CAP 18: "Encuentro"
Seokjin caminaba al lado de su progenitora en dirección al club de costura al que asistía esta última. Ese día se había ofrecido a acompañarla para pasar tiempo de calidad de madre e hijo. Además de que Namjoon avisó que saldría esa tarde con Jackson y no quería quedarse solo en casa.
La omega iba bien vestida; portaba unos zapatos descansados, un vestido rojo con chaleco beige ¿Y porqué no? El bolso que había comprado hace unos días en esa tienda de alfas. Todo aquello le daba una apariencia más juvenil y no era que se viera pasada de años, al contrario, la edad no parecía hacer efecto en ella. Inclusive algunos en la calle pensaban que era la hermana mayor del castaño junto a ella.
—Te arreglaste muy bien hoy mamá— halagó con una sonrisa —Ni que fueras a una cita, solo vamos al club de costura.
Yuna rió nerviosa y asintió sin decir nada.
Seokjin se extrañó por eso, pero no quiso comentar, ya después vería de qué se trataba.
Unos minutos después, llegaron al club. El lugar se veía muy pintoresco desde afuera ¿Y cómo no? Si era donde los omegas —en su mayoría— iban a tomar cursos de esto o aquello, debía tener un aspecto agradable a la vista. En él daban varios cursos, entre los cuales estaba la pintura, el piano, la costura, la gastronomía y hasta el violín, por decir unos cuantos. Hasta Seokjin comenzaba a considerar la idea de venir a tomar un curso de cualquier cosa con tal de estar más tiempo allí.
Caminaron por los pasillos del lugar hasta adentrarse en uno de los salones. Como era de esperarse, ya habían mujeres y hombres sentados en sus respectivos lugares, esperando a la tutora que hoy les enseñaría el magnifico arte del crochet.
Seokjin y Yuna se situaron en una de las mesas y dejaron sus materiales sobre la misma.
—Aquí también hay alfas— susurró el castaño a su madre, barriendo el lugar con la mirada y notando la presencia de algunas cuantas —No sabía que también les gustaba la costura.
—La costura no tiene que ser solamente para los omegas, hay algunas alfas que también vienen a aprender, inclusive hay un alfa joven que también está aprendiendo con el fin de hacer mantas para su futuro cachorro— comentó en un susurro, viendo hacia el joven al otro lado del salón.
Seokjin también lo miró y sonrió enternecido —Qué lindo.
El hecho de que un alfa quisiera aprender a hacer cosas manuales para obsequiarle a su cachorro, le proporcionaba un sentimiento grato en el pecho. Tal vez era por el sentimiento del momento, pero no pudo evitar imaginar a Namjoon en esa tarea. La mera imagen mental le hizo sonreír.
La beta que les daba las clases hizo acto de presencia en el lugar, saludando cortésmente y dando la bienvenida a los rostros nuevos, Seokjin incluido. Aunque no quisiera quedarse en ese curso, se presentó animadamente y volvió a sentarse, alistando su material junto a su madre.
La hora se pasó volando, cuando menos pensaron, ya habían aprendido a hacer pequeños individuales para la mesa de comedor. Con la técnica aprendida, la tarea para la próxima clase era recrear cualquier objeto doméstico en crochet y presentarlo ante toda la clase.
Sería divertido ver a Seokjin enredarse con la lana o pelear con las agujas. Tal vez ambos.
Una vez guardaron sus manualidades en sus bolsos, salieron del salón dispuestos a irse hasta que una figura conocida apareció en su campo de visión.
Oh no.
Por instinto, Seokjin se aferró a su madre y gruñó en dirección a la alfa frente a ellos.
—No puedo creerlo, otra vez tuve que encontrarme con ustedes— aquella mujer miró con desdén a Yuna y luego al bolso que mantenía aferrado a sus manos. Al hacerlo, soltó un bufido.
—Pues no crea que nosotros estamos muy felices de volverla a ver— contraatacó el castaño, ocasionando que la alfa le gruñera.
Yuna se mantenía con la cabeza gacha, escuchando el intercambio de gruñidos entre su hijo y aquella alfa más alta que ellos. Cerró sus ojos con fuerza antes de llenarse de valor para mirarla.
—Ya nos vamos, Hyunmi. No tienes porqué pelear con mi hijo— tomó al susodicho por el brazo —Si quieres pelear, a la próxima hazlo conmigo y no lo involucres a él.
Sin esperar a recibir una respuesta, la omega jaló a su hijo para obligarlo a caminar y salir de allí lo más pronto posible.
El castaño estaba confundido ¿Su madre conocía a esa alfa? ¿Desde cuándo? Iba a preguntar, pero la fémina estaba desprendiendo feromonas pesadas y pensó que no era el mejor momento para hacerlo.
No fue sino hasta que escuchó cómo su madre mascullaba algo que alcanzó a entender, que decidió detener su caminar.
"Ni siquiera se fijó en cómo iba vestida"
El detenimiento abrupto por parte de Seokjin hizo salir de su burbuja a Yuna, quien le miró como si hubiera hecho una maldad en el colegio.
—Mami ¿Quién era esa alfa? ¿Por qué la conoces?— trató de preguntar lo más sereno que pudo, pero aun así, su voz salió algo brusca.
—No me preguntes nada ¿Sí? No quiero hablar de ella— iba a retomar su caminar, pero Seokjin evitó que lo hiciera.
—Si te invito a comer donas glaseadas ¿Me dirás?— preguntó, sabiendo que tenía la lucha ganada, su madre no se resistía a la idea de comer su postre favorito.
Yuna volteó los ojos en claro disgusto. Su hijo estaba usando su debilidad en su contra.
—Está bien.
Ambos omegas estaban sentados en la cafetería más cercana que habían encontrado. Apenas llegaron, pidieron media docena de donas y dos juguitos para acompañar. La conversación iba para largo.
—¿Y bien?— cuestionó con la ceja arqueada, una vez Yuna había terminado la segunda dona.
La fémina limpió su boca cuidadosamente con una servilleta y suspiró resignada. Conociendo la terquedad y curiosidad de su hijo, sabía que no saldría de allí sin decirle toda la verdad.
—Antes de que me regañes, quiero decirte que yo no planeé nada de esto. Todo fue por culpa de mi lobo— el castaño asintió algo confundido —Yo... Esta no es la primera vez que veo a Hyunmi en el club, yo... La vi algunas veces en ese lugar y por eso fue que me animé a tomar un curso— se mordió los labios al sentirlos temblar, se sentía como una adolescente que había hecho algo malo y la habían descubierto —Descubrí que ella está haciendo un curso de pintura, por lo que me sentí afortunada de que mi salón quedara en frente del de ella. Después de verla varias veces a lo lejos, logré descubrir que se llama Hyunmi y con esta información decidí acercarme, pero... No le caí muy bien que digamos. Creo que aún me guarda rencor por haber comprado en su tienda.
Los ojos de Seokjin casi se salen de sus orbes.
—Pero ¿Por qué hiciste eso? ¿Qué acaso no ves cómo te trata?— preguntó más calmado, no quería ser duro con su madre y mucho menos ahora al verla tan afligida.
—Ya te dije que yo no lo planeé. Mi lobo me indujo a hacerlo, ella se remueve de una manera extraña cada vez que ve a Hyunmi cerca.
Tragó grueso. No sabía qué decirle a su madre para hacerla sentir mejor, solo podía hacer una pregunta más.
—¿Esa alfa te gusta?
El corazón de Yuna empezó a latir con fuerza en su pecho y un sonrojo se apoderó de sus mejillas. La fémina lo miró con los ojos bien abiertos y abrió su boca para tratar de contestar, sin embargo, las palabras se atoraron en su garganta y no pudo formular alguna respuesta coherente al principio.
—N-no lo sé. Mi lobo es la que actúa de manera extraña y no la entiendo. Yo sé que no soy del agrado de Hyunmi y que debería mantenerme alejada, pero... Mi lobo me dice todo lo contrario y no sé qué hacer— dejó salir una lágrima que le partió el corazón a su hijo.
—No no, mami. No llores— se apresuró a levantarse de su sitio e ir a abrazarla —Tal vez tu lobo hace todo esto por una razón.
Razón que no quería decir en voz alta porque sonaría patética y solo rompería más a su mamá.
Pasaron algunos minutos antes de que Yuna se tranquilizara y limpiara sus lágrimas con un pañuelo. Una vez se hubo calmado, tomó otra dona y se la llevó a la boca, fingiendo que nada había pasado.
—Por favor, no se lo digas a nadie ¿Sí? Este va a ser un secreto entre tú y yo, no quiero que nadie más se entere de esto.
Seokjin asintió decidido, no estaba dispuesto a compartir las intimidades de su madre con nadie, ni siquiera con su propio alfa.
—Descuida mami, mantendré mi boca cerrada— la omega agradeció en silencio y siguió comiendo hasta terminar.
Después de pagar la cuenta, ambos se fueron a caminar por el centro de la ciudad para ojear algunos almacenes y comprar unas cuantas cosas para el día de mañana.
Sería un día importante. Seokjin cumpliría la mayoría de edad y estaba dispuesto a celebrarlo a lo grande. El mismo Namjoon le había prometido una gran fiesta, aunque claro, no habrían muchos invitados porque Seokjin no tenía amigos y tampoco conocía a los del alfa, únicamente a Jackson.
Mejor, más comida para él.
—Jinnie ¿Qué quieres que te regale por tu cumpleaños?— indagó curiosa al ver al susodicho observando unos relojes en una vitrina.
—No lo sé...— pareció pensarlo unos segundos —¿Qué tal un pony?
Yuna soltó una carcajada —Te dije que no te voy a regalar un pony, esos animales necesitan mucho cuidado y no se lo vas a poder dar cuando entres a la universidad— Seokjin iba a decir algo pero su madre lo interrumpió —Y mucho menos puedes pedirle a Namjoon que te lo cuide. Él trabaja y además el pony no será para él— Seokjin arrugó la nariz, resignándose.
—Entonces dame un chicle.
—Muy bien— se mantuvo con una sonrisa por unos segundos antes de estallar en carcajadas —Ya, no seas payaso y dime qué quieres.
Seokjin se contagió de la risa de su madre y siguió caminando, pensando en qué quería como regalo, honestamente, no lo había pensado y ahora debía escoger algo de última hora. Al cruzar la calle, sus ojos se posaron en un almacén de ropa, más específicamente, en el maniquí del exhibidor.
—¡Mamá, ven!— salió corriendo, abandonando a su madre a la mitad de la calle.
—¡Kim Seokjin, vuelve aquí!— la omega salió corriendo detrás de él, logrando despeinarse y casi llevarse a un hombre mayor por delante.
Una vez lo alcanzó, le dio una palmada en el brazo antes de mirar qué había hecho correr a su hijo. Al verlo, se quedó con la boca abierta.
—Eres muy atrevido, Seokjin.
Las mejillas del castaño se colorearon de rojo.
—Es lindo, ¿No lo crees?
—No voy a mentir. Sí es bonito, pero... ¿Lo quieres para ti?— el castaño asintió sonrojado —Está bien, entremos.
Y Seokjin nunca se sintió más avergonzado de entrar a una tienda de ropa erótica.
©AlejaDeMin
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