Capítulo 24
- Esto es lo mas extraño que he hecho en la vida – Denisse resoplo, pero se mantuvo quieta – ¿no lo crees?
- No quiero escucharte mientras lavas tu cuerpo, solo quiero que acabes, muévete – Denisse nunca había tenido tan mal genio, al contrario, siempre había sido la persona más dulce y atenta - ¿ya?
- No, falta una parte especialmente complicada – evidentemente Denisse no se desnudaría, tiene puestos unos boxers holgados que nunca uso, pero que ahora son útiles.
- ¿Qué parte? – pregunta asustada.
- ¿Tu cual crees? – estoy esperando a que me dé permiso de hacerlo, o mejor aun que se sienta satisfecha con el lavado tal como esta ahora.
- No lo hagas, no hace falta. Te toca – sale de la ducha y yo empiezo a quitarme la camiseta, pero ella me empuja y se vuelve a meter – no es cierto, no puedo quedarme sucia y menos de esa parte, solo hazlo rápido, rápido, rápido.
- Está bien – tomo la esponja la lleno de jabón y trato de no ver tampoco lo que hago y estiro el elástico del bóxer, meto la esponja y doy una pasada al frente y ella brinca, otra más rápido y otra, en todas ellas Denisse brinca.
- ¡Ya basta! – saca mi mano y se gira – ahora atrás y rápido. - lo hago y entonces se mete bajo el agua, friega sus brazos con vigor y cuando está satisfecha sale – te toca, entra y no te quites la ropa, haremos esto rápido.
Entro a la ducha y cierro los ojos esperando que empiece. Pero pasan los segundos y Denisse no empieza, me atrevo a entreabrir un ojo y esta tapada con mi toalla y con lágrimas en los ojos.
- ¿Qué pasa? – pregunto.
- No puedo hacerlo – entierra el rostro en la toalla – no quiero hacerlo, solo quiero estar en mi cuerpo, en mi casa, con mi mamá.
- No te preocupes, si quieres no me baño y ya – empiezo a salir, pero ella me detiene.
- No, hueles mal, tienes que bañarte. – se seca las lágrimas y toma la esponja – cierra los ojos.
A diferencia de mí, ella lava su cuerpo con delicadeza y mimo, en un momento me olvido en las circunstancias en que nos encontramos y disfruto del momento. Cuando llega el terrible instante de las partes privadas se vuelve a detener, vuelvo a abrir los ojos y la encuentro mordiéndose el labio.
- Esto es muy incómodo, pero tengo que hacerlo – se da ánimos y entonces mete mis manos dentro de su blusa y debajo del sostén y con mucho cuidado frota sus... pechos.
- ¡Allan! ¿Qué estás haciendo? – el grito de mi madre nos asusta a los dos y nos quedamos quietos en la posición que nos sorprendió – saca tus manos de allí, ahora mismo.
Cuando pienso que las cosas no pueden empeorar, la vida me da un alegre recordatorio de que sí que puede.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro