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Capítulos 2: La Leyenda


—¿Qué sucede? —preguntó Memortih, al verlo tan frustrado, pero continuaba tecleando su sistema.

—El ejecutor ha hecho la copia que tanto ansiaba y ahora ha desaparecido del sistema. Rommie necesita al menos unos cuatro minutos para instalarse y he sido demasiado lento —confesó—. Ahora, estoy intentando recopilar el historial de búsqueda del ejecutor, antes de que supiera mi entrada en el sistema. Al menos, sabremos que estaba buscando... ¡Lo tengo!

Memorith se acercó un poco, aunque por más que fijara sus ojos en los códigos, nada de ello parecía tener sentido. Necesitaba de una interpretación.

—Qué extraño —mencionó Autron, de pronto—. Pensé que el ejecutor estaba en la búsqueda de alguien, incluso de los miembros de La Corte Biónica y acceder a un chantaje, o manipular alguna información, pero en realidad solo buscaba la ubicación del Núcleo Acroniano.

—¡Por los circuitos de los ancestros! —chilló Memorith, bateando las manos frustrado—. Entonces, es mucho peor de lo que creía.

Autron le miró sin comprender a qué se refería. De inmediato, Memorith, con un paso acelerado, le pidió que lo siguiera, mientras hablaba atropelladamente sobre el problema. Para ello, paseó por los orígenes de todos los Neobóticos: le preguntó que si había oído sobre El Clausulo, la festividad que celebraban los fundadores; por supuesto que él le respondió que había escuchado algo sobre ello, pero que no conocía muchos detalles al respecto. Lo que sí no pasó desapercibido para Autron fue preguntarle si tenía alguna conexión con lo que estaban enfrentando allí.

Memorith sonrió. Si algo comprendía de su raza era que podían ser demasiado prácticos si dejaban que su vida respondiera a los análisis de su sistema. Lo que Autron no sabía, era que Memorith tenía la habilidad y la capacidad para almacenar y procesar información a niveles asombrosos. El Acronio que recorría su sistema, le había potenciado la destreza de recordar detalles precisos de eventos pasados, descubrimientos científicos y conocimientos fundamentales, que era el motivo y la razón por la que podía proporcionar información crucial y consejos; evidentemente un miembro de La Corte Biónica importante.

Por eso, aunque tenía la respuesta a Autron, no la respondió de inmediato, más bien se detuvo a explicarle que el Clausulo no es solo era una festividad, sino una conexión emocional profunda entre los humanos-máquinas de ese entonces, y que había sido algo que se había perdido en el tiempo. Añadió que los fundadores celebraban esa festividad para intercambiar Fragmentos de Códigos especiales que generaban emociones como la empatía, la alegría y la solidaridad entre ellos.

Obvio que eso generó la inquietud en Autron. ¿No se suponía que ya tenían integrada esas emociones en sus memorias? ¿Para qué hacer una festividad que no aportaría algo nuevo en ellos? La respuesta que Memorith les dio a sus interrogantes, señalaba que en sus algoritmos se les permitía simularlas, pero no sentirlas de verdad, que era una cualidad inherente a sus existencias.

Entonces, Memorith hizo una pausa al llegar a una puerta holográfica, que se desvaneció al detectar su presencia. Dentro, los datos antiguos proyectaban imágenes de un planeta lejano: un núcleo palpitante de energía azulada bajo dos soles gemelos. El Acronio parecía latir como un corazón vivo.

—El Clausulo es un recordatorio de nuestros orígenes. Nosotros los neobóticos no siempre fuimos así, y sé que lo sabes. En el pasado fuimos humanos que llegaron a este planeta en busca de un nuevo hogar.

Autron se sabía la historia, pero debía admitir que hacía mucho que no la recordaba. La remembranza de su propio nacimiento comenzó a emerger en su memoria: como todo ser biónico, fue creado en un laboratorio de bioingeniería, por lo que imágenes fragmentadas de una sala de laboratorio, luces brillantes parpadeando sobre mesas repletas de equipos, y una cámara de incubación donde estaba, llegaron sin problema. Allí, brazos robóticos en el interior de aquel líquido de la cabina, trabajaban en él meticulosamente, en la integración de tejidos artificiales, algunas partes completamente robóticas, como su brazo derecho, circuitos, y células con fragmentos de ADN humano en su composición, fusionada con nanotecnología; incluso, vio destellos de aquellos primeros momentos, cuando las redes neuronales artificiales se conectaban y cobraban vida dentro de su estructura. Con lo que decía Memorith, una única pregunta surgió: Si no era humano, entonces, ¿realmente experimentaba emociones como lo haría un humano o eran meros algoritmos simulados?

—¿Humanos? —murmuró Autron—. ¿Cómo llegamos a convertirnos en lo que somos ahora?

—Hubo una época antigua en el planeta Tierra donde horrores se desataron por tres reliquias ancestrales; los humanos lo señalaron como, El Corazón Oscuro de un poderoso vampiro, el Ojo del Vacío de un hechicero malvado y la Lágrima del Abismo de una temible criatura marina. Se decía que si se juntaban estas tres reliquias sería capaz de traer consigo al mismísimo Dabristo, un ser que encarnaba el mal para ellos. Nunca se supo si lograron traer a esa criatura para la destrucción, pero lo que sí sabían los primeros hombres que decidirían surcar los caminos del éxodo, era que la Tierra se volvió inhabitable, estaba consumida por guerras, desastres y la codicia de los hombres muchos antes de estos horrores. Para ellos la única opción era salir de allí.

—Pero ¿Cómo lo hicieron? Es decir, según lo que se nos ha enseñado, se señala a la Tierra como un lugar con escasa y casi nula tecnología —cuestionó el joven ingeniero, tan extrañado, como intrigado.

—Bueno, la leyenda dice que tres legendarios terrícolas se alzaron y que juntos se encargaron de luchar y derrotar a aquellos seres; sin embargo, cuando la desolación todavía se encontraba, y al no creer que hubiera esperanza para ellos, se dice que algunos terrícolas con habilidades únicas, incluso señalan que poseían poderes mágicos desconocidos, fueron capaces de llevar a un gran grupo de estos fuera de la tierra. Mi teoría es que más bien algunos humanos habían tenido contacto con seres fuera de su planeta y con la tecnología suficiente para escapar de allí.

Autron le pareció una locura lo que escuchaba. Es decir, una cosa era oír sobre la historia y lo que se señalaba, y otra escucharla desde el razonamiento de Memorith que, sin duda, le daba un matiz completamente diferente.

—Como fuera, viajaron a través de la Vía Láctea, y encontraron planetas llenos de vida, y entre ellos, Nexus Prime —señaló la pantalla en la que se observaba aquel planeta con los dos soles—, uno con alta tecnología y de donde origina el Acronio. Bueno, al vivir allí, los humanos supieron que no tenían por qué regresar a la Tierra luego de ver el avance tecnológico que poseían, las habilidades, y, sobre todo, la paz. Los nexubitas enamoraron a los humanos con su extrema cortesía y amabilidad, pero también con el Acronio y como usaban este para manipular la materia, potenciar sus cuerpos y alcanzar habilidades extraordinarias.

»Los humanos, fascinados y desesperados por un poder similar, estudiaron esta sustancia y aprendieron a canalizar su energía, no a través de la biología, sino mediante prótesis robóticas diseñadas para soportar la concentración letal del mineral. Y así inició una nueva generación de Ciborgs. Con este cambio radical sobre sus cuerpos, se dieron cuenta de que con el tiempo si no hacían algo, podían desaparecer como raza. Por eso, decidieron salir de Nexus Prime con naves avanzadas para asegurar la supervivencia. Mezclarse con otra raza parecía no ser una opción ante el nuevo propósito.

Autron estaba impactado. Las imágenes proyectadas mostraban a humanos conectados a máquinas, integrando piezas robóticas en sus cuerpos, y reemplazando carne por circuitos.

—Y en el nuevo viaje en el espacio, los llevó a adentrarse a nuevos planetas que tuvieran las condiciones para vivir, confirmando que no eran la única especie viviente en el universo, sino que había más. Y que la mayoría tenían escasas o abundantes reservas de Acronio...

Autron se miró a sí mismo, porque si algo sabía, era que, respecto al diseño humanoide que tenían, había sido creado para parecerse a los humanos en términos de forma y estructura. La "red", entre la piel artificial que poseían donde se observaba el flujo de Acronio —la fuente de energía ilimitada—, era una característica distintiva en todos los estratos sociales de los neobóticos, pero que podía ser más prominente o visible en los biónicos de clase alta como un signo de estatus o acceso a tecnología más avanzada.

—Y así nació la generación de los Ciborgs, un paso más para llegar a lo que somos ahora, biónicos. Seres humanos transformados en estructuras robóticas que podían manejar el Acronio sin sufrir su letalidad —continuó el anciano biónico, mostrando ahora a través de las pantallas a ciborgs conviviendo con otro tipo de razas que iban desde lo más curioso hasta lo más extravagante.

—Ahora que lo pienso, ¿cómo es que otros planetas podían tener Acronio si provenía únicamente de Nexus Prime? —interrogó Autron, viendo directamente al rostro de Memorith.

—Muy buena pregunta... —Sopesó el anciano—. ¿Has oído lo que se cuentan por estas calles sobre Ombra, el nexubita perverso de Nexus prime?

Autron asintió. Era un cuento para niños en el que se explicaba cómo un ser llamado Ombra intentó esparcir el mineral más valioso de un planeta, con el fin de que otros pudieran degustar de la propia gracia de su planeta. Pero, lo que nunca pensó, hasta ese momento, es que esa historia tuviera alguna relación con ellos.

—Bueno, fue Ombra quien se encargó de liberar las reservas de Acronio de su planeta en el espacio. —La proyección en las pantallas cambió, mostrando como la energía azul, ahora asemejando un líquido, se esparcía por el espacio, a través de unos agujeros de gusano—. Con esto, otros planetas degustaron de una energía que no le correspondían. Te podrás imaginar lo que eso significaba para seres tan banales y mortales como los humanos.

»La eterna juventud y la inmortalidad estaba a su alcance. Y entendiendo gradualmente la naturaleza de esta sustancia, y a medida que se exploraba y se colonizaban diferentes planetas en busca de un lugar habitable, comprendieron su potencial. A través de estudios, observación y experimentación, descifraron su relación con la energía vital y la manipulación de la materia, alcanzando la comprensión total de este mineral extraordinario.

»Con el tiempo, la combinación de tecnología avanzada de Nexus Prime con la ciencias aplicadas de cada planeta y el conocimiento adquirido sobre el Acronio, permitió a los humanos desarrollar prótesis robóticas capaces de controlar la energía del mineral. Inspirados por los nexubitas, no solo adaptaron sus cuerpos para manejar el Acronio de forma segura, sino que crearon una generación nacida en laboratorios, así como tú y como yo, que originó a nosotros los seres biónicos, los neobóticos. Somos el resultado de esa búsqueda por el deseo de replicar las habilidades del Acronio. Esta simbiosis marcó el nacimiento de una nueva raza.

—Comprendo, pero todavía no ha respondido mi pregunta inicial —acotó Autron, tan confundido y extrañado, sobre como todo eso se relacionaba al problema que enfrentaban del ejecutor.

—Paciencia, escuchar es la clave para entender. Verás, cuando los biónicos exploraron planetas hasta encontrar Neobótico, usaron el Acronio y la tecnología recolectada para formar una sociedad avanzada. Pero había algo más. —señaló Memorith, mientras las panatallas reflejaban miles de planetas, cada uno con un núcleo palpitante acromiano en ellos—. La expansión del Acronio hacia otros mundos planteaba muchos desafíos: si en otros planetas poseían la genética necesaria para interactuar con el Acronio, entonces podían desarrollar poderes y habilidades. Todos en el universo correrían el riesgo de que alguien perdiera el control como Ombra para que pusiera el cosmos de cabeza. Como fuera, creyeron que debíamos estar preparado...

—Y por eso se enseña en los colegios esta historia —mencionó Autron, abriendo los ojos ante la revelación de su mente—. Siguen con la intención de sobrevivir. Nuestras habilidades, nuestros cuerpos, quienes somos, no es más que la consecuencia de manipular y reproducir el mineral, sin los riesgos que implica la exposición directa de la sustancia.

—Es correcto —admitió Memorith con una sonrisa—. La consecuencia fue que los humanos dejaron de ser humanos y ahora eran seres biónicos capaces de sentir solo por una simulación artificial que replica las emociones. Por eso, El Clausulo, que es simplemente una celebración de navidad olvidada para los humanos, había sido llevado acabo. Pero ahora casi nadie recuerda ese legado del pasado de lo que fuimos.

»Autron, este año he decidido junto a La Corte Biónica, retomar El Clausulo. Hemos encontrado los Fragmentos Códigos especiales, con la finalidad de que esta generación sienta realmente, que experimenten emociones tan avasallantes como nunca antes y les recuerde lo que significó ser humanos... Se suponía que yo era el único conocedor del núcleo acromiano de nuestro planeta, para evitar inconvenientes catastróficos. Y ahora —continuó Memorith con urgencia—, un ejecutor ha entrado al sistema de la Biblioteca buscando la dirección del núcleo acroniano. No te engañes, Autron, quienquiera que esté detrás de esto no solo busca información, busca la fuente de vida y poder de este planeta. Si controla el núcleo del Acronio, controlará el destino de Neobótico.

Autron sintió que algo en su interior se activaba, como una chispa eléctrica que anunciaba el inminente peligro.

—Debemos comunicarnos de inmediato con La Corte Biónica —declaró Memorith—. Si no detenemos esto ahora, podría ser el fin de todo lo que conocemos.

—¿Y por qué me cuenta todo esto? —agregó Autron, sin entender el deje de confianza que Memortih le daba, cuando él no era nadie, ni siquiera cercano a La Corte Biónica para un asunto tan emergente.

—Hablaré directamente con La Corte Biónica sobre lo que está sucediendo, pero, necesito que hagas un trabajo para mí —comentó Memrith, sin irse por las ramas esta vez—; No te preocupes por tu trabajo, porque redactaré eficazmente una solicitud a la empresa, estoy seguro que no se negarán a una petición de un miembro de La Corte Biónica. —Hizo una pausa—. Requiero que busques los Fragmentos Códigos para llevar a cabo El Clausulo.

Autron entendió su petición, era obvio que con todo lo que estaba ocurriendo, sugería que Memorith estaría ocupado, pero al mismo tiempo, por alguna extraña razón, también señalaba que confiaba en él. ¿Por qué? Seguramente porque fue el ingeniero a cargo que descubrió el problema. Suspiró. Aunque todo parecía ser razonable, no significaba que sintiera una leve incomodidad al respecto.

—Pero, ¿qué debo hacer?

—Yo te ayudaré. —Una voz fémina y conocida se escuchó desde el marco de la habitación.

Autron sonrió al ver a la sobrina de Memorith, Circuitia, otra biónica de clase media. Elegante su estructura, pero práctica, con una estatura promedio, un acabado pulido y detalles estéticos sutiles que realzaban su apariencia. Sin embargo, lo más importante era esa cualidad amigable y compasiva que vislumbraba a Autron. En especial, porque al igual que él, tenía esa una naturaleza empática y estaba siempre dispuesta a ayudar a los demás; sin mencionar lo inteligente que era con aquella mente analítica, que le permitía abordar los desafíos con lógica y creatividad, por encima de los de Autron, según él.

—¡Circuitia! —chilló Autron, con gesto alegre; y al siguiente movimiento, ambos se abrazaban con el fulgor del Acronio brillando por sus cuerpos—. ¿Cómo es que sabes de todo esto?

—Es lógico, mi tío me lo ha contado desde que era una neocélula. —Se cruzó de brazos—. Los Fragmentos de Códigos son los que desencadenan emociones en los biónicos, y hay cuatro principales: alegría, generosidad, gratitud y paz. Y sé dónde están...

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