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¿Que cómo es que habían terminado así?
Ella aún se lo preguntaba internamente siendo incapaz siquiera de intentar dormir, creyó que era una broma, que eso realmente no iba a pasar, pero ahí estaba ella, durmiendo feliz con el amor de su vida y... un droide.
No es que despreciara a R2, todo lo contrario, a ella le agradaba y lo estimaba mucho porque la había salvado muchas veces y además el astromecánico era muy importante para su esposo, pero jamás creyó que Anakin quisiera tanto a ese droide que siempre se salía con la suya.
Y todo empezó con una "pesadilla" de R2D2. Que por cierto era la mentira más absurda y poco fundamentada que hubiese escuchado en su vida.
Pero pensándolo bien... todo empezó desde más antes, cuando Padme visitó el Templo para tratar asuntos de la guerra con el consejo Jedi, y sí, también deseaba ver al dichoso héroe de ojos zafiro.
Aunque ella no esperaba encontrarse únicamente con el astromecánico. De igual manera él la acompañó y escoltó en su recorrido por el templo.
Cuando iban de salida, R2 pudo reconocer los disparatados pitidos de un droide. Pero no cualquier pedazo de metal, sino que era R2D3.
Su enemigo a muerte, el único que siempre se paseaba tan petulante con su equipamiento de vuelo. Muy infantil de su parte.
Pero eso no fue lo que ostentaba dichosamente el droide de color amarillo. Sus pinzas delanteras estaban equipadas con un blaster.
Un blaster.
R2 siempre deseó uno.
Y ahora no era una necesidad sino un derecho que quería ejercer para que el estorbo con ruedas supiera quién mandaba realmente.
¡R2D3 le declaró la guerra he iba ganando el muy bastardo!
Frenó de repente y a Padme le intrigó la actitud del droide, fue cuando giró su vista para dar con lo que su pequeño amigo observaba.
R2, no perdió ni un segundo y le pidió -exigió- un blaster, pero la reacción de ella hizo que sus engranajes se estropearan.
La risa melódica que a Anakin lo dejaba en las nubes se hizo presente y para colmo llamó la atención más de lo esperado. Al parecer la risa de un Ángel podía ser un tanto estruendosa.
— R2, tú por órdenes del General Kenobi tienes prohibido tener un bláster a no ser que él te lo permita — le recordó a su amigo metálico.
De verdad, a ese pequeño deberían darle otro tipo de aceite.
Pero para R2, eso había sonado a un "No vas a terner un arma porque eres un droide", era una declaración de guerra. Otra guerra que juraba por sus tuercas que también ganaría. Y esto empezaría con alguien que ambos tenían en común.
Se adelantó hasta llegar con la senadora que estaba a punto de abordar su nave. Soltó unos pitidos que llamaron la atención de la mujer, y ella se giró rápidamente para encarar a R2.
— ¿Guerra? ¿En serio le dirás al maestro Skywalker? — Repitió las palabras del de metal — No creo que él te de un blaster — contraatacó — Y esto, pequeño R2, no es ninguna declaración de guerra. Siempre hay maneras de resolver las cosas de un modo diplomático—
El astro mecánico, ignoró sus palabras y volvió a soltar pitidos.
— ¡Hey! ¡Shhh!— le regañó la senadora— baja la voz, eso no lo tienen que saber— susurró— y además, si él te lo permitiera sería porque de alguna manera confía en ti, no necesitas recurrir a los chantajes con lo nuestro—
Reclamó la ex reina de Naboo para después subir a su nave e irse.
Pero esa no es toda la historia, ese no era el motivo de todo el caos detrás de aquellas palabras.
Sino que el androide de alguna manera (es decir Ahsoka) había obtenido un blaster y había causado un desastre en el almacén de la 501.
La padawan se divertía muchísimo viendo la pésima puntería de R2 y eso inquietaba un poco al astromecánico.
— ¿Qué haces aquí? — preguntó Fives, uno de los clones de la 501 obviamente intrigado por el escondite de la togruta y ruidos de blaster.
Unos grandes tanques de combustible dividían a un espacio privado en el patio y el muro del almacén, convenientemente privado.
— ¿No sabes que disparar cerca del cargamento es peligroso niña? — recriminó a lo que la chica se encogió de hombros señalando al pequeño metálico.
— Escucha bien, si el general se entera de esto... — La diversión en sus ojos brilló al momento de ver al droide. Ese fue el momento justo en el que el clon se olvidó de sus responsabilidades y estalló en carcajadas.
Toda la pared estaba repleta de agujeros y la hoja de papel marcada con una mancha roja seguía perfectamente intacta.
El chico tomó asiento a lado de la tortuga que le ofreció un par de galletas.
— Oye hermano — llamó por su radio — deberían venir a ver esto —
Pronto el rincón se encontraba poblado de clones y más, todos viendo una épica batalla entre dos astromecánicos rivales.
— Oye, ¿no crees que esto se nos salió de control? — preguntó la padawan a lo que el clon le dió totalmente toda la razón al observar cómo pasaban el dinero de apuestas enfrente de ellos.
Desafortunadamente en su intento de ocultar el pequeño gran desastre fueron atrapados por el capitán Rex
— Chicos ¿Qué es todo este escándalo? — reprochó el mayor recibiendo nada por respuesta. — ¿Saben que R2 tiene prohibido el uso de armas si no es en campo de batalla? — ambos asintieron viendo todo el desastre causado.
— ¿Y saben que por órdenes del General eso se convirtió en una regla de nuestra legión? — para ese entonces, todos los clones presentes, droides y personal de limpieza se quedaron estáticos y en silencio.
Todos los que ya tenían tiempo trabajando con Skywallker sabían por demás lo que significaba romper sus reglas. No lo mal entiendan, él no era un tirano estricto con los de rango inferior sino que sus reglas tenían una razón de ser demasiado justificada.
Y esta era una de ellas.
— Él no se va a enterar — mencionó un nuevo recluta, a lo que pronto recibiría un golpe en la cabeza proporcionado por Eco.
Todos los presentes ayudaron recoger toda evidencia de su entretenimiento buscando soluciones para los agujeros de láser.
—¿Vieron? Tanto escándalo por esto— el brillante mostraba eufórico el hecho de que todo estaba en orden y como si esa fuese una señal, R2 decidió dar un último intento.
Uno para resarcir toda esa humillación y ahora sí le daría en el centro a la hoja que yacía pegada en uno de los tanques a distancia.
Por fortuna nadie salió herido. Toda la explosión fue contenida al igual que el fuego y todos los presentes fueron llevado a atestiguar ante el que estaba a cargo de ellos.
Skywallker había sido llamado urgentemente por el capitán y cuando vió toda la escena entendió de que se trataba. Recibió varios regaños por parte de los maestros Jedi y burlas de otros, pero no fue suficiente para que no defendiera a su gente.
Después de todo una travesura la hace cualquiera y prefería que estuvieran felices a que tuvieran traumas de guerra y pasaran todo el día metidos en las habitaciones sin vida que les concedía la República.
Obviamente también deseaba que encontraran diversión en algo que fuesen explosiones.
Anakin había recalcado a todo el escuadrón el porqué debían seguir las órdenes inclusive por más absurdas que parescan. ¿Porqué dudarían en darle un arma a un pequeño de metal?
El general había buscado la manera para que el consejo no destruyera los circuitos del astro mecánico, y la única solución que encontró fue poniendo a todo el escuadrón a limpiar y de paso darles una lección.
Estuvo lidiando con unos cuantos brillantes que retaban su autoridad por primera y última vez, esa mirada fría del general no es algo con lo que quisieran lidiar siempre.
Los demás soldados se organizaron para reconstruir el lugar.
¿Qué tanto daño podía crear un droide con blaster? Pues, la respuesta era: explosión de dos cargas de combustible, daño a naves de la República y unos cuantos agujeros en las paredes.
De alguna manera, Anakin siempre encontraba la manera de hacer de los castigos menos serios y esta no era la excepción.
Todos terminaron y por fin pudieron tomar su día de descanso. Ahsoka confesó haber sido ella la que entregaría el arma a R2, pero siendo esto una orden de Padme.
— ¿Quieres decir que la senadora Amidala te encargó que le dieras un arma a R2? — preguntó él siendo incapaz de creer que su ángel hubiera dicho eso sabiendo cómo era el astromecánico.
—Sí — respondió la togruta— eso fue lo que me dijo él — señaló al droide.
Anakin lo meditó un par de segundos— ¿y tú le creíste? — preguntó
— Bueeeno... — dudó la aprendiz. Recordaba que R2 la había amenazado con contarle a su maestro la ocasión en la que ella, Rex y fives habían llenado de arena el sable de luz de Skywalker.
Aún recordaba que su maestro había pegado el grito en el cielo cuando lo vió, y todas las horas en el destructor que Skywito usó para desarmar y limpiar a profundidad su sable, además de mandar a pequeños droides ratón para deshacerse de hasta el último granito de arena en su habitación, pasillos, zona de carga, estación de naves y el puente principal de la nave.
Sí, fue un gran día...
—¿De qué te ríes Ahsoka?— preguntó su maestro.
— De... de nada, lo que tú deberías hacer es hablar con R2. Después de todo, él sabe muchas cosas — respondió con la mirada perdida.
Su plan era huir de ahí antes de que su maestro se enterara de la travesura arenosa porque de lo contrario los pondría a limpiar con un cepillo dental todos los cazas del escuadrón. Su sorpresa fue que él no la retuvo más y la dejó ir sin más cuestionamientos.
Sin embargo, notó un leve sonrojo en au maestro. Debería estar alucinando, ¿cierto?
"Lo que tú deberías hacer es hablar con R2. Después de todo, él sabe muchas cosas"
¿A qué se refería Ahsoka? ¿Acaso ella ya sabía de su matrimonio?
Sea lo que sea terminó de arreglar el caos con el consejo, se habían enojado tanto por un cargamento que había resultado inseguro y por eso lo dejaron varias semanas en un almacén. Regresó con R2, subieron a su nave y volaron a un planeta al que el de ojos azules añoraba volver.
Durante el camino, Anakin habló con el pequeño y de una u otra manera le dió a entender que los sables de luz tampoco eran para él.
El droide lo tomó de la mejor manera, aunque sus pitidos sonaban algo tristes. Y el piloto experto no sabía qué hacer para animar a su amigo.
Después de todo, por lo que sabía el castaño es que sólo había acertado un tiro y fue precisamente al combustible.
Así que, sabiendo esto es más fácil entender el porqué el elegido de la fuerza había permitido que un astromecánico, su mejor amigo durmiera con ellos en su cama.
Porque el pequeño ahora parecía su hijo.
Su amigo, desastroso y berrinchudo.
Pero que jamás los traicionaría, un amigo en el que confiaba plenamente.
Y sólo por eso la senadora estaba ahora sonriendo mientras miraba a su esposo abrazar al droide como si fuera un peluche.
•.:.•.:.•.:.•.:.•.:.•
(Pongo aquí la imagen porque creo que no la carga en la portada del capítulo)
La ví y no me pude resistir a escribir el contenido de esa situación. Es muy random jajaja.
Tal vez en un futuro escriba más capítulos individuales basados en otras imágenes que me encuentro en Pinterest.
✌🏻 bye bye
See you later✨
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