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CAPÍTULO 16: UN NUEVO COMIENZO
Ojos avellana con algunos toques ligeramente verdes. Su cabello tiene algunas ondas castañas oscuras y desciende hasta sus hombros. Tiene esas características pecas alrededor de su nariz y en sus mejillas. Sus labios…el labio inferior es carnoso, mientras que el superior es algo más fino. Me encantaría besar esos labios color carmesí. Ella es simplemente perfecta ante mis ojos.
Debería decírtelo, ¿verdad? Contarte que me encanta tu curiosidad, tu inocencia aunque en realidad no lo seas tanto. Me encanta verte disparar un arma, aunque sé que no está bien. Me encanta cuando te quedas mirando en la ventana y solo eres tú.
Amo cada parte de ti. Amo cuando sonríes aunque ya apenas lo hagas. Te amo.
Sé por qué no te lo digo. Tengo miedo y espero que lo entiendas. Después de amar tanto a Triss y tener que alejarme de ella, todo ha sido complicado. Temo tener que alejarme también de ti, no quiero perderte.
Supongo que hay veces que tenemos que ser valientes, enfrentar nuestros peores miedos y que pase lo que tenga que pasar, pero por favor, que pase junto a ti, Heaven Lee.
Ella estaba con su cabeza apoyada en mi hombro. No la desperté, pues estaba cansada y después de todo, merecía descansar. Ethan iba conduciendo la camioneta negra, mientras que Otis iba de copiloto. A mi lado izquierdo estaba Boris Walsh — la verdad es que su nombre me daba un poco igual, pero era para que comprendáis que me refería al perroflauta — yo iba en medio y a mi lado derecho Lee.
— ¿Entonces pertenecéis a una organización? — preguntó Otis.
—Exacto — respondí.
El chico se mantuvo en silencio pero luego volvió a hablar. Pese a que yo ya le había contado un poco, era un tema cuanto menos interesante, claramente.
—Aiden, ¿eres consciente de en la mierda en la que estoy? — giró su cabeza y me miró.
—Oye, tú aceptaste, ya te dije que te voy a proteger.
Volteó los ojos.
—Esto es increíble — su voz sonaba a emoción — nunca imaginé que podría vivir algo así…¡es como Rambo!
Suspiré.
— Sí, solo que Rambo seguía vivo — bromeó Ethan.
— Nosotros estamos vivos — respondió nuevamente él.
Walsh habló — por ahora.
Se hizo un silencio. Nadie le había dicho que esto era así de peligroso y que tendría consecuencias.
Nos miró a los tres — Estamos vivos de milagro, todos aquellos pacientes y empleados tenían familia, tenían su vida hecha o al menos intentaban vivir bien, tener nietos, hijos y todo eso. ¿Y sabéis qué ha pasado? Que están muertos.
Sostengo a Lee en mis brazos, después de decir esas cosas se ha desmayado, creo que le han inyectado algo o le han dado alguna pastilla. Probablemente ha sido mérito de Nate, no sería tan complicado que tuviese a alguien infiltrado aquí. ¿Cómo no hemos pensado en eso?
El psiquiátrico está en llamas, lo vemos desde una distancia prudente mientras esperamos a Ethan. La rabia te calcome porque sabes que tú vas a vivir mientras que ellos no y lo peor es que no puedes hacer nada para impedirlo. No siempre podemos ser los héroes de nuestra historia.
—Joder Aiden — Otis se sostiene las manos en su cabeza, está algo histérico y lo comprendo.
El perroflauta se acerca a mí, sé que me quiere enfrentar, es más que obvio, pero le cierro la boca.
— No te hagas, tú tampoco podrías haberlos salvado. No vengas con una moral que no tienes a decirme que me podría haber quemado junto a ellos porque — imité una voz chillona — la conciencia es lo primero.
Veo como se enoja, una vena se le marca en el cuello, sus puños se cierran, va a pegarme.
— ¿Me vas a pegar? — le digo, él suelta una risa — porque te recuerdo que tengo a tu amiga en mis brazos.
No nos da tiempo a decir nada más, una explosión se escucha y nos tambaleamos. Nuestras respiraciones son agitadas. Giro mi cabeza y ahí veo como todo el psiquiátrico está quemado.
Adiós, Coven.
— ¿Crees que tú lo habrías hecho de otra manera? — dijo Ethan con un tono de rabia, apretando más el volante.
— Desde luego — respondió Walsh.
—Entonces siento no ser el jodido Boris Walsh, Dios ¿por qué fuiste tan cruel? — intervine yo.
Él simplemente se mantuvo callado y proseguimos con el viaje.
¿Qué a dónde íbamos? Pues bien, a Europa.
Creo que lo mencioné en algún momento mientras narraba mi vida, pero por si no te acuerdas, te lo recordaré.
Antes de que los hijos de puta de mis padres de Walmart me ingresaran en Coven, yo tenía planeado irme con un amigo a Europa, en este caso a Italia. Así que ahora nos dirigíamos al aeropuerto.
— ¿Podemos parar en Mc’Donalds? — preguntó Otis.
— ¿Para qué? — Ethan tenía algo de prisa, todos queríamos salir de América.
—¿Para ligar? — resopló el chico — pues para comer jodida hamburguesa con papas.
No pude contener la risa, comencé a reír y después los chicos — incluido Walsh — se me unieron.
—Está bien, haremos una pequeña parada — dijo finalmente — además tenéis que cambiaros esa ropa.
Aún llevábamos los uniformes del psiquiátrico, sinceramente se me ocurrió la idea de decir que íbamos disfrazados para Halloween o algo así, pero faltaban algunos meses para eso.
— Siento haber sido un gilipollas en muchos momentos — Boris rompió el silencio.
Nunca me agradaría ese chico, pero no quería malas vibras en estos momentos así que hice una mueca quitándole importancia.
— Creo que todos los que estamos aquí hemos sido unos estúpidos — dije y volvimos a reír.
—Yo no he sido ninguna gilipollas.
Y ahí estaba nuevamente Lee, frotándose los ojos mientras se separaba de mi hombro. Me hubiese gustado decirle: “por favor, quédate un poco más” pero no éramos nada.
—La bella durmiente despertó — rió Ethan.
— Hola Ethan secuestrador — ella había cogido algo más de confianza, eso se lo decía como un apodo amistoso.
Después de conducir unos veinte minutos — y de mirar de reojo varias veces a Heaven — finalmente llegamos al Mc’Auto. Yo me pedí junto a Ethan y Walsh un menú grande, con hamburguesas de ternera, papas bravas y de postre unos Mc’Flurrys.
—¿Qué quieres tú Otis? — preguntó Ethan.
— Pediré unos nuggets con coca-cola y de postre un petit-sui.
—¿Petit- sui? — respondió riéndo.
—¿Tienes algún problema con eso? — se burló el chico.
—No,no…un petit-sui para mi Otis Sui.
Reímos mientras él negaba con la cabeza.
— ¿Y tú Lee? — le pregunté.
— Un menú infantil con coca-cola.
—¿No quieres nada más Eav? — le dijo Boris, pero ella negó.
Ochocientos coches más tarde nos dieron nuestra comida, Ethan condució hasta que llegamos a un descampado que había a unos cinco minutos. Estacionó el coche y salimos.
El aire fresco se sentía jodidamente bien.
Nos sentamos en el suelo, yo apoyé mi espalda en la puerta trasera, Lee estaba a mi lado izquierdo y los chicos delante.
— ¿Puedo preguntaros algo? — dijo la chica mientras daba una mordida a su hamburguesa, asentimos — ¿Qué me sucedió?
Bueno…¿cómo te explico?
—Al saltarte tu medicación tuviste ese momento…extraño — respondí.
Lee tomaba unas pastillas de madrugada, tenía que seguir correctamente el proceso, pero todo ocurrió demasiado rápido.
—Gracias a todos por ayudarme y ser tan agradables conmigo, pero tengo que preguntar otra cosa.
—Adelante — sonrió Boris.
— ¿Por qué coño habéis ido a Mc’Donalds? Burger King es mil veces mejor pero no estáis preparados para eso.
Le di un leve codazo a Lee mientras reía, ella me respondió con un “ey” y después también rió.
Terminamos de comer, fue un almuerzo agradable, hablábamos de temas completamente aleatorios, ninguno estaba excluido e incluso sentimos que teníamos la suficiente confianza como para hablar un poco más sobre nuestros miedos y esas típicas cosas que preguntan los profesores al comienzo del curso.
Sí…yo también creo que son unas gilipolleces.
Heaven
Mentiría si digo que durante al menos media hora no disfruté hablando con los chicos. Por ese momento me olvidé de lo demás, solo reíamos y contábamos chistes (de humor negro también) como si nada hubiese pasado. Sabía que eso no iba a durar mucho, pero no me importó.
A veces hay que vivir el momento sin pensar en que va a terminar. Consejo de asesina esquizofrénica con síntomas de culpabilidad.
— Heaven si quieres te puedes cambiar tú primero en el coche — me comentó Ethan.
Ese chico era bastante agradable, siempre supe que quiso ayudarnos aunque eso lo pusiera en peligro, de alguna forma creo que él ya no tenía nada que perder.
_Claro, gracias — le sonreí.
Me levanté del suelo donde estaba al lado de Aiden. Me sacudí un poco porque por muy loca que llegase a estar, antes muerta que con mierda en el culo.
—¿Qué es eso? — señaló Otis.
Miré donde apuntaba, era la cajita que Alesha me dio, se me debió caer del bolsillo así que rápidamente me agaché y la cogí.
Me llegaron tantos recuerdos dolorosos…todavía no estaba lista para poder superar a mi amiga. Los chicos me miraron confundidos, pero Walsh me hizo un gesto para que lo contase.
—Me lo dio Alesha, ella quería que lo tuviese si algo malo le pasaba — respondí intentando que mi voz no se rompiese. Hubo un silencio, supongo que en parte por respeto, pero después Aiden lo rompió.
—¿Qué contiene?
—No lo sé.
Ethan intervino.
—Cuando lleguemos a un lugar seguro lo podrás abrir — asentí — si quieres te lo puedo guardar mientras tanto.
—No te ofendas, pero prefiero llevarlo conmigo.
— Heaven no voy a robarlo ni a verlo primero que tú, creéme.
¿Qué hubieses hecho tú?
Tampoco quería quedar mal y que me llamasen egoísta o desconfiada, así que después de unos segundos se lo entregué al chico.
No debiste confiar en nadie, Eav.
Lo sé.
— Voy a cambiarme — dije. Ethan me dio una sudadera ancha negra con unos pantalones negros largos y anchos, sinceramente me recordaba al uniforme del psiquiátrico, pero tenía que pasar desapercibida.
Me metí en el coche mientras escuchaba como ellos hablaban de temas aleatorios.
Me saqué el uniforme y me vestí, después me miré por el espejo retrovisor y arreglé un poco mi cabello, he de decir que estaba algo sucio y me dio bastante asco tocarlo debido a que algunos mechones tenían sangre, la sangre de esos hombres. Agaché la cabeza, me dolía recordar todo eso de nuevo.
— Te ves decente — reí.
— Tengo sangre en mi cabello — le señalé.
Aiden hizo una mueca y le quitó importancia — cuando lleguemos a ese refugio a salvo, ahí te lo podrás lavar y eso.
— Gracias por todo Aiden — dije mientras me giraba para mirarlo, él estaba sentado a mi lado.
— Te dije que te protegería, soy de cumplir mi palabra — comentó con una voz arrogante.
— Tú tampoco te ves mal.
¿Verse mal? Por Dios ese traje de guardia le quedaba genial. Le hacía más sexy de lo que ya era. Aiden no tenía demasiados músculos, pero el uniforme se los resaltaba, su cabello negro estaba despeinado y aquella mirada que podía llegar a ser tan fría pero transmitir tantas cosas a la misma vez…
—Admite que soy el tío más bueno que has visto en tu vida — vaciló.
—No el más bueno pero sí el que está más bueno.
Dios, nunca creí en ti pero ahora te necesito, dime por favor que no dije aquello en voz alta. Te necesito, sé que he pecado muchas veces, que cuando fui a la iglesia de pequeña no dejé dinero…pero es que quería un algodón de azúcar y no traje suficiente para las dos cosas.
Los ojos de Aiden se abrieron como platos y me miró durante unos segundos fijamente.
—Te gusto — dijo, yo hice una mueca de disgusto.
— ¡Claro que no!
— ¿Entonces por qué pareces un jodido tomate? — señaló mis mejillas.
Efectivamente la sangre caliente estaba concretamente en ellas y supe al instante que me había pillado.
— Soy yo la que te gusto — aparté mi mirada de él.
— Eso ya lo veremos — me guiñó un ojo y después salió del coche.
¿Qué había sido eso? Es decir, claramente Aiden me atraía pero no estaba segura de si realmente me gustaba como algo más. Además su respuesta me confundió mucho.
Después de que todos se cambiaron, continuamos nuestro viaje, según me contó Ethan cogeríamos un tren (ya que era más discreto) hasta llegar a Italia. Iba a ser un largo viaje de catorce horas. JO-DER.
Siempre he odiado los viajes, acabo vomitando a los diez minutos de comenzar y finalmente me duele el trasero de estar sentada tanto tiempo.
Y así sucedió todo, cogimos el tren y nos dirigimos a Italia. Hablaré claro, el viaje fue…increíble. No por el paisaje (que también) sino por lo que sucedió. Lo que pasó en el tren, se queda en el tren…o tal vez no.
Estaba sentada al lado de la ventana con mi cabeza apoyada en esta. Enfrente de mí Otis comía una bolsa de Doritos y a su lado Aiden estaba con los ojos cerrados. Ethan había ido al baño y Boris dormía plácidamente a mi lado. Yo no podía apartar la vista de Aiden, pero lo hice (dolorosamente) porque no quería parecer una acosadora.
—¿Estás mareada? — me preguntó el rubio mientras se chupaba uno de sus dedos.
— No, estoy bien.
—Te ves algo pálida y tienes mala cara, ¿segura de que no quieres ir al baño?
Lo miré e hice una mueca restándole importancia.
Llevábamos dos horas de viaje, para ser sincera sí que estaba mareada, pero me daba pena decirlo delante de ellos.
Volví a mirar hacia la ventana pero el mareo crecía y con él, mis ganas de vomitar.
—Voy al baño — Otis me miró y rió — voy a hacer pis.
Anduve despacio por el pasillo mientras me agarraba a los asientos, inclusive le tiré del pelo a una señora sin darme cuenta, pero rápidamente le pedí disculpas y continué mi camino abochornada. Vi como Ethan volvía del baño.
— Voy al servicio — le dije.
— Ten cuidado — me agarró el brazo — toma, tienes que tomarte esta pastilla — me dio una pastillita blanca y redonda y asentí.
Me metí en el baño y me tomé la pastilla, después hice pis y me lavé las manos.
—Joder, qué susto — dije mientras por el espejo vi a Aiden detrás de mi.
—Me gusta asustarte — se encogió de hombros mientras se acercaba a mí.
—¿Qué quieres? — le pregunté dándome la vuelta.
— Quizás simplemente quiero jugar un poco — se acercó tanto que nuestras respiraciones parecían solo una.
— ¿Jugar? — reí — ¿A qué?
— Elige, verdad o reto.
¿Enserio? Eso era un juego de críos.
— No voy a jugar contigo a eso — le di un golpe en el pecho intentando alejarlo pero no se movió.
—Elige Lee — volteé mis ojos.
— Verdad.
— ¿Te gusto? — aparté la mirada, ¿por qué quería saberlo?
—No.
— Bien ahora mírame a los ojos y vuélvelo a decir — sostuvo suavemente mi mentón haciendo que lo mirase.
Suspiré.
Mi mirada se deslizó hacia sus labios y después volvió a sus ojos.
Qué disimulada, Eav.
—¿Qué tal si te robo un beso? — dijo mirándome con aquellos ojos jodidamente bonitos.
— Hazlo.
Y pasó. Juntó sus húmedos labios con los míos y me besó. Fue lento, como si necesitase disfrutar cuanto pudiese. Pegué mi espalda contra el lavabo y junté mis manos alrededor de su cuello. Aiden apretó sus manos en mis caderas y me pegó hacia él. Abrí mi boca dándole paso a su lengua, que pronto jugó con la mía.
Fue simplemente increíble, pero éramos humanos y necesitábamos respirar, así que me separé de él lentamente y juntamos nuestras frentes, él posó sus manos sobre mis mejillas haciendo que me sonrojase todavía más.
—Tal vez — comenzó a decir con esa voz que me atraía tanto — me gustes.
—¿Tal vez? — vacilé, después volví a hablar — tú también me gustas, Aiden.
Abrí mis ojos y me encontré con los suyos. Dios, ¿por qué tenía que ser tan perfecto?
Y luego dicen que la perfección no existe.
Y una mierda que no.
Nos separamos y le di una sonrisa.
—Me gusta cuando sonríes — dijo.
—¿Enserio? — él asintió.
—Te ves tan inocente y linda… — me había llamado linda, eso me hizo sonreír todavía más — claro que luego te recuerdo con una pistola y no te veo tan angelical.
Le di un golpe en el hombro mientras reía.
—Pero sí que te ves sexy — volteé mis ojos.
—Será mejor que salgamos — le dije, él asintió y salimos juntos.
Volvimos a nuestros asientos y los chicos nos lanzaron unas miradas de “se nota a leguas”
— ¿Qué? — comenté mientras me sentaba al lado de Walsh y bebía un poco de mi cocacola con sabor a vainilla.
— ¿Habéis follado? — preguntó Otis.
No miento cuando digo que mi refresco salió literalmente por la nariz y necesité que Boris me diese algunas palmaditas en la espalda.
— Claro que no, gilipollas — espetó Aiden — no todavía.
— ¡Aiden! — le dije.
— To-da-vía — todos reímos. Realmente era genial conversar con ellos.
Logré dar una cabezada de vez en cuando, nos faltaban todavía cinco horas que apuesto se iban a hacer eternas. Creo que en ese momento comencé a odiar todavía más los viajes (si es que podía odiarlos más).
Abrí mis ojos y era de noche, los chicos estaban dormidos, Otis tenía su cara apoyada en el cristal, no sé cómo podía dormir de esa forma. Aiden apoyaba su cabeza en el reposacabezas del asiento al igual que Ethan. Walsh estaba en su asiento con el cuello hacia un lado, iba apoyarlo en mi hombro pero no quería despertarlo.
Me froté los brazos, pese a que llevaba sudadera el aire estaba muy alto, un escalofrío me recorrió el cuerpo.
—¿Tienes frío? — preguntó mi amigo mientras se frotaba un ojo, asentí — ven.
Pasó su brazo por mi hombro y me atrajo hacia él, yo lo abracé por la cintura y apoyé mi cabeza en su pecho, se sentía bastante bien.
Me hizo recordar a cuando era pequeña y tenía miedo, siempre me levantaba a las cinco am y llamaba a mi madre, ella pese a que estaba cansada venía y se tumbaba conmigo en la cama, me abrazaba y así volvía a conciliar el sueño.
Te quise mamá, realmente lo hice, pero ahora solo serías Elisabeth Lee, una completa desconocida, al igual que Joe, el que una vez llamé papá.
****
No diré nada en este capítulo 😳
Ah, pero recuerdo que me haces un favor enorme si votas y comentas ;)
—Se despide, Lau.
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