CAP 32: "Reclamo"
Cerca de las once de la noche, Seokjin escuchó el timbre de su casa sonar. Namjoon ya se había marchado hace un par de horas, por lo que ahora mismo se encontraba solo viendo la televisión.
Se colocó de pie y fue a abrir la puerta, ya sabía que se trataba de su madre por lo que no se molestó en ver por la mirilla. Al hacerlo, casi le da algo al ver a su madre notoriamente borracha, con una mano sosteniéndose del marco de la puerta para no caerse y con la otra sosteniendo un paraguas.
—¿Pero qué?— se apresuró a cargarla en su espalda y entrarla a la casa sin olvidarse de cerrar la puerta. La sentó en el sofá de la sala y se colocó a su lado, examinándola para asegurarse de que no estuviera herida o tuviera algo malo.
Yuna parecía ser una borracha feliz, lo deducía por la enorme sonrisa que traía y por la canción que se hallaba tarareando.
—Mami ¿Quién te puso así?— esperó por unos segundos a que respondiera, pero la fémina estaba tan perdida que no le veía caso seguir insistiéndole.
Vio que el bolso de su madre estaba medio abierto y su teléfono tenía la pantalla encendida por un posible mensaje nuevo. Él no era alguien chismoso, pero en verdad necesitaba saber quien había puesto a su progenitora en ese estado, por lo que, con mucho cuidado, sacó el móvil y miró la pantalla.
Tienes un mensaje nuevo
Hyunmi
¿Llegaste bien a tu casa? Te dije que me
dejaras llevarte, eres algo necia ¿Sabías?
Visto
Los ojos del castaño se abrieron en grande. Hyunmi... Estaba seguro de haber escuchado ese nombre en alguna parte. Se detuvo a pensar unos segundos hasta que logró recordar. ¡Hyunmi era esa alfa grosera que se enfrentó a él y su madre en dos ocasiones! Frunció su entrecejo a más no poder y miró incrédulo a su madre. La conversación de ese día volvió a su mente y no pudo evitar tragar en seco. Su madre se había reunido con esa alfa... ¿Para cenar? Hasta donde él sabía, ellas dos no se llevaban, o bueno, Hyunmi detestaba a su madre por haber comprado en su tienda alfista y ésta última sentía una especie de atracción hacia ella.
Todo era tan confuso. No sabía lo que pasaba entre ellas dos, pero si de algo estaba seguro es que no le agradaba para nada que aquella mujer hubiera hecho tomar a su madre hasta tal punto, la hubiera dejado venir sola y lo peor de todo, ¡Que hasta pudiera haberse sobrepasado con ella!
Sin pensarlo dos veces, marcó el número de esa alfa y esperó unos segundos a que contestara.
—Hola, Yuna ¿Ya llegaste a tu casa?— fue lo primero que escuchó y el enojo no tardó en circular por su sangre.
—No soy Yuna, habla con Seokjin, su hijo— tras esa declaración, hubo un silencio sepulcral del otro lado de la línea. Esto solo lo hizo enfadar más —¡Sé que me está escuchando así que no haga como que no! ¿No le da vergüenza? Embriagar a mi madre para hacer con ella quien sabe qué porquerías. Tenga por seguro que cuando la vuelva a ver, se me va a olvidar que usted es una señora y la voy a...
—¿Estás escuchándote? Suenas como un omega celoso y mimado— detuvo su vómito verbal por la interrupción de la alfa —Escúchame muy bien porque no lo repetiré. No me aproveché de tu madre, no la embriagué por gusto y no pienso discutirlo contigo. Si no me crees, pregúntale a Yuna qué fue lo que sucedió, pero no vuelvas a llamarme si es para hacer reclamos tan infantiles como este. Adiós— y sin darle chances al omega de responder, colgó la llamada.
—¿Hola? ¡¿Hola?!— miró la pantalla del teléfono y casi lo estrella contra el sofá sino fuera porque recordó a tiempo que ese no era el suyo y se metería en problemas si lo terminaba dañando.
Soltó un suspiro pesado y se quedó mirando el techo por unos cuantos minutos. Las palabras de Hyunmi se repetían en bucle en su mente y él no sabía que pensar; quería creerle, pero no confiaba ni un poco en ella, tampoco podía preguntarle a su madre en estos momentos ya que se había quedado dormida en una posición no muy cómoda y no parecía querer despertar pronto.
Al final se resignó. Debía tragarse sus instintos de hijo celoso por el momento y esperar a mañana para poder preguntarle bien qué había sucedido. Solo esperaba que lo que había dicho Hyunmi fuera cierto, porque sino, sus anteriores palabras dejarían de ser una simple amenaza.
Hasta hace poco había terminado de bajar las cajas de su auto y ahora éstas adornaban su sala de estar. Verlas le hizo sonreír enternecido, aun cuando formaban algo de desorden y a él no le gustaba mucho ésto.
Estaba pensando en qué habitación debería desocupar para guardar las cosas para su futuro cachorro. Debía ser una espaciosa, con suficiente iluminación, pero no demasiada para que él o ella pudiera dormir tranquilamente, de todas formas, debía comprar cortinas nuevas, unas de patito no estarían nada mal.
No recordaba la última vez que estuvo tan emocionado por algo. Ya podía verse con un overol pintando las paredes del cuarto de su bebé mientras Seokjin decoraba a su propio gusto las mismas. Podía imaginarse cómo luciría la pancita de su omega unos meses más tarde, estaba seguro de que se vería precioso.
Una bonita sonrisa se esbozó en su rostro, no podía esperar para ver a su bebé. Quería que se pareciera a Seokjin, que heredara sus ojitos, su tono de piel y su lindura, aunque también le gustaría que heredara sus hoyuelos. Sin embargo, estaba seguro de que no importaba cómo luciera, solo por ser su hijo y el de Seokjin, ya lo amaba como a nadie.
Estaba perdido entre sus pensamientos hasta que el sonido del timbre lo sacó de su ensoñación. Se giró hacia la puerta y fue a abrirla sin primero ver quien era. Al hacerlo, la sonrisa que antes traía, desapareció por completo; Younha se encontraba frente a él con una mano en su vientre y una sonrisa en su rostro.
—Hola, Namjoon— sin siquiera esperar una invitación, entró a la residencia como Pedro por su casa y se dirigió directamente a la sala.
—Younha, ahora estoy ocupado y no...
—¡Por la Madre Luna!— el grito de la omega lo hizo callar —¿Qué es todo esto?— se acercó a las cajas y empezó a examinar cada una.
Namjoon no entendía porqué verla acercarse a las cosas para su bebé le hizo revolver el estómago. Sin detenerse a pensar, caminó rápidamente hacia ella y le arrebató la caja que contenía el móvil.
—No las toques— su voz de mando salió sin premeditarlo, ocasionando que la omega bajara la cabeza y se alejara un poco.
—No entiendo porqué no podría, de todas formas ya las vi— se defendió, alzando su cabeza —Fue muy lindo de tu parte haberle comprado todo esto a nuestro bebé, pero me hubiera gustado poder ir y también escoger las cosas.
Namjoon frunció el entrecejo al escuchar eso y fue ahí cuando recordó que él no le había dicho nada sobre el embarazo de Seokjin. Tragó grueso y suspiró pesadamente ¿Ahora cómo le decía? Le parecía algo cruel decirle que esas cosas no eran para el bebé que ella estaba esperando.
—Younha...— la susodicha lo miró con una sonrisa leve y asintió, dándole a entender que lo estaba escuchando —Lo lamento, pero... Estas cosas no son para el bebé— señaló con su cabeza el vientre de la omega.
La sonrisa de la pelinegra decayó notoriamente y la confusión no tardó en adueñarse de ella.
—No entiendo... Entonces sino es para nuestro hijo ¿Para qué compraste estas cosas?— miró con desilusión las cajas y Namjoon no pudo sentirse más poco alfa de lo que ya se sentía.
—Siéntate.
La chica obedeció y se sentó en el sofá más cercano a ella, el alfa no tardó en sentarse a su lado y después de unos segundos interminables, decidió hablar.
—Yo... Tengo que confesarte algo y no tengo idea de cómo lo vayas a tomar— el temor aumentó en el corazón de Younha y ésta solo rogaba que no fuera lo que estaba pensando —Voy a tener un bebé con Seokjin.
Los ojos de la pelinegra se abrieron en demasía y su boca se abrió en completa indignación.
—¿Qué mierda, Namjoon?— se levantó de golpe —¿Cómo que vas a tener un bebé con Seokjin? ¿Entonces estas cosas son para él?— el moreno asintió y ella sintió ganas de llorar ahí mismo.
—No quería decírtelo porque sabía que te lo tomarías a mal.
—Ahh ¿Entonces debo estar dichosa porque mi alfa va a tener un hijo con otro omega?— el sarcasmo en su voz era palpable.
—Younha, primero que nada, no soy tu alfa; segundo, tú y yo habíamos terminado hace mucho, te metiste en la relación que tenía con Seokjin y lo hiciste irse de mi lado, no tienes nada qué reclamar aquí.
—¡Sí, porque mi hijo necesita un padre y si estabas al lado de él, no ibas a apoyarlo!— Namjoon perdió la paciencia.
—¿Qué demonios dices?— se levantó de golpe —Ni siquiera sé porqué me sorprende que hayas admitido que todo este caos fue planeado por ti. Sabes que te estuve apoyando en todo momento aun cuando tuve que ocultárselo a él. El hecho de que estuviera en otra relación no quiere decir que descuidaría a mi hijo, pero eso es algo que nunca vas a entender. ¿Te digo algo? No vas a separarlo otra vez de mi lado, voy a tener un hijo con él y lo estoy cortejando de nuev-.
El ardor en su mejilla izquierda lo hizo callar de inmediato, la mano de Younha se había quedado tatuada en su piel y él tuvo que contar hasta diez para no perder la cordura en ese momento.
—Namjoon, yo... Lo lamento, no quise...— se acercó para tratar de remediarlo, pero el moreno se alejó sin mirarla.
—Quiero que te vayas, Younha.
—Pero...
—¡Ahora!
El grito la hizo sobresaltarse en su lugar. No quería acabar con la poca paciencia que le quedaba al alfa, por lo que dio un asentimiento y se apresuró a salir de la vivienda.
Cuando estuvo solo, se permitió volver a sentarse en el sofá y esconder su rostro entre sus manos. Cada vez todo se ponía más complicado. Sabía que la reacción de Younha sería negativa, pero no podía ocultárselo así como hizo con Seokjin; estaba cansado de hacer las cosas mal.
Miró las cajas a su lado e inconscientemente, se imaginó a su futuro cachorro durmiendo en la cuna o riendo con el móvil que se situaría arriba de ésta. Sabía que debía solucionar todo antes de que naciera, no quería que su bebé viniera al mundo en medio de tantos problemas y mucho menos que Seokjin se estresara durante el embarazo. Debía hallar una solución lo más pronto posible.
De un momento a otro, su estómago se revolvió y un mareo lo atacó de repente; llevaba así desde hacía días y le resultaba horrible tener que lidiar con ello.
Corrió hacia el baño y devolvió todo lo que había ingerido las últimas horas. El sabor amargo se adueñó de su garganta, por lo que tuvo que enjuagarse con bastante agua para lograr disiparlo. Minutos después, cuando ya se sentía mejor, se permitió salir del cuarto de baño.
Estaba cansado y estresado por lo recientemente ocurrido, miró las cajas y decidió que mañana las acomodaría, por ahora, solo quería dormir todo lo que pudiese antes de tener que ir al trabajo mañana.
©AlejaDeMin
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