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Capítulo 5: Rebelión

Adachi/Shimamura
(Versión Live-Action)

Rolf Scamander
(Versión Anime)

Cho Chang
(Versión Anime)

Seamus/Dean
(Versión Anime)

Neville Longbottom
(Versión Anime)

Hannah/Susan
(Versión Anime)

Luna Lovegood
(actual comentarista de Quidditch)
/Jordan Lee
(antiguo comentarista de Quidditch)
/Zacharias Smith
(actual comentarista de Quidditch)

Pansy/Ginny/Hermione/Luna

Theodore Nott/
Blaise Zabini/
Draco Malfoy/
Pansy Parkinson/
Crabbe & Goyle

*****

Miércoles, 25 de diciembre de 1996
—Hogwarts, Torre de Astronomía, 22:00 PM—

—Ah, por fin llegamos —suspiró Ginny después de poner un pie en el último piso de la Torre de Astronomía, sin contar el techo, claro. Luna la seguía desde atrás con su somnolienta y al mismo tiempo risueña expresión de siempre.

—No es como que me moleste, pero tengo curiosidad, ¿por qué escogiste la Torre de Astronomía? —inquirió la Ravenclaw.

—Sencillo, tiene la mejor vista nocturna, ¿no crees? —preguntó la Gryffindor con una rebelde sonrisa. Luna colocó su dedo índice en su barbilla como si lo pensara.

—Mmm... Puede ser, aunque nunca he estado en la Sala Común de Slytherin. El lago negro debe verse hermoso de noche, ¿no crees?

—Mmm... Puede ser —dijo Ginny pensándolo solo por unos cortos segundos—. Pero lo último que quisiera es ir a la Sala Común de Slytherin... ¡Oh, sujétame esto! —y del bolsillo de su vestido, la pelirroja sacó un bolsito bordado con cuentas que le extendió a Luna. La rubia sin pensarlo mucho agarró cuidadosamente el bolsito que al peso parecía estar vacío. Ginny metió la mano en la bolsa y su brazo continuaba sumergiéndose cada vez más dentro de la bolsa, mientras la Ravenclaw observaba ligeramente sorprendida.

—Esto... —pero antes de que Luna expresara su desconcierto, Ginny finalmente sacó su brazo de la bolsa y en su mano sostenía una túnica negra con bordes rojos característica de Gryffindor. Luna abrió ligeramente su boca en señal de asombro.

—Hermione le hizo un encantamiento de extensión indetectable a la bolsa —aclaró Ginny con una sonrisa—. Estaba entrenando por alguna razón ese hechizo que parecía realmente complicado, así que me ofrecí como voluntaria y le di una de mis bolsas. ¡Ah! —y antes de que se le olvidara, volvió a meter su brazo en la bolsita, sacando otra túnica pero esta vez tenía los bordados azules como símbolo de Ravenclaw.

—¿Eh? —ante el asombro de Luna, Ginny sonrió divertida.

—Es una túnica mía de Gryffindor, pero le cambié el color para ti. Mañana me la devuelves sin problema. Es mejor que estar aquí arriba con un vestido, ¿no?

—Vaya, viniste bastante preparada —se sorprendió Luna.

—Sí, por cierto, ¿vendrás con nosotros a pasar las vacaciones navideñas en La Madriguera? —preguntó Ginny mientras con un toque de su varita intercambió su vestido por su túnica de Gryffindor, y luego hizo lo mismo con el vestido de Luna y la túnica con apariencia de Ravenclaw.

—Somos vecinas, así que me limitaré a pasar de vez en cuando por tu casa —sonrió Luna mientras Ginny guardaba los dos vestidos en la bolsita que luego guardó en el bolsillo de su túnica de Gryffindor.

—Bueno, tiene sentido. Además, tu padre se sentiría un poco solo, ¿no?

—Sí, aunque últimamente está ocupado con las nuevas publicaciones de “El Quisquilloso” —dijo Luna, mientras daba saltitos hasta llegar a la baranda de la Torre de Astronomía. Ginny la siguió y también colocó sus manos en la barandilla.

—También estaba pensando invitar a Adachi y Shimamura.

—Ginny, ¿cuántas personas pueden estar en tu casa? —sonrió Luna ligeramente incrédula. La pelirroja rió divertida.

—Bueno, sí, estaríamos un poco apretujadas, pero Adachi y Shimamura pueden dormir sin problema en mi habitación junto conmigo. ¿Por qué no te unes?

—No quiero molestar a tu mamá con más invitados de lo posible. Ya que vivo cerca, puedo ir a visitarlas de vez en cuando, pero mejor deja que Adachi y Shimamura sean las únicas invitadas. ¿Está bien?

—Okay, pero de todas formas quisiera que algún día te quedaras a dormir en mi casa.

—Bueno, un día en estas vacaciones podría quedarme a dormir. Pero solo un día, no quiero abusar —dijo Luna con su mirada perdida hacia el cielo. Ginny sonrió.

—Un trato justo, jeje.

—¿Y bien? ¿Por qué me trajiste aquí? ¿De qué querías hablar? —preguntó Luna dirigiéndole una tierna sonrisa a Ginny, la cual se sorprendió y se sonrojó desviando ligeramente la mirada. La pelirroja tosió disimuladamente y se dispuso a sentarse encima de la barandilla, para sorpresa de la rubia que la observaba confundida.

—Ejem, bueno, yo...

—¡Espera! —Luna extendió la palma de su mano de frente a Ginny, quien casi completamente sentada en la baranda abrió los ojos con gran confusión viendo a la Ravenclaw que parecía ligeramente preocupada aunque seria.

—Q... ¿Qué? —inquirió Ginny aún confundida.

—Lo que sea que vayas a decirme puedes decírmelo sin sentarte en la barandilla.

—¿Eh? —Ginny parpadeó un par de veces sorprendida, pero luego sonrió burlonamente— Oh... ¿Tienes miedo de que me caiga?

—Claro que no. Tengo miedo de que no sobrevivas a la caída.

—Ah... Sí, eso tiene sentido... —Ginny sonrió ligeramente incrédula, luego negó con la cabeza— Pero no te preocupes, no me voy a caer. Confía en mí.

—Eso no tiene nada que ver con que confíe en ti o no. Puedes caerte por causa de un factor completamente alejado a ti.

—Ya, ya. Tan solo atiéndeme —sonrió Ginny sentada en la baranda con su mano izquierda agarrando firmemente la barandilla, y agitando su mano derecha en señal de negación para restarle importancia a la preocupación de su amiga.

—Es difícil atenderte cuando estoy tan preocupada por ti, ¿sabes?

—... —la pelirroja en completa confusión parpadeó varias veces, luego suspiró incrédulamente—: Hah... Vale, tú ganas —y se bajó cuidadosamente de la barandilla sin problemas. Luna automáticamente mostró una satisfecha sonrisa—. ¿Contenta?

—¡Sí! —exclamó la Ravenclaw con su habitual inocente y despreocupada sonrisa. Ginny al verla no pudo evitar ruborizarse un poco y ligeramente desvió nerviosamente la mirada sintiéndose levemente mareada por alguna razón.

—Ahhh... ¿No sientes calor de repente o soy solo yo? —inquirió la Gryffindor con sus globos oculares girando en sus órbitas con cierto nerviosismo.

—Estamos en Navidad, Ginny. ¿Cómo puedes tener calor? —preguntó Luna con una sonrisa, pero luego pareció preocuparse ligeramente— ¡Oh! ¡¿Tienes fiebre?! Déjame ver... —y rápidamente puso su mano izquierda en la frente de Ginny, pero se había acercado tanto que la pelirroja pasó a tener su rostro completamente del color de su cabello, expandiendo el rubor hasta sus orejas ligeramente moteadas.

—N... ¡No, o... olvídalo, está b... bien! —Ginny se apartó hacia atrás alejándose de la mano de Luna que observó todo con cierta confusión pero sin malicia. La Gryffindor aún ruborizada se limitó a cerrar los ojos sin establecer ningún tipo de contacto visual— So... Solo me quitaré la túnica y me quedaré con mi uniforme —dijo mientras nerviosamente se quitaba su toga. Luna parpadeó un par de veces antes de sonreír.

—Está bien, yo también me quitaré la túnica. Me gusta la brisa fresca que está haciendo —y la Ravenclaw también se quitó su toga, por lo que ambas se quedaron con el típico uniforme de jersey con falda que los estudiantes usaban por debajo de la túnica.

Ginny con la mirada gacha, extendió su mano izquierda para recibir la toga de Luna. La pelirroja después de tener ambas túnicas en su mano, sacó la bolsa del bolsillo de su toga y las guardó dentro; luego guardó la bolsita en el bolsillo de su jersey.

—Bien... ¡Ejem! —Ginny recuperando la compostura, tosió aclarándose la garganta— Bien... Seré sincera contigo, Luna...

—... ¿Hice algo malo? —preguntó la Ravenclaw mostrando un rostro ligeramente triste.

—¿Eh?... Q... ¿Qué? ¡Claro que no! —exclamó Ginny sorprendida.

—Es que parecía que ibas a decir algo bastante serio...

—Ehm, ¡no! O sea, ¡sí!... ¡Ah! Es decir... Es serio porque es un asunto importante, pero no es como si hubieras hecho algo malo, mucho menos porque yo esté molesta contigo. ¡Eso nunca! Eres mi... mi mejor amiga, ¿no?

—Sí, eso es verdad —Luna sonrió más aliviada.

—... E... En fin, a lo que iba es... Estuve hablando con Adachi y Shimamura, y... Quería dejar claro cómo me siento —Ginny comenzó a hablar con cierta timidez mientras veía de un lado a otro tratando de concentrarse en sus palabras, y aunque advirtió una mirada ligeramente confusa de Luna, hizo todo lo posible por ignorarla y continuar—: Verás... Yo quería invitarte al baile conmigo...

—¿Eh? —Luna abrió los ojos pareciendo bastante sorprendida— Tú...

—¡Por favor, déjame terminar de hablar! No quiero que se me olvide todo lo que quiero expresarte —se apresuró Ginny mirando fijamente a Luna con determinación. La Ravenclaw se quedó en silencio y cortésmente asintió con la cabeza. Ginny suspiró, volvió a tomar aire y continuó con calma—: Al final... no te invité porque Harry te haya invitado primero, eso tan solo es una excusa barata... Realmente quería invitarte pero no me determinaba en hacerlo porque tenía miedo... Y no me malentiendas, no tengo ningún problema con que me vean yendo al baile con una chica, incluso si no creen que solo vayamos como amigas. Mi problema es que esa chica eres precisamente tú, Luna. La mayoría de las personas en esta escuela te molestan solo porque tu personalidad es extravagante, ¡ellos no comprenden que tú eres genial justo porque eres única! Pero...

—Perdón, dije que no te interrumpiría, pero... A mí no me importa lo que los demás piensen o digan, Ginny. Eso lo sabes, ¿no? —sonrió tiernamente Luna.

—Claro que lo sé —asintió Ginny débilmente con voz calmada—. Lo sé tan bien que sé que justo porque no te importa lo que los demás piensen o digan, no pensarías en las consecuencias de eso. Tú eres justo así, y es justo lo que más me preocupa. Adoro que seas así, y mientras yo esté junto a ti puedo defenderte como hago siempre, pero, ¿y cuando no esté junto a ti quién te defenderá? Aunque sé que te importa bien poco lo que los demás opinen de ti, aún así no me gusta que se metan contigo. Si te veían yendo a una fiesta acompañada por una chica, no había certeza de que no fueras víctima de insultos peores que de costumbre... Entonces la causante de esos insultos sería yo y, no podría soportar eso... —dijo, mostrándose afligida mientras bajaba la mirada.

Luna parpadeó manteniéndose en silencio, respetando las palabras de Ginny que se había detenido por un leve momento.

—Eres mi mejor amiga, Luna. Por lo que quiero que estés conmigo siempre, en todo momento... Aún así... cuando Harry se me adelantó y te pidió ir a la fiesta... me molesté porque yo quería pedírtelo primero y no tuve el valor suficiente... ¡En serio me sentí realmente irritada por no haber tenido el suficiente valor para pedírtelo primero!... Y para colmo cuando te pregunté si querías ir a la fiesta, me dijiste con el tono más obvio del mundo: «Claro que quiero ir, así puedo estar contigo en la fiesta, ¿no?». Rayos, tú querías ir a la fiesta solo por mí y yo de imbécil no pude armarme de valor para pedirte que fueras conmigo cuando realmente quería pedírtelo... Me sentí destrozada...

—... —Luna con una silenciosa pero tierna sonrisa, se acercó lentamente a Ginny que tenía la cabeza baja en ese momento mirando al suelo. La Gryffindor se sorprendió grandemente cuando notó que la Ravenclaw sujetó ambas manos de Ginny, haciendo que la pelirroja alzara la mirada creando contacto visual con la rubia— Ginny, me siento muy feliz por saber cómo te sientes y cuánto te importo. Yo tampoco te pedí que me llevaras a la fiesta contigo, así que todo está bien.

—No, yo estaba entre las primeras invitadas, no tú. Tiene sentido que no me lo pidieras, era yo quien tenía que pedirte que me acompañaras. No tengo justificación.

—Ginny —con su misma tierna sonrisa, Luna entrelazó los dedos de sus manos con los de la pelirroja que se sonrojó un poco—, me basta con saber que querías ir conmigo a la fiesta y no con nadie más... Y al final logramos estar juntas en la fiesta, el resultado incluso fue el mejor de todos: de forma indirecta pudimos ayudar a que Dean y Seamus fueran juntos, ¿no es genial? Así que no tienes nada por lo que disculparte. Me hace muy feliz solo saber que tengo una amiga como tú a la que le importo tanto.

—... Luna... —un poco nerviosa, Ginny apretó gentilmente sus manos entrelazadas con las de la Ravenclaw, armándose de determinación y dispuesta a sincerarse con ella—: En cuanto a eso yo... Quería decirte que yo... Yo te a...

—¡Oh, muérdago! —comentó Luna en su habitual tono soñador, mirando hacia el techo con aire despistado como quien da la hora del día. Ginny confundida, parpadeó varias veces antes de comprender que había sido interrumpida.

La pelirroja entonces miró hacia arriba y observó que efectivamente encima de las cabezas de las dos chicas, en el techo de la torre había atado un ramito lleno de bayas blancas. Ginny solo pudo poner sus ojos en blanco completamente incrédula.

—¡¿Quién demonios puso un muérdago en la Torre de Astronomía?! —inquirió la Gryffindor completamente sorprendida. En ese momento notó que Luna bajó la mirada para observar con confusión a la pelirroja, la cual notando que la rubia la observaba, se ruborizó nuevamente hasta las orejas y dejó escapar un poco de vapor por sus oídos.

—¡Ginny! —exclamó Luna preocupada cuando notó que la Gryffindor comenzó a perder fuerza en las piernas y se tambaleó hacia abajo. Ginny se había desmayado.

[...]
Jueves, 26 de diciembre de 1996
—Hogwarts, Gran Comedor, 6:30 AM—

Yo, Hougetsu Shimamura, en mi niñez me caractericé por ser una niña muy sociable y divertida. Por supuesto, era solo una tapadera.

Ni siquiera sé cuál es mi “verdadero yo”. En el pasado únicamente me esforcé por agradar a todos a mi alrededor, creando un “yo” muy diferente al actual. En ese distante pasado, me reía de chistes que no me parecían graciosos, con tal de agradar a los otros y así ser aceptada por la sociedad.

Con el tiempo cada vez menos me encontraba en esa situación donde prácticamente dependía de la opinión ajena. Realmente a estas alturas me importa un comino lo que los otros piensan o digan de mí.

Soy una persona vacía, después de todo; así que no necesito llenar mi cabeza de preocupaciones absurdas que no me conciernen. E incluso si realmente me concernieran, no tengo la suficiente ambición ni interés como para hacer algo al respecto.

Por todo eso, dado que nunca hice algo meramente porque yo lo deseara, viví la mayoría de mi tiempo de vida preocupada por “el qué dirán”. Me volví incapaz de elegir por mí misma, o tal vez sería mejor decir que nunca tuve esa capacidad en un principio...

Por supuesto, mi incapaz para escoger incluye a elegir a una persona a la cual amar en un ámbito romántico. La responsabilidad de dedicarle tiempo a una persona en ese sentido, es algo demasiado complicado para una persona tan vacía como yo. Por eso, con tal de no ocasionarle problemas a esa persona (fuera quien fuese), la “yo” actual estaba dispuesta a no asumir ningún tipo de papel en una pareja romántica.

Aún así, todo cambió cuando Adachi se me declaró. Nunca nadie se me había confesado, por lo que encontrándome en una situación inesperada y ya que Adachi me agradaba, terminé aceptando sus sentimientos y comenzamos una relación romántica. Lo realmente doloroso fue entender lo poco que conocía acerca de mi propia pareja.

Mi naturaleza insensible provocó que, desde que tengo uso de razón, nunca lloré en mi vida. Nunca derramé ni una sola lágrima, no por alguna causa sentimental y tampoco por algún daño físico doloroso. No recuerdo haber llorado nunca; ni por tristeza, felicidad, o siquiera por dolor físico. Así que... sin querer justificarme, tal vez eso provocó que no tomara en cuenta la tristeza o felicidad de los demás.

Por eso... cuando Adachi lloró en Navidad, me sentí devastada por mi propia incapacidad para identificar el dolor ajeno. Obviamente, Adachi es una persona completamente diferente a mí. Ella ha vivido su propia vida hasta el momento y yo fui lo suficientemente insensible como para no preguntar al respecto.

En Navidad comprendí que Adachi estuvo sufriendo todo este tiempo. Si bien desconocía la causa de ese sufrimiento, debería al menos haberme preocupado... Porque Adachi posee algo de lo que yo carezco: ella pese a su sufrimiento mostró su capacidad para escoger, y entre tantas personas me escogió precisamente a mí para estar a su lado. Adachi escogió a una persona tan vacía como yo, que nunca fue escogida por nadie más... Y es justamente por eso, que me veo con la obligación de proteger a Adachi, de salvarla de cualquiera que sea su sufrimiento. Mucho menos debo ser una causa más del sufrimiento de Adachi. Eso no estaría para nada bien.

Es justo por eso que actualmente estoy esperando afuera del Gran Comedor a encontrarme con Tarumi antes del desayuno. Ella se mostró bastante amable conmigo así que supuse que podríamos arreglar la actual situación que me hace sentir tan mal con respecto a Adachi. Después de todo, no quiero mentirle a mi novia; por lo que antes de comenzar una auténtica relación con Adachi, tengo que solucionar la situación con Tarumi. Siendo bastante temprano, pocos estudiantes habían llegado al Gran Comedor.

Luna estaba todavía en su habitación. No había rastro de Ginny o Adachi, pero un buen número de estudiantes de Hufflepuff y Slytherin estaban llegando, así que traté de encontrarme con Tarumi antes de que ella entrara al Gran Comedor.

—... ¡Oh, Taru!... —corrí un poco hacia un grupo de chicas de Slytherin. Solo Tarumi se detuvo, aparentemente más sorprendida de lo que esperaba. Fue solo un segundo después que entendí que se debía a la forma tan poco formal con la que yo la había llamado— Ehm... Perdón, Tarumi. Ni siquiera sé por qué te llamé así —dije un poco apenada llevándome la mano derecha a detrás de la cabeza.

Tarumi bajó tímidamente la cabeza con un ligero sonrojo en sus mejillas, sin querer establecer contacto visual conmigo, y me dijo:

—Ah... N... No te preocupes por eso... No me molestó cómo me llamaste... P... Puedes llamarme así siempre que quieras —me dijo casi que en un susurro, con sus manos aún dentro de los bolsillos de su túnica colocada como habitualmente de manera bastante informal, como si fuera una especie de rebelde o delincuente. Por alguna razón Tarumi se balanceó ligeramente hacia adelante y hacia atrás de forma repetitiva mientras me decía esto como si le diera vergüenza, pero decidí ignorar esto y concentrarme.

—Ehm... ¿Podemos hablar en privado? —le pregunté. Ella no pareció molestarse, aunque sí se mostró sorprendida y el sonrojo desapareció de su rostro, viéndome fijamente a los ojos.

—Ehm... Sí, claro. ¿Ahora? —me preguntó.

—Sí.

—Mmm... Claro. ¿Dónde?

—Sígueme —casi que no esperé una confirmación de su parte, pero me alejé del Gran Comedor. Por suerte ella me siguió sin más problema.

Llegamos al patio central de la escuela donde Tarumi consiguió la foto de Adachi y yo. Solo parecían haber cuatro personas reunidas en una esquina conversando tan alto que mi plática con Tarumi no sería escuchada, así que suspiré. Me coloqué junto al árbol que se empinaba en el medio del patio y me viré hacia Tarumi que continuaba observándome con curiosidad.

—Ehm... Tarumi... Acerca de lo que me dijiste ayer en la fiesta... Tienes toda la razón, estuve pensando al respecto y no quiero pensar que le estoy ocultando cosas a Adachi... o algo por el estilo... Así que... me gustaría terminar con este asunto de... “amantes”.

El rostro de Tarumi se iluminó en completa felicidad:

—¡Me alegra mucho escuchar eso! Haces muy bien.

—Ehm... Ya, gracias... —aunque me seguía confundiendo la actitud de Tarumi, decidí volver a ignorarlo y traté de formular correctamente las siguientes palabras—: Bueno... Entonces... ¿Damos por finalizada la relación de “amantes”?

—¿Eh? Mmm... Claro, ¿pero qué propones?

—... ¿Cómo que qué propongo?

Solo quiero una confirmación de que no tengo que preocuparme por todo esto de ser “amantes”. ¿A qué demonios se refiere Tarumi?

—Es decir, ¿cómo hacemos? ¿Qué plan tienes para anular el chantaje?

—¿Anular el chantaje? —pregunté sorprendida.

—Claro, el chantaje sigue en pie.

—¿Eh...? —en este punto ya estaba demasiado aturdida como para confirmar que estuviera teniendo una conversación decente— ¿No puedes simplemente deshacerte de esas fotografías y punto?

—Es imposible. ¿Tienes algún plan para conseguir destruir esas fotos?

—¿Eh? —espera... ¿qué?

—Obviamente las fotos son el único inconveniente. Si ideas algún plan para conseguir deshacerte de esas fotos, estaré encantada de ayudarte. Pero por ahora no te queda más remedio que ceder ante el chantaje, ¿no? Podrías rehusarte, pero tendrías que asumir las consecuencias de eso, claro...

¿Qué carajos está pasando aquí?

¿Me equivoqué con Tarumi?... Incluso pensé que ella podría haberse arrepentido de su chantaje, pero... ¿solo está jugando conmigo? ¡¿Qué demonios?! ¿Quiere que no ceda al chantaje pero al mismo tiempo que yo planee una forma de deshacerme de las fotos que ella posee? Esta chica... ¿es masoquista? ¿Disfruta poniendo a las personas en esta incómoda situación?...

No voy a llegar a nada con ella... ¿A qué demonios se refiere cuando dice que va a ayudarme? Solo me está complicando las cosas...

Pero bueno, en la situación actual no me queda más remedio que seguirle en este “retorcido juego”, hasta que encuentre una abertura para deshacerme de esas fotos o... ¿encontrar algo con lo que chantajear a Tarumi en su lugar?... ¿Será que es eso lo que ella busca?... Entiendo que hay diferentes tipos de personas por el mundo, pero esto... es un poco bastante intenso. ¿Tarumi quiere exponerse en una situación en la que podría terminar siendo chantajeada... solo por diversión? ¿Eso le produce placer?... No quiero juzgar a nadie, pero esto... es retorcido.

—¿Y bien, Shima? —preguntó Tarumi, sacándome de mis pensamientos. Yo, enfadada, le dirigí una mirada bastante seria y arisca.

—Nada, olvídalo. Me encargaré de todo esto yo sola... —me di la vuelta disponiéndome a retirarme, pero decidí detenerme y voltear mi cabeza hacia Tarumi a mi espalda—: Ah, por cierto, no me llames por ese apodo —le dije con un tono de voz insensible. Tarumi pareció sorprenderse y bajó la cabeza con tristeza.

—Lo... Lo siento —dijo. Por un momento sentí lástima de ella, pero recordé que toda esta incómoda situación era debido a Tarumi, así que decidí retirarme sin decir nada.

[...]
Jueves, 26 de diciembre de 1996
—Hogwarts, Gran Comedor, 7:10 AM—

Shimamura entró al Gran Comedor y se sorprendió al ver que en la mesa de Ravenclaw estaban sentadas Adachi y Ginny junto a Luna.

—Oh, Shima —le sonrió la rubia.

—Hola... ¿Ustedes dos de nuevo aquí? —preguntó Shimamura con una débil sonrisa, sentándose a la derecha de Luna.

—Oye, ¿qué es eso? ¿Nos estás botando? —inquirió Ginny medio divertida, así que Shimamura sonrió cálidamente.

—No, para nada... Ehm... Por cierto... ¿Puedo preguntar qué hicieron ustedes dos ayer después de la fiesta? —preguntó Shimamura cambiando de tema.

—Ah... Eso... —Ginny sonrió amargamente desviando la mirada.

—Ginny se desmayó en la Torre de Astronomía —confesó inocente y despreocupadamente Luna. La pelirroja Gryffindor abrió los ojos como platos, completamente en blanco, incrédula.

—¡Lu... Luna, no tenías por qué decirle eso! —se quejó Ginny.

—¿Por qué no? —inquirió Luna con una tierna sonrisa— De hecho fue bueno. Los muérdagos suelen estar infestados de nargles, pero no afectan a las personas desmayadas. Te iba a advertir de eso mismo pero por suerte te desmayaste.

—«Por suerte», dices... —Ginny sonrió suspirando con cierta incredulidad.

Shimamura observaba a las dos amigas mientras estas comenzaban a conversar ahora acerca de los nargles y las teorías de Luna sobre estas criaturas, aunque Shimamura más bien tenía curiosidad sobre qué exactamente había ocurrido en la Torre de Astronomía que incluía muérdagos y desmayos. Adachi, que parecía tener la misma curiosidad, terminó coincidiendo su mirada con la de Shimamura. Esta última le dio una sonrisa un poco forzada a su novia y decidió concentrarse en la comida frente a ella, comenzando su desayuno con un ánimo un poco decaído por alguna razón, que terminó preocupando a Adachi. No solo Shimamura se había sentado a tres asientos de Adachi, sino que aquel ánimo tan poco entusiasta era demasiado incluso para la perezosa Shimamura, por lo que Adachi terminó comenzando a sospechar que algo malo ocurría.

[...]
Jueves, 26 de diciembre de 1996
—Hogwarts, Campo de Quidditch, 17:00 PM—

—¿No notan un poco extraña a Shimamura? —preguntó Ginny, descansando en las gradas de Ravenclaw después de un poco de entrenamiento de los leones y águilas. Adachi sentada a su derecha (igual en su tiempo de descanso) se sorprendió por aquella pregunta que en realidad no le encontraba fallos al porqué de ese cuestionamiento. Luna a la izquierda de Ginny, con su usual aire soñador, observaba fijamente a los jugadores que continuaban con el entrenamiento (entre ellos Shimamura que había dejado pasar buenas oportunidades de anotar, algo extraño en ella).

—Bueno, sí... —dijo Luna aunque con su habitual despreocupada sonrisa— Shimamura no es de desperdiciar oportunidades de anotar. Y ha dejado pasar con relativa facilidad a algunos jugadores del equipo contrario teniendo grandes posibilidades de arrebatarles con gran éxito la quaffle.

—¿Verdad? —apoyó Ginny mientras observaba hacia el campo de juego, precisamente a la propia Shimamura que con expresión irritada parecía quejarse consigo misma por fallar en sus jugadas— Y no solo eso. En clases hoy estuvo un poco distraída... Justo ahora pareciera estar pensando en algo más que en el Quidditch pese a estar volando en la escoba en estos momentos.

—... Parece afligida por algo —de repente la sonrisa desapareció del rostro de Luna, quien comenzaba a preocuparse seriamente por su compañera de Ravenclaw.

—... ¿Tú sabes algo, Adachi? —preguntó de soslayo Ginny, como quitándole importancia al asunto para que Adachi respondiera con calma, pero su compañera de Gryffindor bajó la cabeza con cierto pesar.

—... ¿Sucede algo? —inquirió Luna.

—... Ayer... No recuerdo todo lo que pasó porque bebí de más, pero... Tengo vagos recuerdos como de que hablé demasiado. Precisamente le hablé a Shimamura y creo... que yo estaba llorando... Los recuerdos son muy borrosos, pero... como no sé exactamente lo que dije o hice... Tal vez Shimamura se sienta mal por eso... —Adachi confesó afligidamente. Ginny abrió los ojos un poco sorprendida.

—... Ya, ya... No pienses en eso —le dijo la pelirroja con tal de animarla—. Tal vez es debido a otra cosa... En todo caso creo que deberíamos preguntarle a Shimamura.

—Estoy de acuerdo —dijo Luna.

...

—¡Buen entrenamiento, nos vemos mañana! —Harry con una amable sonrisa despidió a los jugadores de Ravenclaw y Gryffindor.

Shimamura suspiró un poco agotada mientras los demás jugadores conversaban amigablemente entre ellos acerca de lo mucho que deseaban que llegaran oficialmente las vacaciones navideñas.

—¡Buen trabajo! —dijo Luna acercándose a Shimamura, quien le dedicó una débil pero sincera sonrisa. Luego Ginny y Adachi se acercaron igual.

—Shimamura, ¿sucede algo? Te notabas un poco distraída —dijo la pelirroja aunque con una sonrisa tratando de actuar con despreocupación.

—... No, no sucede nada —Shimamura sonrió igual de débilmente—. Tan solo me distraje un poco, pero no se preocupen.

—Vale, pero sabes que puedes contarnos lo que sea, ¿verdad? Somos tus amigas —dijo Ginny, rápidamente acercándose al oído de Shimamura para que lo siguiente solo lo escuchara ella—; además, me ayudaste con lo de Luna, así que casi que te lo debo —Ginny le guiñó un ojo con cierta picaresca, pero Shimamura solo volvió a sonreír.

—Jeje, pero no te preocupes, en serio no pasa nada.

—... Bueno, vale... ¡Ah, por cierto! Casi que se me olvidaba. Adachi, Shimamura, ¿venís conmigo a La Madriguera para pasar las vacaciones navideñas?

—Vale —dijo Adachi con simpleza.

—Ehm... No sé, me lo pensaré —dijo Shimamura otra vez con una débil sonrisa.

—¡¿Cómo que te lo pensarás?! —preguntó Ginny un poco insultada— Adachi ya ha visitado mi casa, solo faltas tú, Shimamura.

—... Bueno, pero... También está mi hermana... —comentó la Ravenclaw más bien como si estuviera buscando una excusa.

—Oh... Ciertamente no había pensado en ella... —se sorprendió Ginny.

—¡Ah! Eso me da la idea de que Shimamura y su hermanita pueden quedarse en mi casa. Así la casa de Ginny no tendrá tantas personas —sonrió Luna.

—¡Oh, qué buena idea, Luna! —apoyó entusiastamente Ginny.

—Sí, pero... también está Yashiro... ella seguro querrá ir con mi hermana...

—¡Que se venga también a mi casa! —exclamó Luna con su habitual soñadora sonrisa— Mi papá va a estar muy contento de tener a tantas personas en casa. Desde que mi mam... —pero se detuvo ahí con cierta aflicción. Ginny sin titubear rápidamente comprendiendo todo, agarró gentilmente la mano de Luna que le sonrió en agradecimiento— Bueno, en resumen, que no hay problema, mientras más mejor.

—... Vale, supongo que no hay de otra, ¿eh? —sonrió amargamente Shimamura.

—¡Correcto! —celebró victoriosamente Ginny, aunque Adachi se le quedó mirando con tristeza a Shimamura que continuaba sonriendo débilmente.

[...]
Jueves, 26 de diciembre de 1996
—Hogwarts, Gran Comedor, 20:20 PM—

Shimamura casi no había probado bocado a la hora de la cena, lo que ya de por sí dejó un poco (más) preocupada a Adachi. Lo más extraño fue que casi ni habló con Luna en la mesa de Ravenclaw, se acercó a Harry y le pidió que conversaran a solas. El muchacho sorprendido, asintió cortésmente y los dos se fueron a charlar a una esquina del Gran Comedor. Cualquiera en el salón podría verlos, pero no oírlos. Adachi estuvo muy pendiente de ellos dos, aunque no solo ella: Ginny y Hermione miraban con gran curiosidad hacia Shimamura y Harry, en cambio Ron continuaba en una intensa pelea contra el pollo que sirvieron para la cena.

De repente Shimamura hizo una leve reverencia. Harry ligeramente nervioso por aquella cordialidad más asiática que europea, intentó imitarla e hizo su mejor intento de reverencia. Shimamura pareció sonreírle al muchacho y luego se retiró del Gran Comedor. Harry volvió a su mesa y antes de que pudiera poner la mano en su tenedor, sintió las miradas inquisitivas de Hermione y Ginny.

—¿Q... Qué? —preguntó el muchacho de ojos verdes, nervioso.

—¿Qué quería hablar contigo Shimamura? —inquirió Hermione curiosa.

—Ahm... Bueno, es un secreto, pero no creo que sea nada grave. No le tomen importancia —aunque Harry lo dijo con la intención de dar por finalizado el asunto, Hermione dio un ligero golpe en la mesa con su puño derecho, asustándolo—... Vale, me preguntó si podía usar mi capa invisible.

—Q... ¿Qué? —se sorprendió Ginny, que en serio no se lo esperaba. Adachi tampoco.

—¿Tu capa invisible? ¿Cómo ella sabe sobre tu capa invisible? —preguntó Hermione sorprendida más que preocupada.

—Luna debe habérselo contado —dijo Harry encogiéndose de hombros, restándole importancia—. Lo cierto es que no me preocupé por eso, Shimamura es una buena persona y una chica muy simpática. Tan solo me dijo que la quería para observar de cerca durante esta noche a las criaturas de la clase de Hagrid, para entregarle un mejor ensayo que el que tenía antes que no le convence del todo. Yo le creí.

—Bueno, ciertamente hay un ensayo como ese en la clase de Hagrid... —admitió Ginny, que a pesar de todo continuaba analizando la situación.

—Pero no le digáis que se los dije —imploró Harry—. Shimamura no me pidió que ocultara la petición que me hizo o algo parecido, pero si me pidió que hablásemos a solas debió ser porque quería que lo supiera la menor cantidad de personas posibles, ¿no? —inquirió el muchacho. Hermione asintió con la cabeza.

—No, está bien —dijo su amiga castaña—. Tiene sentido lo que dices. Además, Shimamura ciertamente es una buena chica, dudo que estuviera planeando algo turbio. De hecho incluso no me parece tan mal que rompa las reglas si es para sacar la mejor nota posible en la clase de “Criaturas Mágicas”.

—¿Rogper gas reggas? —preguntó Ron con la boca llena de pollo, confundido.

—Sí, Ron, romper las reglas —dijo Hermione rodando los ojos con actitud cansina—. Si quería salir esta noche, incluso si es para estudiar más a fondo su ensayo, estaría rompiendo las reglas. Obvio.

—Oh, eg ciegto —se sorprendió Ron asintiendo varias veces con la cabeza.

—Espera, ¿entonces te negaste a prestarle tu capa? —le preguntó Hermione a Harry.

—Sí —afirmó el muchacho de ojos verdes encogiéndose de hombros—. Dumbledore me pidió que mantuviera cerca mi capa invisible siempre que pudiera, así que tuve que negarme. En otras circunstancias se la hubiera prestado. Shimamura me cae bien.

...

—O sea —caminando por los pasillos, Ginny había terminado de contarle todo a Luna que escuchaba con las cejas fruncidas analizando lo que oía. Adachi las seguía en silencio—, Shimamura es muy inteligente, es una Ravenclaw después de todo. Perfectamente se le pudo ocurrir la excusa del ensayo que tenemos que entregarle a Hagrid para después de las vacaciones navideñas. Así como ella sabía que le íbamos a preguntar a Harry sobre su conversación con Shimamura, tendría la excusa perfecta.

—Vale, ¿pero qué insinúas, Ginny? —preguntó Luna confundida.

—Que obviamente Shimamura ha estado actuando extraño todo este tiempo. ¿No te hace pensar que quería la capa de invisibilidad con otro objetivo? —sugirió Ginny.

—¿Y no podría estar actuando extraño porque se sentía mal pensando que estaría rompiendo las reglas si Harry le prestara su capa de invisibilidad? —inquirió Luna despreocupadamente. Ginny realmente sorprendida, se quedó en silencio unos cuantos segundos mientras continuaban caminando por los pasillos.

—... ¿Tú crees?... Bueno, ciertamente es una posibilidad. Eso no lo había pensado...

—¿Y si lo averiguamos esta noche? —preguntó Adachi, sorprendiendo a sus amigas.

—... ¿Averiguar qué? —indagó Ginny ligeramente confundida.

—Si quería hacer algo más esta noche aparte de lo de Hagrid... ¿no creen que lo hará igualmente sin importarle que no tenga la capa de invisibilidad? Tal vez la capa era solo un método para facilitar las cosas, pero no tiene por qué ser un objeto imprescindible.

—... Mmm... Lo que dice Adachi tiene sentido —dijo Luna.

—¿Entonces qué piensas que debemos hacer? —le preguntó Ginny a la rubia.

—... ¿Perseguir nargles? —inquirió Luna con rostro serio, pero Ginny arqueó una ceja con una sonrisa incrédula aunque divertida.

—Luna, concéntrate. Me refiero a Shimamura. ¿Por qué no entras a la Sala Común de Ravenclaw y averiguas si ella está en su habitación? Si no está, deberíamos asumir que está rompiendo las reglas y merodeando por los pasillos o por el exterior de Hogwarts.

—¿Y si ese fuera el caso? —preguntó Luna.

—Pues deberíamos buscarla —dijo Ginny—. No digo que para evitar que haga lo que sea que esté haciendo, pero al menos para tener una idea de lo que le pasa y ayudarla de ser posible, ¿no?

—Pero en ese caso nosotras también romperíamos las reglas, ¿no?

—Luna, ¿eso es tan importante? —peguntó sonriendo incrédulamente Ginny.

—No... Si se trata de algo que puede estar afectando a Shimamura es mejor actuar sin importar las reglas, claro, pero... ¿Y si no está haciendo nada malo y rompemos las reglas sin ninguna justificación?

—Dios, Luna, pareces Hermione diciendo esas cosas —se quejó Ginny con una sonrisa—. Si Shimamura no está haciendo nada malo, a esta hora estaría en su habitación, ¿no? Tan solo comprobémoslo.

—... Vale, tienes razón —Luna asintió, y se adelantó dirigiéndose a su Sala Común. Adachi y Ginny se miraron y sonrieron asintiendo con la cabeza, para luego seguir a la rubia de Ravenclaw. Después de unos minutos esperando fuera de la Sala Común de Ravenclaw, Luna salió para encontrarse con Adachi y Ginny—. Shimamura no está.

—... Bien, ¿dónde comenzamos buscando? —preguntó la pelirroja después de unos segundos asimilando lo que Luna había dicho.

—... ¿La Sala Común de Slytherin? —inquirió Adachi aún un poco dubitativa después de unos segundos cavilando al respecto. Ginny y Luna se sorprendieron.

—¿La Sala Común de Slytherin? ¿Por qué Shimamura iría hacia allá? —indagó la pelirroja ligeramente aturdida por la sugerencia de Adachi.

—Tengo... una leve sospecha —dijo la otra Gryffindor. Por supuesto, su lógica se basaba en la existencia de la muchacha Slytherin Tarumi, a la que había conocido en la fiesta navideña, pero Adachi no lo expresaría abiertamente.

—Mmm... Bueno, no nos cuesta nada pasarnos por ahí —suspiró Ginny.

—Aparte de los regaños si nos descubren, querrás decir, ¿no? —bromeó Luna. Ginny solo le dirigió una sonrisa incómoda y las tres chicas se dirigieron a la Sala Común de Slytherin.

—¿Cómo sabes dónde es? —le preguntó Ginny a Luna.

—Astoria Greengrass, ella una vez me llevó —aclaró la Ravenclaw con su habitual tono despreocupado y soñador. Ginny pareció sorprenderse, aunque Adachi continuaba con su aura sombría y deprimente.

—Espera, ¿no me dijiste que nunca habías estado en la Sala Común de Slytherin? —preguntó la pelirroja confundida.

—Astoria me llevó, pero nunca entré —aclaró despreocupadamente la rubia—. Allí —dijo Luna, señalando una puerta grande que había a unos cuantos metros de las tres chicas. Por supuesto, ellas habían llegado a ese lugar tomando ciertos desvíos para no ser descubiertas por profesores que rondaran por la zona o por el propio Conserje Filch, y actualmente estaban escondidas detrás de la esquina de un pasillo asomando sus cabezas mirando con disimulo.

—Mmm... ¿Y ahora qué? —preguntó Ginny después de varios segundos en silencio.

—¡Oh! ¿Esa no es Shimamura? —inquirió Luna solo un poco sorprendida, cuando observó la figura de una persona justo al lado de la puerta de la Sala Común de Slytherin. Adachi y Ginny se sorprendieron al comprobar que efectivamente se trataba de Shimamura, quien observó a ambos lados del pasillo pero por suerte para las tres chicas escondidas, no miró en esa dirección.

Al parecer, tras haber comprobado que no había personas cerca, Shimamura miró el reloj de pulsera que tenía en el reverso de su muñeca derecha. Después de verificar la hora, Shimamura sacó un frasco con un líquido azul fosforescente muy llamativo que despertó gran curiosidad en Adachi y Ginny, aunque no en Luna.

Shimamura se bebió el líquido completo dentro de la botella y guardando el frasco en el bolsillo de su túnica, cerró los ojos como si se quejara del amargo sabor. Al cabo de cinco segundos, Shimamura desapareció de la visión de las tres chicas, como si se hubiera mimetizado del todo con el transparente aire. Adachi y Ginny no habían parpadeado en absoluto durante ese tiempo, así que sus expresiones de asombro eran más que justificables.

—P... ¡¿Pero qué?! —Ginny exclamó, aunque Luna automáticamente le tapó la boca con su mano derecha indicándole que hiciera silencio.

—Shhh... Creo que ya entiendo —dijo la rubia.

—Ah, ¿sí? ¿Me explicas? —preguntó la pelirroja en voz baja, más relajada.

—¿Recuerdas que antes de graduarnos de Hogwarts debemos presentar un: hechizo, encantamiento o poción de nuestra propia invención? —comentó Luna.

Ginny parpadeó varias veces confundida, pero luego asintió con la cabeza:

—S... Sí... Aunque si no consigues hacerlo no hay problema, ¿verdad?

—Correcto —dijo Luna—, pero las personas que consigan crear su propio hechizo, encantamiento o poción, reciben más honores en dependencia de cuán asombrosa sea su creación. En resumen, esas personas tienen más posibilidades de obtener con más seguridad una plaza en casi cualquier trabajo al que se quieran dedicar en un futuro.

—Ehm... ¡Oh! ¿Me estás diciendo que ese frasco es una poción creada por Shimamura? —se sorprendió Ginny. Luna asintió sonriente con la cabeza.

—Sí. Ella no tiene planeado su futuro todavía, y la idea de la creación de esa poción fue mera curiosidad por las pociones. Pero al final, investigó mucho al respecto y recolectó una gran cantidad de plantas en Herbología usando partes que normalmente se ignoran en los libros por ser poco útiles o venenosas: como tallos o pétalos. Después de mucha investigación, logró crear esa poción, que te permite hacerte invisible y traspasar objetos y estructuras —finalizó Luna, y Ginny estuvo a punto de gritar sorprendida.

—¡¡¿PE...?!! ¿Pero qué...? —la pelirroja logró calmarse en el último momento— Esa poción es asombrosa. Ni siquiera creo que a Hermione se le pudo haber ocurrido algo así. Esa poción literalmente puede revolucionar el Mundo Mágico.

—A Shimamura le gustan las plantas, pero recibió una considerable y fuerte ayuda de parte de Neville, así que concordaron que ambos presentarían el mismo proyecto antes de graduarse de Hogwarts. Por suerte ese tipo de proyectos se puede presentar incluso en primer año si lo terminas para ese tiempo... En resumen, la poción sin dudas es asombrosa pero todavía no es perfecta y Shimamura es consciente. Le pidió la capa de invisibilidad a Harry seguro porque intentaba no malgastar su poción. Un sorbo de esa cantidad exacta de poción que había en ese pequeñito frasco, dura solo 2 horas. Si tomas dos frascos puedes llegar a experimentar secuelas bastante desagradables como vómito. Shimamura sigue trabajando en ello, pero hasta ahora solo ha conseguido que sea completamente seguro si solo tomas la cantidad exacta de ese frasco. Además, conseguir los ingredientes para hacer la poción es una tarea ridículamente exhaustiva. Ella tuvo que ir reuniendo poco a poco los condimentos que sobraban en las clases de Pociones o los que se iba encontrando en los alrededores de Hogwarts. Por eso tiene sentido que su primer plan fuera pedirle la capa de invisibilidad a Harry, y tomar solo un sorbito de la poción para traspasar objetos durante un minuto; una vez dentro de la Sala Común de Slytherin se pondría la capa de invisibilidad y le quedaría una buena cantidad de poción para salir de la Sala Común de Slytherin y aún le sobraría para otras ocasiones. Así obviamente ahorraría ingredientes y poción.

—... Vaya, Shimamura es asombrosa... —murmuró Adachi con un brillo cautivador en sus ojos. Ginny le sonrió a su compañera de Gryffindor.

—Bueno, Shimamura es una Ravenclaw, después de todo —y luego se dirigió a hablarle a Luna frente a ella—. ¿Entonces Shimamura es invisible y puede traspasar cualquier objeto?

—No estoy segura si puede traspasar exactamente “cualquier objeto”, a no ser que tenga un encantamiento de seguridad más débil que su poción. Las Salas Comunes suelen estar protegidas por un buen encantamiento pero no son perfectas y tienen sus fallos, algo que Shimamura y yo a veces comentábamos, así que ella actualmente debe estar dentro de la Sala Común de Slytherin sin ningún problema. Al principio teníamos dificultades porque Shimamura traspasaba incluso el suelo y cayó desde una gran altura, pero después de un poco de entrenamiento entendimos que la poción funcionaba en su mayor parte con un aspecto psicológico y mientras estés concentrada puedes hacer que tu cuerpo o zonas exactas de tu cuerpo traspasen lo que tú decidas.

—... Pero en ese caso... Realmente no podemos hacer nada ahora, ¿no? —preguntó Ginny después de pensarlo dos segundos. Adachi bajó la cabeza con la misma preocupación, aunque Luna confundida jorobó su cabeza hacia la derecha.

—... ¿Por qué lo dices?

—¿Qué vamos a hacer? ¿Esperar a que Shimamura salga? Ella puede entrar y salir, pero nosotras no. En este punto aunque nos cueste admitirlo, no podemos hacer nada, solo tratar de pensar qué rayos está haciendo ella en la Sala Común de Slytherin —dijo Ginny. Luna abrió los ojos con gran sorpresa como si acabara de entenderlo todo.

—Oh... Es cierto...

—¿Esperamos a que salga? —sugirió Ginny.

—No, mejor vámonos —la que dijo eso fue Adachi, con un tono de voz tan sombrío y decaído que Ginny y Luna instantáneamente se preocuparon y se miraron con pesar.

—... B... Bien, vámonos. Mañana vemos qué hacemos —dijo la pelirroja.

[...]

Nunca pensé que me vería en la necesidad de entrar aquí clandestinamente, mucho menos para cometer un acto que yo misma describiría como “malo”, después de todo, estoy buscando “algo” con lo que poder chantajear a Tarumi y así ella dejaría de chantajearme a mí. En este punto podría decirse que lo que hago es hasta “justo”, pero sigo sintiéndome mal por alguna razón. Cuando me pregunté hace tiempo si sería capaz de chantajear realmente a alguien, no pensé que literalmente la vida me pondría en esta complicada situación.

Mi poción solo me garantizaba aproximadamente dos horas, que tendría que usar para encontrar algo con lo que chantajear a Tarumi. Pero por supuesto, primero tenía que encontrar el dormitorio exacto de Tarumi.

La Sala Común de Slytherin era una sala larga, semisubterránea, con los muros y el techo de piedra basta. Varias lámparas de color verdoso colgaban del techo mediante cadenas. Debajo de la repisa labrada de la chimenea, crepitaba la hoguera, y contra ella se recortaban las siluetas de algunos miembros de la casa Slytherin, acomodados en sillas de estilo muy recargado.

Pese a ser un poco tarde, había más estudiantes de los que me imaginé. Miré hacia la derecha asumiendo que en esa sección se encontraban los dormitorios, pero ni siquiera sabía cuál era la zona de los chicos o cuál la zona de las chicas.

Lo peor obviamente es que no sabía cuál era el dormitorio de Tarumi, así que podría gastar perfectamente las dos horas de mi poción solo buscando su habitación. Eso sería un gran inconveniente, después de todo, conseguir los ingredientes para mi poción es sumamente difícil y realmente me gustaría tener un poco de tiempo para salir de este lugar sin ser descubierta; para eso tenía que garantizar cinco minutos... no, tres minutos al menos solo para estar segura.

Por suerte, algunos estudiantes reunidos en la sala conversando amigablemente, eran chicas. Tres de ellas se levantaron despidiéndose de otras dos. Eso era bueno, podía seguirlas y saber qué parte era el dormitorio de las chicas. Pero para mi mayor sorpresa, vislumbré que una de las dos chicas que se habían quedado en la sala, era precisamente Tarumi. Consideré unos segundos si debería esperar a que ella también se retirara a su habitación para saber dónde precisamente dormía, pero no había garantía de que tardara poco en levantarse y perfectamente podría estar horas sin retirarse a su habitación, mientras que yo solo disponía de dos míseras y ya no exactas horas. Suspiré un poco cansada acercándome sigilosamente hacia Tarumi mientras cavilaba al respecto. Por supuesto, si hacía un ruido considerablemente llamativo, Tarumi o cualquier otra persona cerca lo escucharía, así que tenía que ser cuidadosa.

Pero... lo que más me sorprendió fue notar que la otra chica tenía su cabeza en el regazo de Tarumi, sus ojos relajadamente cerrados y los pies despreocupadamente sobre el brazo del sofá. La muchacha tenía una fisionomía parecida a la de Tarumi y mía, así que debía ser japonesa o con seguridad asiática, al menos. Por supuesto, yo no conocía a esta chica, o al menos eso pensaba, así que mucho menos conocía cuál era su relación con Tarumi como para tener tal nivel de confianza. Pero después de todas mis experiencias homosexuales, debo admitir que lo primero que pensé fue que Tarumi y esa chica bien podrían ser una pareja, como Adachi y yo.

Casi instantáneamente alejé esta idea de mi cabeza. En primer lugar, no tendría sentido que Tarumi recurriera a mí si ya tenía una pareja... Espera, estamos hablando de Tarumi quien hace poco demostró no ser la persona más cuerda según mi escala, así que... todo podría ser ciertamente posible...

—Bien, creo que es suficiente, Tarumi —dijo la chica abriendo los ojos y levantándose—. Recuerda que es mañana, ¿okay? —le preguntó con una sonrisa. Al principio Tarumi pareció sorprendida y ligeramente confundida, pero luego asintió tímidamente con la cabeza.

—Ah... S... Sí, claro —le dijo Tarumi. La chica sonrió y se alejó, lo más probable que hacia su habitación. Tarumi se quedó en el sofá en la misma posición que antes, solo que esta vez metió sus manos en los bolsillos de su túnica y dejó caer perezosamente su espalda en el respaldar del sofá, mirando al techo de forma nostálgica—... Shimamura...

Me sorprendí al escuchar mi nombre (es decir, mi apellido) e incluso sentí que me ruboricé por unos segundos. Que alguien mencionara mi nombre de esa forma creyendo que yo no estaba presente... me hizo sentir un poco rara pero no en el mal sentido. Fue algo incluso adorable... ¿Adachi hará lo mismo cuando no la veo?

Por suerte, Tarumi se levantó y se fue por el mismo camino que la chica anterior. Por supuesto, la seguí y entré exitosamente en su habitación sin levantar la menor sospecha. La susodicha chica se encontraba durmiendo en una de las cinco camas del dormitorio, que al parecer compartía con Tarumi. En cuanto a esta última, se quitó su ropa y se colocó un pijama. Por supuesto, avergonzada, no me atreví a observar directamente a Tarumi mientras se cambiaba de ropa... al menos no todo el rato...

Tarumi se acostó, y aunque no creía que ya se hubiera dormido, decidí que no podía perder más tiempo. Como ya estaba claro, mi sentido del tiempo era realmente pésimo, así que no podía confiar en él para calcular cuánto tiempo tenía disponible.

Con mucho sigilo y una discreción (y por tanto lentitud) que me desesperaba a mí misma, comencé a revisar el baúl de Tarumi. Levanté la tapa con gran lentitud haciendo nulo el ruido. Suspiré para mis adentros con satisfacción y comencé a revisar su interior. Como me lo temía, no parecía haber algo realmente revelador con lo que poder chantajear a Tarumi. De hecho, vine hasta aquí aún sabiendo que era lo más probable que no consiguiera tan fácilmente algo escandaloso, así que no me iría decepcionada si me retiraba sin mi propio medio de chantaje, tan solo me sentiría mal por los ingredientes gastados en la poción que me tomé.

Después de varios segundos, posiblemente minutos, buscando dentro del baúl de Tarumi, decidí cerrarlo dando por inútil encontrar algo allí dentro. Tras cerrar la tapa con el mismo ruido nulo que al abrirlo, volví a fijarme en las compañeras de cuarto de Tarumi. Por suerte, todas estaban durmiendo, y esta vez incluso podía asegurar que Tarumi también dormía apaciblemente. Dirigí otra mirada rápida a la habitación, pero lo único que se me ocurrió fue revisar dentro de la mesita al lado de la cama de Tarumi.

Me agaché frente a la gaveta de la mesita de Tarumi y confirmé que no había nada alrededor en el suelo. Entonces decidí abrir con sigiloso cuidado la gaveta. La lentitud con la que estaba abriendo el cajón me irritaba un poco, pero no podía impacientarme en este punto.

Justo cuando el cajoncillo iba por la mitad de camino para abrirse, sentí una imponente presencia. Me detuve y dejé la gaveta la mitad de abierta sintiendo un aura pesada cerca de mí. Por un momento pensé que podría tratarse del bromista poltergeist Peeves que en los pasillos observa fijamente a los estudiantes esperando que caigan en una de sus bromas, pero rápidamente descarté esa idea. En primer lugar, dudo que incluso Peeves fuera capaz de entrar al dormitorio de las chicas, mucho menos tratándose de las chicas de la casa Slytherin conociendo el miedo que le tiene al fantasma Barón Sanguinario de la casa de las serpientes. Con gotas de sudor frío recorriendo mi frente, me armé de valor para mirar hacia atrás y...

Ella estaba justo detrás de mí...

... la chica con la que Tarumi estaba hablando en la sala de estar de Slytherin, y que yo hace solo unos segundos había comprobado que estaba durmiendo. Pero ahora mismo, esta chica estaba justo detrás de mí, agachada al igual que yo y por lo tanto a mi misma altura. Tenía sus codos apoyados en sus rodillas y las palmas de sus manos en sus mejillas con una encantadora sonrisa observando en mi dirección... Pero... es imposible que me esté viendo, ¿verdad?

Mi sentido del tiempo es pésimo, sí, pero con total confianza puedo afirmar que el efecto de mi poción todavía no ha desaparecido. Es imposible que esta chica me esté observando... Pero la expresión confiada de su rostro me decía lo contrario...

Tragando en seco de una forma en la que no hiciera el más mínimo ruido, me aseguré de separar del todo mis manos de la gaveta que hasta ahora estaba sosteniendo. Observé durante dos segundos el rostro de la chica que continuaba sonriendo apaciblemente. Luego, ella cerró los ojos y pronunció un poco más su sonrisa.

—Vaya, qué despistada es Taru-chan, dejó abierto su cajoncillo —fue lo que ella dijo, abriendo los ojos y extendió su mano hacia mí, atravesando mi hombro izquierdo debido al efecto mágico de mi poción que seguía activa. La chica cerró la gaveta, luego decidió levantarse estirando un poco sus brazos y retirándose hacia su cama.

...

Suspiré un poco aliviada al comprobar que esa chica (que parecía ser con total certeza de ascendencia japonesa como Tarumi y yo) no me había descubierto husmeando en su habitación. Deberían quedarme algunos pocos minutos antes de que el efecto de la poción se desvaneciera.

Si bien podría continuar buscando durante un buen tiempo, decidí no hacerlo. Acababa de tener un susto que casi paralizó mi corazón de los nervios, y prefería evitar cualquier peligro por ahora. Así que decidí volver a mi propia habitación.

[...]
Viernes, 27 de diciembre de 1996
—Hogwarts, Gran Comedor, 7:10 AM—

—Ayer no estabas en la habitación cuando llegué, Shima. ¿Dónde estabas? —preguntó Luna despreocupadamente mientras desayunaban en la mesa de los Ravenclaw. Habiéndose auto-invitado, también se encontraban en la mesa de las águilas: Ginny, Adachi y Hino (esta última que se encontraba charlando con Nagafuji).

Shimamura se sorprendió un poco por la pregunta dirigida hacia ella, y se confundió al notar cierta presión que ejercían las miradas de Ginny y Adachi:

—Ehm... Sí, tuve que hacer algunas cosas, cuando volví ya estabas dormida.

—Oh, ¿y qué estabas haciendo? —inquirió Luna con su soñadora sonrisa. Ginny y Adachi tuvieron que sorprenderse con la simpleza de tono con la que Luna formulaba sus preguntas, mostrando una naturalidad bastante aterradora sin revelar la menor pizca de que en realidad sabía acerca de lo que estaba preguntando.

—Ehm... —justo cuando Shimamura sonrió nerviosamente, alguien se acercó a ella.

—Shimamura, ¿podemos hablar en privado? —cuando todas miraron hacia la persona que habló, observaron a una estudiante de Slytherin: Tarumi.

—Ehm... Sí... Claro —aunque indecisa, Shimamura asintió débilmente con la cabeza, luego miró hacia sus amigas y se disculpó con ellas, retirándose junto a Tarumi.

—... Hay que seguirlas —dijo Ginny en voz baja cuando Shimamura y Tarumi ya se habían retirado del Gran Comedor.

—¿Eh? —se sorprendió Luna.

—Sí, hay que seguirlas —comentó Adachi asintiendo varias veces con la cabeza como una niña pequeña afirmando algo.

—Es obvio, Luna. Esa chica es de Slytherin y es la Sala Común en donde entró Shimamura ayer —agregó Ginny con tono de obviedad en su voz.

—Mmm... Vale, sigámoslas —aceptó la rubia, haciendo sonreír ampliamente a la pelirroja que fue la primera en levantarse. Las tres siguieron discretamente a Shimamura y Tarumi por los pasillos, sin llamar la atención.

Por supuesto, Shimamura estaba demasiado preocupada aunque no sabía que sus tres compañeras la estaban siguiendo. Su nerviosismo se debía a que comenzaba a confabular que Tarumi de alguna forma había descubierto que Shimamura estaba husmeando en su habitación. A lo mejor aquella chica se lo había comentado, pero Shimamura todavía no podía comprender cómo lo había descubierto ella.

De cualquier forma, Shimamura continuaba caminando siguiendo a Tarumi que tenía como de costumbre, sus manos colocadas ociosamente dentro de los bolsillos de su túnica. Tarumi parecía un poco más seria de lo habitual, así que Shimamura ligeramente se preocupó incluso si el asunto del que quería hablar Tarumi no tenía que ver con su intromisión en su habitación ayer por la noche.

—Esto... Tarumi, ¿lo que quieres decirme es algo importante? —preguntó Shimamura sin retener más su curiosidad.

—Sí, es importante.

—¿Y no podemos hablar en otro momento?

—No, es imposible.

Shimamura sintió cierta tensión y frialdad en la voz de Tarumi, que le hizo pensar automáticamente que fue bastante impresionante que Shimamura pudiera hablarle tan fría e insensiblemente a la misma Tarumi hace solo ayer mismo cuando le dijo que no la llamara “Shima”. Actualmente Tarumi parecía demasiado imponente como para contradecirle algo, tal vez estaba muy molesta o estaba sacando a relucir su firme carácter después de todo. En cualquier caso, Shimamura se encogió de hombros.

—¿A dónde rayos se dirigen? —se preguntó Ginny en voz relativamente baja mientras ella, Adachi y Luna continuaban siguiendo discretamente a Shimamura y Tarumi por los pasillos. De hecho, al cabo de unos minutos habían salido de Hogwarts y se encontraban en los alrededores del castillo.

Las tres chicas tuvieron que tener sumo cuidado para no llamar la atención de Shimamura y Tarumi una vez que estas dos se acercaron al Bosque Prohibido que debería ser un poco más seguro en el día. En realidad, no se adentraron en el Bosque Prohibido, sino que lo rodearon y entraron en un terreno rodeado de altos árboles diferentes a los que se podían encontrar en el bosque.

Después de atravesar varias arboledas por el camino en los que casi las tres muchachas les pierden el ritmo a Shimamura y Tarumi, estas dos últimas salieron a un terreno herboso pero despejado de árboles, a excepción de un único roble alzándose majestuosamente cerca de un acantilado frente a un hermoso mar.

Shimamura tuvo que tragarse un repentino miedo de ser arrojada por el acantilado, pero Tarumi se detuvo frente al árbol bastante alejada de la zona de peligro, lo que hizo suspirar un poco aliviada a la Ravenclaw.

Mientras tanto, las tres seguidoras se habían detenido justo en el borde del bosque antes de entrar al terreno herboso; después de todo, si no se ocultaban detrás de uno de los árboles, serían fácilmente descubiertas por Shimamura o por Tarumi que tenía mejor ángulo de visión desde su posición.

—Entonces, Tarumi-san... ¿De qué querías hablar? —preguntó Shimamura, optando de último momento por llamar a Tarumi con una honorífica terminación.

—Hoy empieza todo el asunto de las “amantes” —dijo Tarumi con sencillez. Shimamura no pudo evitar arquear una ceja con ligera confusión.

—... Ehm... No entiendo... O sea... ¿tenemos que hacer algo en específico a partir de hoy? —inquirió Shimamura ligeramente aturdida.

—No escucho nada desde aquí —se quejó Ginny frunciendo sus labios con sus dientes.

—Si escuchas algo desde aquí tendrían que premiarte, Ginny —bromeó Luna.

—¡Hola, Shima-chan! —dijo, de repente, una chica apareciendo detrás del árbol y levantando su mano izquierda a modo de saludo. Shimamura sorprendida, la reconoció al instante como la chica que ayer mismo le había dado un buen susto. De esa forma, aumentaron sus sospechas y miedos sobre que ella la había descubierto y le había comentado a Tarumi; pero para mayor sorpresa de Shimamura, Tarumi también parecía sorprendida, como si no se esperara que aquella chica apareciera de repente.

—¡Nakayama-san! Pensé que faltaba un poco antes de que llegaras —dijo Tarumi, sorprendida, dirigiéndose a la muchacha que le sonrió ampliamente.

—Pero llegué más temprano de lo acordado. Buen trabajo, Taru-chan —sonrió la chica Nakayama, que luego dirigió su vista hacia Shimamura. La muchacha compañera de Tarumi tenía actualmente el mismo brillo confiado en sus ojos que la noche anterior cuando se encontraba agachada frente a Shimamura, esta última que tuvo que tragar en seco sin saber exactamente cómo se estaban produciendo los últimos acontecimientos.

—¿Y ella quién es? —preguntó Adachi, completamente aturdida en este punto. Ginny volteó a ver a su compañera de Gryffindor con cierta confusión también, pero luego miró de nuevo hacia la nueva chica.

—Mmm... Es de Slytherin... Pero no puedo asegurar que la haya visto antes...

—Yo tampoco... —agregó Luna.

—Bueno, Shima-chan. ¿Empezamos con todo ese asunto de “amantes”? —inquirió Nakayama con una sonrisa un poco burlona. Shimamura parpadeó mínimo cuatro veces antes de poder abrir la boca y articular palabra alguna.

—Eh... Eh... Ehm... ¿Pero qué...? ¿Quién eres t...? —pero Shimamura ni siquiera fue capaz de terminar de formular la última pregunta, ya que Nakayama sin ningún tipo de titubeo, se acercó dando saltitos despreocupados hacia Shimamura mientras tarareaba una melodía pegadiza y de repente, juntó sus labios con los de Shimamura.

Absolutamente todas las que observaban esto, abrieron las bocas con gran asombro: Tarumi, Ginny, Luna y por supuesto, Adachi, quien parecía destrozada del todo con lo que estaba viendo incluso si era a cierta distancia.

« ¡¡¿Pero Qué Demonios...?!! », se preguntó Shimamura aturdida en pleno beso.

*****

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