Tengo la boca abierta y no puedo cerrarla. Allan se ha ido y no me dijo nada. Después de nuestra conversación no volví a verlo en la universidad, por un momento me preocupo pero pensé que solo era un berrinche de su parte y que llegado el momento volvería, de todos modos yo deje muy bien colocadas sus calificaciones y por eso no debía preocuparse. Pero pasada una semana estaba preocupada, no contestaba mis mensajes y tampoco mis llamadas, eso me puso furiosa, yo estaba cargando con toda la responsabilidad y preocupación sobre lo que nos había pasado.

Pero jamás se pasó por mi mente que se hubiera ido, eso es lo más loco que alguien haría.

- ¿Estás bien? – pregunta Alex – no te ves muy feliz, pequeña acosadora. – me he dado por vencida al intentar que Alex deje de llamarme por ese mote, este chico hace lo que se le da la gana y definitivamente no pidió mi opinión a la hora de nombrarme.

- Estoy bien, solo nunca pensé que Allan fuer un cobarde total, un poco tal vez, pero no creí jamás que huiría solo porque le dije que ser médico no era su pasión – es verdad nunca creí que huiría sin siquiera decirme que se iba, tenemos un asunto los dos y me dejo botada con él.

- ¿Tú le dijiste que ser médico no era su pasión? – Alex me está viendo como si hubiera matado a un cachorro – no puedo creer que fueras tan cruel y le dijeras eso.

- ¿Disculpa? – digo indignada – decir la verdad no es ser cruel, y tú tienes que ser consiente como su mejor amigo que eres, que ser doctor no era lo que él quería hacer para el resto de su vida, era un insensatez que el continuara por ese camino cuando era totalmente evidente que no era su vocación.

- ¿Y como se supone, señorita sabionda, que ibas a saber eso, antes incluso que Allan? – Alex se cruza de brazos y me ve con ojos acusadores y quizá solo quizá estoy empezando a dudar de las palabras que le dije a Allan, era mi opinión y podía o no ser la verdad, eso no quería decir que debía abandonar la carrera. – estoy esperando tu brillante respuesta, ya que eres la inteligente de por aquí.

- No seas condescendiente conmigo – digo enfadada, pero realmente estoy tratando de ocultar lo avergonzada que estoy. – dar mi opinión no tiene nada de malo, además él mismo acepto que si había elegido esta carrera era por competencia conmigo, no porque sintiera abnegación por salvar vidas.

- Pero no tenías ningún derecho...

- ¡Tengo todo el derecho de decir lo que pienso, vivo en un país con libre expresión del pensamiento, eso no quería decir que él debía tomárselo a pecho y largarse a la Patagonia! – decir todas esa palabras me hacen sentir un poco mejor – esto lo hizo solo para hacerme sentir mal, para que supiera que era mi culpa que él dejara sus estudios botados y culparme injustamente a mí.

- Las decisiones de Allan no giran en torno a ti, no eres su sol.

- Se eso, siempre lo he sabido – digo frustrada.

- No me parecía a mí eso cuando lo seguías a todos lados – se encoge de hombros.

- Siempre lo he sabido, pero hasta ahora soy capaz de aceptarlo y creerlo, ¿contento? – me giro y empiezo a caminar hacia mi casa, había venido a casa de Alex como último recurso al no saber nada de Allan, no quise presentarme en caso de Allan porque me sentía muy extraña regresando allí después de todo lo que había pasado con nuestro cambio.

- Va a mandar cartas. también llamara constantemente – me detengo esperando a que termine de hablar – en cada parada que haga va a mandar una carta y una postal, si te interesa te avisare cuando lleguen – me quedo de pie por un largo rato teniendo un dialogo interno, sopesando si debe o no importarme lo que Allan hace en su año sabático, en si debo o no inmiscuirme cuando es evidente que él no lo quiere así, de ser así me habría hecho participe de su decisión de irse y no lo hizo.

- No lo hagas, no me interesa – respondo sintiendo y creyendo cada una de las palabras. – adiós, Alex.