.
¿Qué demonios esta pasando conmigo? ¿Que demonios esta pasando con Mackenzie Carson?
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