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CAP 26: "Sorpresa"

Al llegar a casa, lo único que Seokjin escuchó fue el sonido de las llaves siendo dejadas en la mesita de la entrada.

Después de aquella declaración, el doctor no le dijo mucho a excepción de que debía tomarle una muestra de sangre para enviarla al laboratorio y así poder dar un diagnóstico más completo. Por supuesto, a pesar de que Lee no lo dijo directamente, Seokjin y Yuna se hacían una idea sobre lo que podrían arrojar esos resultados.

Y honestamente, a ambos les aterraba la idea.

El castaño no tenía cara para mirar a su madre, temía que si la miraba a los ojos, viera decepción en ellos y eso era lo que menos quería ahora. No quería perder el apoyo de su madre ahora que estaba solo y no tenía a nadie más en quien confiar. Lo peor de todo es que debía quedarse con la espinita hasta el día de mañana, cuando el doctor lo llamara para darle una respuesta y sacarlo de dudas.

Sus ojos siguieron en silencio a su madre, quien después de soltar un suspiro pesado, se dirigió a la cocina y colocó agua a hervir para hacer un té. Sabía que esto iba para largo, no tenía caso encerrarse en su habitación y tratar de huir de esto, tarde o temprano debería afrontarlo y qué mejor que ahora. Yuna se veía seria, pero no demostraba intenciones de gritarle o explotar en reclamos, de todo corazón, esperaba que no lo hiciera.

—Mamá— llamó su atención al tiempo que se sentaba en uno de los taburetes de la cocina —¿Podemos hablar?

Los ojos de Yuna se posaron por un par de segundos sobre él para después desviarse hacia la tetera sobre la estufa. Era obvio que estuviera molesta y que no quisiera hablar con él, pero justo cuando decidía rendirse y retirarse a su habitación, la voz de la omega lo detuvo.

—Seokjin... ¿Quieres explicarme? Existe una posibilidad de que vaya a ser abuela y creo que tengo todo el derecho de saber qué pasó.

El susodicho tragó grueso al tiempo que bajaba su mirada, podía sentir su garganta cerrarse y las lágrimas picar en sus ojos. No, debía ser fuerte, no podía echarse a la pena sin estar completamente seguro de estar esperando un bebé.

Con la poca valentía que tenía en estos momentos, elevó la cabeza y miró fijamente a su madre antes de hablar —Mamá, no voy a explicarte cómo sucedió todo porque ya sabes de donde vienen los bebés— Yuna arqueó una ceja ante el comentario —Pero lo que sí te puedo decir es que me dejé llevar... Entré en celo y quise pasarlo junto al alfa que creía, era mi destinado; en ese momento, no pensé bien las cosas y no se me pasó por la cabeza la idea de protegernos... Creo que a Namjoon tampoco— murmuró con resentimiento ésto último. Si lo que tanto temía era verdad, entonces no sería la primera vez que a ese alfa descuidado se le olvidaba protegerse.

Aunque tampoco descargaba toda la culpa sobre él, entendía que la responsabilidad era de ambos y que también era su culpa estar en esta situación, pero simplemente no podía evitar sentir enojo hacia el moreno.

Ante su explicación, el semblante de Yuna se alivianó un poco; no podía juzgarlo, ella más que nadie lo entendía porque también era omega y sabía que cuando el celo llegaba, las neuronas se iban de vacaciones al Caribe.

Dejando salir un suspiro, se acercó a él y lo abrazó con fuerza, siendo correspondida al instante. Los delgados brazos de su hijo se aferraban a ella como cuando era un niño pequeño y necesitaba de su consuelo, todo seguía siendo igual. Sin importar la edad que Seokjin tuviera, seguía siendo su bebé y por ende, siempre necesitaría de su apoyo.

Y allí estaría ella para dárselo.

—Ya, no llores, cariño— le consoló, acariciando su cabello con fraternidad —Sin importar lo que digan esos resultados, yo estaré aquí para ti, no te preocupes— y dicho esto, se agachó para dejar un beso en su frente.

El castaño sorbió su nariz y sonrió más tranquilo. Al menos tendría el apoyo de su madre, eso le reconfortaba bastante.

En ese momento, su teléfono vibró en su bolsillo, anunciando una llamada entrante. Rápidamente lo sacó de su escondite y miró la pantalla, frunciendo el entrecejo al no reconocer el número que se proyectaba en ella.

Su madre lo miró con curiosidad. Él le mostró el número y le preguntó si lo reconocía, pero su respuesta fue negativa. No tuvo más remedio que contestar.

—¿Hola?

Hola, Seokjin ¿Cómo estás?esa voz, esa inconfundible voz lo hizo ponerse sumamente nervioso.

—E-estoy bien, señor.

Bueno, eso me alegra mucho. Te llamaba porque necesito que vengas a mi oficina, necesito hablar contigo de algo muy importante que no puede esperar al escuchar esto, no pudo evitar tragar grueso —¿Puedes hoy? Estoy libre a las cinco.

El corazón de Seokjin dejó de latir por un instante, miró a su madre con los ojos bien abiertos y ésta se asustó al ver la palidez que había adoptado su rostro.

—Sí señor, iré a esa hora a su oficina... Hasta luego— consiguió decir antes de colgar el teléfono.

Su madre se acercó a él y lo miró preocupada —¿Quién era, Jinnie? ¿Qué te dijo para que te pusieras así?

El menor no respondió, apenas sí pudo dejar el aparato sobre el mesón de la cocina, sumergido en un pequeño estado de trance del que solo pudo salir cuando la tetera anunció con su característico sonido que el agua había hervido y Yuna salió corriendo hacia ella para bajarla. Decidió darle unos minutos a su hijo mientras ella se dedicaba a colocar los sobres de aromáticas dentro del agua. Una vez soltaron toda su esencia, colocó una taza frente a él y la suya la mantuvo en sus manos.

—¿Y bien?— reincidió con calma, viendo a su hijo beber un pequeño sorbo de su taza de té.

—Mamá, Daehyun me llamó, dijo que quiere verme para hablar de algo importante conmigo— y solo entonces, Yuna compartió su preocupación.

El omega soltó el teléfono justo para el momento en que su hijo entraba a su oficina. Le regaló una sonrisa cálida a pesar de estar preocupado por la manera en que se veía.

Namjoon tomó asiento frente a él y restregó su rostro con sus manos, notoriamente estresado. Daehyun sabía la razón y lo único que pudo hacer fue ofrecerle una taza de café cargado para tratar de levantarle un poco el ánimo, cosa que no funcionó mucho que digamos.

—¿Ahora qué pasó, Nammie?— indagó con voz suave.

El susodicho se mordió los labios antes de hablar —Es Younha, papá, hace rato tuvimos una discusión— al escuchar el nombre de la omega, el mayor frunció el entrecejo.

—¿Y se puede saber la razón?

—Todo empezó cuando dijo que me había descuidado el último mes, que ya no me veía atractivo por... Tú sabes. Traté de explicarle que esto no dependía de mí, pero no quiso escuchar y solo dijo que si no hacía algo, se marcharía lejos y no me dejaría ver a mi hijo.

Un dolor punzante se situó en las sienes del omega al escuchar eso. Para nadie era un secreto que la omega pelinegra no era santa de su devoción, pero escuchar casi todos los días la manera en que chantajeaba vilmente a su hijo, lo hacía perder los estribos; si ella no estuviera en cinta, hace rato le habría puesto una mano encima para ponerla en su lugar.

—Namjoon ¿No te has puesto a pensar en que ese niño posiblemente no sea tu hijo?— el moreno frunció el entrecejo —Digo, ella te engañó con ese alfa, el hijo podría ser de él.

—No, papá. Las fechas no coinciden si me pongo a pensar en esa posibilidad. Me guste o no, Younha va a tener un hijo mío y debo hacerme responsable.

El mayor soltó un suspiro cansado. No tenía caso discutir del tema con su hijo, sin importar cuantos argumentos le diera, Namjoon simplemente se negaba a considerar el hecho de que estaba siendo engañado, pues para él, ese bebé no podía ser de nadie más que de él.

—Bien, no te insistiré más— informó resignado, guardando unos papeles en la gaveta de su escritorio —En otras noticias, Seokjin vendrá hoy a hablar conmigo.

En ese momento, agradeció haber guardado aquellos papeles, porque de no ser así, estos hubieran quedado empapados del café que el alfa escupió por la sorpresa.

—¿Que qué? ¿Cómo que vendrá? ¿Por qué?— de pronto, algo que hace tiempo no sentía dentro de sí, movió la colita.

El día en que Seokjin lo rechazó y le dijo esas palabras hirientes que ahora le dolía recordar, su lobo le dio la espalda, no porque quisiera, sino porque se sentía demasiado herido como para seguir manteniendo aquella conexión con su parte humana. Por esta misma razón, Namjoon ya no lo sentía, su físico se había deteriorado lo suficiente para hacerse notar y por supuesto, sus celos y su olor habían desaparecido.

¿Lo peor de todo? Él sabía perfectamente la razón de todo esto, porque a pesar de todo, él seguía considerando al omega Kim Seokjin su predestinado y entendía que un rechazo por parte suya provocaría todo esto.

A veces se preguntaba si Seokjin también lo extrañaba, si se sentía al menos un poquito mal por su separación, tal vez con eso, encontraría un poco de alivio y dejaría de sentirse tan miserable. Pero claro, aquello era imposible si no lo tenía en frente para que se lo dijera con sus propias palabras. Si él no le hubiera dejado en claro que no quería volverlo a ver, habría vuelto a su casa e intentado arreglar las cosas; lo volvería a cortejar, esta vez sin mentiras. Por eso se lamentaba tanto el no haber aprovechado la oportunidad cuando la Madre Luna se la otorgó, porque había engañado a su predestinado y ahora estaba pagando las consecuencias.

Daehyun le sonrió un poco antes de contestar a su pregunta —Tengo buenas noticias para él, a que no adivinas— Namjoon negó con una pequeña sonrisa, no queriendo hacer el intento de adivinar —¡Lo aceptaron en la universidad!

Instantáneamente, sus ojos se abrieron en grande y las comisuras de sus labios se alzaron en una expresión de completa sorpresa y felicidad. Si hace un mes y medio le hubieran dado aquella noticia, probablemente se hubiera enojado y habría explotado como aquella vez, pero ahora, no podía estar más orgulloso por su pequeño omega.

—Eso es genial, ya quiero ver la cara de Seokjin cuando se entere— pero al pronunciar esto último, su sonrisa se desvaneció.

—Tranquilo— tomó su mano con delicadeza —Yo sé que las cosas se van a arreglar. Tengo una idea.

Y mientras el alfa escuchaba el plan de su padre, las esperanzas dentro de él iban aumentando.

Ahora mismo, Seokjin se dirigía a la oficina de su ex suegro para hablar de quien sabe qué cosa. Desde que recibió la llamada hasta ahora, su corazón no había dejado de latir de manera desenfrenada en su pecho y los nervios a cada minuto iban en aumento.

Trató de arreglarse lo más posible. Usando algo de maquillaje, se cubrió las ojeras y le dio algo de color a su rostro. Se vistió semi-formal y sino fuera porque se le había hecho tarde, se hubiera echado un poco de perfume en el cuello.

Después de bajarse de la estación de autobuses, caminó por pocas cuadras hasta llegar a su destino. Al ingresar al edificio, se acercó a la señorita y le pidió amablemente que le anunciara su llegada a Daehyun, cosa que no tardó más de un par de segundos y luego de recibir el debido permiso, se subió al ascensor en dirección al tercer piso.

Muy bien, debía admitir que lo que menos se esperaba era encontrar al moreno alfa dentro de aquella cabina metálica.

Su corazón se aceleró exageradamente y tuvo que bajar la cabeza para no cruzar miradas con él. En ese momento, no sabía si estaba siendo bendecido o maldecido por la Madre Luna, pero lo que sí tenía muy en claro era que el mayor lo estaba mirando y que debía decir algo para cortar el silencio incómodo que se generó allí dentro.

Gracias al cielo, Namjoon le ahorró la molestia.

—Hola, Jinnie— ante su llamado, se vio obligado a alzar la cabeza y conectar sus ojos con los ajenos —Cuanto tiempo ¿No?

Sí, Seokjin estaba seguro de que iba a morir antes de llegar al tercer piso.

©AlejaDeMin

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