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Capitulo 14

Conduzco hasta nuestro lugar de siempre, donde Adelaide y yo acordamos encontrarnos. Respiro hondo el aire fresco que ronda por la montaña. Al llegar, la cabina de Artie esta cerrada.

Golpeo tres veces amablemente con mi puño y esta se abre, revelando a mi buen amigo.

-Hola- Le dedico mi sonrisa picarona de siempre y el me mira como si no me conociera. Siempre actua asi.

-Hoy no, jovencito- Me reprende el antipatico señor y resoplo hacia arriba, un mechon de cabello se mueve por el repentino vientecillo que suelto- Tengo ordenes explicitas de no dejarte entrar.

-No tienes que fingir todo el tiempo, Artie- Le guiño un ojo y el frunce el ceño como si se indignara y molestara con lo que acabo de decirle- ¿Ya llego Adelaide?

-Ya dije- Vuelve a advertirme- No pasarás. Y no, ella no esta aquí.

-¿Y no me dejas pasar a esperarla? Porfavor- Hago un ultimo intento por que me deje pasar pero el saca un especie de walkie talkie y abro los ojos ampliamente frunciendo el seño extrañado de su actitud.

-Si no te vas ahora, llamaré a las autoridades, por intentar invadir propiedad privada- Me muestra el aparato en sus manos y no puedo evitar mostrarle mi cara de confusion mezclada con indignacion mas grande.

-¿Viejo, que te pasa? Siempre nos dejas pasar, y sabes que nisiquiera entramos a la casa, solo...

En ese momento, el enciende el pedazo de chatarra y yo enciendo el coche- Te dije que te marches, Mac.

-De acuerdo, de acuerdo, me voy me voy- Accedo retrocediendo, dando la vuelta y conduciendo colina abajo, alejandome poco a poco de la casa.

Extrañado y confundido. ¿Por qué actuaba de esa manera? El solia hacerse de rogar siempre que ibamos pero terminaba consintiendonos. Despues de todo, Adelaide era la hija de uno de sus jefes.

Estaciono a un lado de la acera, en el cesped, y busco en los contactos de mi telefono el nombre de Adelaide, y le marco.

Seis tonos pasan antes de que me mande a buzon de voz. Cuelgo aun mas extrañado mirando el movil en mis manos como si fuera el objeto mas extraño del mundo, y decido esperar un rato, mientras pongo musica en el reproductor del coche y espero a que aparezca. El unico camino montaña arriba era este, asi que no habia forma de que no la viese pasar.

~

Adelaide me dejó plantado.

Han pasado casi tres horas y media desde que estoy esperandola.  El sol ya esta ocultandose detras de la montaña y aun no hay rastros. Ya he perdido la cuenta de cuantas veces y al mismo tiempo, me cansé de hacerlo.

Resignado y molesto, decido volver a casa. Con el corazon envuelto en una coraza de decepcion que hace que cosquillee todo mi pecho y un nudo se atora en mi garganta.

Conduzco con cuidado y puedo ver como aferro mis manos al volante con tanta fuerza que las venas parecieran marcarse aun mas.

Luego de conducir unos largos y tensos minutos aparco en el pequeño espacio junto a mi casa. Me bajo cerrando la puerta quizas demasiado fuerte, y meto las llaves a mi bolsillo caminando por detras del coche. Tomo las llaves de la puerta y abro sin delicadeza alguna.

Todavia se encuentra nana en casa cuando llego, y trato de poner la mejor cara posible para que no pregunte nada al respecto.

-¡Mac!- Exclama ella cuando me ve entrar y le sonrio tan dificilmente que mi mandibula duele y ella enrolla sus brazos alrededor de mi cintura como siempre suele hacerlo y yo apoyo mi barbilla en la cima de su cabeza- ¿Como estas, pequeñin?

-Bien nana, ¿Y tu?- Sin duda y a pesar de que me carcoma los sentimientos fingir ante ella, no quiero preocuparla, y en el fondo me autofelicito por actuar tan bien.

-Bien. Ya me iba, pero ¡Llegaste temprano! Si no comiste, yo puedo hacerte algo de cenar, o...- Ya estaba dejando su cartera en uno de los sofas junto a mi padre que estaba frente al televisor, pero yo niego con un gesto de la mano y le dedico una sonrisa cansada.

-Estoy bien, no tengo mucha hambre en realidad. Quizas coma algo simple- Le aseguro besando su frente.

-Como quieras- Vuelve a sonreirme y toma su bolso. La acompaño a la puerta y abro dejando que salga, la saludo con un gesto de mano y ella me dedica una sonrisa de oreja a oreja antes de darse la vuelta y marcharse.

-Hijo ¿Todo bien?- La voz neutra como siempre de mi papá en la sala me llama la atencion y me volteo casi inmediatamente.

-Seguro- Afirmo, tratando de convencerlo- ¿Por qué?

-Por nada- Me dedica una mirada casi tan neutra como el tono de su voz y me encojo de hombros antes de dirigirme a la cocina.

-¿Y mamá?- Pregunto en voz alta abriendo el refrigerador. Una pechuga de pollo a la plancha junto a unas cuantas patatas fritas de la noche anterior se encuentran ahi junto a un monton de otras cosas.

-Se fue con sus amigas, creo que era el cumpleaños de... ¿Kirsten?- Dice no muy seguro en realidad y saco el plato del refrigerador. Lo meto en el microondas y lo hago funcionar por cuarenta segundos.

-Seguro, no lo recordaba- Comento y cuando el microondas me anuncia que mi plato esta listo, lo saco de ahi y lo desconecto de la corriente.

Me dirijo una vez mas a la sala de estar y me siento en el mismo sofa que mi papá, dejo mi plato en el brazo del sofa y me saco los zapatos para apoyar los pies en la mesita ratona igual que el, justo como mi mama no nos deja hacer. Vive protestando y alegando que un dia la romperemos y quizas tenga razon.

-Hijo- Susurra el sin despegar su vista de la television, de un canal de lucha libre.

-¿Pá?- Sueno intrigado y yo si lo miro y de reojo.

-Siento que no eres el mismo desde que sales con Adaline- susurra y arrugo la frente y la nariz, como si no entendiese lo que dice. Y de hecho, no, no lo entiendo.

-¿De qué hablas?- Lo indago y por primera vez en nuestra escasa conversacion, me mira. Como siempre, con ese aire de madurez y sabiduria. O al menos, asi veia a mi padre- Y se llama Adelaide- intento reirme.

-Esa chica...- Vuelve a decir como si pensara en ella y borro todo rastro de diversion en mi expresion.

-¿Pa?- Intento tirarle de la lengua. Es como si no quisiera decirme lo que en realidad piensa de ella- Te la presente en navidad. ¿No te agrada?

-No es eso- Niega y coloca su dedo indice sobre su boca y mira otra vez hacia el frente, como si pensara al respecto- No se... mira, olvidalo.

-¿De acuerdo?- Enarco una ceja y miro al televisor, como un luchador es derrotado en el suelo. Estaba dispuesto a pasar tiempo de calidad con el y cenar en el sillon viendo la tele, pero luego de su extraña inquietud el silencio incomodo me mataba y todo lo que queria era desaparecer. Tome el plato en mi mano y me puse de pie- Ire a comer a mi habitacion.

Subo las escaleras casi indignado y cierro la puerta detras de mi.

¿No les pasa que la adolescencia es lo mejor de la vida vital, la mejor etapa por los siglos de los siglos, hasta que se enamoran, y entonces pierden la cabeza y todo valió madres?

Estoy parado en ese punto de la mia. Si tuviera enfrente mio a esa pelirroja que me vuelve tan desesperadamente loco le gritaria miles de cosas y al mismo tiempo, la estrecharia entre mis brazos y la cubriria de besos?

Dejo mi plato sobre la cajonera y me quito la camiseta y me coloco un pantalon corto mas comodo que el vaquero que llevaba puesto.

Me siento en la cama dispuesto a comer e intento matar el aburrimiento leyendo las actualizaciones del blog de la escuela. Nada interesante, el equipo de lacrosse volvio a clasificar como semifinalistas de Boston.

Si llegaban a finalistas y ganaban, el director Hank los enviaria a competir a las grandes ligas nacionales. Pero eso nunca pasaba, siempre se quedaban en las semifinales y los sueños de Oscar Hank se iban por la borda.

En la nota, una foto de porristas y jugadores celebrando la victoria destaca a la cabeza del texto. En ella, Wade se ve muy contento y carga a Ariadna sobre su espalda, quien lo abraza con esmero y carcajeante.

Estoy casi terminando mi plato de comida cuando mi telefono suena con el caracteristico tono de llamada de Bob Esponja, pero en el momento en que veo el nombre de la persona que me esta llamando, hago una mueca.

Es ella.

¿Deberia atenderla, despues de haberme dejado esperandola toda ls tarde, como un idiota?

Doy vuelta el telefono, boca abajo, y dejo que suene hasta el hartazgo.

De todos modos, mi ringtone de bob esponja no es lo suficientemente desagradable como para escucharlo por un largo rato.

Un laaaargo rato.




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