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Capítulo 30

No sabía que mi hábito de levantarme por las noches a tomar leche iba a hacer que me enojara tanto. Estaba ansioso por el plan que había urdido para al fin poder hablar con Denisse como dos personas civilizadas. Tenía una enorme sonrisa en los labios cuando me acerque a la venta a ver la enorme luna llena que asomaba entre las nubes, cuando vi a dos personas enfrente de mi casa abrazándose y mi sonrisa murió. Ere ese tipo, Dante, abrazando a Denisse.

Al parecer si le creyó y ya estaban poniéndose al día, cuanto antes pusiera mi plan en marcha, antes podría deshacerme de este chico, no lo quería a un kilómetro de distancia de Denisse. Obviamente porque estaba en mi cuerpo, y yo no lo soportaba.

Me bebí de un trago mi leche y enfurruñado subí a la habitación de Denisse, cuando pase frente a la habitación de su hermana, Gis, ella asomo la cabeza.

- ¿Estás bien? – susurró preocupada.

- Si – le devolví enfadado, trate de suavizar mi voz con ella, no era su culpa mi situación, ni tampoco los gustos de su hermana – lo siento, estoy bien, solo nerviosa por mi examen de mañana.

- ¿Desde cuándo estas nerviosa para un examen? Tu siempre estas preparada para todos – de repente se le ilumino la mirada – ¿o es por algún chico que tienes la mente por las nubes? Te he notado extraña últimamente. – lo que me faltaba, pero le diré que si para que no me hiciera más preguntas.

- Sí, es eso, un chico.

- ¡Lo sabía! – dio un salto – es el chico que vino la otra vez para llevarte a comer un helado, ¿verdad?

- ¡No! – casi grite y luego me contuve – por supuesto que no, es un asno.

- Pues a mí me pareció muy guapo, además de muy amable y caballeroso.

- Eran solo apariencias, es un idiota. – gruñí, ¿Qué tenía este tipo que había dejado prendadas a todas las féminas de esta casa? Incluso la madre de Denisse me había preguntado por él, el otro día.

- Y si no es él, ¿Quién es?

- Es... - le daba vueltas a la pregunta tratando de encontrar algún nombre, pero por alguna extraña y endemoniada razón lo único que salió de mi boca fue: - Allan.

- ¡No me digas! – respondió emocionada – ¿al fin dejo de ser un idiota y se dio cuenta lo increíble que eres? Ya se había tardado, pero tal vez es como un macho alfa que vio alterado su ecosistema por otro macho alfa – comento para sí misma. ¿Yo? ¿asustado por ese tonto? Por favor, si Denisse no es nada mío. – quien iba a decir que la solución era darle celos, pero es hombre y muy simple en realidad.

- No creo... - no dejó que me defendiera de sus locas acusaciones, me abrazo y luego regreso a su habitación, pero antes de cerrar la puerta volvió a hablar – recuerda que papá quiere hablar contigo, no lo pospongas más, se lo triste que se pone cuando no habla contigo.

- ¿Por qué no hablas tú con él? – le repetí la sugerencia que le di la semana pasada cuando el padre de Denisse llamo para saber si ya estaba lista para ir a pasar unos días con él, yo no pensaba moverme de aquí.

- Porque no quiere hablar conmigo, sino contigo. La semana pasada hablamos por cinco minutos y fue más silencio que palabras – susurró – él te quiere allá, no lo hagas esperar.

Después cerró la puerta. Algo me decía que le padre de Denisse no apreciaba tanto a Gis, lo cual era estúpido, por lo poco que la había tratado ella era realmente linda y no podía imaginar como un padre no querría a su hija, ¿pero que sabía yo?

Llegue a la habitación de Denisse e hice todo lo conocido por quedarme dormido, lo que sea para no correr hacia la casa de enfrente y golpear a un chico.

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Hacía mucho calor cuando me desperté, sentía que tenía mucha ropa y sabanas sobre mí, por lo general duermo sin sabanas porque padezco de mucho calor, pero por alguna razón anoche me tape con al menos dos de ellas. Me estire y bostece, no quería levantarme, pero cuando recordé a Denisse rápidamente me levante y empecé a tirar las sabanas lejos. Pase frente a un espejo y lo que vi por el rabillo de mi ojo me hizo regresar.

Llegue al espejo y casi me caigo del susto.

- Soy yo otra vez...











chan, chan, chan.

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