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CAPÍTULO 8: REVELANDO LA VERDAD

-¿Qué hace ese desgraciado aquí? - fue lo que dije.

-Creo que es hora de que conozcas parte de la verdad - respondió Aiden.

El hombre se acercó, pero no retrocedí, no quería mostrar miedo.

-Mi nombre es Ethan. Hace un año y medio conseguí escapar de una organización. Era una empresa dirigida por Nate Gram. Yo era un simple trabajador que nunca imaginó todo lo que hacían. Secuestraban a niños recién nacidos. Al principio no supe su propósito, pero entonces entablé relación con una niña que era víctima de todo aquello. Su nombre era Meredith.

-No la conozco - respondí secante.

- Más tarde la nombraron Megan - mi piel se erizó y no pude ni si quiera articular una palabra - allí los llamaban por números, ella era el 242.

- Yo...me suena demasiado ese número.

Y era cierto, era como un recuerdo que vagaba sin ningún destino en mis pensamientos.

-Es porque nunca lo olvidaste por completo- respondió Aiden.

Ethan prosiguió.

- Cuando le conseguí preguntar, ella solo me enseñó su brazo. Ahí comprendí que le inyectaban diferentes sueros, mis sospechas se confirmaron cuando vi a una mujer con un maletín lleno de diferentes agujas, todas tenían un líquido azul. Antes de irme escuché una conversación entre Nate y alguien más. En ella se daba a entender que los cuerpos de aquellos niños reaccionaban de una manera violenta, se ponían agresivos y estaban sedientos, necesitaban sangre para sobrevivir. Era como si nunca tuvieran suficiente. Sus ojos cambiaban bruscamente de color y cuando eran un peligro, los mataban. Pero nunca lo pude confirmar del todo.

- Megan...¿ella también?

-Ese es el caso, a ella le hicieron lo mismo que a los demás, pero su cuerpo nunca logró reaccionar, necesitaba algo más para que esa "parte" se activase.

-¿Qué pasó después?

- Un mes antes de que abandonase la empresa, a ella la adoptaron los que hoy en día son tus padres. Ellos claramente sabían todo, pero eran socios de la organización y al final también ganaban dinero, era un gran beneficio. Le borraron la memoria y entonces.... - su voz se empezó a quebrar - para ella yo nunca existí.

Pero lo ignoré por completo. No sentía lástima.

-¿Y yo qué tengo que ver? - me crucé de brazos.

- Fuisteis víctimas de toda esa mierda. A ti te lograron borrar la memoria, igual que a Megan, pero con Aiden el proceso no fue efectivo.

Aiden intervino.

-Cuando Ethan me explicó todo, comencé a entenderlo. Ahora recuerdo muchos momentos.

-¿Os conocíais?

- Sí - respondió Ethan, Aiden agachó la cabeza - hace varios meses conseguí dar con Aiden y cuando le expliqué todo, decidimos buscar a Megan, aunque él estaba dentro del psiquiátrico me ayudó mucho. Y así fue como conseguí contactar con tu hermana, le expliqué todo pero no me creyó.

-Y después... - dije.

- Murió.

-¿Y por qué seguísteis con el plan? - era algo que no me encajaba.

- Fácil, tú apareciste - respondió Aiden.

Todo empezó a encajar.

- Te necesitábamos, pero tampoco nos ibas a creer y no quisimos que acabases muerta. Así que decidimos esperar y conseguir finalmente algo que te asegurase la vida. Suena mal, pero cuando tu hermana murió...fue el momento perfecto para contártelo todo, pues sabíamos que tus padres probablemente te meterían aquí y estarías a salvo - explicó Aiden nuevamente.

Es decir, que de alguna manera ellos... ¿Me estaban protegiendo?

No tenía ni idea, pero lo único que necesitaba escuchar en ese momento era un "sí" o un "no" a mi pregunta.

-Necesito saber algo - los miré a ambos.

Suspiré.

-¿Mi hermana se suicidó o la mataron?

Ninguno respondió, solo se miraron entre ellos.

Hasta que finalmente Aiden habló.

- Tu hermana...bueno, Megan o Meredith, se puso a investigar demasiado y no tuvo cuidado. Intentamos advertirle, pero ella no nos quiso creer y pensó que si metía las narices en todos lados no le iba a pasar nada. Nate se dio cuenta y la mató.

Por una parte sentí alivio, pues no fue mi culpa que Megan muriese. Pero ella no lo merecía y aún así la quitaron de en medio como si no importase nada.

Joder, tenía quince malditos años.

- Os ayudaré - respondí - pero antes de nada, ¿por qué en nuestro cuerpo no reacciona el suero?

- Eso es una parte de lo que intentamos averiguar. Pero lo más importante es descubrir qué hacen realmente.

Asentí lentamente. Intenté procesar todo lo que estaba sucediendo y había sucedido.

Una vez mi madre me dijo que ella nunca me abandonaría y que siempre tendría su apoyo, que nunca me iba a mentir porque yo y Megan merecíamos todo lo bueno. Ahora sé que no existe un 'para siempre' y que 'nunca' puede ser un 'próximamente' oculto.

Ethan me comentó que estaría en contacto con nosotros todo el tiempo, pero que lo más seguro era esperar al menos un mes más antes de hacer cualquier cosa. Así sería más creíble todo y habría menos posibilidades de salir muertos.

Al fin y al cabo, una mentira se tapa con otra, ¿no es así?

****

Me encontraba sobre mi cama. Ese colchón frío acorde a la temperatura. Estaba nublado e incluso se escuchaban algunos relámpagos. Nada fuera de lo normal. Me abracé a mi misma, pero no recibí ese calor que tanto extrañaba. Ese que se hace llamar "amor".

Estar encerrada me cambió completamente. Con el paso de los días aquel secreto, aquella oscura verdad me iba destrozando. Consumiendo. En este caso, rápidamente, pero dolía, joder si dolía. El no poder hablarlo con nadie, el no tener nada ni nadie a lo que aferrarme me hizo ser lo que soy.

Fría.

Manipuladora.

Insensible.

No prestaba atención a nada. En las sesiones con Olivia la mayor parte del tiempo respondía con monosílabos o simplemente la evitaba. Ni si quiera fingí una sonrisa. No era necesario. Patricia me lo dijo: Aquí puedes expresar cómo te sientes.
Pues lo hice. Porque ya no me quedaba nada.

¿Mis padres? Unos mentirosos, que sabían lo que se hacía y colaboraban.

¿Megan? ¿O debería decir Meredith? Muerta.

¿Alesha? Casi ni me cruzaba con ella.

No tenía el apoyo de nadie. Era como estar vacía y no poder llenar aquello con nada. Ya no era aquella chica que sonreía en clase, que casi saltaba de la emoción cuando sacaba un diez en matemáticas. La que hacía maratones de series con su mejor amiga. La que simplemente era feliz. Disfrutaba de todo. Tenía defectos pero no me importaba, porque formaban parte de mí.

Ahora estaba sola. Sin nadie a quien acudir porque si se lo contaba a alguien probablemente diría "no es para tanto". Como si estar rota no fuese para tanto.

¿Eso era estar vacía?

Porque entonces lo estaba.

Siempre me criticaron por mi cuerpo y aún así no recibí el apoyo de nadie. Pero al menos socializaba. Cuando me quedé sola, todo me empezó a afectar mucho más.

No.

Ya no era esa niña.

Jamás lo volvería a ser.

No aferrarse a nada.

Eso es lo que aprendí.

Antes de desayunar tenía sesión con la psiquiatra, así que fui a la sala.

-Nos volvemos a ver, buenos días - me saludó ella, cortesmente.

- Sí.

Me senté en una silla enfrente de la suya. Ella me empezó a mirar, analizándome y yo aparté la mirada.

-Eav, ¿me describirías qué es la confianza para ti?

Una buena pregunta. Pero ni yo tenía la respuesta correcta. Aunque no hizo falta, porque a veces no se necesita decir lo correcto, se necesita decir lo que piensas.

- Confianza. Debo confiar en usted cuando lo único que hace es analizarme para hacer bien su trabajo y que la premien. Debí confiar en todas las personas que me clavaron una daga por la espalda. En aquellas que no estuvieron cuando las necesité - hice una pausa y suspiré - pero a veces tienes que dejar tu rencor a un lado y abrir paso a tu mente. Manipular a todos es una forma. Al fin y al cabo, la confianza nunca se tiene del todo.

Olivia no dijo nada más, simplemente se limitó a mirarme y después apartó la mirada.

-La confianza se gana, poco a poco - dijo lentamente.

Pero yo ya no confiaba en nadie. Porque tantas traiciones te hacen ver las cosas desde otro punto.

-Supongo que todo se trata de la perspectiva con la que veas lo que te rodea - hablé.

La psiquiatra chasqueó su lengua en un gesto de: puede que lleves razón.

- ¿Qué tal con la medicación? - se acomodó en su asiento y volvió a mirarme con aquellos ojos marrones pero tan expresivos.

- Bien - recurrí de nuevo a las monosílabas.

- Aquel chico...Aiden - comenzó - se traslada a la tercera planta, tal vez podáis ser amigos.

- Puede ser.

Si tu supieras, Olivia...

Si tu supieras querida ilusa, porque yo, la Heaven del futuro te digo que vas a quedar ,destrozada, pero tranquila, porque todo llega.

Terminé la sesión y bajé a la sala donde comíamos.

Estaba en el desayuno, mirando hacia el techo blanco cuando una voz me llamó.

-Lee - era un enfermero.

Me alejé de mis pensamientos y centré mi atención en el chico. Aparentaba unos treinta y cinco años y tenía el pelo castaño oscuro y bastante corto. Sus ojos era de un color grisáceo.

-¿Qué sucede? - le pregunté confundida.

-Tienes visita - sonrió - son tus padres.

Oh, mierda.

¿No había otro momento para que llegasen?
Es decir, estaba tremendamente enojada con ellos. Sentía como la ira corría por mi cuerpo y ellos eran los principales causantes. De hecho, ¿acaso eran mis padres? Porque yo no lo veía de esa manera, yo los veía como unas personas despreciables.

Pero no tenía opción, así que me limité a asentir.

El chico me llevó a una sala retirada de las demás. Allí me senté en una silla. Era algo parecido a las salas para visitantes que hay en las cárceles. Pero al igual que en las otras, todo era blanco, tanto que me agobiaba.

Vi llegar a mis padres. Como recién sacados de un circo, viéndome la cara de payasa.

Mi madre esbozó una gran sonrisa mientras casi se le caía una lágrima. Mi padre casi vino corriendo hacia mi, pues empezó a andar mucho más rápido.

- Cielo... - dijo él mientras me abrazaba junto a mi madre.

Yo simplemente estuve inmóvil. Ellos lo notaron.

- ¿Estás bien? - mi madre sujetó mi rostro con sus manos y puso una cara de preocupación digna de un óscar.

-¿Por qué no estarlo? - sonreí ligeramente.

Mis padres se sentaron en dos sillas al otro lado de la mesa, en frente de mí.

- Eav, sabemos tu enfermedad, pero queremos que sepas que siempre y ante todo tienes nuestro apoyo - mi madre agarró mis manos en un gesto de apoyo.

Me solté de ella.

- Tal vez, por una vez en mi vida no quiero vuestro apoyo. Sé que yo sola puedo con toda esta mierda incluido vosotros.

Me levanté de la silla y fui con el chico. Él comprendió que yo necesitaba salir de allí y me llevó a mi habitación.

Y así fue como comenzó la guerra.

Aquella en la que Ada batalló.

****
Mucha información.
Mucho texto.
Bueno, estuve pensando si subir este capítulo o no debido a que no me quedaba claro si revelarlo todo tan pronto. Finalmente opté por subirlo, pero claro, lo que no saben Ethan, Aiden y Heaven es que no siempre se puede confiar en los recuerdos... De hecho Aiden y Eav deberían aprender a no confiar en extraños que te dicen que vienes de una organización.
Bueno, tal vez sí deberían confiar.
Quién sabe.

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@laura.dulo para hablar de Ada y mi escritura.

-Se despide, Lau

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