
10. NO WHAT I WISH, BUT ONLY WHAT I NEED pt.1
OST: You and I by One Direction/Scaredy Cat by DRP IAN
🎧ACRÍLICO🖌
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¿Cómo puede convertirse una acción en algo rutinario? Por lo general, atribuimos a la palabra monotonía el hecho de repetir algo muchas veces. Jimin necesitaba la estabilidad que la planificación podía conferirle a su vida, pero en las últimas semanas, después de iniciar su noviazgo con Yoongi, pues… digamos que romper algunas reglas no estaba tan mal.
No.1: Suelo despertar a la seis menos cuarto justo antes de la primera alarma.
Así rezaba uno de los acostumbrados memos en la agenda digital del de ojos azules. Ahora había una línea en rojo con un emoticón de gatito sonrojado.
No.1 (Reescrito): Yoongi me despierta a las seis menos cuarto. Su alarma es igual que la mía. Tardamos quince minutos para ir a ver a Jun (estamos ocupados en… otras cosas).
Jimin ahora solía ruborizarse cada vez que releía sus notas. La vida le había cambiado para pasar de la seguridad de un mundo en blanco y negro al estallido de colores de todo el arcoíris.
—Yoonie… Yoonie… se nos hará más tarde si no… oh…
Mordiendo su labio inferior el doncel fue testigo de cómo su novio le adoraba con otro lánguido beso sobre la sensible piel del vientre. Aún cuando la intimidad comenzara a ser más recurrente entre ellos, el de cabellos azabache siempre se maravillaba del efecto que podía desencadenar la caricia más superficial.
"Soy un desastre cuando me tocas. Todas mis partículas se precipitan en una nube de caos, pero incluso esa desordenada calamidad me hace sonreír.
Cómo es posible que te hayas apoderado de mi alma, mi mente y mi cuerpo con tanta rapidez. Cómo es posible que ya no imagine el mundo sin ustedes a mi lado."
Jimin contuvo sus lágrimas de felicidad. Para ese entonces, la cómoda playera de franela que había adoptado como pijama reposaba sobre el suelo de la habitación, testigo omnisciente de que hacer el amor en las mañanas era una de las maravillas de ser amado a plenitud por el hombre que ahora le besaba la frente.
—Te amo, cariño. Estoy seguro que estaremos a tiempo, como todos los días.
—Yoonie…
—Shh… deja de preocuparte. Te ves tan hermoso cuando te sonrojas.
Una sonrisa tímida enmarcó el rostro del doncel antes de deslizar las manos por la ancha espalda de su amante. Seguía sin creerse que pudiera estar allí, entre los brazos de Yoongi, percibiendo su fuerza acerada sobre el cuerpo, atrapado en la jaula de su amor, sin intenciones de pedir la llave o de concebir escapar. Se sentía pletórico mientras sus labios atraían los del más pálido en otro beso cargado de significación.
—Tú también… eres muy guapo… el hombre más guapo de todo el mundo.
Proclamó Jimin casi sin aliento. Yoongi no pudo evitar reír de aquella manera ronca que agitaba su pecho y arrastraba al chico entre sus brazos al mismo juego de bromas entre las sábanas. Jimin fue el primero en detenerse mientras su mano vagaba por el cuerpo ajeno.
—Ahora sí, salte de encima. Debo ver a Jun.
Y eso era algo que Yoongi admiraba con creces. Jimin no solo estaba enamorado de él. De hecho, creía que el primer amor del pelinegro había sido el revoltoso de su hijo.
—Como ordene, mi emperador.
Continuó la broma el mayor antes de deslizarse fuera del cálido refugio que era el cuerpo del doncel. Jimin arrugó la nariz adorablemente antes de comprobar cómo Yoongi recuperaba el pantalón del pijama y le ayudaba a él a pasar los brazos a través de la suave tela de la camiseta que antes había pertenecido al mayor. Compartir la prenda le hubiera sonado empalagoso antes, pero Yoongi no podía resistirse. Su novio era demasiado adorable.
—Vamos a ver a Jun.
Afirmó Jimin entrelazando las manos con el mayor. La primera alarma había sido cancelada. El pasillo los recibió en silencio hasta que la puerta marcada con pegatinas de gatos anunció que habían arribado a su destino.
Jimin encendió la luz para comprobar que el pequeño ovillo sobre la cama aún no abría los ojos. Percibió el aliento cálido de Yoongi contra su nuca. El pelinegro suspiró.
En puntas para no despertar a Jun, Jimin avanzó hasta sentarse del lado del despertador de una de las mesillas de noche. Yoongi secundó el gesto del otro lado. El primero en acariciarle las mejillas a la criatura fue Jimin.
—Despierta, bebé. Déjame ver tus hermosos ojitos.
Yoongi volvió a sentir ese cálido tirón en el pecho. No solo se sentía atraído físicamente por Jimin, aún cuando únicamente habían pasado tres meses desde que decidieran iniciar una relación y continuaran en la fase de compartir las noches en las que uno se iba al departamento del otro, en su caso debía incluir a Jun, y las cosas se amontonaban en los armarios, estaba seguro que lo amaba. Quizás como nunca soñó poder hacerlo.
—Vamos dormilón. Jiminnie te llevará a la guardería hoy.
Una sonrisa de gatito apareció en el rostro de Jun. Yoongi negó antes de acariciarle el cabello a su hijo. Ese pícaro estaba despierto, sí señor.
—¡Viva, iré con Minnie al jardín!
Proclamó una energética masita de cabellos negros y ojos color chocolate antes de aferrarse al cuello del doncel y repartir besos por su rostro.
— Lo que hace la traición…
Masculló Yoongi y Jimin amplió su sonrisa a una cantarina carcajada.
—Creo que tu papá está celoso, Junnie. Vamos, dale un beso de buenos días mientras preparo nuestro baño.
Convino Jimin antes de aspirar el aroma de los cabellos del bebé para acto seguido dejarlo suelto en la cama. Jun sonrió aún más hasta que pudo trepar por el brazo de Yoongi hasta alcanzar sus mejillas. La escena tan tierna logró arrancarle otro suspiro a Jimin antes de acercarse a padre e hijo.
—Voy a preparar la tina para nosotros ¿Te ocuparás del desayuno o irás primero a la empresa?
Yoongi estaba preparando un evento importante. El grupo ORANGE IMPACT, dedicado a impulsar las carreras de aquellos jóvenes sin recursos pero con indudable talento, había accedido a la sugerencia de abrir un programa de pasantías en las Empresas Min.
Los detalles para la recepción que daría el primer paso corrían a cuenta del equipo de Yoongi, el propio Jimin había contribuido con el diseño de algunas aplicaciones para solventar la campaña publicitaria. El CEO no podía estar más emocionado. Por primera vez en mucho tiempo sentía que la vida le estaba sonriendo.
—Me da tiempo hacer el desayuno y luego ducharme. Gracias por ocuparte de estos dos hombres revoltosos.
Proclamó Yoongi sin resistirse a la tentación de rodear la cintura de Jimin hasta sentarlo sobre su regazo. Jun se removió para quedar sobre las piernas del de ojos azules, compitiendo con su padre por un poco de atención.
—Grashas… Minnie…
Sonrió feliz y Jimin disfrazó su nuevo choque de azúcar por aquellos dos, rodeando a Yoongi por los hombros y colocando a Jun sobre ellos.
—Se dice gracias, cielo, y el afortunado soy yo.
Los besó a los dos en las mejillas. Luego empujó a Yoongi para que dejara de distraerlo y se ocupó de formar la mayor cantidad de burbujas posibles en el baño de Jun mientras observaba al menor chapotear en la pequeña bañera.
"Días hermosos, con un cielo despejado y nubes de algodón. Días que nunca soñé tener."
Pensó Jimin cuando la niñera de Jun le sonrió a la entrada de la guardería y le dijo que llamaría para avisarle de la hora de ir a recoger al pequeño.
Su nueva rutina se confundía con la de Yoongi y la idea de que quizás sí pudiera vencer su tendencia alejarse de la humanidad y rehuir de su tacto, lo impulsó a elegir quedarse en la casa del CEO para preparar su almuerzo, en un gesto que solo afirmaba lo obvio.
El amor que sentía por Yoongi le había hecho verse por dentro. Como si el Jimin de antes y el de ahora fueran dos extraños capitulando en nombre de un tercero.
—Será mejor que me ponga manos a la obra. Terminaré el proyecto de los doctorantes después de hacer la compra.
Se recordó con otro memo de voz en el directorio de su agenda electrónica. Pudo cumplir con el resto de los pendientes que había programado mientras la música de su boy band favorita repiqueteaba en los inalámbricos.
No importaba que Yoongi insistiera en privarle del trabajo doméstico. Algo muy dentro de Jimin había salido a la luz para revelar el instinto maternal y hogareño que nunca pensó desarrollar. Reflexionando con racionalidad, le atribuía ese florecimiento a Jun.
Si Yoongi no tuviera al pequeño, quizás no pasaran de una relación de atracción y la informalidad de la que tanto se quejaba su hermana en las reuniones de la familia.
Era mejor no ahondar en esa línea de pensamiento. A fin de cuentas, Jimin se sentía a gusto en el nuevo espacio que había construido el amor del rubio y su pequeño bebé.
"Nuestro niño."
Se recordó con otra sonrisa enamorada y el sonsonete de un nuevo correo electrónico en la bandeja de entrada de su laptop lo hizo detener la preparación de la masa para los dumplings con los que deseaba sorprender a Yoongi para el almuerzo.
Clickeó sobre el ícono de Gmail mientras se sacaba el auricular derecho. La música pop seguía de fondo mientras releía la misiva del Departamento de Cibernética de la Universidad de Tokyo para que impartiera un seminario de quince días en la próxima Convención sobre Tecnologías y Desarrollo Sostenible a realizarse a partir del próximo mes en la ciudad.
Estaban cerca de octubre, su cumpleaños y el de Jun serían en las próximas semanas. Tendría que planificar muy bien antes de enviar una respuesta.
El olor que anunciaba la cocción completa de la gambas lo ayudó aplazar tal decisión. Se lo comentaría a Yoongi durante el almuerzo. Sí, eso era lo mejor. Volvió a emplearse a fondo en la preparación de los platillos para lograr armonizar un delicado bento, en el que los dumplings tenían forma de gatitos y una nota donde le recordaba a Yoongi que lo amaba, se convertía en el broche de oro.
Estaba camino al guardarropa para seleccionar un abrigo cuando el fijo de la sala de estar emitió un pitido. Quizás fuera de la empresa pero cuando la voz angustiada de Han Hee llenó la línea, Jimin supo que lo próximo que dijera la niñera lo iba hacer pedazos.
Corrió todo el trecho de la habitación que compartía con Yoongi hasta la sala para alcanzar el final del mensaje y alzar el auricular.
—Han Hee, soy Jimin ¿Cómo está Jun?
—Señor Min… gracias a Dios.
Balbuceó la mujer y Jimin no tuvo tiempo de corregirla. Para él era más importante saber qué le había sucedido exactamente a su hijo, porque no había otra forma en la que pudiera definir lo que sentía por ese niño, aún cuando no hubiera salido de su propio ser.
Han Hee balbuceó con rapidez que en el jardín habían ido de excursión a una guardería de animales y que a los pequeños se les permitió ver algunas mascotas para que luego hicieran un dibujo.
Solo se distrajo un instante, y como Jimin bien sabía, Jun se escabulló para regresar con los gatos. Aún cuando Jimin llevara a Bubble a pasar algunos fines de semana con los Min, procuraba estar presente para evitar incidentes como el que ahora lo movía a llegar con rapidez al Pediátrico.
Min Jun Young, aquel terremoto de casi cuatro años había sido atacado por una gata recién parida.
—También le he avisado al señor Yoongi. Discúlpeme por…
—Está bien Hee, no te preocupes. Fue un accidente. Estoy en camino. Cuando llegue me explicarás mejor.
La tranquilizó Jimin, aunque por dentro el mundo se le estuviera cayendo en pedazos. Varias veces estuvo a punto de hiperventilar en el asiento trasero del taxi hasta que la fachada del hospital Pediátrico estuvo frente sus ojos.
El salón de espera de cuerpo de guardia estaba a rebozar de madres, donceles y niños pequeños. Sintió que se le aflojaban las piernas, pero se las arregló para respirar. Una melena castaña ondeó en el vértice de su campo visual hasta que pudo reconocer las facciones de Han Hee.
—¿Cómo está mi niño?
Preguntó Jimin y otra voz al mismo tiempo. Todo era caos alrededor cuando Yoongi también se acercaba frunciendo el ceño.
—Gracias al doctor Seok Jin que lo reconoció cuando llegamos, Jun no lloró más. Lo están curando ahora. Fue en el brazo, un arañazo, nada más.
Jimin asintió sin reparar en la otra persona que estaba detrás de Yoongi. Una mujer que bien podría encabezar alguna campaña para vender maquillaje le observaba con una mueca de desprecio.
—Entonces esperaremos a por Jin.
Habló por segunda vez Yoongi, y hasta entonces el único doncel entre los presentes pudo notar la frialdad de su tono. Se estaba conteniendo para no explotar, se estaba refrenando para no gritarle a la niñera o quizás…
—Y todavía insistes en que contigo estará mejor… Es obvio que ni siquiera puedes garantizar su seguridad.
La desconocida que seguía mirando con desdén a Jimin habló esta vez.
—No es el momento ni el lugar para que juegues a interpretar el papel de la madre consagrada. Eso nunca lo has sido, Lee.
Ella sonrió con sorna antes de señalar en dirección a Jimin.
—¿Y él si lo es?—la sonrisa cubierta por capas de carmesí de ella se amplió —Solo porque tenga un buen trasero y te haya puesto el cabestro, no significa que se pueda hacer cargo de Jun. Lo quieras o no, siempre será mi hijo contigo.
Entonces todo hizo click en la mente del pelinegro. Yoongi le había contado a grandes rasgos cómo era la madre de Jun, pero el término que había empleado en aquella ocasión se quedaba corto para describir a Lee Min Ji.
Arpía era ser benevolente, cuando había casi vendido al niño para conseguir una pequeña fortuna y el apoyo de los Min. Una cazafortunas que se atrevía a insultarle y amenazar a Yoongi, cuando el niño detrás de las puertas de Emergencias debía ser la prioridad.
Jimin evitó concentrarse en el agujero de inestabilidad que le atenazaba el pecho. Cuando la elegante figura de un médico estuvo en su campo visual, pudo adivinar que se trataba de Seok Jin. Este se ajustó los lentes antes de dedicar una gélida mirada en dirección a Min Ji y acto seguido afirmar.
—Solo Jimin, que es la figura materna entrará conmigo. Los demás esperen arriba, en mi consultorio.
Jimin alzó la cabeza al percatarse de que Jin lo llamaba. No pudo ver más allá de Yoongi peleando con su ex o de la mirada compungida de Han Hee antes de atravesar el umbral de Emergencias.
Allí lo esperaba un niño que se esforzaba por ser fuerte aún cuando la comprensión no le alcanzara para ello.
—Solo fue superficial, le lavamos la herida y aplicamos un ungüento para hacer profilaxis de la fiebre por arañazo de gato. Han Hee proporcionó los datos para observar al animal que lo atacó. Va a estar bien, cariño. Te escogí a ti porque Yoongi debe creer que le falta una extremidad. Se pone histérico hasta por un resfriado cuando se trata de su hijo, pero tú… bueno, hablaremos después. Un gusto conocerte finalmente, aunque me hubiera gustado que fuera otra la circunstancia, soy Jin.
Unos meses atrás, Jimin hubiera rehuído al contacto de aquellas manos sobre las suyas. Ahora ese hecho quedaba a un lado, justo con la cantidad de gérmenes que estarían en su ropa después que abandonara el hospital o la cantidad de reglas que había aplastado en su rutina.
Nada importaba, nada era relevante, excepto la personita que levantó la cabeza cuando Jin lo dejó entrar al cubículo. Jun lo miró con sus grandes ojos castaños al borde del cristal de las lágrimas antes de alzar los bracitos para que Jimin los sostuviera.
—Lo has hecho muy bien, bebé. Fuiste muy valiente, ahora puedes llorar.
Confortó Jimin mientras acariciaba la pequeña espalda del chico y lo apretaba más contra su pecho. Jun sollozó antes de refugiarse en el hueco del cuello del doncel. La primera lágrima del de ojos azules quedó camuflada sobre las hebras castañas de la criatura.
"Minnie, me encantaría que fueras mi otro papá."
Fue lo que una mente demasiado precoz para casi cuatro años pensó mientras se dejaba arrullar por los brazos de aquel doncel.
Detrás de las cortinas azules que resguardaban aquel encuentro, un hombre de mirada color ámbar deseó echar el tiempo atrás y cambiar algunas cosas que hoy no podía más que codiciar.
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