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CAP 68: "Abandonada"

Dos meses después

Seokjin se encontraba en el jardín mientras Namjoon le preparaba una rica merienda en la cocina. Después de descubrir el lindo mundo de flores y plantas que el alfa había sembrado como producto de su terapia, aquel lugar se había vuelto su favorito de toda la mansión.

Ahora, con su enorme pancita de siete meses, se le dificultaba un poco moverse de un lado a otro. Por eso mismo, el moreno había comprado un par de sillas de mimbre junto a una mesa con sombrilla para cuando el omega quisiera pasar las tardes allí.

Últimamente, Namjoon se había vuelto más protector con él, no le permitía hacer esfuerzos, lo consentía con la comida, siempre veían las películas que el menor quería, y nunca se le olvidaba ayudarlo a subir y bajar las escaleras. Esto último presentó un inconveniente cuando tenía que ir trabajar a la oficina, pues hacerlo implicaba dejar a Seokjin solo y temía que pudiera ocurrir un accidente mientras no estaba.

Debido a esto y gracias a una charla que tuvo con su padre alfa, Namjoon optó por trabajar desde casa mientras su omega se encontrara en cinta.

—¡Namjoon!

El grito proveniente del jardín ocasionó que el susodicho saliera corriendo en dirección al mismo. Al llegar, miró preocupado a su novio.

—¿Qué pasó, Jinnie? ¿Están bien?— preguntó alterado al ver al castaño con una mano sobre su vientre y una expresión de sorpresa.

—Dame tu mano— el moreno no entendía nada, pero aun así, estiró su mano hacia la del castaño. Acto seguido, éste la posó sobre su vientre y solo tuvo que esperar.

—¡Está pateando!— una enorme sonrisa se estableció en su rostro y rápidamente se colocó de cuclillas para colocar ambas manos sobre la abultada pancita —¡Nuestro pequeño Kookie está pateando!

Seokjin asintió efusivamente, esbozando una sonrisa de oreja a oreja —No habías tenido la oportunidad de sentirlo. ¿Verdad que se siente bien bonito?

—Esto es precioso, Jinnie— le dedicó una mirada enamorada antes de dirigir su atención nuevamente hacia su bebé —Hola pequeñito, soy tu papá ¿Me oyes?— otra patadita fue lo que obtuvo como respuesta y su corazón se derritió como la miel.

—Te está escuchando, Nammie. Sabe que eres su papá— el moreno miró enternecido el pequeño hogar de su bebé —Dile cosas bonitas.

Namjoon rió un poco antes de volver a hablar —Te estamos esperando con ansias, bebé— depositó un suave besito en la zona —Voy a jugar contigo y te llevaré a muchos lugares bonitos ¿Te gusta la idea?— hubo un rato de silencio y luego volvió a sentir otra patadita.

—Dice que le encanta— respondió el castaño, acariciando su vientre con cariño.

El alfa sonrió a más no poder, levantándose en el proceso —Iré a terminar tu postre, cariño. Sigue hablando con él y dile que ahora vuelvo— Seokjin asintió enternecido mientras lo veía marcharse hacia la cocina.

Namjoon se había vuelto el alfa más amoroso que jamás había conocido. Los trataba con tanto cariño a él y a su pequeño que sentía como si todo ese sufrimiento por el que habían pasado, hubiera valido la pena.

Mientras esperaba a que regresara, su atención se fijó en una pequeña abeja que se posaba sobre una de las flores amarillas del jardín. Instintivamente, cubrió su vientre y entró a la casa de forma rápida. No le gustaba estar cerca de ningún insecto y menos ahora que estaba en embarazo.

En ese momento, el timbre de la casa sonó, llamando la atención de la pareja. Namjoon iba a abrir la puerta, pero Seokjin se le adelantó, alegando que estaba más cerca y no le quitaba nada ir a ver quien era.

Al abrir, su ceño se frunció al no ver a nadie en el pórtico. Miró hacia la calle para ver si de pronto se trataba de algún niño haciendo una broma, pero tampoco veía a nadie cerca.

No fue sino hasta que bajó la mirada, que un grito salió de lo más profundo de sus entrañas.

—¡NAMJOON!

El moreno salió corriendo de la cocina, pero lo único que vio fue a Seokjin salir de la casa a paso apresurado, cargando algo que no alcanzó a distinguir. Al llegar a la puerta, su vista se posó en la canasta de mimbre que suponía, había ocasionado que Seokjin saliera corriendo. Se agachó para ver lo que tenía adentro y sus ojos se abrieron en grande al sacar una foto de su interior.

En ella, se veían él y Younha el día del babyshower. Más precisamente, era la foto en donde Namjoon sostenía el vientre de la omega mientras besaba su frente. Pero eso no era todo, detrás de la foto, había un mensaje que le hizo hervir la sangre.

"Namjoon fue primero mío antes que tuyo. Que nunca se te olvide, desgraciado"

El alfa arrugó la foto bajo su puño, completamente enojado. Si Younha estaba por allí, no era seguro que su omega se expusiera de esa forma. Por eso mismo, se halló cerrando la puerta antes de correr en la dirección que Seokjin había tomado.

El castaño no podía correr más. Su vientre pesaba demasiado y lo que cargaba también. Después de un rato persiguiéndola, logró atrapar a Younha casi llegando a un parque.

—¡Detente ahí!— la pelinegra también estaba agotada por correr, por lo que no tuvo más remedio que obedecer.

Cuando hubo llegado hasta ella, el castaño tuvo que tomarse unos segundos para recuperar el aire perdido. Una vez se recuperó medianamente, la miró.

—¿Qué mierda tienes en la cabeza, Younha?— cuestionó, aún agitado.

La susodicha solo atinó a encogerse de hombros, como si no hubiera hecho nada malo. Al ver que ella no diría nada, Seokjin soltó un bufido molesto.

—¿Por qué mierda abandonaste a tu hija en la puerta de mi casa? ¡Responde!— la bebé en sus brazos hizo un puchero por el ruido que la había despertado.

—Qué fácil se te hace decir "tu casa" ¿No?— el contrario la fulminó con la mirada, por lo que prosiguió —La abandoné porque esa mocosa ya no tiene nada bueno que ofrecerme— el tono de voz y mirada fría que la pelinegra le ofrecía a la recién nacida, descolocó al castaño.

—¿Pero cómo dices eso? ¡Es tu hija, Younha!

—Ya no la quiero— respondió cortante —Para lo único que me servía era para retener a Namjoon y ya ni siquiera puedo hacerlo.

Seokjin la miró molesto —Claro que no, porque no es su hija. Además, esta niña tiene un papá ¿Dónde está él?

La pelinegra soltó una risa que lejos de dar gracia, sonaba dolida —El muy imbécil me robó todo el dinero que Namjoon me había dado para la bebé. Dijo que la tenía en una cuenta de banco para cuando ella naciera, pero un día, simplemente se fue sin decirme nada, solamente me dejó una carta diciéndome que ya no estaba interesado en mí, mucho menos en nuestra hija. Cuando fui a revisar la cuenta ¿Adivina qué? Ya no estaba el dinero.

El castaño la miró preocupado al tiempo que acomodaba a la pequeña en sus brazos —Lamento de corazón que te haya pasado algo tan desagradable, pero tu hija no tiene la culpa de nada. Ella es solo un ser inocente que no pidió venir a este mundo, no puedes simplemente botarla como si fuera una muñeca.

—No la estoy botando, solo la estoy regalando.

—¡Es casi lo mismo! La dejaste en mi pórtico como si fuera un objeto incapaz de sentir. Ella es un ser humano que necesita a su mamá— trató de entregársela, pero Younha retrocedió.

—Si tanto te interesa, quédatela tú— se cruzó de brazos —Mis padres también me dieron la espalda después de haberlos metido en un gran problema por hacer lo que hice.

—Eso también es muy triste, pero tu hija no tiene la culpa de tus errores— miró con tristeza los ojitos despiertos de la pequeña —Puedes salir adelante con ella y...

—¡Te dije que no!

La bebé comenzó a llorar, terminando con la poca paciencia de su madre, misma que ahora la estaba regalando como si no valiera como ser humano.

—¿Ya ves? Lo único que esta mocosa sabe hacer es llorar, ya me tiene harta— alzó la voz y se cubrió los oídos para no seguir escuchando el llanto de la pequeña.

Seokjin estaba en shock. ¿Cómo era posible que una madre sintiera tanta indiferencia por su propia hija? Younha era una mujer desalmada, pero no pensaba que lo sería también con el ser que estuvo en su vientre por nueve meses.

Sin decir nada, comenzó a arrullar a la bebé en un intento por calmarla, teniendo que alejarse unos metros para evitar que los gritos de histeria de Younha volvieran a asustarla.

Una vez la hubo calmado, se dirigió a la pelinegra con voz más tranquila —¿Por qué me la das? Tú me odias ¿O no?

—Te odio más a que nadie en el mundo— espetó con el veneno escurriendo por sus labios —Pero sé que Namjoon tiene mucho dinero, así que esta mocosa no se morirá de hambre.

—¿Y quién te asegura que nos quedaremos con ella?— la sonrisa de Younha se borró al instante —Namjoon y yo estamos esperando a nuestro propio hijo ¿Por qué crees que nos quedaríamos con tu hija?— decir aquello le dolía, pues claramente solo lo decía para hacer a Younha entrar en razón. Aun así, no lo consiguió.

—Entonces regálenla a quien sea, solamente no quiero volver a verla.

En ese momento, el moreno llegó corriendo hacia ellos y se posó de forma rápida al lado de su omega. Sin embargo, le desconcertó en demasía ver a Seokjin cargando a una bebita desconocida.

—¿Esta bebé es tuya?— Younha solo atinó a asentir —Pero... No entiendo nada.

—Que te lo explique tu amado Seokjin— empleó un tono detestable para decir aquello —Yo no tengo nada más que hablar con ustedes— comenzó a irse, pero la voz del hombre más detestable ante sus ojos, la detuvo.

—Eres consciente de que si te vas, no volverás a tener derechos sobre tu hija ¿Verdad?— la pelinegra volteó a verlo —Si decides abandonarla, por muy su madre que seas, la perderás para siempre.

Younha lo pensó por unos segundos, el castaño pensó que estaba recapacitando, pero se decepcionó al ver un asentimiento por su parte.

—Nació el tres de julio. No tiene nombre, así que denle el que quieran. Espero nunca más volverlos a ver— y sin decir más, la omega se fue hasta desaparecer del campo de visión de la pareja.

Una vez quedaron completamente solos, Seokjin se derrumbó con la recién nacida en sus brazos. Namjoon tuvo que ayudarlo a sentarse en una de las bancas mientras trataba de tranquilizar su llanto. Lastimosamente, aquella era una tarea demasiado difícil, contemplando lo que acababa de pasar.

—Es que no lo entiendo... ¿Cómo pudo ser tan cruel y abandonar a su hija de esta manera?— dirigió su mirada borrosa por las lágrimas al pequeñito ser que descansaba entre sus brazos —Pero si es un angelito ¿Por qué querría hacerle algo así?

Namjoon miraba preocupado a la pequeña, quien lo miraba con sus ojitos negros como si fuera el ser más interesante del mundo. Aquello por supuesto, le comprimió el corazón.

—No todos los omegas tienen la voluntad y el amor para ser mamás. Eso me queda claro— acarició con suma delicadeza la mejilla de la pequeña —Pero está mejor así. Es preferible que la haya entregado a alguien que sí la amará de verdad, a que ella crezca viendo indiferencia en los ojos de su madre.

El omega asintió sin pronunciar palabra. Su alfa tenía razón, pero no dejaba de ser menos doloroso.

—Vamos a la casa, ya veremos qué hacer una vez estemos más calmados.

—La vamos a conservar ¿Verdad?— cuestionó preocupado.

Namjoon negó.

—No me malinterpretes, pero tengo una mejor idea.

Esta será la última aparición de Younha en el fic (afortunadamente jeje) ¿Qué opinan sobre lo que hizo? Las leo.

©AlejaDeMin

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