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CAP 03: "Piscina"

Seokjin sólo caminaba unos pasos detrás de Namjoon mientras éste le mostraba cada parte de la casa, ahora estaban en el jardín y aunque tratara de ocultarlo, se sentía embelesado por aquel maravilloso lugar. Era bastante amplio, tenía varios arbustos con flores y una fuente ¡Una jodida fuente! ¡En toda la mitad del jardín!

Sentía que se desmayaría en cualquier momento.

Namjoon se daba cuenta de esto y le causaba mucha gracia, pero hacía todo lo posible por disimularla. Era muy tierno ver al omega asombrarse por cada cosa que veía en frente, parecía un niño y eso le encantaba. Seokjin le encantaba.

—Y eso no es todo, ven— lo tomó de la mano y lo condujo hacia un apartado del jardín.

Los ojos de Seokjin brillaron —¡Wah! ¿Podemos nadar, por favor?— le hizo unos ojitos a los que Namjoon no pudo negarse.

—Está bien príncipe, déjame traer unos trajes de baño y nos metemos a la piscina— le guiñó el ojo y se fue en dirección a la casa, dejando al castaño solo.

Éste sonreía por lo genial que era la casa del alfa, un completo paraíso. Se quitó los zapatos y se subió el pantalón hasta las rodillas, para luego sentarse en el borde de la piscina y meter sus pies en ella. Hizo un sonido de garganta al sentir la temperatura tibia y agradable del agua, lo cual atribuía al calefactor cubierto que había a un lado de ella.

—Tuve que mandarlo a instalar debido a que hace mucho frío y el agua se pone peor que el clima— dirigió su vista a Namjoon, quien traía dos trajes de baño, el propio y el... Suyo.

—Una pregunta... ¿Fuiste a sacar mi traje de mi ropa?— preguntó divertido y asustado.

—Sí, no le vi el problema... ¿O no te gusta?— el castaño negó con la cabeza.

—Descuide, sólo... Me tomó por sorpresa— rió y tomó su traje de baño —Espéreme aquí, por favor.

Salió corriendo hacia un arbusto bastante grande y allí se permitió cambiarse, se colocó el traje de baño lo más rápido que pudo y volvió con su ropa en una de sus manos.

Sus ojos quedaron plasmados en la figura de Namjoon y juraba que su mandíbula había caído hasta el piso. El hombre también se había cambiado y aquel pantalón corto que tenía por traje de baño, dejaba ver sus brazos, torso y abdomen perfectamente tonificados, además de unos muslos de ensueño ¡Dios! Tuvo que restregar sus ojos para asegurarse de no estar viendo a un dios griego. Era demasiado para él, poseía el cuerpo y el porte digno de un alfa.

—Ven— le brindó una cálida sonrisa y extendió su mano hacia él, la cual no dudó en tomar luego de dejar su ropa en el suelo —Tienes un cuerpo muy lindo, príncipe— el castaño se sonrojó un poco y agachó su mirada, pero las cálidas manos del mayor en sus mejillas lo hicieron alzar la cabeza —No te avergüences, no tienes de qué— y sin más, lo cargó de forma nupcial y se dirigió a la piscina.

—¿Q-qué vas a hacer?— tartamudeó un poco al ver cómo se iban acercando a la piscina de esa manera.

—Cierra los ojos y aguanta la respiración— Seokjin acató la orden inmediatamente y segundos después, sintió cómo sus cuerpos eran zambullidos en el agua.

Abrió sus ojos cuando aún estaban bajo la superficie y grata fue su sorpresa al darse cuenta de que el alfa lo estaba mirando. Éste terminó de acortar la distancia entre ellos en un beso fugaz y bastante suave, pero lo suficiente para provocar cosquillas en el corazón de Seokjin.

Cuando sintieron que el aire comenzaba a faltarles, salieron rápidamente del agua. Una vez regularon sus respiraciones, el menor se dirigió al mayor entre risas.

—¿Qué fue eso?— echó el cabello que antes reposaba en su frente, hacia atrás.

—Un beso— respondió con obviedad.

—Ya lo sé, pero...— volvió a estallar en risas —No esperaba que lo hicieras debajo del agua, pudiste habernos ahogado.

—Pero te gustó ¿No?— arqueó una ceja, mirándolo divertido.

—Pues yo...— frunció sus labios —Tal vez sí me gustó.

Eso fue suficiente para que el mayor se acercara a él y volviera a besarlo, esta vez más detenidamente y permitiéndose acariciar su delgado cuerpo. El menor llevó sus manos hacia el pecho contrario para acariciarlo y trató de corresponder al beso como pudo. Sentía un cosquilleo bastante peculiar en la boca de su estómago; le gustaba que el mayor lo besara, sentía un millón de sensaciones que lo hacían querer estar pegado a él para siempre.

Soltó un jadeo al sentir cómo Namjoon dejaba sus labios y posaba los propios en su cuello, empezando a repartir besos, lamidas y a hacerle pequeños chupones.

—A-Ah... Para— colocó sus manos en su pecho, pero no hizo ningún esfuerzo por apartarlo.

—¿Por qué? Si se nota que te gusta— mordisqueó un poco su piel y volvió a besarlo.

No respondió nada para contradecirlo y sólo se dejó hacer. Entre suspiros y pequeños jadeos, sintió cómo las grandes manos del mayor se posaban sobre su trasero, apretujándolo y amasándolo a su gusto.

—Namjoon... Alfa— jadeó.

De un momento a otro, el teléfono que estaba sobre la ropa del mayor empezó a sonar, sacándolos de aquella burbuja erótica que se había creado.

El de cabellos cenizos soltó un gruñido y se separó del omega con mucha dificultad; no quería separarse de él, pero posiblemente sería algo importante y no podía simplemente negarse a contestar. Nadó hasta la orilla, secó sus manos y tomó el teléfono para contestarlo.

Seokjin, mientras tanto, nadó hasta el otro extremo de la piscina y apoyó sus brazos en el borde; se sentía aliviado porque el teléfono los hubiera interrumpido, pero al mismo tiempo, se sentía decepcionado.

¿Quién te entiende, Seokjin?

Estaba tan concentrado pensando en todo y nada a la vez, que no se dio cuenta de la presencia del mayor nuevamente con él, mucho menos de que éste lo estaba abrazando por la espalda.

—¿Estás bien, dulzura?— se sobresaltó y giró su cuello un poco para ver al mayor, quien le sonreía cálidamente.

—Sí... Estoy bien— sonrió de la misma manera.

—Vamos adentro, ya casi es la hora del almuerzo y aún no he preparado nada— se separó un poco de él.

—Corrección, aún no hemos preparado nada. Yo te voy a ayudar a cocinar.

—Está bien, hermoso— se inclinó un poco para besarlo en los labios y acto seguido, salieron de la piscina.

Aquel momento había sido muy hogareño; ambos habían cocinado unos fideos con salsa y albóndigas, acompañados de un delicioso jugo de naranja que Seokjin había hecho. Era algo simple, pero, en definitiva, les había quedado delicioso. Eso se podía evidenciar en las caras de satisfacción de ambos, quienes comieron con gusto y hasta habían repetido.

—Tenías razón, príncipe— se limpió la boca con una servilleta —Cocinas delicioso.

El nombrado se sonrojó y le sonrió tiernamente.

—Muchas gracias, alfa— se mordió los labios para no sonreír como un tonto. Le gustaba que el mayor le hiciera cumplidos y, además, lo llamara por ese mote tan bonito.

Se habían quedado en un silencio para nada incómodo mientras el menor terminaba de almorzar. Una vez acabó, ambos se levantaron y llevaron los platos hacia la cocina para empezar a lavarlos. Con la misma dinámica del día anterior, lavaron y guardaron los platos en total silencio hasta que el menor habló.

—Oye... ¿Puedo preguntarte algo?— miró al mayor, quien asintió con la cabeza —¿Quién te llamó hace un rato?

—Ah...— alzó la mirada —Era mi secretaria, me dijo que tenía una reunión hoy en la noche y que debía asistir— soltó un suspiro algo pesado —Perdóname... Pero tendrás que quedarte solo por unas horas ¿Puedes hacerlo?

Seokjin asintió mientras procesaba la información.

—Y... ¿Dónde trabajas? ¿En una empresa?— preguntó con curiosidad.

—Sí, en la empresa de mi padre, ambos trabajamos ahí. Él como presidente y yo como vicepresidente— sonrió un poco —Es una empresa de marketing, una de las más importantes en Seúl.

La boca de Seokjin se abrió con total sorpresa ante ello; sabía que Namjoon era millonario, pero tampoco hubiera pensado que era el vicepresidente de una empresa.

—Qué genial— pudo decir —Me imagino que debes tener mucho trabajo.

—En efecto— concordó —Siempre hay mucho trabajo, pero para eso tengo secretarios, así no me tengo que hacer cargo de todo.

El menor hizo un sonido de garganta y siguió guardando los platos. No iba a decir más, pero otra pregunta vino a su mente y no pudo evitar hacerla.

—Y... Me imagino que tienes muchas personas enamoradas de ti ¿No?— el mayor arqueó una ceja, dándole a entender que no había captado la pregunta —Me refiero a que... Hay muchas personas que deben estar babeando por ti, eres... Guapo, amable, tierno y millonario— ladeó su cabeza —Eres un buen partido para cualquier omega.

Namjoon se quedó callado y siguió lavando los platos sin mirarlo. El castaño se mordió los labios, arrepintiéndose de haber dicho aquello. Tal vez había preguntado algo fuera de lugar y ahora Namjoon se había molestado.

—Lo siento... No quise ser impertinente— se disculpó y guardó otro plato.

—No... No lo fuiste, es sólo que... Me hiciste recordar algo, es todo— se secó las manos —Pero quiero decirte que no me importa cuantas personas estén enamoradas de mí— llevó una mano al cabello del omega —Ahora, la única persona que me gusta eres tú— besó su frente con dulzura, haciéndolo sonreír.

—Gracias, alfa.

Tras terminar, el mayor se dirigió hacia la puerta de la cocina, pero antes de salir, miró a Seokjin como si se hubiera olvidado de decirle algo.

—Puedes recorrer toda la casa, no hay problema. Además, hay una biblioteca en el tercer piso, puedes ir y distraerte o hacer lo que quieras en mi ausencia— sonrió —Sólo no salgas de casa ¿De acuerdo?

Seokjin asintió varias veces con una sonrisa amplia en el rostro.

—¡De acuerdo!— llevó su mano derecha hacia su frente, simulando ser un militar; acto bastante tierno a los ojos del de cabellos cenizos.

La noche había caído y Namjoon ya había partido hacia la empresa para su reunión. Le sorprendía que el mayor le tuviera la suficiente confianza para dejarlo solo en su casa y claramente, no iba a abusar de su generosidad. Ahora mismo, se encontraba recorriendo el tercer piso en busca de la biblioteca, caminó por un largo pasillo y abrió cada puerta que se le atravesaba, pero para su desdicha, no encontraba el dichoso cuarto.

Había demasiadas puertas a lo largo de los pasillos, tantas que empezaban a marearlo y hacerlo sentir como si estuviera en un laberinto. Se había dado cuenta de que el mayor tenía un salón de música, uno de bolos y también un minicine en el fondo de uno de los pasillos, por decir unos cuantos. Con pesadez, abrió la última puerta que había en aquel piso, soltando un suspiro de alivio y felicidad al notar que había encontrado lo que tanto buscaba.

Había quedado estupefacto ante la vista, no se imaginaba que la biblioteca del mayor fuera tan supremamente enorme, podía jurar que las estanterías llegaban hasta el techo (que, por cierto, era bastante alto); había varias escaleras que permitían llegar hasta el último libro y por supuesto, había muchos libros, demasiados, más de mil podría jurar.

Sonriente, corrió hacia una de las estanterías y empezó a leer los títulos, buscando uno que le llamara la atención. Al final optó por uno de John Green.

Bajo la misma estrella.

A pesar de no haberlo leído antes ni haber visto la película, había recibido muy buenos comentarios y eso lo animaba a leerlo. Estaba ansioso por saber si era tan triste como decían algunos, sólo esperaba no llorar demasiado si comprobaba que sí. Podía llegar a ser un omega bastante blandito a veces.

Se sentó en uno de los cómodos muebles que había en el lugar y empezó con su lectura.

©AlejaDeMin

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