
Capítulo 3: El Prodigio de Circuitown
Autron había salido de la sala de proyección en la que se encontraba. Había decidido dejar a Circuitia con su tío, asegurando que ella también necesitaba escuchar la historia. Era crucial que comprendiera lo que estaba en juego.
A ojos de Autron, El Clausulo, estaba programado para realizarse ese mismo mes, en tan solo unos días. Pero corría el riesgo de ser cancelado debido al ataque al archivo histórico de la Biblioteca Central. Para él, todo esto parecía innecesario; después de todo, ¿qué podía cambiar un puñado de emociones humanas en seres como ellos? ¿Acaso las simuladas no eran suficientes? Sin embargo, indistintamente de lo que creyera, sabía con certeza que no podía negarse a una solicitud de un miembro de La Corte Biónica. Aquello no era una simple misión, era una orden implícita; la intención era que él ayudara a que el Clausulo se realizara, mientras Memorith resolvía el problema del ejecutor.
Circuitia había sido la primera en indicar que el primer Fragmento Código estaba en Circuitown, una zona de estrato bajo de Neobópolis, gracias a la tecnología de rastreo avanzada proporcionada por la empresa Orion. Sin embargo, lo que no sabían era quién lo llevaba.
Por eso, Autron estaba de pie. Enfrente tenía una de las paredes, que, al tocarla con ligereza, la pared reaccionó como si se tratara de una pantalla táctil; con una orden de voz, se conectó al sistema de videollamadas del departamento y, en cuestión de segundos, los rostros familiares de Crulix, Rhexia, y Vyrin aparecieron en las pantallas. Los cubículos del Departamento Técnico de Fallos y Resoluciones de Neoingenery se veían como siempre: mesas desordenadas, herramientas flotando en drones asistentes y el perpetuo zumbido de servidores al fondo.
—¡Autron! —exclamó Crulix, con su usual tono burlón—. ¿Qué pasó, viejo amigo? ¿Ya te cansaste de ser el consentido de la empresa y decidiste volver con los simples caducones?
Autron rodó los ojos, pero antes de responder, Rhexia se adelantó con una sonrisa.
—Déjalo en paz. Si nos está llamando, debe ser importante.
—De hecho, sí lo es —comenzó Autron, enderezándose un poco—. No estaré en el departamento por algunos días. Estoy trabajando en un encargo directo de un miembro de La Corte Biónica.
—¿Un encargo de la Corte? —La expresión de Crulix se torció—. ¿Qué puede ser tan importante como para que el gran Autron esté fuera de su santuario? —preguntó, cruzando los brazos.
—Un virus se infiltró en la Biblioteca Central y robó todos datos del archivo histórico —explicó Autron—. Por primera vez... no pude resolver el problema a tiempo.
Hubo un breve silencio. La sorpresa era evidente en sus rostros.
—¿Así que finalmente fallaste? —Crulix fue el primero en hablar—. Vaya, no puedo esperar a contarle esto a los demás. El infalible Autron, derrotado por un virus.
—¡Crulix, ya basta! —interrumpió Rhexia, con los ojos encendidos de molestia—. Seguro que fue algo excepcionalmente complicado. Autron nunca había fallado hasta ahora, ¿qué sugiere que alguno de nosotros pudiéramos resolverlo? No todos podemos sentarnos a apretar tuercas y pensar que salvamos el mundo.
—¿Conoces la causa de tu fallo? —preguntó Vyrin, apartando a los chicos un momento.
—Sí, me faltó tiempo para que Rommie actuara —admitió, con una expresión de molestia al recordar el asunto—. Pero, a diferencia de otros ataques al sistema, parece que quien está detrás de esto tiene la habilidad de hacer que el virus piense de la misma forma que lo haría un ser pensante.
—Sí es así, ni siquiera tu Rhexia hubieras podido solventarlo —aclaró Vyrin pensativo—. Si llamas, es seguro que necesitas algún tipo de ayuda. ¿En qué podríamos ayudarte? —añadió con aquel tono neutral y profesional que lo caracterizaba.
—Necesito pases especiales para Circuitown y acceso a la empresa X, donde espero obtener más información. Circuitia, ya saben, mi amiga —Rhexia le dio un codazo a Vyrin, cómplice, sin vergüenza de querer señalar que pasaba algo más allí. Claro que Vyrin se avergonzó—, y yo iremos a investigar —Sin embargo, él se hizo el indiferente al gesto de sus amigos.
—Cuenta con ello —dijo Rhexia, sonriendo.
—De mi parte también —añadió Vyrin—. Lo tendrás en unas horas.
Crulix, alzando una ceja, inclinó ligeramente su torso hacia la cámara.
—¿Y qué hay de mí? ¿No necesitas que te acompañe? Ya sabes, fuerza bruta y algo de encanto.
Autron reprimió una sonrisa. Sabía que la presencia de Crulix probablemente complicaría más las cosas.
—Aprecio la oferta, Crulix, pero lo mejor que puedes hacer por mí es encargarte del trabajo que me llegue al departamento. Así no tendré una montaña de problemas cuando vuelva.
Crulix pareció considerarlo por un momento antes de sonreír ampliamente.
—¡Por supuesto! Mi momento de brillar. Verás que no te necesitan tanto como piensas.
Autron asintió, satisfecho, mientras los demás intercambiaban miradas. La llamada terminó justo cuando Circuitia apareció en la puerta del alojamiento temporal con una sonrisa triunfante.
—Tengo algo —dijo ella, con un brillo en los ojos—. Sé quién tiene el primer Fragmento Código.
Fue poco después, cuando Circuitia apareció en el mismo pasillo donde estaba Autron, que aclaró la duda: el fragmento estaba integrado en el sistema de un joven biónico llamado Blitz, quien trabajaba en la famosa empresa "X", controlada por Chispa-X, un nombre tan imponente como su influencia sobre la economía del lugar.
Horas después, Autron y Circuitia viajaban en un AeroCab, deslizándose sobre los rieles de levitación magnética que cruzaban las fronteras entre los distritos de Neobópolis, que iba desde la Urbe Mecánica hasta Circuitown. Un contraste entre ellas muy marcado. Para ese momento que habían llegado a la ciudad de destino, las luces estilizadas y las estructuras funcionales de las ciudades anteriores dieron paso a un paisaje dominado por el acero y la improvisación.
Circuitown era un barrio industrial y un crisol de innovación y necesidad. Sus calles estaban bordeadas por edificios rectangulares y robustos, con fachadas de metal oxidado y carteles de neón parpadeante que anunciaban talleres y tiendas de reparación. Conductos eléctricos visibles zigzagueaban entre los edificios y emitían un tenue brillo azul, propio del Acronio. Pese a que el AeroCab tenía las ventanas cerradas, se podía oír un murmullo constante, una mezcla de zumbidos mecánicos, martillazos metálicos y las conversaciones rápidas de los biónicos que trabajaban sin descanso en las esquinas.
—Es impresionante cómo este lugar parece caótico pero ordenado a su manera —comentó Circuitia, mirando por la ventana ovalada del AeroCab. Había curiosidad y preocupación en su expresión.
—Dicen que es el epicentro para encontrar lo que se supone obsoleto —respondió Autron, mientras observaba un grupo de biónicos rudimentarios que trabajaban juntos para reparar una máquina voluminosa en plena calle—. Aquí es donde surgen las ideas que luego perfeccionamos en la Urbe Mecánica. Un lugar donde la supervivencia es prioridad.
Circuitia vio chispas brillantes que saltaban de los talleres abiertos e iluminaban con brevedad los rostros de los biónicos que, con cuerpos desgastados, pero funcionales, parecían luchar. Incluso, uno que otro lugar contaba, a duras penas, con algún robot asistente.
—¿Sabías que el diseño de los biónicos aquí es prácticamente un reflejo de su lugar en la sociedad? —dijo Circuitia, con un tono reflexivo.
—Claro que lo sé —respondió Autron, mientras señalaba un biónico cargando una pesada batería sobre sus hombros—. Los de clase baja, como ese, tienen cuerpos más simples, pero funcionales. Usan materiales menos refinados y es una diferencia que va más allá de la estética porque refleja los recursos y accesos limitados que tienen. No es justo, pero es como funciona este mundo.
Circuitia asintió, viendo un taller en particular donde un biónico robusto, con extremidades desiguales y placas oxidadas e incrustada, ajustaba una máquina improvisada.
—Los de clase alta tienen diseños estilizados, materiales de primera, y acceso a las últimas tecnologías. Más elegante, pero también más distante —intervino de pronto el robot asistencial que conducía—. Estas diferencias en diseño son más que funcionales, mis entidades; definen incluso cómo ustedes se perciben los unos a los otros.
Circuitia frunció el ceño, mirando hacia el robot. Estaba haciendo referencia sobre un sentido de "ego" que podía existir entre los suyo, al compararse con los demás estratos sociales. Y tal vez tenía razón, pero eso, sin duda, era un motivo fuerte para cuestionar las funciones del robot.
—Curioso para un robot... —murmuró, apretando discretamente el botón de reporte de averías que tenía enfrente, mientras la conversación continuaba.
—Y nosotros, la clase media... somos la mezcla —agregó Autron, sin apartar la vista del conductor—. Tenemos lo necesario para adaptarnos, pero no todo lo que queremos.
—¡Correcto, mi entidad! —respondió el conductor, de forma mecánica.
—¿No te parce extraño? Nunca había visto un robot que se uniera a las conversaciones de su cliente —susurró Autron, a lo que Circuitia asintió.
Circuitia expresó una seriedad que pocas veces mostraba. Se sentía incómoda. Una de las cosas a las que más temía era a un robot desperfecto, sabía que podían cometer ciertos crímenes.
—En fin... su destino está allí, entidades.
El AeroCab comenzó a descender hacia la entrada principal de la empresa "X", una estructura imponente, demasiado para tratarse de Circuitown. Se encontraba en el corazón de la ciudad, según el mapa.
La fachada que poseía era una mezcolanza de tubos metálicos y vidrio oscuro, adornada con un logotipo en neón parpadeante que indicaba su nombre. Tenía al menos una docena de pisos. Al bajar del auto, se encontraron con el murmullo vibrante y pitidos del tráfico mecánico; drones de carga que cruzaban las calles y pequeños vehículos flotantes entregaban materiales.
—Al fin bajamos de ese auto, que miedo —comentó Circuitia aliviada—. Bueno, debes saber Autron que Chispa-X no es solo el presidente de esta empresa. —Colocó las manos en la cadera, analizando el entorno—. Según la información de Orion, es quien controla gran parte de la economía de Circuitown. Y si Blitz trabaja aquí, significa que estamos a punto de enfrentarnos a algo más que un simple trabajador con un fragmento. Estamos entrando en el terreno de alguien que no cede nada sin un precio.
Lo mejor que consideró Autron en ese momento y el motivo por el que le hizo asentir las palabras de Circuitia, era que ella poseía la habilidad potenciada de su capacidad analítica. Era precisa y le permitía tener una visión profunda de los seres biónicos, e incluso de máquinas, como su análisis del robot asistencial del AeroCab del que se habían bajado.
Mientras caminaban hacia la entrada del edificio, las miradas de los biónicos locales se posaban en ellos con evidente curiosidad. Aquellos cuerpos estilizados y pulidos, contrastaban con las formas simples y robustas de los habitantes del lugar, por lo que no era de extrañarse de que algunos biónicos con placas oxidadas y extremidades desiguales, les observara de reojo, mientras ajustaban circuitos o cargaban materiales en los carritos flotantes. Otros se detenían un momento antes de volver a su faena.
—Parece que llamamos más la atención de lo esperado —comentó Circuitia con un leve tono de humor, mientras pasaba junto a un grupo de jóvenes biónicos que susurraban entre ellos.
—Es natural —respondió Autron, encogiéndose de hombros—. Aquí, nuestros diseños gritan que no somos de esta zona. Pero mientras no intenten desmontarnos, todo estará bien.
Circuitia esbozó una sonrisa, y ambos siguieron avanzando sin prestar mayor atención a las miradas. La entrada de la empresa X era tan imponente como metálica, con dos grandes puertas flanqueadas por un biónico guardia. Este tenía una estructura tosca, con brazos más gruesos que sus piernas y ojos brillantes de color rojo, que parpadearon al detectar las aproximaciones.
—¿Qué necesitan, entidades? —preguntó el guardia, con un tono entre inquisitivo y zalamero. Su voz tenía un eco metálico que parecía una imitación rudimentaria de la cortesía.
Autron y Circuitia intercambiaron una mirada antes de activar simultáneamente sus brazos robóticos. Ambos proyectaron un holograma que brilló frente al guardia, que mostraba una credencial de Neoingenery, con su distintivo logotipo flotando en el aire.
—Venimos en busca de Blitz —dijo Autron, con un tono directo.
El guardia frunció el ceño, sus ojos rojos parpadearon mientras procesaba la información.
—¿Blitz? —repitió, con un ligero tono de duda—. Nadie puede verlo sin una autorización directa del jefe. Así que... ¿para qué lo necesitan?
Circuitia, suspiró y encaró al guardia con detenimiento. Captó el ligero temblor en sus manos metálicas y la rigidez de su postura. Y con ello, en un tono cálido, pero firme, habló:
—Sabemos que estás haciendo tu trabajo, y lo apreciamos. Pero también sabes que el jefe no querría un retraso en algo tan importante como esto. Habla con él y dile que venimos de parte de Neoingenery, con una solicitud prioritaria. Confía en mí, no querrás hacerle esperar.
El guardia titubeó un momento, pero luego asintió con un leve movimiento de su cabeza cuadrada. Activó un comunicador integrado en su brazo y murmuró algo que Circuitia no alcanzó a oír, pero ella pudo notar que su tono había cambiado. Después de una breve pausa, el guardia volvió a mirarlos.
—Pueden pasar —dijo, con un gesto que indicaba las puertas—. El jefe los estará esperando en recepción.
—Gracias —respondió Circuitia, inclinando ligeramente la cabeza mientras Autron le lanzaba una mirada de reconocimiento por su intervención.
Las puertas metálicas se abrieron. Autron y Circuitia cruzaron el umbral, conscientes de que estaban entrando en el territorio de Chispa-X, y que este encuentro sería cualquier cosa, menos sencillo.
Cuando ingresaron al elegante salón de recepción de la empresa X, los recibió una opulencia excéntrica y una creatividad improvisada: las paredes estaban cubiertas de placas metálicas recicladas, con detalles en neón parpadeante, lámparas flotantes proyectaban una luz cálida sobre un suelo hecho de placas de circuitos pulidas. Había el mismo aroma metálico, mezclado con un ligero toque de aceite quemado, acompañado por el mismo zumbido de los drones y un suave chisporroteo de cables expuestos que adornaban los bordes del techo.
Allí, una figura imponente y extravagante los recibió con una sonrisa ambiciosa. Era Chispa-X. Un biónico corpulento con un diseño casi teatral, las partes robóticas que poseía tenían placas metálicas pulidas que reflejaban la tenue luz del lugar. Sus ojos eran brillantes como carbones encendidos, y analizaban con avidez a los recién llegados. Era el tipo de biónico que había nacido en el estrato más bajo, pero que con la ganancia económica que construyó, se había sometido a diferentes "mejoras" para intentar parecer a alguien propio de la Urbe Mecánica, lo que dejaba una visión de un proyecto de escuela.
—¡Bienvenidos, integrantes de Neoingenery! —dijo el magnate, extendiendo sus brazos como si fuera un anfitrión de gala—. Es un honor recibir a dos representantes de una empresa tan... influyente. Por favor, vengan conmigo y reunámonos en el salón principal.
Sin decir más, giró sobre sus talones y los condujo por un corredor largo, cuyas paredes estaban decoradas con hologramas de datos financieros y proyectos en curso. Al final, se abrió una puerta automática que reveló un espacio que destilaba la misma sensación que la recepción, pero para Circuitia hubo algo más: una sensación de "sospecha" a partes iguales.
El salón estaba decorado con sofás de cuero oscuro y mesas de cristal que flotaban mediante un sistema magnético. En un rincón, una serie de drones cargaban bandejas con copas translúcidas llenas de un líquido dorado y espumoso: Mustoff, la bebida preferida de los biónicos que simulaba los efectos del alcohol humano.
Circuitia no pudo evitar fruncir el ceño al observar el ambiente. Los detalles—la luz, el aroma metálico mezclado con algo más dulce, los hologramas proyectando cifras y gráficos— para ella gritaban "negocios turbios". Y ese lugar, era donde los acuerdos más cuestionables seguramente se concretaban.
Chispa-X los invitó a sentarse y, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos, tomó asiento frente a ellos mientras un dron depositaba dos copas de Mustoff frente a los visitantes.
—Bueno, vayamos al grano —dijo Chispa-X. Entrelazó sus manos metálicas sobre la mesa flotante y, tomando una copa de Mustoff, prosiguió—. ¿Qué los trae a mi humilde empresa? ¿O debería decir, cuál es el interés de Neoingenery en mi trabajador más preciado, Blitz?
Autron abrió la boca para responder, pero Circuitia se le adelantó, con un gesto firme y una sonrisa encantadora.
—Directo al punto, señor Chispa-X, me gusta eso —respondió ella, apoyándose con ligereza en el respaldo del sofá—. Neoingenery está interesado en asociarse con su empresa, específicamente, reclutar a Blitz como un trabajador externo asociado. Por supuesto, estaríamos dispuestos a pagar una cuota mensual tanto a él como a usted por su cooperación.
Para nadie fue un secreto, como los ojos de Chispa-X brillaron con interés, pero su sonrisa no cambió. Tamborileaba los dedos entre su copa. Aunque la propuesta despertaba su interés, mantenía su sonrisa neutral, como si estuviera evaluando cada palabra como buen negociante.
—Ah, ¿sí? ¿Y de cuánto estamos hablando? —preguntó, dejando caer la frase como si no le importara realmente, aunque su postura traicionaba lo contrario.
Circuitia no vaciló. Mencionó una cifra en Créditos Neuro, la moneda de Neobópolis, que habría sido generosa para casi cualquier negociación en la Urbe Mecánica, pero calculada con precisión para no parecer desmedida en Circuitown y no levantar sospechas.
Sin embargo, la sonrisa de Chispa-X se desvaneció. Dio un sorbo más a su copa y dejó que el silencio se asentara por un momento, probablemente, esperando que sus interlocutores se sintieran incómodos. Finalmente, se recostó en su asiento y dejó la copa flotando sobre la mesa.
—Es una oferta interesante, entidad Circuitia —dijo, dejando claro que sabía su nombre, aunque no se lo hubieran dado—. Pero debo decirles que Blitz me genera mucho más que eso. Mucho más. No puedo aceptar su propuesta.
Circuitia sonrió sin inmutarse, inclinándose un poco hacia adelante sin perder la gracia y la sonrisa del rostro. Autron, era la primera vez que la veía como lo que era: una negociante. Recordó Circuitia manejaba una pequeña librería en Neotown. No era tan imponente como las enormes librerías automatizadas de la Urbe Mecánica, ni mucho menos como la colosal Biblioteca Central que dirigía su tío, pero tenía algo único: un diseño peculiar y acogedor, que cambiaba constantemente según el tipo de libro nuevo que recibiera.
Claro, en aquel mundo, las librerías no estaban repletas de estanterías llenas de tomos con páginas y hojas. En su lugar, ofrecían pequeñas tabletas digitales, multifuncionales y con características avanzadas. Estas no solo contenían el texto del libro, sino que podían proporcionar lectura neuronal, donde la información del libro se integraba lentamente al cerebro del usuario mientras dormía, así como opciones de narración auditiva con voces personalizables e incluso versiones audiovisuales que convertían la historia en una experiencia cinematográfica. Todo eso, en un solo dispositivo compacto.
La manera en que Circuitia personalizaba su librería con diseños disparatados y únicos, había hecho que aquel lugar se ganara una reputación como algo más que una simple tienda; era una experiencia. Por eso, verlo desenvolverse con tanto aplomo frente a Chispa-X, quien exudaba intimidación y poder, dejó a Autron entre impresionado y maravillado.
Además, ella no solo estaba negociando; estaba actuando con una seguridad que él jamás había logrado proyectar, ni siquiera siendo un verdadero empleado de Neoingenery. En ese momento, le pareció también una actriz consumada, alguien que sabía exactamente cómo manejar cualquier situación con una precisión que rivalizaba con los algoritmos más sofisticados.
—Entendemos perfectamente, entidad Chispa-X. Noto que Blitz es un activo invaluable, y no es nuestra intención subestimarlo. Neoingenery siempre busca establecer asociaciones mutuamente beneficiosas con otras empresas, y este sería solo el inicio de lo que podría convertirse en una relación fructífera para ambas partes.
Chispa-X soltó una breve carcajada, que fue más un sonido mecánico que humano, y negó con la cabeza.
—Ah, eres hábil con las palabras, querida entidad. Pero el problema no es el potencial futuro; es el costo del presente. Blitz no solo genera ingresos. También atrae recursos, conexiones y... otros beneficios que no puedo reemplazar fácilmente. ¿Por qué debería arriesgarlo todo por una suma tan modesta?
El ambiente en el salón parecía volverse más denso. Los drones flotaban en silencio, y el sonido distante de Circuitown apenas se filtraba en el espacio. Autron observaba la interacción con atención, dejando que Circuitia manejara la situación.
Ella dejó escapar una risa, y se inclinó hacia atrás en el sofá.
—Tiene toda la razón, entidad. No puedo discutir su posición. Pero tampoco vinimos aquí para forzar decisiones. Agradecemos mucho que nos haya recibido y que nos haya permitido presentar nuestra propuesta. Si no es viable, lo entendemos completamente. Aun así, ¿sería posible conocer a Blitz y ver su trabajo? Si no logramos un acuerdo hoy, al menos habremos ganado una mejor comprensión de lo que podríamos necesitar ajustar en el futuro.
La mirada de Chispa-X se estrechó mientras evaluaba la petición. Finalmente, se puso de pie con un movimiento elegante, pero pesado, como un depredador que evaluaba a su presa.
—Hmm... No suelo permitir que extraños interactúen con mis trabajadores sin una razón de peso. Pero, por cortesía, y porque creo que hay más que podríamos discutir en el futuro, les concederé esa solicitud. Yo mismo los llevaré al taller de Blitz.
Circuitia sonrió, agradecida, mientras ambos se levantaban para seguirlo. Autron conectó rápidamente su red neuronal con Circuitia mientras caminaban detrás de Chispa-X.
"¿Por qué no insististe más? ¿No se suponía que debíamos llevarnos a Blitz? Si no lo va a permitir, ¿para qué conocer a Blitz? Creí que ibas a presionarlo más."
"Porque esto no es un negocio; es un juego de poder. Chispa-X es un cazador, y lo confirmé hace un momento. Solo accedió porque sabe que estamos en su terreno, pero no porque confíe en nosotros. Blitz debe generarle mucho más dinero del que le ofrecimos, lo suficiente como para ser clave en los "negocios secundarios" que presupongo. Pero tenemos que ser astutos; si hacemos un movimiento en falso, no saldremos de aquí con vida."
"¿Negocios secundarios? ¿Con vida? ¿A qué te refieres?" Cuestionó el chico de nuevo.
"Le estoy haciendo creer que al menos deberíamos tener una idea de lo que estaríamos perdiendo, y de que Neoingenery puede duplicar muchísimo más la suma, si vemos lo que Blitz puede hacer. Mentí sobre Neoingenery porque comprobé allí dentro que este lugar no es solo una empresa; es una fachada para algo mucho más sucio."
Autron en ese momento le dio una mirada, que Circuitia descifró como un "intento" de entender.
"Cuando mencioné la cifra, vi cómo reaccionaba. Cualquier persona de la Urbe Mecánica hubiera aceptado ese negocio por el préstamo de un trabajador y el convenio con una de las empresas más consolidada de ingenieros, a menos que Blitz tuviera que generarle mucho más del que ofrecemos. Pero ¿Cómo esto es posible si Orion mencionó que vivía en condiciones precarias? Alguien tan valioso debería vivir, como mínimo, en Neotown. Esto confirma lo que sospechaba: está usando a Blitz de alguna manera y debemos averiguarlo. Pero, si mis sospechas son ciertas, Chispa-X podría ser un torqueador.
Autron abrió los ojos en ese momento. Torqueador hacía referencia a alguien que ejercía fuerza para dominar o intimidar; una especie de mafioso o matón. Por eso, procesó la información en silencio, hasta que la voz de Chispa-X los devolvió a la realidad, después de que habían atravesado varios pasillos y bajaron una planta, como si fueran al sótano.
—Aquí estamos. Les presento a mi genio, mi prodigio, mi joya de Circuitown: Blitz.
El taller era un lugar que parecía más un depósito de cacharros que un espacio de trabajo. Estanterías desbordadas de piezas oxidadas y componentes de tecnología obsoleta se alineaban en las paredes, mientras herramientas desorganizadas y cables sueltos cubrían las mesas de trabajo. Un dron asistente en mal estado, con partes expuestas y zumbidos irregulares, flotaba de manera errática, como si estuviera al borde de descomponerse. En una esquina, una vieja estación de sonido reproducía, con chasquidos y estática, las melodías de una cantante de hace 500 años, sus notas alegres llenaban el aire, pero por algún motivo se hacía sentir nostálgico.
El olor a metal quemado y aceite rancio los invadió, con un toque agrio que emanaba de un rincón donde parecían acumularse restos de material desechado. En el centro, de pie junto a una mesa abarrotada de herramientas y dispositivos semiarmados, estaba el joven Blitz.
Tenía un diseño biónico rudimentario pero funcional, con tejidos humanos artificiales que cubrían parcialmente su rostro y torso, mientras que el resto de su cuerpo mostraba prótesis robóticas. Sus pies estaban hechos de un metal opaco con articulaciones expuestas. El pecho y el cuello, tenían placas simples y cables visibles, que mostraban una construcción robusta pero claramente improvisada. Sus antebrazos, incluso eran piezas soldadas a mano, lucían prácticos, aunque carecían de cualquier acabado estético.
Sin embargo, a pesar de ese aspecto desgastado, vieron que sus ojos brillaban con una inteligencia inquietante, como si cada construcción en su interior estuviera en constante análisis.
Cuando entraron, Blitz levantó la cabeza con una expresión curiosa, pero cansada. Aunque se enderezó al ver que quien lideraba la marcha era Chispa-X.
—¡Entidad! —chilló— ¡No esperaba verle! ¿Qué lo trae en este cachivachero?
—Blitz, estos son representantes de Neoingenery. Dicen que están interesados en ti. Quisiera que le mostraras tu trabajo y lo que vales para mí. Así sabrán los motivos por el que no puedo dejarte ir —La voz de Chispa-X fue jovial, pero tenía un filo que Circuitia no pasó por alto.
Autron intercambió una mirada con Circuitia. El juego acababa de empezar.
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