CAP 24: "Enterrar el puñal"
—Jinnie, antes de que me tires la puerta, yo solo quiero...— sus palabras quedaron suspendidas en el aire, pues la silueta de Yuna no tardó en aparecer frente a él y segundos después, sintió una fuerte bofetada.
—No sé cómo te atreves a buscar a mi hijo, eres muy descarado— Seokjin y Namjoon abrieron sus ojos en grande, el primero por la sorpresa de que su madre hubiera golpeado al alfa y el segundo por el ardor establecido en su mejilla.
Después de que Seokjin abandonara su casa, trató de seguirlo, pero Younha no tardó en aparecer para impedirlo. El alfa le gritó de todas las maneras posibles, la insultó y hasta maldijo el momento en que se metió con ella. Claramente, la omega también se defendió, alegando que su intención nunca fue dañar su relación con Seokjin, pero el alfa sabía que esto era una vil mentira, por lo que sin importarle que estuviera en cinta y fuera casi media noche, la echó de su casa.
Después de eso, se fue buscando al castaño por las calles cercanas, pero no lo encontró, no sabía a donde había ido y empezaba a preocuparse. No fue sino hasta que Jackson lo calmó y propuso que tal vez, Seokjin estaría en la casa de su madre, pues éste sería el lugar más sensato al que iría. Consiguió que el mayor se relajara un poco, pero luego tuvo que lidiar con los impulsos de éste por ir a buscar al castaño a esas horas. Para ese momento, ya era casi la una de la mañana y el alfa de mechas castañas consideraba descortés ir a despertar a alguien a esa hora de la madrugada.
Por esta misma razón, Namjoon tuvo que esperar a que amaneciera para ir directo a la casa de —la que no sabía si aún seguía siendo— su suegra.
—Señora Kim, me imagino que usted ya debe haberse enterado de lo que pasó, pero créame que yo nunca quise hacerle daño a Seokjin. Cometí errores, sí, pero quiero enmedarlos, por eso le pido que me deje hablar con él, por favor— agachó su cabeza en señal de sumisión, algo no propio de los alfas, por esto mismo, Seokjin sabía que debía darle al menos la oportunidad de hablar.
Yuna iba a negarse a tal petición, pero su hijo la calmó, acariciando sutilmente sus hombros —Descuida mamá, hablaré con él, no te preocupes.
—No quiero que te vuelva a hacer daño— dijo sin dejar de mirar con desprecio al moreno. Segundos después se dirigió a éste —Te dejaré hablar con mi hijo, pero si intentas algo, no dudaré en enterrarte el cuchillo de la cocina.
Namjoon tragó grueso y asintió repetidas veces. Luego de que la omega mayor lo dejara pasar, caminó tímidamente por el lugar, buscando con la mirada un lugar donde pudiera hablar con Seokjin en privado. Éste se acercó con su semblante serio y le hizo señas para que lo siguiera.
El alfa fue conducido hacia una habitación, la cual parecía ser la de invitados. Luego de cerrar la puerta tras de sí, Seokjin caminó hasta la cama y se sentó, teniendo que esperar por pocos segundos a que Namjoon imitara su acción.
—Te escucho.
El de cabellos cenizos asintió y aclaró su garganta antes de hablar. Esta mañana había preparado todo lo que le diría a Seokjin hoy, pero ahora, su mente estaba completamente en blanco.
—Jinnie, quiero pedirte perdón por haberte mentido— comenzó diciendo —Tenía miedo de que te enteraras y me dejaras... Antes de ti, tuve otras parejas, cuatro para ser exactos— Seokjin lo miró confundido —Todos ellos me traicionaron o me dejaron por otra persona, por eso tenía miedo de que sucediera lo mismo esta vez, no quería darte motivos para que me abandonaras.
El castaño lo miró por unos segundos antes de bajar su mirada —Hubiera sido mejor que me lo dijeras tú, tal vez así no me habría dolido tanto— se mordió los labios tratando de callar un sollozo, que de igual manera salió y llegó a los oídos del alfa, estrujandole el corazón.
—Sé que hice mal, príncipe, pero tengo que confesarte algo... A pesar de que tuve otras parejas antes, con ninguna mi lobo se sintió tan bien como contigo, tú provocaste algo diferente, no sé qué es exactamente, pero... Me siento conectado contigo de alguna forma. Por eso me siento tan mal como tú en estos momentos... No quería decirte esto, pero creo que... Tú y yo somos destinados.
Seokjin se quedó paralizado ante tal confesión, sus ojos se abrieron en grande y su boca trató de decir algo, pero las palabras no salieron. ¿Cómo decirle a aquel alfa que él venía pensando lo mismo desde hacía días? Tantas veces quiso decírselo, pero no halló el valor para hacerlo. Ahora, en la situación en la que estaban, decirlo sería absurdo, pues Namjoon aunque fuera su destinado, no podría estar con él. No exactamente por el hecho de que fuera a tener un hijo con otra omega, pues eso es exactamente lo que su padre había hecho; sino porque se sentía demasiado egoísta si le quitara a ese niño la oportunidad de tener a su padre con él. Así era como él mismo se sentía, estaba resentido con aquella omega que le arrebató a su papá y él no quería convertirse en lo mismo.
Si corazón dolía y su lobo aullaba desesperado por las palabras que pronto saldrían de su boca.
—¿Sabes algo? Yo no pienso lo mismo— tuvo que desviar su mirada hacia el suelo, se sentía incapaz de mentirle si lo miraba directamente a los ojos —En todo este tiempo, no sentí ninguna conexión contigo. Es ridículo, mi lobo no conectó con el tuyo, sólo fueron imaginaciones de un alfa desesperado por conseguir pareja y no quedarse solo en la vida.
Un silencio sepulcral gobernó en la habitación luego de pronunciar aquellas palabras tan hirientes hacia su alfa. Al no recibir respuesta, se vio obligado a alzar su mirada y su corazón se rompió en mil pedazos.
Namjoon estaba llorando.
Gruesas lágrimas resbalaban por sus mejillas mientras que sus dientes tenían apresado su labio inferior para no dejar que un sollozo lastimero saliera de su boca.
Le dolía, claro que lo hacía, porque en estas tres semanas que estuvo conviviendo con el omega, se sintió conectado con él de una manera especial. Su lobo rasgaba en su pecho por ir a su encuentro, quería estar con él todo el tiempo y hacerlo feliz de todas las maneras posibles. Creía que si lo llenaba de regalos y le entregaba todo de sí mismo, lograría complacerlo y enamorarlo, pero se equivocó. A pesar de todos sus esfuerzos, jamás logró que Seokjin se enamorara de él.
Éste también se encontraba llorando. Las palabras que salieron de su boca ahora le atormentaban como mil dagas apuñalando su cuerpo. Le dolía haber dicho aquello, pero por más que lo hiciera, no se echaría para atrás. Debía hacer que Namjoon lo odiara para que ya no siguiera buscándolo, no quería seguir interviniendo más en su vida.
Fueron minutos donde solo sollozos se escucharon en la habitación. Luego de ese tiempo, la voz del moreno alfa se hizo presente.
—¿De verdad piensas eso? Quiero que me mires a los ojos y me lo digas— pidió, sabiendo que si lo hacía, terminaría con todo de una vez por todas.
Seokjin también lo sabía y sin embargo, alzó su mirada, lo miró a los ojos y terminó de enterrar el puñal —Yo jamás te quise de verdad, Namjoon. No pierdas más tiempo hablando conmigo, el amor que no sentí por ti en tres semanas, no lo voy a sentir ahora, así que lárgate, no quiero volver a verte nunca más en mi vida.
Aquellas palabras fueron suficientes para que Namjoon saliera de aquella habitación con las lágrimas nuevamente resbalando por sus mejillas. Al bajar, encontró a Yuna con un cuchillo de cocina en la mano, pero al ver el estado en el que venía el alfa, lo bajó de inmediato sobre el mesón.
—¿Qué sucedió?— preguntó preocupada, acercándose a él.
—Señora Kim, lamento no haber sido el alfa que su hijo merecía— hizo una reverencia a modo de disculpa —Seokjin ya me dejó en claro todo, así que ya no tengo nada qué hacer aquí— Yuna iba a decir algo, pero el alfa la interrumpió —No se preocupe por la casa, puede conservarla, también dígale a Seokjin que me encargaré de que mi padre siga pagando sus estudios. Por favor, dígale que se esfuerce mucho y...— dudó un momento en decirlo, pero al final terminó haciéndolo —Que lo sigo queriendo, a pesar de que él jamás sintió lo mismo que yo.
Sin darle chances de responder, salió de la casa, dejando a Yuna sumamente confundida, corriendo hacia la habitación donde se hallaba su hijo.
Seokjin lloraba desconsoladamente sobre el regazo de su madre. Lo había hecho, rompió el corazón del único alfa del que se había enamorado en toda su vida y de paso, rompió también el suyo.
Yuna sostenía la cabeza de su hijo mientras acariciaba sus cabellos, luchando por no soltarse a llorar con él. No podía entenderlo, tenía la oportunidad de arreglar las cosas con su alfa y terminó de arruinarlas. El dolor en los ojos de Namjoon era evidente, no sabía exactamente qué le había dicho su hijo, pero estaba segura de que debió haber sido algo muy fuerte como para hacer que un alfa llorara.
—Jinnie ¿Qué le dijiste a Namjoon?— preguntó con voz suave para no perturbarlo.
El primero sorbió su nariz y se incorporó sobre la cama antes de responder —Le dije que nunca más me volviera a buscar... Que nunca lo quise ni estuve enamorado de él— un sollozo bastante audible salió de sus labios —Yo solo quería hacer lo correcto, no quería quitarle su papá a su hijo, pero ahora me duele mucho— llevó su mano hacia su pecho, más específicamente a su corazón —¿Es normal que me duela tanto? Mi lobo no deja de llorar.
Yuna apretó sus labios ante esto, ella sabía perfectamente qué significaba aquello, pero no podía decírselo en un momento como este.
—Tienes que buscarlo y decirle la verdad, no es justo que te sacrifiques por los demás, Seokjin— el susodicho negó inmediatamente.
—Él debe estar odiándome en estos momentos, nada de lo que yo diga o haga podrá remediar lo que le dije.
Con las lágrimas aún bajando por sus mejillas, volvió a recostarse en el regazo de su madre para desahogarse. Sentía un vacío inexplicable en su pecho, el cual se hacía más grande con el pasar de los minutos. Cerró sus ojos para no tener que pensar en ello, pero el vacío comenzó a hacerse doloroso hasta el punto de no dejarlo conciliar el sueño.
Pronto y sin saber cómo, logró quedarse dormido, no sin antes escuchar un último aullido de su lobo. Aquel que siendo tan lastimero, sería el último que escucharía en muchísimo tiempo.
©AlejaDeMin
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