FINAL
Sus ojos pesaban y el cuerpo le dolía en demasía, se sentía como si hubiera dormido por mucho tiempo, aunque en realidad, solo lo había hecho por algunas horas. A sus oídos llegó el sonido de las aparatos del cuarto que registraban su pulso, sin embargo, él no comprendía bien lo que estaba pasando.
Trató de mover una de sus manos, pero ésta también le dolía, probablemente por el catéter que le habían insertado.
No sabía donde estaba; podía escuchar murmullos, pero se oían tan alejados que no los entendía. No fue sino hasta después de algún tiempo, que logró ir comprendiendo más lo que decían.
"S... Seok... Jin"
Inevitablemente, se removió.
"Prin... Pe" "Prínci... Pe"
Su corazón comenzó a latir con fuerza y sus ojos lucharon por abrirse a pesar del peso que representaban. Reconocía esa voz, era la voz de su alfa.
Qué raro, había olvidado por un momento que tenía uno.
Sentía como si hubieran pasado años y el recuerdo de Namjoon fuera lejano, no obstante, ahora que volvía a escucharlo, poco a poco, regresaba a su realidad.
—A-alfa— pronunció débilmente, aún con la vista borrosa.
—Jinnie, estoy aquí— escuchó nuevamente la voz del moreno, quien le tomó de una mano con suma delicadeza —Príncipe, despierta. Estoy aquí, no me he ido— depositó un suave beso en el dorso de su mano.
Seokjin se sentía desorientado ¿Por qué estaba en el hospital? ¿Qué le había pasado? Instintivamente, llevó su mano a su vientre y juró que el corazón casi se le sale cuando lo sintió plano.
—¡¿Y mi bebé?!— terminó de despertar de golpe al tiempo que se incorporaba bruscamente en la cama, aquello por supuesto, le produjo tal dolor en su vientre bajo que un grito escapó de su garganta y los médicos tuvieron que ayudarlo a acostarse de nuevo.
—Cariño, por favor, cálmate. Te vas a lastimar— el moreno le tomó de las mejillas para hacer que lo mirara. Al ver que el omega estaba a punto de llorar por no saber lo que pasaba, se apresuró a hablar —Mi vida, nuestro bebé ya nació. Lo tienen en los cuneros.
Al oír esto, Seokjin se sintió más aliviado y se permitió soltar un suspiro, aun así, estaba nervioso.
—Joonie ¿Por qué se lo llevaron? ¿Por qué no lo dejaron aquí?— hizo un pequeño puchero que removió el corazón de su pareja.
—Mi cielo, Kookie debía descansar. Dijeron que apenas despertaras, lo traerían para que lo conocieras y lo alimentaras por primera vez— le brindó una cálida sonrisa que terminó contagiando a Seokjin.
—¿En verdad?— el alfa asintió.
—Es igualito a ti— besó sus mejillas con cariño —No me equivocaba al llamarlo "mini Jin", es tu viva imagen, solo que chiquito.
El corazón del castaño comenzó a latir con fuerza por el amor que sentía hacia su hijo, aun sin conocerlo. A los minutos, una enfermera ingresó a la sala con su bebé; al ver el pequeño bultito azul, Seokjin sintió que se moriría si no lo abrazaba pronto. Los médicos le ayudaron a sentarse en la camilla y de esta forma, le permitieron sostener, por primera vez, a su pequeño cachorro entre sus brazos.
—Hola, mi vida— las lágrimas se le vinieron al ver el delicado rostro de su cachorro —¿Cómo estás?— el pequeño Jungkook abrió sus ojitos al reconocer la voz de su progenitor.
Al conectar sus miradas, una bonita sonrisa adornada de hoyuelos se dejó apreciar en el bebé, lo que ocasionó que ambos padres se maravillaran.
—Tenías razón, Nammie. Se parece mucho a mí— otra lágrima resbaló por su mejilla, siendo limpiada por el moreno rápidamente. Tener su primer contacto con su hijo le provocaba un sentimiento tan hermoso que no sabría cómo describirlo con palabras.
Alfa y omega se miraron por pocos segundos antes de unirse en un beso lento y tierno, olvidando completamente la presencia del equipo médico en la sala; los miembros de éste simplemente atinaron a salir para darles un momento a solas junto a su cachorro.
Al separarse, las manos de Namjoon sostuvieron con delicadeza las pálidas mejillas de Seokjin. Se veía agotado, despeinado y se le notaban un poco las ojeras, pero incluso así, era el omega más precioso del mundo ante los ojos de su predestinado.
—Te amo mucho, mi amor— esta vez, fue su turno de llorar —No sabes la angustia que pasé cuando casi te pierdo a ti y a nuestro bebé— acarició la cabecita de Jungkook con delicadeza —Ustedes dos son lo más importante para mí y no sabría qué hacer si me llegaran a faltar.
El castaño lo miró preocupado al enterarse de que casi muere junto a su hijo, sin embargo, ahora ambos estaban fuera de peligro, por lo que podía consolar a su alfa del terror por el que debió pasar mientras él estaba inconsciente.
—Joonie, Kookie y yo estamos bien, no te preocupes más. No nos iremos de tu lado jamás— le besó la mejilla con cariño —Gracias por cuidarnos tanto y por brindarme esta alegría tan grande. Te amo muchísimo.
Dicho esto, ambos volvieron a atraerse en un beso que únicamente era presenciado por su pequeño hijo. Aquel que siendo tan pequeñito y adorable, marcaría el inicio de su nueva vida como padres desde ese primero de septiembre.
Los días pasaron y por fin, Seokjin fue dado de alta. Claramente, seguía delicado por el parto y la cesárea, por lo que Namjoon fue el encargado de recibir las indicaciones sobre cómo debía cuidarlo durante su dieta.
Al llegar a su casa y con ayuda del moreno, lo primero que el menor hizo fue subir al segundo piso para mostrarle a Jungkook su habitación. Namjoon miraba desde el pórtico, con una sonrisa enternecida, cómo su omega le enseñaba cada detalle del lugar a su hijo con un brillo de emoción en sus ojos.
—El color verde te gusta ¿Cierto?— él mismo se respondió con un movimiento de cabeza —Oww, me alegra mucho, bebé. Yo mismo lo escogí para ti.
El de cabellos cenizos no pudo evitar reír al tiempo que se dirigía a su novio para abrazarlo por la cintura. Una vez en esta posición, le hizo una mueca graciosa a su hijo.
—Creo que a Jungkook le encantó su habitación, mira cómo brillan sus ojitos— ambos padres sonrieron enternecidos ante la bella imagen que su hijo les regalaba; no podían creer que un pequeñito ser de treinta centímetros podía derretir tanto su corazón.
Estuvieron jugando un rato con los peluches y sonajeros hasta que el bebé lloró, anunciando en clara señal que tenía hambre.
El castaño optó por sentarse en un puff morado bastante cómodo que su alfa le había comprado para este tipo de ocasiones. Una vez allí, se retiró la camisa y acercó al pequeño Jungkook a su pecho, quien no tardó en prenderse del pezon de su progenitor para saciar su pequeño estómago.
Daba gracias al cielo que después del parto se le facilitara producir leche, pues se le habría roto el corazón si no hubiera podido hacerlo como aquella vez con Jackeline.
Mientras alimentaba a su cachorro, observó a Namjoon, quien se hallaba sentado en el suelo, mirando atento lo que hacía. Por un instante, pudo apreciar cómo el mayor se relamía, lo cual le provocó una sonora carcajada que asustó a Jungkook momentáneamente.
—¿Es en serio, Kim Namjoon?— el susodicho abrió los ojos como platos al verse atrapado.
—O-oye, no me culpes. Sabes que quedé fascinado con el sabor— murmuró con un particular sonrojo en sus mejillas —Además, no me has dejado probarla estos últimos días.
—Ajá, porque es para Jungkookie— ante esto, Namjoon le miró con ojos de cachorro y un pequeño puchero malintencionado. Era un tramposo, sabía que el menor se compadecería de él con ese simple gesto y lo persuadiría.
Y por supuesto que no se equivocó.
—Bien— chasqueó la lengua —Espérame en la habitación, terminaré de alimentar a Kookie y lo dejaré dormido.
El alfa sonrió victorioso antes de dejar un amoroso beso en su cabeza e ir corriendo como lobito obediente hacia su habitación.
Mientras esperaba, decidió organizar la cama y acomodar las almohadas para que su omega estuviera más cómodo; después, cerró únicamente las cortinas blancas para darles privacidad sin dejar el cuarto completamente a oscuras, y sin más, se acostó en la cama a esperar.
Pasaron cinco minutos interminables antes de que el alfa mirara su reloj de muñeca para comprobar la hora. Quiso ir al cuarto del bebé, pero se arrepintió al instante y se reprendió a sí mismo por ser tan acelerado. No, debía ser paciente y no acosar a su omega; probablemente, Jungkook estaba dando problemas para dormirse.
Otros diez minutos pasaron y él ya se había cansado de contar las ranuras de decoración que tenía el techo. Trató de esperar más, pero no pudo y sus pies terminaron llevándolo a la habitación donde estaba su novio.
Al entrar, la sorpresa fue inminente.
Evidentemente, Jungkook ya se había dormido, pero lo que no contaba era que Seokjin también lo había hecho ¡Y sobre el puff!
Rápidamente, corrió hacia ellos para tomar a su cachorro en brazos, sacarle los gases y dejarlo en la cuna con cuidado de no despertarlo. Al voltear, la imagen que el menor le daba le impidió sentirse frustrado: éste dormía plácidamente con sus brazos formando una especie de cuna y el pecho descubierto, sin mencionar lo cansado que lucía su rostro.
Pese a su deseo anterior, cayó en cuenta de lo agotado que debía sentirse su novio. Dar a luz no era un proceso fácil y menos para él, quien había estado a punto de morir y acababa de regresar del hospital. De repente, se sintió mal por haber querido tener algo de intimidad con él, estando en ese estado.
Haciendo caso omiso a sus impulsos, cargó a Seokjin al estilo nupcial para llevarlo hasta su habitación, una vez allí, lo depositó con delicadeza sobre la cama y le cambió la ropa por una de dormir.
Tras cubrirlo con una manta, bajó a la cocina para preparar la cena y encendió el televisor para tener algo con qué entretenerse mientras cocinaba. Decidió preparar una sopa sin muchos condimentos para que no le hiciera daño al menor, sumado a esto, preparó arroz y cocinó una pechuga de pollo con poca sal.
No le agradaba mucho cómo se veía eso, pero eran indicaciones del médico y él las cumpliría sin rechistar para ayudar a Seokjin a recuperarse.
Preparó su propia cena más condimentada y apagó el televisor justo para el momento en que escuchó movimiento en la habitación de arriba. Colocó todo en una bandeja y subió al segundo piso, no olvidándose de primero pasar a ver a su bebé, quien para su fortuna, aún dormía.
Se quedó un rato viéndolo dormir hasta que recordó que debía llevarle la cena al castaño, por lo cual, salió al pasillo y caminó a paso tranquilo hacia el cuarto.
Al entrar, casi se le cae la bandeja.
Como lo suponía, Seokjin ya estaba despierto, pero lo que le sorprendió no fue precisamente eso, sino más bien, el hecho de que toda su ropa estuviera sobre la cama y su omega la estuviera acomodando para formar un enorme círculo. No le costó mucho entender lo que estaba haciendo.
—Alfa— el menor volteó a verlo con una sonrisa, a pesar del cansancio —¿Te gusta?
Namjoon dejó la bandeja con comida sobre la mesa de noche y se detuvo unos segundos para admirar lo que su príncipe había hecho. Una sonrisa sincera se esbozó en su rostro.
—¿Hiciste un nido, cariño?— la pregunta era obvia, pero aun así, el menor asintió emocionado —Es perfecto, mi cielo.
La respuesta de su alfa aceleró su corazón y le hizo sonreír en demasía. Sin salir del nido, extendió sus brazos hacia él en una clara invitación; Namjoon, con cuidado de no destruirlo de ninguna forma, se quitó las pantuflas y subió a la cama para llegar a los brazos de su omega.
Tenerlo entre sus brazos, acariciar su piel y besar su rostro eran gestos que el moreno disfrutaba, pero más aun, porque sabía que el menor los apreciaba de la misma forma que él.
Ambos se acostaron dentro del nido en posición de cucharita, las manos de Namjoon descansando en el vientre de Seokjin y las de éste, repartiendo caricias en los fuertes brazos ajenos. Estaban tan cómodos allí que no deseaban ser interrumpidos de ninguna forma, pero como el destino no deseaba lo mismo, el pequeño Jungkook comenzó a llorar, sacándolos de aquella burbuja de confort y calidez.
El castaño quiso levantarse, pero Namjoon lo detuvo, diciendo que él iría esta vez. Antes de salir, le entregó la bandeja con comida y le pidió encarecidamente que se comiera hasta el último grano de arroz, petición a la que por supuesto, Seokjin no se opuso.
Al llegar al cuarto de su cachorro, el moreno se dirigió rápido hacia la cuna y lo alzó en sus brazos para saber qué lo tenía llorando de tal forma, pero no tuvo que esperar mucho para saberlo, pues un ligero olor le brindó la respuesta.
—Ay, no puede ser.
En su cuarto, Seokjin comía de lo más a gusto sin imaginarse que su alfa estaba cambiando el pañal de su bebé por primera vez. Éste no quiso molestarlo, por lo que recurrió a un tutorial de YouTube de casi cinco minutos para saber cómo se hacía correctamente.
Después de batallar un poco, logró ponerle el pañal y colocarle su respectivo talquito. Tras darle un beso en el pecho, le echó algo de loción corporal para bebés y lo llevó a su habitación justo cuando Seokjin terminaba de comer.
—Oww, mira quien vino— el menor colocó la bandeja a un lado y estiró sus brazos para tomar a su cachorro —Hueles muy rico, Kookie.
Namjoon rió al escuchar aquello, pues su orgullo se había elevado a niveles insospechados ¡Ya sabía cambiar un pañal! Ese, sin lugar a dudas, sería el primer tema de conversación cuando sus padres y sus suegras vinieran a visitarlos el día de mañana.
Tomó la bandeja vacía para colocar los platos con su propia comida y se sentó dentro del nido para cenar mientras Seokjin mimaba a su bebé. De vez en cuando, sacaba su teléfono y les tomaba algunas fotos y videos para el recuerdo.
Cuando terminó de cenar, dejó los platos vacíos en la mesa de antes y se recostó con los dos amores de su vida. Seokjin acomodó a Jungkook en su pecho y volvieron a adoptar la posición de cucharita de hace un rato, cuidando de no lastimar o ahogar al bebé.
Estaban a punto de dormirse, hasta que la grave voz de Namjoon llegó como terciopelo a sus oídos.
—Príncipe.
—Dime.
—Mi lobo y yo te amamos mucho.
Una cálida sonrisa se ensanchó en su rostro; sin poder deshacerse de ella y con los ojos cerrados, pronunció las últimas palabras antes de caer en los brazos de Morfeo.
—Y nosotros te amamos a ti, alfa— enredó los dedos de su mano entre los ajenos —Gracias por hacerme el omega más feliz del mundo.
Jungkook hizo un sonidito de garganta a la par que se acomodaba para dormir en colecho con sus progenitores, calentando el corazón de su papá, aún despierto.
Ver la hermosa familia que Seokjin le había brindado en menos de un año le hacía saber que, aunque la forma en que empezaron no fue la mejor, no se equivocó al decidir acercarse a ese lindo mesero para proponerle un acuerdo de amor.
FIN
Capítulo dedicado a: @DeusAbInfernum 💙
A la cuenta de tres, voy a llorar.
Dios, siempre me pongo sentimental cuando acabo mis historias ¡Estúpido y sensible corazón de pollo!
No, ya en serio, me da mucho sentimiento terminar esta obra, pero no se preocupen. Aún falta el epílogo y un extra especial jsjs, les va a gustar, yo sé que sí.
Sin más por el momento, me retiro.
©AlejaDeMin
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