El aroma embriagador
me envuelve en un sueño idílico;
suavidad y calor
burbujean en la vieja herida.

El susurro de tus palabras,
es como la cálida brizna,
desconociendo que proviene
de un infierno oculto.

Me sumerjo en tu tallo adictivo,
acariciando tus filosas espinas.
El encanto de tu sabiduría
perturba mi sed de conocimiento.

Caigo despacio y sin conciencia,
hacia el hechizo de falsas lenguas.

Eres quien conoce mi debilidad.

Soy libre y esta mal.
Soy alegre y esta mal.
Soy destellante y esta mal.

Anhelante de afecto,
caigo ante susurros de almíbar,
volviéndome adicta
al calor del frío amante.

El tiempo, tu fiel aliado,
lento y silencioso
devora mis extremidades.

Mi cuerpo aturdido
agoniza entre tus espinas.
Nunca veo cómo tus púas,
corroen mis alas.

Soy débil e insulsa,
carente de energía;
el veneno se funde en mis huesos,
y ahora te pertenezco.

Solo soy una extensión más
de lo que fueras que fueses.

Ya no me reconozco,
si no me dices quién soy.

De un ave sin nombre,
a una rosa.