RYUGUJI KEN
El rubio de gran estatura con una trenza prolija y el escandaloso diseño en zonas de su cráneo que mostraba la indeleble imagen de un dragón, se disponía a irse después de haber comprado unas cosas para Mikey y haberlas guardado en el compartimento de su moto. Pero sus intenciones se vieron perturbadas gracias a la pequeña figura de aquella muchacha que doblegó su corazón de forma intensa sin siquiera enterarse. Los detalles que alertaron a Draken fueron los rasguños y moretones en todo el fino rostro de la fémina, más algunas partes de su blusa escolar rasgadas.
—¿Qué diablos te pasó? —increpó acercándose con las manos en sus bolsillos, la expresión airada que le predominaba en la cara hizo que la adolescente lo mirara con asombro.
—Hola, Ken. No esperaba verte hoy.
El rubio se inclinó para inspeccionar más de cerca su piel herida y suspiró afligido.
—¿Quién te hizo daño? —esta vez su tono se suavizó y bajó el volumen en busca de generarle comodidad a esta chica digna de elogios.
—Unas chicas mayores de mi preparatoria acosaban a una compañera y yo no pude hacer como si nada sucediera.
Draken negó apenas con la cabeza ante el complejo de justiciera que poseía Shinju. Sin embargo, se rió entre dientes, orgulloso de sus ideales inquebrantables.
—Esas heridas se ven dolorosas.
Shinju le envió una mirada obvia.
—Porque lo son.
—Uhm... espera aquí.
Dejó a la chica con la confusión tiñendo sus lindos ojos y regresó cinco minutos después con una diminuta botella de alcohol etílico y un paquete de gasas estériles. La guió hacia su motocicleta para que se apoyara sobre el asiento de la misma que yacía estacionada contra el cordón de la acera. Sin emitir palabra Draken mordió la esquina del paquete de papel y sacó una gasa, entregándole el paquete a Shinju para que lo tuviese y le permitiera trabajar a gusto. Vertió un poco de alcohol en la gasa y suavemente colocó ésta sobre las heridas de Shinju y por causa de ello se ganó bajos sonidos de queja debido al evidente escozor que sentía.
—Es lo que obtienes por ser una heroína —bromeó Draken para distraerla de sus pesares —. ¿Qué pasó con tu mochila?
—Me la quitaron. De todas formas no tenía nada importante ahí.
—Sí que te gusta meterte en líos, ¿eh?
Shinju hizo un puchero con sus labios aterciopelados, que ahora albergaban una casi insignificante rotura en sus comisuras, que se rompió haciendo muecas de disgusto al instante que Draken deslizó la gasa en su labio.
Fue notorio cómo tragó saliva y su vista rehuyó de la mirada del rubio tatuado y miembro de una pandilla. Draken tomó su mentón con tres dedos y dócilmente la obligó a observarlo. Los ojos atentos de Draken relampaguearon al percibir el tinte rosáceo cubriéndole las mejillas.
—¿Por qué no quieres verme?
—N-no es que no quiera —Shinju carraspeó para sonar más segura, entreteniendo al de la trenza con actuaciones nerviosas como esta.
Ella pretendía no ser obvia cuando sus emociones estaban escritas en su cara y forma de comportarse. Resultaba muy tierna a ojos de un Draken enamorado.
Terminó de desinfectar sus lastimaduras y desde su posición lanzó la gasa en el bote que se hallaba cerca.
—Ahora date la vuelta.
—¿Qué dices que haga? —Shinju abrió grande sus ojos y lo miró dudosa, sin entender sus próximas intenciones.
—Voy a arreglar tus cabellos, estás despeinada —señaló con simpleza —. Mientras sostén la botella de alcohol.
Ella le hizo caso y le dio la espalda. Draken movió sus dedos sobre esos cabellos oscuros sedosos de aroma hipnotizante, desatando los nudos, alisando y recogiéndolos con la liga azulada que estaba en sus cabellos. Corroboró analíticamente que sus manos hayan hecho un buen oficio creando una ordenada coleta baja.
Acercó su boca al oído de Shinju y susurró, su aliento acariciando su sensible oreja y parte de su cuello.
—Terminé.
No se apartó cuando reparó en la piel erizada de la chica a raíz de su acción. Shinju movió su cabeza despacio hacia Draken, apreciando su rostro yaciendo demasiado cerca. El rubio se inclinó sin parar de admirarla, atrapó sus labios en un dulce beso que se prolongó hasta que la muchacha hizo un ruidito de dolor al sentir una presión más dura en su boca lastimada. Al Shinju volverse completa hacia Draken se encontró con su mirar. Allí dieron con las muchas respuestas necesarias, no hizo falta que ningún vocablo abandonara sus bocas, pues aquellos actos recientes aclaraban los sentimientos que ambos compartían y, por ahora, no deseaban estropear este momento mágico.
—¿Quieres venir conmigo a casa de Mikey? Tengo cosas que entregarle.
Shinju, aún ruborizada, asintió y besó fugazmente la mejilla del adolescente, haciéndole sentir desbocados latidos.
—Antes toma esto —él se quitó el abrigo que siempre vestía cuando no usaba el uniforme de la Toman y lo puso sobre los hombros de Shinju para tapar las rasgaduras de su ropa. Después con manos hábiles la ayudó a abrocharse el casco y guardó la botella de alcohol y el paquete de gasas en el mismo sitio que estaban las compras del comandante de Toman.
Shinju se sostuvo de la cintura de Draken en cuanto este avanzó a una velocidad moderada. Ambos portaban un semblante de felicidad mientras recorrían las largas calles. Al fin habían roto la distancia entre ellos, por lo cual rebosaban de alegría.
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