CAP 64: "La sanación es un proceso complicado"
Un mes había pasado y las cosas parecían ir mejorando.
Este tiempo le había servido muchísimo a Namjoon para organizar sus ideas y tratar de controlar las emociones que, de vez en cuando, querían salir a flote.
Las sesiones con el terapeuta le habían venido de maravilla. Esto lo sabía porque dentro de sí, se sentía más liberado de rencor. Poco a poco, estaba soltando los recuerdos amargos e inseguridades que le habían dejado sus anteriores parejas, esto gracias a las tareas que le asignaba el profesional y el cumplimiento disciplinado de éstas.
Antes, le parecía ridículo estar haciendo tareas a su edad, a decir verdad, al principio le daba un poco de pena y se negaba a comentárselo a Seokjin, pero tras un par de sesiones, fue comprendiendo que éstas eran necesarias para su proceso de sanación y comenzó a abrirse un poco más.
La primera tarea fue escribir una carta hacia cada una de las parejas que había tenido, en donde expresara todo lo que sentía hacia ellas y todo lo que quisiera decirles en persona.
Sobra decir que el alfa se concentró tanto en desahogarse con cada escrito, que terminó mojando las hojas de papel con sus lágrimas y en algunas ocasiones, las arrugó. Estaba bien, lo importante de dicha tarea era que exteriorizara los sentimientos amargos que lo carcomían por dentro y así lo estaba haciendo.
No bastó con una carta, tuvo que escribir dos y hasta tres para asegurarse de plasmar todo lo que sentía y sin embargo, seguía enojado.
—Está bien, Namjoon. Nadie dijo que este proceso sería rápido— el psicólogo le tranquilizó cuando el alfa llegó a su consultorio desprendiendo feromonas pesadas y arrugando las cartas que traía en manos.
—Estoy enojado— se sinceró —Me enoja no poder soltar todo esto que siento— cubrió su rostro con sus manos. Su voz se quebró —No quiero volver a lastimar a Seokjin, no quiero.
El beta se mantuvo en silencio y dejó que el contrario se desahogara por medio del llanto. Las cartas nuevamente eran mojadas por las lágrimas del alfa y éste no era capaz de tranquilizarse. Le dolía el pecho y las sienes.
—Lo siento— logró disculparse después de un rato —Debo verme patético ¿No es así?
El beta negó en silencio y le pasó una caja de pañuelos. El moreno tomó uno para limpiarse las mejillas, luego otro para limpiar su nariz y cuando se hubo calmado un poco, los desechó en el tacho que tenía al lado.
—No te preocupes por llorar, es perfectamente normal. No importa si eres alfa, beta u omega, todos sentimos y necesitamos llorar cuando nos sentimos mal. Si no lo hacemos, nuestros pensamientos y sentimientos se irán acumulando como una bola de nieve hasta que sea lo suficientemente grande, y luego...— hizo con sus manos un gesto que Namjoon entendió como "explotar".
—Entiendo, pero me siento frustrado. No entiendo porqué no logro perdonarlos— bajó su mirada hacia sus piernas y se les quedó viendo como si fueran lo más interesante del mundo. Ese momento fue aprovechado por el profesional, quien decidió preguntar.
—Namjoon ¿Cuánto amas a Seokjin?
La pregunta lo hizo levantar la mirada, completamente descolocado. Aun así, respondió —Lo amo demasiado, más que a mi propia vida.
El beta anotó esto en su libreta y después volvió a preguntar.
—¿Y cuánto te amas a ti mismo?
Namjoon abrió sus ojos ante dicha interrogante. Claro que el psicólogo notó el temor en su mirada, pero no mencionó nada al respecto.
—Yo... No lo sé. Nunca me lo había planteado— respondió con honestidad.
—¿Y qué piensas ahora? Por favor, responde con sinceridad ¿Tú te amas?
Namjoon no necesitó de mucho tiempo para obtener la respuesta —No.
El beta volvió a anotar esto y preguntó con voz tranquila —¿Y por qué no? ¿Qué piensas de ti?
Las lágrimas volvieron a picar en sus ojos, pero se negó a soltarlas. Necesitaba poder hablar sin que su voz se quebrara, lastimosamente, aquello era imposible para él en estos momentos.
—Me odio— hizo sus labios una línea —No puedo amarme después de haber lastimado a la persona que más amo. Seokjin no merecía que yo fuera su predestinado, un alfa como yo, lleno de inseguridades... Lo único que he conseguido es hacerle la vida miserable. Él merecía a alguien mejor.
No pudo seguir reteniendo sus lágrimas. Las mismas descendieron lentamente por sus mejillas, causándole un cosquilleo que lo hizo limpiarlas de inmediato.
Volvió a tomar otro pañuelo mientras el psicólogo se hallaba en silencio. Después de un rato, éste retomó la palabra.
—Namjoon, creo que ya encontré la razón por la que aún no has perdonado a tus anteriores parejas— el alfa lo miró, intrigado —No sé si lo sepas, pero todo comienza con nosotros como seres individuales. Por lo que veo, tú aún no te has perdonado por el daño que le causaste a tu omega. Para poder perdonar a los demás, primero necesitas perdonarte a ti mismo. Para poder amar con libertad a otra persona, debes amarte a ti mismo— el moreno bajó la mirada, sintiéndose repentinamente regañado.
—¿Pero cómo voy a perdonarme? Ni siquiera Seokjin me ha perdonado por lo que le hice.
—Precisamente por eso. Si quieres que tu omega te perdone, primero, debes hacerlo tú— Namjoon desvió la mirada. Pensó que el psicólogo tenía razón, pero no lo dijo en voz alta.
—No sé cómo hacerlo.
—Haz lo que ya hiciste. Escribe una carta, pero esta vez, hacia ti mismo. Quiero que plasmes en la carta lo que sientes y piensas de ti, absolutamente todo. No te preocupes, que yo no voy a leerla— le sonrió amablemente —La idea es que después de que escribas todo, te digas que te perdonas. Escribe las cosas buenas que haz hecho y las cualidades que forman parte de ti...
El alfa tomó nota de cada instrucción que le dio el profesional y trató de recordar lo más posible. Era la primera vez que hacía esto y se sentía un poco nervioso.
Lo que más le desconcertó fue que después de darle las indicaciones, el beta le dijo que quemara las cartas. ¿Para qué? No lo sabía. El hombre se limitó a decirle que lo hiciera y que se concentrara en las emociones que llegaban a él mientras lo hacía.
Ese día, al llegar a su casa, comió un snack y se encerró en su habitación. Comenzó a escribir la carta como el profesional se lo había indicado y aunque se negaba a creerlo, sintió un ligero peso menos de encima.
Pero lo más increíble fue cuando salió a su jardín y comenzó a quemar las cartas sobre una baldosa de piedra para evitar provocar un incendio. Al principio, no sintió nada, pero al concentrarse en el papel quemándose poco a poco, viendo cómo las letras plasmadas allí se hacían ceniza y humo, viendo cómo a éste último se lo llevaba la suave brisa, comenzó a sentir una sensación de alivio que hace mucho tiempo no sentía.
Cuando el papel se hubo convertido completamente en cenizas, Namjoon salió corriendo hacia el interior de su casa para después volver con una plantita en una maceta. Cavó un pequeño hueco en el jardín y echó las cenizas dentro, posteriormente y con mucho cuidado, desenterró el agapanto y lo volvió a plantar en el hueco que había hecho.
Después de acomodarlo bien, lo regó con un poco de agua y se limpió el poco sudor de la frente, importándole poco si se ensuciaba la misma con tierra.
Se sentía aliviado, no del todo, pero sí percibía que algo había cambiado.
De esta manera, Namjoon comenzó a escribir cartas casi a diario, mismas que después quemaba. Nadie sabía de esto, ni siquiera Seokjin. El moreno quería guardarse para sí mismo el avance que semana tras semana, iba logrando. Quería que su omega se sintiera orgulloso de lo mucho que estaba consiguiendo, pero sobre todo...
Inconscientemente, comenzó a desear demostrarse que era capaz de convertirse en una versión más sana y mejorada de sí mismo.
—¡Seokjin, ya está el desayuno!
El susodicho escuchó el llamado de Mark, pero no respondió. Se encontraba en el baño, desnudo, viendo preocupado lo pálido que estaba su rostro y las ojeras que comenzaban a verse moradas.
Había seguido el tratamiento para la anemia de manera disciplinada. La semana pasada había tenido exámenes de sangre y el médico le dijo que ya estaba fuera de peligro por ese lado, pero todavía faltaba lo más importante.
La marca.
Desvió su mirada hacia su vientre de cinco meses y lo acarició con preocupación. Su cuerpo estaba sufriendo muchos cambios hormonales y fisiológicos a los que todavía no se acostumbraba.
Un ejemplo de ello era que, desde hace unas semanas para acá, le habían comenzado a doler los pechos, pero eso no era todo. Esa misma mañana se había levantado para ir al baño y pegó el grito en el cielo cuando notó sus pechos un poco hinchados.
La curiosidad mató al gato y él trató de apretarlos un poco, lo que ocasionó que un poco de calostro saliera de ellos y él gritara aterrado.
Claro que la pareja se preocupó por los gritos y trató de entrar al baño, pero solo Mark pudo hacerlo por petición de Seokjin.
Éste estaba igual de asustado que el castaño, pues nunca había visto a un omega produciendo leche antes del parto, aunque esto fuera demasiado normal y frecuente.
—V-voy a la farmacia, tal vez allá me digan qué hacer— salió rápidamente del baño y cerró la puerta tras de sí —¡No te preocupes, ya vengo!
Tomó su billetera, pero cuando estaba a punto de salir del departamento, recordó algo que lo hizo regresar.
—Y que no se te ocurra entrar al baño ¿Me entendiste?— Jackson, quien estaba a punto de tocar la puerta del mismo, se sobresaltó y asintió frenéticamente.
Cerca de veinte minutos después, Mark regresó al departamento con dos bolsas, una blanca y una negra.
—Ya volví, Seokjin. Ábreme la puerta, por favor— apenas el susodicho escuchó la voz del rubio, hizo lo pedido y lo dejó entrar.
—¿Qué compraste?— preguntó, todavía asustado.
—Pues mira. Hablé con la señora de la farmacia y me dijo que debías colocarte estos protectores de lactancia en los pezones para evitar que se te manche la ropa— le pasó la bolsa blanca. Seokjin sacó la caja y miró los protectores con extrañeza —Dijo que te los cambiaras cada cierto tiempo, dependiendo de la cantidad de calostro que sueltes.
El castaño asintió un poco más tranquilo.
—Pero ¿Cómo hago para sostenerlos y que no se caigan?— sacó uno de los protectores, observando que no tenían adhesivos.
—La señora me dijo que, como eres un omega hombre y tus pechos están comenzando a hincharse, deberías empezar a usar tops— dicho esto, sacó el contenido de la bolsa negra —Te compré este deportivo negro, te lo colocas y por dentro, colocas los protectores.
Seokjin quedó en shock.
Entre balbuceos, le agradeció a Mark por su ayuda y le pidió amablemente que saliera del baño para poder darse una ducha. El rubio omega salió a la sala y observó a Jackson, quien estaba sentado sobre el sofá, aparentemente esperándolo.
—¿Y bien? ¿Qué pasó? ¿Está bien?— Mark arrugó su nariz y tocó la frente contraria con su dedo índice.
—Cosas de omegas y no preguntes más.
Seokjin acababa de salir de la ducha y ahora se hallaba viendo su reflejo frente al espejo. Realmente, estaba aturdido por todo esto, pero suponía que era algo a lo que tenía que acostumbrarse.
Se secó el cuerpo y se colocó la prenda que Mark le había comprado; apretaba un poco, pero no tanto como para molestarlo. Sacó dos de los protectores de lactancia y se los colocó en cada pezon.
De repente, pensar en Namjoon viéndolo así, le hizo sentir demasiada vergüenza. No sabía qué haría cuando el alfa comenzara a notar sus pezones hinchados o peor aun, quisiera tocarlos; estaba seguro de que no podría con el bochorno.
Una vez se hubo vestido completamente, salió de la habitación y se dirigió al comedor, no obstante, tuvo que detenerse en medio del pasillo y sostenerse de la pared más cercana para evitar caerse. No entendía porqué, de repente, se sentía mareado.
En ese momento, escuchó el timbre del departamento siendo tocado y observó la figura borrosa de Mark yendo a abrir la puerta.
—¿Qué haces aquí? Si Jackson te ve, te golpeará— la voz de Mark comenzaba a sonar distorsionada.
—Solo quiero ver a Seokjin, por favor... ¿Seokjin?— el moreno vislumbró al castaño recostado contra una pared y su lobo se puso alerta.
El castaño pudo distinguir su voz, pero no podía verlo claramente.
—Namj...— trató de caminar hacia él, pero de manera inmediata, perdió la consciencia.
Los ojos de Namjoon se tornaron amarillos y en un milisegundo, atravesó la sala para atrapar al castaño antes de que tocara el suelo.
—¡Seokjin!
©AlejaDeMin
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