CAPÍTULO DOS - LA YAYA
Martes, 23 de julio del 2019
Indudablemente, Rafael verá esto como una traición, aunque tampoco hay otra forma para describirlo. Soy una de las únicas personas que puede saber dónde está y estoy traicionándolo.
Su madre también debería de saberlo, aunque no se ha dado cuenta, además, ella no sabe que Rafael ha seguido teniendo contacto con su entrenador durante estos meses ni que al final se ha hecho instructor de Systema. Nunca le dijo nada para no preocuparla. No quería que supiese que se escapaba de vez en cuando del lugar donde lo habían escondido los del programa de protección de testigos.
No se enfadará conmigo, estoy segura de ello, no obstante, se desilusionará, que es mucho peor. Después de todo lo que ha tenido que pasar estos años, yo lo decepcionaré. Sin embargo, no puedo hacer otra cosa. Laurita no puede seguir así, ella también ha sufrido mucho y, encima, está embarazada. Es normal que quiera irse, lo echa tanto de menos que el estar aquí, con su familia, la pone muy triste, porque todo le recuerda a él.
Le he dicho a la madre de Rafael que nos vamos dos días al piso, para recoger ropa y cosas de Laurita. No quería que se preocupara más de la cuenta y, además, si supiese lo que vamos a hacer, estoy segura de que querría acompañarnos ella también. Quienes sí nos acompañan son Jacobo, Santiago y Tomás. Menos mal que Tomás tiene una furgoneta de siete plazas y tenemos bastante espacio. Hoy hace un calor infernal.
Les he dicho a los chicos que no se hagan muchas ilusiones, que no es seguro que esté aquí, pero yo sé que sí está.
En cuanto llegamos al gimnasio, Tomás aparca el vehículo por fuera de la entrada y nos bajamos todos bastante nerviosos.
—Buenos días, Yuri —saludo al entrenador, cuando se acerca a nosotros.
—Buenos días, Encarna, ¿cómo está? Hace tiempo que no la veo —me devuelve el saludo sonriendo.
—Estamos buscando a Rafael —voy directa al grano.
—Aquí no está —responde, serio.
—¿Sabes cuándo vendrá? —le pregunto, sabiendo que no me lo va a decir.
—No sabría decirle, hace más de un año que no le veo —contesta Yuri, sin mostrar ningún tipo de emoción.
—Verás, Yuri, creo que ha habido un malentendido y necesito arreglarlo con él. Esta chica es su prometida y está embarazada.
Ya que he venido, lo mejor será poner todas mis cartas sobre la mesa.
—Felicidades...
—Laura, me llamo Laura —habla Laura por primera vez.
—Felicidades, Laura, aun así, hace un año no lo veo.
—Sé que se hizo instructor de Systema —lo confronto.
—No lo hizo aquí. Ese chico siempre tuvo mucho potencial, podría haberlo hecho en cualquier sitio.
—Yuri, admiro tu lealtad, pero él merece saber que el bebé es suyo —interviene Jacobo.
—Quizás lo sabe y por eso ha desaparecido. No es la primera vez que un padre se asusta al enterarse de que va a ser papá —nos contesta Yuri.
—Eso es una tontería —me molesto.
—Pues, si algún día lo vuelvo a ver, se lo diré —da la conversación por finalizada, porque da media vuelta y se va por donde ha venido.
—El contratarte hace cuatro años fue una de las decisiones más acertadas que ha hecho la madre de Rafael en su vida —le digo, para luego salir del gimnasio.
Cuando estamos otra vez en la calle, Laurita empieza a llorar desconsolada. Esta niña me parte el alma. Tantos años separados, todo lo que se quieren y lo único que ha hecho ha sido sufrir.
—Tranquila, Laurita, todavía hay un sitio donde podemos ir. Además, estoy segura de que Yuri lo ha visto, incluso hoy, pero es muy leal a Rafael. Deja de llorar que lo encontraremos.
—Todo es por mi culpa, Yaya. Si le hubiese hecho caso a mi hermano y le hubiese dicho a Rafael que iba a ser papá, no estaríamos en esta situación. Pero yo no quería perjudicar su futuro, lo hice por una buena razón, aunque ahora me parezca muy estúpida —me dice entre sollozo y sollozo.
—Bueno, este no es momento de llorar. Pronto vas a ver a Rafael y no querrás que te vea así —la animo, antes de darle un pañuelo.
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