CAP 02: "Nueva vida"
Esa misma noche, Namjoon fue al restaurante en el que Seokjin trabajaba con la intención de cenar un buen platillo, pero sobre todo, poder ver y conversar con ese hermoso omega que tanto le había fascinado. Estaba embelesado con Seokjin.
Al verlo llevarle su plato y sentarse a hablar con él como de costumbre, le brindó una cálida sonrisa y empezó un tema de conversación que rápidamente fue cambiado por el menor.
—Sí acepto.
Los ojos de Namjoon se abrieron un poco más de lo habitual al escuchar aquello, no le había entendido bien hasta que recordó lo que le había propuesto la noche anterior; en ese momento los abrió como platos y una sonrisa se ensanchó en su rostro.
—¿De verdad?— lo tomó de la mano.
—Sí— movió su cabeza de arriba a abajo —Pero con una condición.
—La que quieras, hermoso.
—Que le des una casa a mi mamá para que pueda salir de ese departamento tan feo en el que estamos viviendo— dictó con algo de inseguridad por recibir una respuesta negativa.
Pero grata fue su sorpresa al ver a Namjoon sacar unas llaves del bolsillo de su saco y ponerlas frente a él.
—Aquí están las llaves de la casa que escogí para tu madre. No la conozco, así que la escogí por gusto general— sacó su teléfono, se metió a la aplicación de fotos y le enseñó unas en las que aparecía la casa por dentro y por fuera.
Seokjin no podía estar más sorprendido y feliz en ese momento; aquella casa era hermosa, estaba seguro de que a su madre le iba a fascinar.
—Muchas gracias, señor— hizo una reverencia en su lugar —Usted es un hombre muy amable, de verdad se lo agradezco mucho— estaba luchando para no derramar una lágrima de felicidad en frente de él.
El moreno se levantó y le hizo una seña para que hiciera lo mismo. Una vez hubo obedecido, lo atrajo hacia sí en un abrazo bastante cálido que el menor no dudó en corresponder.
—Esto es por ti, príncipe— le dio un beso en la coronilla de su cabeza —Pero te quiero pedir que dejes los formalismos y empieces a tratarme de "tú", "Namjoon" o "Alfa" como te sientas más cómodo— alzó su cabeza delicadamente y acarició sus mejillas —Recuerda que, a partir de mañana, vamos a vivir juntos.
—¿M-mañana?— casi se atraganta con su saliva —¿No es muy pronto?
—No, entre más rápido mejor, dulzura— le dio otro beso en la coronilla —Ya quiero que estés a mi lado.
—Está bien— cerró los ojos y se quedó abrazado a él por un rato más.
Ambos omegas se abrazaban llorando mientras se despedían el uno del otro, les iba a costar vivir separados, pues ya estaban acostumbrados a estar siempre juntos y no querían cambiar eso. Afortunadamente, Namjoon había prometido llevar a Seokjin tres veces por semana para que visitara a su progenitora y así no se sintieran tan separados, esa decisión les había gustado mucho y ahora sólo quedaba el sentimentalismo por la partida del más alto.
—Voy a enviar un auto para que traslade sus cosas a la nueva casa que, por cierto, ya está perfectamente preparada para su llegada. Sólo necesita llevar sus prendas de vestir y demás artículos personales; el resto de muebles, vajilla y demás ya están instalados.
La mujer se acercó al alfa y le palmeó el hombro a manera de agradecimiento —Usted es muy gentil, no sé cómo voy a poder pagarle todo lo que está haciendo por nosotros— dicho esto, atrajo a Seokjin hacia ellos.
—No tiene que pagármelo, señora— sonrió, mostrando sus hoyuelos —Con tal de que Seokjin viva a mi lado, estoy más que satisfecho.
—Por favor, cuide a mi hijito— pidió con sentimentalismo —Es lo único que tengo y me moriría si algo le pasara.
—Descuide, su hijo queda en buenas manos, eso se lo prometo— giró su vista hacia Seokjin —¿Nos vamos, príncipe?— el castaño asintió y levantó su maleta.
—Hasta luego, mamá— le dio un beso en la frente y después de otro abrazo, salió por la puerta con el hombre que le cambiaría la vida a partir de ese momento.
—¡Wow!— fue lo primero que salió de la boca de Seokjin al adentrarse en aquella casa, que más bien, parecía una mansión.
Namjoon rió un poco por la reacción del castaño mientras bajaba las maletas en la entrada, se acercó a él y lo abrazó por los hombros, mirando su casa con orgullo —¿Te gusta?— se alejó un poco para verlo a la cara.
—¿Que si me gusta?— soltó una risa nasal —¡Me encanta! Está hermosa, se-... Namjoon— se corrigió con una sonrisa apenada.
—Descuida, te acostumbrarás— le besó la frente —Ahora acompáñame, quiero que veas tu habitación.
El menor sonrió y tomó una de sus maletas debido a que la otra la tenía el mayor, caminaron escaleras arriba hasta una de las habitaciones y al abrir la puerta, Seokjin dejó caer la maleta que sostenía para correr hacia el interior.
—¡Pero qué linda!— se lanzó a la cama, perdiendo todo rastro de la vergüenza que antes sentía y empezó a reír —Me puedo acostumbrar a esto— pronunció mientras movía sus manos y piernas de arriba a abajo, simulando hacer un ángel en las sábanas.
El de cabellos cenizos rió nuevamente y dejó ambas maletas al lado del armario. Se acercó a él y se acostó su lado, apoyando su cabeza en la palma de su mano y su codo sobre el colchón.
—¿Estás contento con la habitación, príncipe?— el aludido asintió varias veces con una sonrisa.
—Es más de lo que me habría imaginado, me fascina— se acostó de lado para verlo.
—Pues eso me alegra— aquella sonrisa cordial fue desvaneciéndose poco a poco y en su lugar, quedó una mirada que le erizó la piel al menor.
Lentamente fue acercándose para acorralar a Seokjin contra el colchón y estampar sus labios contra los ajenos. El contrario abrió sus ojos en demasía y trató de separarse, pero le fue imposible debido al peso del alfa sobre él.
—Por favor... Deténgase— logró decir entre el beso, sintiendo cómo su cuerpo se calentaba de a poco.
Luego de unos jalones más, Namjoon se separó de él y lo miró con las pupilas dilatadas, acompañadas de una sonrisa algo perdida.
—Lo siento... Es que aún no puedo creer que te tengo aquí... A mi lado— dirigió su rostro al cuello del menor y se estableció allí para aspirar aquel olor tan exquisito que le había encantado desde el primer momento —Hueles a coco y vainilla.
Seokjin soltó una pequeña risa y suspiró ante el toque del mayor sobre su piel. Respiró profundo y llenó sus fosas nasales del delicioso aroma del alfa —Y usted huele a madera y petricor.
—¡Baja, príncipe! ¡La cena está lista!— se escuchó decir desde la cocina.
Seokjin bajó las escaleras casi corriendo y caminó hacia el mayor, quien se encontraba poniendo los platos sobre la mesa del comedor.
—Le ayudo— se ofreció y fue hacia la cocina para traer los platos que faltaban.
Una vez hubieron terminado de organizar todo, se sentaron en dos de los asientos del comedor, claramente juntos. Luego de agradecer por la comida, tomaron los cubiertos y empezaron a comer.
—¿Puedo preguntarle algo?— pronunció antes de probar bocado. El mayor asintió con un sonido de garganta —¿Por qué usted mismo cocina y lleva los platos a la mesa? ¿No tiene a nadie quien le ayude?
—No— puso una mano frente a su boca y terminó de tragar la porción de comida —No tengo servidumbre, no me gusta que hayan desconocidos viviendo conmigo y haciendo todo lo que yo debería estar haciendo.
Seokjin rió ante esa respuesta.
—¿Y yo no soy un desconocido?
Namjoon tomó su mano por encima de la mesa y entrelazó sus dedos —Tú eres diferente. Mi lobo y yo sabemos que no hay ni una pizca de maldad en ti y por eso confiamos.
Sin decir más, deshizo el agarre para que el castaño pudiera comer. Éste pareció satisfecho con la respuesta y llevó una cucharada de comida a su boca.
—¡Qué delicia!
Y así se la pasaron durante toda la cena, hablando de cosas banales, riendo y en su mayor parte, Seokjin halagando la comida del alfa, diciendo que era la mejor que había probado en mucho tiempo.
Una vez hubieron terminado, Seokjin se ofreció a lavar los platos, pero ante la negativa de Namjoon, decidió escabullirse en la cocina y ayudarle de todos modos, así que ahora estaban lavando los platos juntos, uno enjabonando, y el otro enjuagando y guardando.
—Algún día tiene que probar mi comida, no es por nada, pero mi mamá me enseñó a cocinar desde muy temprana edad y a muchas personas les gusta lo que cocino.
Namjoon lo miró con una sonrisa y le dio un suave beso en la mejilla —Está bien, entonces un día de estos probaré tu comida, estoy seguro de que debe saber deliciosa.
Un sonrojo se apoderó de las mejillas del omega, por lo que no añadió nada más y sólo siguió enjuagando y guardando la vajilla. Unos minutos después, terminaron y se dirigieron hacia el segundo piso.
—Mañana terminaré de enseñarte toda la casa, ahora lo más conveniente es que descanses, pasaste toda la tarde organizando tu cuarto.
—Sí, es que quería instalarme lo más pronto posible— rió apenado y se dirigió a su habitación —Por cierto ¿Cuál es su habitación?— miró al mayor con algo de curiosidad.
—Esta— señaló una puerta al fondo del pasillo, a unas cuatro habitaciones de la suya —¿Por qué?— sonrió pícaramente, provocándole un inmenso sonrojo.
—¡No es para nada malo! Sólo quería saber— hizo un mohín y agachó su cabeza para que no viera sus mejillas.
—Ya, tranquilo, era una broma, príncipe— rió y lo atrajo hacia sí en un abrazo —Si necesitas algo, sólo ve y despiértame, la puerta no tiene seguro ¿De acuerdo?— Seokjin asintió con la cabeza —Muy bien, descansa— le dio un corto beso en los labios y sin más, se dirigió a su habitación.
Involuntariamente, el menor se mordió los labios y con una sonrisa se internó en su propia habitación, se despojó de su ropa y se tiró a la cama. Su primer día viviendo con Namjoon había sido fantástico; si todo seguía así, estaba seguro de que su vida sería mucho mejor de aquí en adelante.
Al despertar, se removió entre las cobijas con pereza; la molesta luz del sol se filtraba por las cortinas y llegaba hasta la cama. Trató de cubrirse hasta la cabeza para volver a conciliar el sueño, pero le fue imposible, todo se había ido a causa de la molesta luz.
—Buenos días, príncipe— sacó su cabeza de las cobijas para ver al mayor, quien estaba recostado en la puerta con una bata de baño y dos tazas de café, mirándolo con una sonrisa —¿Dormiste bien?
Seokjin se despojó de la cobija y se sentó en la cama para mirarlo —Buenos días, alfa. Dormí de maravilla ¿Y usted?
—Igual, lindo.
Se acercó a él y le extendió una taza, la cual fue rechazada momentáneamente por el menor.
—Espere, no me he cepillado aún— se levantó y se dirigió hacia el baño que había en la habitación —No tardo.
El de cabellos cenizos rió y se sentó en la cama a beber de su propia taza de café mientras lo esperaba. Unos minutos después, el castaño volvió con los dientes y la cara lavados.
—¡Listo!— tomó la taza de café y se sentó a su lado.
Empezó a beber de ésta y sólo podía pensar en una palabra: Delicioso. Al parecer, todo lo que preparaba aquel hombre era un manjar y eso le encantaba.
—¿Hoy me vas a enseñar toda la casa?— preguntó con emoción mientras bebía.
—Así es, termina tu café y vístete para que vayamos a recorrerla.
No necesitó de más. Terminó de beber la taza de café rápidamente y salió corriendo hacia su armario para sacar algo de ropa, una vez la tenía en manos, corrió hacia el baño para vestirse. No pasaron ni dos minutos antes de que saliera vestido y arreglado.
—Ya estoy listo ¡Vamos!
©AlejaDeMin
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