CAP 36: "Desconfianza"
—Jackson— el nombre del contrario escapó de sus labios en un susurro desalentador por lo que él pudiera estar creyendo —Te juro que no es lo que estás pensando.
—¿Ah, no?— el tono que usó fue tan sarcástico que le dolió —Porque lo que yo vi fue muy evidente— dio unos pasos hacia adelante para acorralar a Seokjin contra el mesón —¿Acaso le estás viendo la cara de estúpido a mi mejor amigo?
—¡Te juro que no! Déjame explicarte.
El alfa se cruzó de brazos y le indicó con un ademán que hablara. Estaba molesto, realmente no quería desconfiar de Seokjin, pero verlo dejarse acariciar el cabello por ese tipo le dio muy mala espina. No quería ver a su mejor amigo sufriendo de nuevo.
El menor por su parte, tragó saliva y respiró profundo varias veces para controlarse y poder explicar todo.
—Verás... Ese alfa estudia en mi misma universidad y en mi misma facultad. Desde que entré a estudiar, no ha dejado de molestarme, quiere que le dé una oportunidad y lo deje cortejarme, pero ya le he dicho varias veces que no quiero porque ya tengo un alfa, pero él no entiende. Por eso viene todos los días al local y no hay día en la universidad que no me aborde con chocolates o detalles, a veces ambos— confesó con un nudo creciendo en su garganta.
Jackson cerró los puños con fuerza y caminó hasta la puerta de la cocina para ver a lo lejos a Jaehwan, quien estaba checando su celular como si nada.
—¿Namjoon lo sabe?— cuestionó al tiempo que se daba la vuelta para ver al omega. Éste negó cabizbajo —¿Y por qué mierda no le has dicho?
—Yo...— apretó la mandíbula para no dejar escapar un sollozo, cosa que no logró cuando la volvió a abrir para poder seguir hablando.
Sus mejillas no tardaron en empaparse y unos pequeños sollozos empezaron a resonar por toda la cocina. Odiaba sentirse tan sensible, era un completo asco ¿Pero qué podía hacer? Se sentía vulnerable. Tenía un alfa al que quería con todo su corazón, un cachorro de tres meses de gestación creciendo en su interior, un alfa molesto que lo acosaba día y noche, y un amigo que comenzaba a desconfiar de él.
Jamás había sido tan llorón. Le echaba la culpa a mini Jin por serlo ahora.
Jackson se removió incómodo al tiempo que rascaba su nuca nervioso por el repentino llanto del omega. Trató de decir algo que lo calmara, pero en ese momento no podía pensar en nada que no sonara demasiado brusco. Si Namjoon se enterara de que había hecho llorar a su omega, seguramente lo colgaría de los testículos.
—Hay tres clientes sin atender allá afuera ¿Me quieren explicar qué están hacien-...?— Inari detuvo su caminar justo cuando cruzó por la puerta de la cocina.
Muy bien, lo que menos se esperaba encontrar después de haber ido a hacer las compras, era a su hermano desesperado en frente de un omega llorando.
¿Qué demonios?
—Inari, te lo explico después. ¿Podrías hacer un chop suey con arroz para el tipo que viene todos los días? Yo me encargo de atender a los otros dos.
El alfa mayor enarcó una ceja.
—¿Y Seokjin?
—Él no se siente bien y si yo preparo la comida para ese alfa, te juro que lo voy a terminar envenenando— su voz sonó tan recargada de rabia que su hermano no dudó ni un segundo en acceder. Tampoco quería ver a su dongsaeng en la cárcel por asesinato.
—Está bien, pero tendrán que explicarme todo después.
Seokjin y Jackson se miraron entre sí por un par de segundos antes de asentir.
—Está bien.
Luego de atender a los clientes que recién habían llegado y ofrecerles una disculpa por no poder ser Seokjin quien les atendiera, Inari y Jackson lograron tener el local vacío por rara vez en el día, y aunque ésto antes no era motivo para alegrarse, en estos momentos en serio lo necesitaban.
El castaño ya había dejado de llorar y ahora se encontraba sentado en una de las mesas, siendo blanco de las miradas inquisitivas por parte de aquel par de alfas.
—Ahora sí, quiero que ambos me expliquen lo que pasó y no omitan detalle.
Y aunque el menor de los tres no hubiera querido tener que contarle aquel problema a su jefe, se vio acorralado y tuvo que decirle todo. Ese momento fue aprovechado también para explicarle al de mechas castañas porqué le había estado ocultando todo a Namjoon.
—Él últimamente se ve muy estresado. Desde que Younha se enteró de mi embarazo, lo ha estado tratando de convencer de que este cachorro no es suyo— bajó la cabeza —Lo sé porque una vez me lo confesó cuando estaba medio dormido. A parte de eso, está su trabajo y sus obligaciones, y yo no soy quien para añadirle más caos a su vida.
El par de hermanos se miraron entre sí antes de que el menor de ellos se colocara de cuclillas frente al omega y posara una mano sobre su hombro.
—¿Sabes quién eres, Seokjin?— el susodicho negó —Eres el omega de Namjoon. Eso te da el suficiente derecho para hacerle saber lo que pasa en tu vida y que él te ayude a solucionarlo. Si le ocultas cosas, lo único que conseguirás es que cuando se entere, pierda la confianza en ti.
El menor bajó la mirada y se permitió sollozar un poco, dejando salir el sentimiento amargo que se había alojado en su pecho tras escuchar eso último. Lo que menos quería era que Namjoon desconfiara de él, estaba seguro de que no lo soportaría.
—Lo entiendo, solo... Denme un poco de tiempo y...
—Díselo esta noche— finiquitó el mayor de los tres —Sé que no es de mi incumbencia, pero si yo fuera tú, se lo diría cuanto antes. No vaya a ser que se entere por otros medios y tal vez malinterprete las cosas.
Seokjin dio un asentimiento y se mantuvo cabizbajo por un rato. No quería tener que hacerlo, pero si eso evitaba que Namjoon dejara de confiar en él, entonces lo haría. Todo por no perder a su alfa y por el bienestar de su bebé.
—Está bien. Le contaré todo a Namjoon esta noche.
Las cinco en punto dieron en el reloj del local y Namjoon, como buen alfa puntual, ya estaba estacionado frente a éste en espera de que su lindo omega saliera de turno.
No tuvo que esperar mucho, pues vio a través de las paredes de vidrio cómo Seokjin se quitaba el delantal del trabajo mientras se despedía de Jackson y su jefe, también pudo ver que ambos alfas le decían algo al castaño y éste asentía sin muchos ánimos. Quiso salir del auto para ir por él, pero no tuvo que hacerlo ya que en cuestión de segundos, el menor estuvo dentro del vehículo.
—Hola príncipe ¿Cómo estuvo tu tarde?— saludó casualmente, inclinándose para besar los labios del menor. Éste le correspondió y segundos después, se colocó el cinturón de seguridad.
—Estuvo bien, Nammie, algo cansado— admitió con pesadez, llevándose una mano a su hombro para masajearlo levemente.
Ante esto, Namjoon esbozó una encantadora sonrisa que hizo relucir sus hoyuelos y le movió el corazón a su menor.
—Te llevaré a tu casa a descansar y luego...
—¡No!— Seokjin le interrumpió, ganándose un sobresalto por parte del mayor debido al susto —Es decir, no quiero ir a mi casa ahora... ¿Podemos ir a la tuya?
Y en ese momento, la expresión de confusión en Namjoon cambió drásticamente a una de total felicidad. —Claro— encendió el motor para segundos después, empezar a conducir directo a su hogar.
El viaje fue bastante tranquilo, a percepción de Namjoon. Una canción pop sonaba a esa hora en la radio e inconscientemente, él se movía al ritmo de la música. Todo esto sin ser consciente del tormento por el que estaba pasando su omega en estos momentos.
El menor se hallaba hecho un manojo de nervios por no poder organizar bien las palabras en su mente. Sabía que debía decírselo de la misma forma en que lo hizo con Inari y Jackson, pero ahora que estaba al lado del verdadero involucrado, había olvidado todo lo que practicó durante la tarde.
¿Y si se lo tomaba a mal? No quería ser pesimista, pero existía esa posibilidad y no estaba dispuesto a soportar que Namjoon lo castigara con el látigo de la indiferencia después de que se enterara, hablando en el mejor de los casos con respecto a su reacción.
Tan ensimismado estaba que apenas sí reaccionó cuando sintió el vehículo detenerse y divisó la mansión del moreno frente a ellos.
Esperó, como de costumbre, a que Namjoon bajara del auto, lo rodeara y le abriera la puerta como el caballero que era. Después de bajar, ambos se encaminaron hacia el interior de la casa, donde estaba cálido y apenas cruzaron por el portón, los nervios en Seokjin incrementaron.
—¿Qué deseas tomar, Jinnie? Tengo jugo, café...
—Un poco de yogurt de fresa no estaría mal— pidió, soltando una ligera risa para aligerar el mar de emociones que se arremolinaba dentro de él.
—Muy bien, yogurt de fresa será— el mayor chasqueó los dedos y le pidió con un ademán que lo esperara sentado en el sofá de la sala, lo cual no tardó en hacer.
Un minuto después, el alfa llegó a su lado con una botella de yogurt en una mano y una taza de café en la otra. Le extendió la primera y una vez el menor la recibió, se sentó en el sofá y se permitió relajarse por unos segundos. Había sido un día agotador en el trabajo, necesitaba descansar por unos minutos ¿Y qué mejor que con su bello omega a su lado?
La belleza de Seokjin lo traía embobado, inclusive se atrevía a decir que con su adorable pancita de tres meses, se veía aún más lindo.
Mientras el castaño bebía su yogurt con aparente tranquilidad, él se tomó el atrevimiento de levantar su camisa hasta su pecho para dejar al descubierto su abdomen y tener mejor acceso al cachorrito que crecía allí dentro.
Claro que Seokjin se sorprendió momentáneamente, pero le dejó hacer, con tal, era una costumbre que el mayor había adoptado recientemente y no veía razones por las cuales prohibirle aquel gesto. Se acomodó mejor para que su espalda descansara contra el respaldo del sofá y así, Namjoon pudiera descansar su cabeza sobre su regazo. Una vez en esta posición, el moreno sonrió y empezó a dar ligeros toques con sus dedos en la pancita de su omega.
—Hola, mi vida— susurró con calma —¿Te divertiste con papá? ¿Qué tal te sientes allí dentro?— Seokjin rió ligeramente, sintiendo el peso en su pecho aligerarse —Quiero que sepas que tu papi te ama mucho y te está esperando con ansias. ¿Sabes guardar un secreto?— acercó su oreja al vientre del omega como si esperara una respuesta positiva por parte de su bebé, después de unos segundos, se separó y susurró muy bajito —Tu papi alfa te ama más que tu papi omega.
—¡Hey!— un suave golpe en su cabeza fue lo que recibió por parte de Seokjin —Que no se te olvide que puedo escucharte. No le digas esas cosas a mini Jin, va a creer que yo no lo quiero.
Namjoon rió abiertamente, volviéndose hacia su hijo para añadir —Tu papi omega también te ama mucho, pero yo le sigo ganando.
Seokjin rodó los ojos divertido y se dispuso a acariciar los cabellos cenizos del alfa. Se sentía tranquilo, en calma, hasta había olvidado la razón por la cual le pidió a Namjoon que lo llevara a su casa. O bueno, así era hasta que el recuerdo fugaz pasó por su mente y su semblante decayó notoriamente.
Ésto fue notado por el moreno, quien sin abandonar su cómoda posición, levantó la mano para acariciar la mejilla de su amado.
—¿Sucede algo, cariño?
Y Seokjin supo de inmediato que no podía aplazarlo más.
—Sí, tenemos que hablar.
A decir verdad, la sorpresa por oír esto recayó en el más alto, quien tenía por entendido que cuando tu pareja pronunciaba esas tres chocantes palabras era porque algo grave sucedía.
Con los nervios incrementando en su sistema, se levantó del regazo de Seokjin y se sentó al estilo indio sobre el sofá. Se inclinó un poco para beber un sorbo de su café y volvió a dejar la taza sobre la pequeña mesita frente a ellos.
—Te escucho, Jinnie.
El susodicho se tomó su tiempo para hablar, pues estaba reordenando las palabras en su cabeza y alistándose mentalmente para lo que diría a continuación.
—Nammie, yo... Quiero confesarte que los últimos días...— se detuvo abruptamente al ver al contrario levantarse de golpe para salir corriendo.
Con su entrecejo fruncido por la confusión, se levantó y caminó a paso apresurado en la dirección que el mayor se había ido, dándose cuenta segundos después de que estaba en el baño... ¿Vomitando?
—Alfa ¿Estás bien?— tocó la puerta asegurada desde adentro.
Lo único que podía oír era las arcadas y la continúa tos que le seguía a éstas, así pasaron un par de minutos hasta que dejó de escucharlas y verdaderamente empezó a preocuparse.
—Nammie... ¿Joonie?— tocó repetidas veces la puerta hasta que escuchó el seguro siendo quitado, la puerta se abrió y un pálido alfa salió del cuarto de baño.
Su aspecto era preocupante, pero lo que alarmó en demasía al menor fue que sin pensarlo ni premeditarlo, el mayor se desplomó en el suelo y él no fue capaz de detenerlo a tiempo.
—¡Namjoon!
©AlejaDeMin
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