Capítulo 18: ''Posdata: Te Quiero''
*Sale de su cueva, con una barba que le llega hasta el suelo* Ha pasado tanto tiempo que me convertí en Gandalf (?) ( ͡°╭͜ʖ╮͡° ) *se pellizca su mística barba* ahq
( ͡° ͜;ʖ; ͡°)jelpmipls
Bueno, además de querer presentarme ante vosotros y pedir piedad (Descripcción gráfica (?)), quiero comentaros un poco el capítulo.
En general es un capítulo en el que pasa de todo (?) Y muchas cosas buenas, cabe decir. Esta vez no tengo quejas, pienso que me salió casi exactamente como yo quería *Satan approves* Es uno de mis favoritos y creo que os llegará a gustar igual que a mí :^)
Además de todo eso, y sé que aún es pronto para anunciarlo, pero... Acosador va a tener secuela (?) Sí, una segunda temporada que tendrá a Jake, Seth y Elian como los principales protagonistas, siendo estudiantes en la universidad. Claro que tardaré bastante en subirla, ya que tengo otros proyectos en mente que quiero terminar antes o que quiero empezar. Cuando finalmente lo haga, avisaré por aquí así que mantened ''Acosador'' en vuestras 'bibliotecas' :^)
Oh y nada que ver, pero Seth es mi nuevo favorito xD
Y bueno, por el título, creo que ya habré alegrado a más de una y uno ( ͡° ͜ʖ ͡°)
PD: Como ya os habréis dado cuenta, también cambié de portada xD
Personalmente quedé satisfech@ con el resultado final así que de verdad espero que os guste a vosotros también. La nueva portada y el capítulo :^)
-La foto del capítulo es un hermoso fanart de Viktor y Erik hecho por Linaki_kun
Muchos limones pa' ti ( ͡°; ͜ʖ; ͡°) *le lanza brillos satánicos*
Ya saben, les doy la bienvenida a los fanarts con las alas... digo los brazos abiertos (?) (☞ ͡°ω ͡°)☞
---------------------------
VIKTOR
Maldita sea, ¿por qué mi corazón seguía sin calmarse?
Todo se debía a ese beso entre nosotros que era incapaz de borrar de mi mente... La dulce y cálida sensación de sus labios sobre los míos...
Él era el causante. Erik era el maldito culpable. Él era el único que podía llevarme al borde de la locura con un simple beso.
Cerré la puerta detrás de mí, asegurándome de no haber hecho el más mínimo ruido. Lo menos que quería era enfrentarme a mi padre, cuestionándome dónde había estado y con quién. Mi padre ya conocía a mis amigos desde la infancia y solía asumir que estaba con ellos la mayor parte del tiempo, pero no faltaban aquellas veces en las que me disparaba con esa pregunta: ¿Has estado fuera con una chica, Viktor?
Sonreí amargo. La mera idea era absurda, aunque las ganas de reírme sobre ello se disipaban al pensar en su posible reacción si supiera la realidad. Y fue cuando escuché la voz de mi padre aproximándose hacia el salón que me maldije a mí mismo. ¡Genial, justo lo que me faltaba para finalizar la tremenda noche que había tenido!
-¿Viktor? ¿Qué haces aún
despierto? -Entré en pánico. ¡Mierda, mierda, tenía que inventarme una excusa, y rápido!
-E-Estaba en el cumpleaños de un amigo. Acabo de llegar -Me apresuré a contestar.
-¿Un amigo? ¿No será el mismo amigo de la última vez, no? -interrogó, presionándome y mandándome una mirada suspicaz.
Tragué seco, alzando ambas cejas y mis facciones endureciéndose. ¿Acaso se refería a la otra vez? ¿Cuándo me había apodado de manera despectiva y forzado a que tirara las flores de Erik?
-¿Qué te hace pensar eso? No... -pausé, decidiendo cambiar mi elección de palabras -. ¿Y si así fuese tanto te molestaría que tu hijo hiciera ''mariconadas'' con él?
Sus hombros se tensaron y su boca se entreabrió, seguramente a punto de acusarme a gritos de haber perdido la cabeza. Mas no habló. Se quedó callado, apartando su mirada y dándome la espalda.
Y... su silencio era incluso más doloroso que su rechazo...
Ni siquiera sabía que tenía en su cabeza en estos momentos. Qué terrible idea tenía sobre mí ahora que sabía que soy homosexual. En que acción iba a tomar respecto a mí. No tenía idea alguna de lo que iba a pasar y aquello me aterraba.
Lo único que sabía es que estaba cansado. Cansado de esconderme, de huir, de ocultar algo que formaba parte de mí. Algo perfectamente natural y de lo que no tendría por qué avergonzarme.
-No... puedo mirarte a la cara en este momento...
Resistí las lágrimas que amenazaban por salir y me mordí el labio inferior de la impotencia y de la terrible angustia que sentía en mi interior. Sabía que esto pasaría. Nuestra relación siempre había sido una llena de escombros, pero... ¿Ahora?
Ahora probablemente ni siquiera me consideraba su hijo...
Llevándome la manga de la camisa al rostro, salí corriendo de la casa sin ningún rumbo en mente, tan solo dejándome guiar por mis piernas. Y es que hasta el último momento no había perdido la esperanza de que corriera detrás de mí. De que por lo menos me llamase por mi nombre para detenerme.
En cambio no recibí nada parecido. Nada, excepto su silencio y rechazo.
-¿Viktor? ¡¿Viktor, eres tú?! -Miré de un lado a otro en busca del dueño de aquella voz, sorprendiéndome al descubrir que se trataba de Seth quién llevaba una expresión de desconcierto.
Por supuesto...
Olvidaba que éramos vecinos nuevamente. Puse cara de exasperación. ¿Por qué de todas las personas tenía que ser él precisamente el que me encontrara en este estado tan deplorable?
-Seth...
-Viktor... ¿Estás bien? -Me tomó de los hombros, obligándome a que me encontrase con su mirada, esos ojos miel que una vez habían sido mi refugio, proporcionándome la calma que necesitaba.
-No es nada, en serio. No tienes porque preocuparte por mí... -volví a bajar la mirada, intentando evitar que se diese cuenta de lo humedecidos que se encontraban mis ojos.
-Viktor, cuando dije que te consideraba mi hermano pequeño iba totalmente en serio -declaró, sin rastro de su tono socarrón usual -. Por favor quiero que confíes en mí al igual que lo hacías antes. Aunque sea solo sea esta vez...
¿Realmente podía creerle?
Después del tiempo que había transcurrido no estaba seguro de si quedaba algún vestigio del Seth de hace tres años o de la relación que compartíamos. Pero si Seth fuese el monstruo que tanto creía que era, ¿por qué me rechazó en aquel entonces?
Si él fuese aquel tipo de persona lo más probable es que se hubiese aprovechado de la situación...
Y sin embargo, Seth me revolvió el cabello delicadamente, riéndose sin malicia de los ingenuos sentimientos de admiración típicos en un crío de esa edad.
Mis sentimientos por Seth, desde un principio, jamás fueron de amor si no de admiración por una figura fraternal mayor que me daba la atención y afección que siempre había buscado.
-Tuve... tuve una pequeña discusión con mi padre -hablé por fin.
-Por cómo te encuentras dudo que haya sido solo una pequeña discusión... -refutó Seth, su mirada oscureciéndose -. No me digas... ¿Se atrevió a golpearte ese bastardo?
-¡No! No... y eso es lo que tanto me extraña...
Seth se quedó observándome en silencio.
-Será mejor que entremos a casa... Antes de que alguno de nosotros pille un resfriado... -colocó su brazo alrededor de mi hombro, instigándome a caminar.
-Me es difícil imaginarte a ti resfriado... -hice mueca a lo que Seth fingió estar ofendido.
-Hasta yo he llegado a pillar uno que otro resfriado en el pasado -sonrió débilmente.
-Dijiste en el pasado -recalqué, adentrándome a su casa -, ¿ves? A eso me refería.
-A los diez años pillé un horrible resfriado que me llevó a no acudir a clases durante una semana entera. Tras recuperarme y desde entonces nunca he vuelto a enfermarme -relató despreocupadamente. Parpadeé varias veces, no pudiendo disimular mi asombro. ¿De verdad que eso no se le hacía raro? ¿Ni un poco?
-¿Se puede saber qué diablos comes tú?
-Carne y muchas verduras -Una sonrisa llena de confianza se esbozó en sus labios -. Esos mismos alimentos verdes a los que tanto temes.
-Carne fresca de chicos jóvenes y alimentos verdes a los que tanto odio, querrás decir...-corregí, lanzándole una mirada crítica.
Seth soltó una risa al ver que me lo había tomado tan en serio, causándome un gran sonrojo en las mejillas.
-Lo siento, parece que nos hemos desviado un poco del tema verdaderamente importante, ¿eh?
-A este punto ya no importa -negué con la cabeza, tomando asiento al lado suyo-. De hecho quiero olvidarme de ello. Mejor... hablemos de ti.
-¿De mí...? -Levantó una ceja perplejo, no esperándose el rumbo que había tomado la conversación de pronto.
-¿No lo recuerdas? Me prometiste que me dirías cual fue la razón por la que te mandaron a un centro de menores...
Seth lanzó un largo suspiro y entrelazó ambas manos, bajando la mirada al suelo.
-No hay manera en que pueda contar esto sin dejar las partes malas así que te pido que me escuches hasta el final...
-No iba a interrumpirte de todas maneras -repuse de forma impertinente y con una leve sonrisa en la comisura de los labios.
-Cómo ya sabrás me internaron hace tres años. ¿La razón? Fue una noche en la que la mayoría de nuestro instituto fue invitado a una fiesta. Todos sabíamos la cantidad de problemas que se creaban en ese tipo de quedadas, pero en esos tiempos era un estúpido crío que no le tenía miedo a nada ni a nadie. No tenía por qué preocuparme por mí mismo y no perdería de vista a mi hermana en ningún momento. Eso es lo que pensé, pero luego de unos tragos y bailes, terminé distrayéndome de mi verdadero objetivo. Para cuando finalmente reaccioné, ya había sido demasiado tarde. Ese maldito hijo de puta casi había abusado sexûalmente de mi hermana, de la persona que más me importa. Ese fue el día en el que sentí el verdadero horror por primera vez en mi vida. Por lo que había estado a punto de pasar y por lo qué me esperaba después de la brutal paliza que le había metido a ese deshecho humano. Gustosamente habría acabado con su vida si no me lo hubiese impedido mi hermana...
De todas las posibles razones jamás hubiera imaginado algo como esto. Sus palabras... habían transmitido toda la frustración, el odio, la furia y la impotencia que guardaba dentro desde años. Todos lo habían condenado de ser un criminal, un rechazo social, sin tener la más remota idea de lo que había pasado en realidad. Nadie sabía de sus circunstancias y motivos. Incluído yo.
Entonces solo pude formular una pregunta en mi mente: ¿Por qué? ¿Por qué Seth y no el otro?
¿Cómo mierda podía ser él internado en un centro de menores y que ese maldito criminal quedara libre y tachado de víctima?
-Seth... Lo siento, de verdad... -Lo abracé, confortándolo. No importaba si nadie le creía. Su hermana y yo sabíamos la verdad y lo que realmente había pasado-. Siento que tu hermana y tú hayáis tenido que pasar por eso y por pensar lo peor de ti...
-No, tú tienes que perdonarme... Siento haberte decepcionado...
-¿Perdonarte? No tengo nada que perdonarte, Seth... En vez de decepcionarme no has hecho más que ganarte mi admiración...
Nunca hubo nada por lo que tuviera que perdonarte.
-Ah, mierda... si sigues diciendo esas cosas vas a acabar haciéndome lagrimear como un nenaza, Vicky... -Se separó de mí, abochornado.
-¿De verdad que era necesario el Vicky? -bufé.
-Absolutamente -sonrió de vuelta, picándome intencionalmente.
Suspiré, resignándome a sonreír. Cuánto había echado de menos estos momentos. Estar a solas conversando intímamente y sin secretos como hacíamos hace tres años...
A la mañana siguiente, Seth me acompañó a casa antes de irnos a clases, insistiendo en que no quería dejarme solo en caso de que me encontrara a mi padre. Yo mismo había admitido que también lo veía como un hermano mayor, pero estaba siendo demasiado sobreprotector para mi agrado...
Abrí la puerta de la casa fácilmente y sin necesidad de una llave. Mi padre se había olvidado de cerrarla como siempre cuando se emborrachaba. Y allí estaba él. Sentado en el sofá de la sala de estar. Se le notaba fatigado y mostraba unas enormes ojeras, dando a entender que no había pegado ojo en toda la noche. Y no estaba él solo. Sentado a su lado se encontraba Oliver vestido con su uniforme escolar.
Al mirar hacia arriba y comprobar que era yo, su expresión fue de lo menos esperado. Su mirada reflejaba alivio. Sin dejarme tiempo a pronunciar palabra alguna, este caminó hacia mí.
Esperándome lo peor, cerré los ojos con fuerza. Al dejar los segundos pasar y al ver que nada pasaba los volví a abrir. No me había golpeado...
Me había abrazado...
-¿P-Papá...?
-Lo lamento mucho, hijo... Sé que es difícil pero trata de perdonar al inútil de tu padre... No fue hasta anoche que recordé que tú y Oliver sois y siempre fuisteis lo más preciado e importante que tengo en esta vida y que no quiero perderos. No a vosotros también...
-No te preocupes... N-No nos perderás ni a mí ni a Oli... -Lo envolví con mis brazos, sintiendo a Oliver rodear mi pierna, queriendo unirse al abrazo.
-Quiero que sepas que no importa si te gustan las mujeres o los hombres, sigues y seguirás siendo mi hijo al que tanto quiero.
Gracias a Seth y a mi padre había conseguido recuperar toda la confianza en mí mismo. Ya no tenía porque tener miedo por ser quién era y por lo que podrían pensar de mí los demás. Porque las personas que mas quería me apoyaban y sentía que podía hacer cualquier cosa, cualquier locura.
Como gritarle a los cuatro vientos mi amor por Erik Hastings.
O incluso... al mismo Erik en persona, sin importarme las consecuencias.
-Hoy mismo luego de llevar a Oliver al colegio empezaré a buscar trabajo -Me informó, determinado. Estaba dispuesto a dejar su pasado atrás y a cambiar como persona-. Tened un buen día en el instituto los dos.
-Suerte a ti con tu próximo trabajo -Me despedí de él, sonriéndole con complicidad y sintiéndome orgulloso de él. De que fuera mi padre.
SETH
Las primeras horas de clase eventualmente llegaron a su fin, dando comienzo a la hora de receso. Nos encontrábamos todos reunidos en la mesa de siempre que quedaba dentro de la cafetería del instituto. El ambiente estaba tenso. Más de lo usual. Alex era el único que iniciaba un tema para conversar, aunque como solo hablaba él y a veces Elliot, la conversación moría a los segundos.
El principito ni se atrevía a tener contacto visual con Viktor. Y con lo orgulloso que era Viktor en vez de intentar arreglar las cosas entre ellos, lo empeoraba todo aún más al adoptar la misma actitud que él. Suspiré, sintiendo vergüenza ajena. Parecían una pareja de viejos casados. Unos muy cabezotas, cabía decir.
No pudiendo soportarlo por más tiempo, me levanté de súbito de la mesa, golpeándola con la palmas de mis manos, haciéndolos mirar en mi dirección involuntariamente.
-Esto ya sobrepasa los límites de la ridiculez, qué os habéis besado, joder. ¿No creéis que ya es hora de resolver vuestra eterna tensión sexual no resuelta? -logrando sacarles la reacción que esperaba, ambos enrojecieron al instante.
-¿C-Cuál tensión sexual no resuelta? -rió nervioso Erik.
-Oh, vamos, esa actitud de inocente no te pega nada, principito...
-N-No sé de lo que hablas, Seth... -continuó Viktor, negando con la cabeza repetidas veces.
Fastidiado, rodé los ojos y acto seguido lancé un resoplido, retirándome de la mesa. Esos dos simplemente no tenían remedio. Había tratado de ayudarles, dándoles un 'empujoncito', pero de nada serviría si no eran ellos los que daban el primer paso.
Saliendo fuera de la cafetería, caminé hacia la máquina expendedora que estaba situada al lado. Fue entonces que escuché los pasos acelerados de alguien que se acercaba en mi dirección.
-Seth.
Inserté la cantidad requerida para la bebida que había seleccionado y rápidamente me giré a mirar de quién se trataba.
-¿Elian? -pronuncié un tanto agitado al encontrármelo a él de entre todas las personas posibles.
-Ayer después de que terminara la fiesta de cumpleaños de Erik, ¿de qué hablasteis tú y Jake? -preguntó Elian, notándoselo confundido. ¿A qué venia esta pregunta?
-La reina del hielo tan intrusiva como siempre... -fingí una sonrisa ladeada, ocultando mi irritación -. ¿Por qué la curiosidad?
-¿No te has dado cuenta del inusual comportamiento de Jake? -señaló, tratándome de idiota inconscientemente -. Está muy callado y es raro viniendo de alguien cómo él que siempre está hablando hasta por los codos.
Por supuesto que me había dado cuenta, ¿pero qué tenía que ver yo en todo este asunto? ¿No era el mismo Jake quién se había marchado ayer tras Elian? En todo caso, yo tendría que estar cuestionando a Elian en este momento....
Claro... que yo no era tan patético como para hacer eso. Y más a mi edad.
-¿Por qué no sé lo preguntas a él? Obtendrías una mejor respuesta de esa forma... A menos que estés tratando de insinuar algo... -Mi expresión se tornó fría, sintiendo como la furia empezaba a apoderarse de mí.
-No sé, ¿por qué no me lo dices tú? -Me desafió, confirmando mis sospechas. Este cabrón... ¿Qué tipo de ideas turbias tenía metidas en la cabeza sobre mí? Por mucho que me pasara a veces de depravado, jamás sería capaz de hacerle algo a Jake sin su consentimiento.
-Hah -reí seco, metiéndole una patada a la máquina expendedora qué hasta ahora no había sacado la bebida. El cristal de la máquina se sacudió, causando que Elian diese un respingo de la sorpresa -. Pûta máquina... lo qué me faltaba.
Elian carraspeó, componiéndose nuevamente.
-¿Cuál era la necesidad de golpear la maquina? ¡Casi me matas del susto! -Me recriminó a gritos, llevándose una mano al pecho.
-La estúpida máquina se ha llevado mi dinero, ¿no te parece razón suficiente? -gruñí, asestándole una última patada al trasto inútil.
-No entiendo porque no compraste una bebida directamente de la cafetería...
¿Tal vez por qué no quería seguir estando allí dentro y veros la cara a los dos?
-¿Qué estáis haciendo aquí los dos solos? Y más importante aún... ¿¡Por qué la máquina expendedora está echando humos?!-Nos interrumpió de repente Jake, mirándonos incrédulo-. En realidad... no hace falta que respondáis. Ya me hago una idea. Dicho eso, ¿puedo hablar a solas contigo...?
Aparté mi mirada de ellos, dandóles la espalda y apreté los puños con fuerza, sintiendo una punzada en el pecho y que me costaba respirar. Mierda, odiaba esto. ¿Por qué me había tenido que fijar en Jake? Al principio solo me había interesado por él debido a su físico, pero... antes de darme cuenta había acabado pensado en él más de lo normal.
Y por mucho que me gustara no podía forzarle a qué sintiera lo mismo por mí. No era lo correcto.
No cuando él que le gustaba era Elian...
-Nos vemos-Se despidió Elian, para mi completa sorpresa -. Ya hablaremos después, Jake...
Me sentí patético por lo que acababa de pensar hace un momento. ¿Se había referido a mí? ¿Por qué querría hablar a solas conmigo? ¿¡Y por que diablos no me habia llamado por mi nombre!? Qué vergonzoso. ¡Había actuado como un maldito crío enamorado por primera vez en su vida!
-Vaya, Jake, no esperaba que me fueses a echar tan rápido de menos... -solté en un intento de disimular mi vergüenza.
-¡No seas idiota! -Me cortó, mirándome mal -. Solo quería preguntarte acerca de qué hablasteis tú y Elian. M-Me daba vergüenza preguntárselo a él personalmente...
Me entró un tic en la ceja. No sabía quiénes eran más frustrantes, si el principito y Viktor o Jake y Elian. ¿Por qué todos acudían a mí? ¿Es que acaso tenía un jodido cartel en la frente que ponía "El Asesor del Amor"?
-¿Quieres que te repita frase por frase lo que he hablado con Elian? ¿Me ves con cara de loro?
-Solo... hazlo -Se acercó más a mí, al principio vacilante, pero consiguiéndome arrinconarme contra la pared. Ya era la segunda vez que lo hacía. ¿Tanto le gustaba tenerme cerca?
Y no es que me quejara, pero... preferiría estar al control de la situación.
-¿En un lugar público, Jake? No te imaginé tan pervertidillo... -añadí, burlándome de él.
-Corta el rollo ya, hablo en serio -Se impacientó, su voz elevándose. ¿De verdad esperaba que me lo tomara en serio? ¿A un crío tan impulsivo como él? Estaba seguro que ni tenía idea de lo que estaba haciendo ahora mismo.
-¿Por qué debería tomarte en serio? Alguien que no tiene ni las pelotas para decirle al chico que le...
No pude continuar con la siguiente frase. Jake me agarró del brazo, llevando mi mano directo a su entrepierna. Abrí los ojos del asombro, tratando de entender lo que acababa de pasar. Vale, me había quedado muy claro que este chico sí que tenía pelotas. Literal y figurativamente.
-¿Estás seguro de eso? -replicó con una arrogancia que era extraña en él.
-Já, no te lo tengas creído. He tocado y probado mejores -culminé triunfante, bajándole esos aires de superioridad.
-E-Esa es información que definitivamente hubiese preferido quedarme sin saber... -salió de su estado de trance, mostrando una expresión de disgusto y alejándose de mí.
-Nunca está de más informarse de algo nuevo, Jakey... -amplié mi sonrisa, evitando reírme en su cara.
-No esa clase de información... -hizo enfásis en la palabra, sin mirarme a los ojos y con un leve sonrojo en una mejilla -. C-Cómo sea... regresemos con los demás. Falta poco para que empiece la siguiente clase.
Una pequeña sonrisa se me escapó de la comisura de los labios. Realmente prefería a este Jake que era tan fácil de picar...
VIKTOR
La clase de Educación Física había iniciado bajo el cargo y mando del profesor y entrenador Greene. Sí, el mismo excéntrico y peculiar, por no decir otra cosa, entrenador que había conocido cuando fui a ver el partido de Erik contra el instituto Walton.
Todo esto era gracias al profesor White que no había podido decidir mejor ocasión que tomar sus adelantadas vacaciones de Navidad esta misma semana. Y si eso fuera poco como Greene era el profesor del otro grupo de 2º, nos habían puesto a todos en una misma clase.
Y eso solo significaba una cosa: Más momentos incómodos con Erik. Qué vida más buena la mía, definitivamente no la cambiaría por la de nadie.
-¡Prestad atención, gusanos! Yo no soy el enclenque del profesor White, conmigo vais a practicar lo que es la verdadera gimnasia. ¡Balonmano, los cojônes! ¡Vais a hacer abdominales por quince minutos, jodidas bolas de sebo!
Arqueé una ceja, aturdido y con la boca entreabierta. ¿Desde cuándo la clase de gimnasia se había convertido en un campo de entrenamiento militar?
-P-Pero, ¿qué tiene de malo el balonmano? Es mi deporte favorito... -lloriqueó Alex.
-¡Menos hablar y más hacer abdominales, gusano! -Le llamó la atención Greene, haciendo sonar el silbato y también acabando con nuestros tímpanos en el proceso.
Greene procedió a seleccionarnos en pareja de dos para asistirnos y evitar que hiciéramos trampas al hacer las abdominales. Obviamente, este, no dudó ni un segundo en juntarme con Erik. No hace falta decir que me lo esperaba...
Erik se situó delante de mí, colocándose de rodillas y agarrándome de ambos pies, manteniéndolos firmes y sobre el suelo.
-Hey, ¿puedes abrirme más de piernas? Me cuesta hacerlo así... -No fue hasta que lo había soltado que me di cuenta de lo mal que había sonado eso. Dejando fluir mi imaginación, el rostro entero se me tiñó de un rojo carmesí. ¡Yo y mi maldita bocaza!
Erik quién también había pillado mi pequeño despiste, bajó la mirada apenado.
-¿Así? -Me abrió de piernas rápidamente y sin previo aviso.
-¡Ah! Pero, ¡no seas tan brusco! ¡No me abras con tanta fuerza, bestia! -Me quejé, lanzando un quejido de dolor.
-¡P-Perdona! -Se disculpó con las mejillas arrebatadas.
-¿Se puede saber qué es esto? ¿Una sesión de abdominales o un set de pornôgrafía gay? -cuestionó sin pudor alguno el entrenador Greene, examinándonos a los dos fijamente en una posición que se podía malinterpretar de las peores maneras.
-¡No, señor Greene, s-se equivoca! ¡S-Solamente estaba facilitándole la tarea a Viktor! -Se apresuró a aclarar nervioso Erik.
-Oh, muchacho, claro que estoy bromeando, no hace falta que me expliques nada -Se echó a reír Greene, proporcionándole una palmada en el hombro -. Tan solo asegúrate que sea en privado la próxima vez que le ''facilites la tarea'' a tu compañero.
-¡J-Juro que n-no es lo que piensa, señor Greene! -exclamé desesperado. En vano ya que Greene se marchó a supervisar a otros estudiantes antes de que pudiera escucharme -. ¡Todo esto es tu culpa! ¿¡No podrías haberme abierto de una manera más normal?!
-¡Si no dejas de gritar en vez de abrirte las piernas te cerraré esa jodida boca de niño malcriado que tienes!
-¿Ah, sí? ¡Atrévete si puedes, maldita gallina!-Le reté, levantándome de golpe -. ¡Yo no te abriré las piernas, si no el pûto cráneo!
-¿Gallina? -rió siniestramente para sí mismo Erik, quedándose a escasos centímetros de mi rostro -. Te demostraré de lo qué es capaz está ''gallina''...
-N-No es por nada, pero no creo que este sea el lugar y el momento indicado para acosarme sexûalmente.... -Le avisé, echándome para atrás lentamente.
-¿Entonces eso quiere decir que puedo hacerlo en otra ocasión? -preguntó descaradamente con una de sus sonrisas de engreído y relamiéndose los labios de una forma que odiaba admitir que me resultó jodidamente seductora...
-¡Y-Y una mierda! -Lo empujé con todas mis fuerzas, todavía temblando. Y no supe sí de la rabia o de sí otro tipo de calentura...
Erik chasqueó la lengua insatisfecho y se levantó del suelo. Pasados los quince minutos como lo acordado, Greene sonó nuevamente el silbato, ordenándonos que a continuación hiciéramos flexiones. Solté un suspiro aliviado, con la respiración todavía acelerada. Indirecta e irónicamente acababa de ser salvado por el entrenador Greene y su insufrible silbato.
Esperé paciente a que la última clase por el resto del día terminara y metiéndome un pequeño papel doblado en el bolsillo de mi blazer, caminé a la salida de la clase.
La clase de gimnasia me había hecho entender que no tenía sentido prolongar por más tiempo esta especie de guerra fría entre Erik y yo. ¿Cuál era el punto de nuestras innecesarias discusiones y peleas cuando sabía perfectamente cuales eran mis sentimientos? Me mataba por dentro ser ignorado por él, que no habláramos, que actuase como si no existiese...
¿Qué era lo que me impedía decirle lo mucho que lo quiero? ¿Mi orgullo? ¿Mi inevitable miedo a ser rechazado por él? Es posible... Pero, si no tomaba aquel riesgo, jamás llegaría a saber la verdad...
Lo que Erik siente por mí.
Y si esto seguía así por más tiempo, nunca podría olvidarme de Erik. Aunque pasaran los años, aunque esté con otra persona...
Porqué siempre me preguntaré: ¿Qué habría pasado si me hubiese confesado?
Por pequeña que fuera la probabilidad de que fuese un amor recíproco... no importaba. Estaba dispuesto a aceptar ese riesgo. Porque no iba a dejar que nadie se llevara a Erik de mi lado.
-Vik, ¿a dónde vas con tantas prisas? -Se interpuso en mi camino Alex, mostrándose preocupado -. Has estado callado todo el día y ahora ni siquiera te has despedido de nosotros...
-Tan solo voy a ir a hacer algo que tuve que hacer hace mucho tiempo...
No hubo necesidad de explicaciones. Elian me dedicó una pequeña sonrisa, indicándome que sabía cuáles eran mis intenciones. Alex, sin embargo, y para sorpresa de ninguno nos miró a los dos absolutamente confundido. No pude disimular mi risa. Típico de Alex...
Dejándolos atrás, corrí lo más rápido que pude, deseando llegar a tiempo. Al divisar su figura y rubia cabellera en la distancia, lo llamé por su nombre logrando captar su atención.
-¿Viktor?
Ahora que me encontraba parado en frente de él, me costaba formularle las palabras que tanto resonaban en mi cabeza. Se me dificultaba expresarle la cantidad de sentimientos que provocaba en mí. Lo llena que estaba mi mente de él día y noche y el delicioso sabor de su boca, recuerdo del que no me había podido deshacer por mucho que hubiese querido...
-¿T-Tienes planes para después de clases? -logré preguntarle, hecho un manojo de nervios.
Erik se quedó callado ante la inesperada pregunta. Y no le culpaba. No después de lo que había pasado en la clase de Educación Física y tras haber huido ayer sin explicación alguna como una inocente quinceañera después de tener su primer beso.
Lo peor de todo... es que sí había sido mi primer y único beso. Ugh...
-No...-Se limitó a responder, escéptico.
-Caminemos juntos a casa, entonces -decidí sin siquiera pedírselo, apartando la mirada de la suya-. Hay algo de lo que quiero hablarte...
Erik asintió, sin decir nada y los dos caminamos hasta la salida del instituto. Habíamos hecho esto varias veces y ahora, sin embargo, un silencio envolvía el ambiente. Un silencio impregnado de palabras reprimidas, anticipación y... resentimiento.
-Viktor... -tomó la primera palabra Erik -. He pensado mucho en esto y quiero disculparme por lo de anoche. Estoy consciente de que fue un error y...
Dejé de caminar y me posicioné delante de él. Entonces coloqué ambas manos en sus mejillas, dándoles un leve sopetón.
-¡Ni se te ocurra decir que fue un error! ¡No después de haber tenido el descaro de robarme mi p-primer beso!
Ese beso había sido lo mejor que me había pasado en la vida y no me gustaría que ninguno de los dos lo olvidáramos...
-Primero ... ''Ouch'' y segundo... ¿Qué? -manifestó su total desconcierto -. ¡Después de que te besara y escaparas como el jodido corremolinos me quedé pensando en lo peor! ¡Si es que hasta llegué a plantearme si tenía mal aliento!
-¡Pfft! ¿En serio pensaste que escapé debido a tu mal aliento? -solté una carcajada de lo absurdo y surrealista que sonaba aquello. Y más viniendo del mismísimo y 'perfecto' Erik Hastings.
-Se me estaban acabando las ideas, ¿vale? -excusó abochornado.
-El caso es que... no fue ni tu inexistente mal aliento ni que me disgustara el beso la razón por la que me fui así sin mas. -Disipé sus dudas-. Erik, necesito que sepas que no he sido del todo honesto contigo y que me arrepiento de mis acciones. Nada me gustaría más que regresar al pasado, pero naturalmente no puedo, así que aunque no valga mucho, quiero poder sincerarme contigo ahora. ¿Te suena de algo un tal ''tu primer enemigo''? ¿Ese tipo detestable, quién no solo una si no en repetidas ocasiones se ha encargado de enviarte su odio y desprecio en la forma de numerosas cartas? Creo que ya te habrás hecho una idea a este punto, pero sí, yo soy ese tipo detestable, Erik...
ERIK
Debería estar sorprendido, y es que en cierto punto, lo estaba, pero... mentiría si dijera que no se me había cruzado por la mente la idea de que Viktor posiblemente fuese la persona detrás de aquellas misteriosas cartas.
Su obvio desagrado por mí, el que él fuese el único que no me tratase como los demás, y las flores que me había mandado en la última carta felicitándome por mi cumpleaños no habían hecho más que respaldar aquella corazonada.
Se trataban de las mismas flores que le había regalado a Viktor cuando se hizo un esguince en el tobillo.
No había dicho ni una sola palabra desde que me había soltado aquella confesión, limitándome a examinar su pálido y delicado rostro qué reflejaba pánico e inquietud. ¿Por cuánto tiempo había estado guardándose esto? ¿Por qué? ¿Tenía miedo de mi reacción...? Pero, entonces eso significaba que...
Ah... Por fin lo comprendía...
¿Sientes lo mismo que yo por ti, no es verdad, Viktor...?
Mis labios se curvaron en una sonrisa boba. Maldita sea. ¿Qué era esta inmensa felicidad que me envolvía? El sólo saber que él también me quería era suficiente como para hacerme sentir el hombre más feliz de la tierra. Y sí, puede que sonase como una gran exageración, pero no había otra forma de describir como lo que sentía en este instante.
No estaba seguro de sí algo como el destino verdaderamente existiese, pero creía firmemente en que Viktor era la persona indicada. La persona con la que estaba destinado a estar para siempre.
-Probablemente... en el fondo siempre lo supe... -hablé finalmente-. Vuestras maneras de ser y de expresaros se asemejan increíblemente... Y en ocasiones hasta llegué a pensar que la cucara... d-digo que el tú de las cartas era adorable. Aunque hubieses demostrado una y otra vez lo mucho que me detestabas no podía evitar imaginarte como esta especie de animalito de bosque tiernamente malvado...
-Definitivamente eres un rarito...-dio varios pasos hacia atrás, sus mejillas cubiertas por un gran sonrojo -. Una completa paradoja...
-Nunca pude odiarte... Fuiste tú quién me abrió los ojos. Todo aquel tiempo había estado viviendo en mi propio mundo en el que tenía de todo y en el que todos me adoraban y aún así... siempre tuve esta persistente sensación de que algo fallaba. Qué de algún modo... me sentía vacío y que faltaba algo importante en mi vida-declaré, abriéndole mi corazón -. Todo lo que presumía tener era superficial. Relaciones superficiales, pertenencias superficiales... nada era genuino. Por culpa de mi ambición y mi obsesión por mantener a todos felices con mi reputación de chico ''perfecto'', terminé olvidándome de lo que es real y de mi yo real. El tú de las cartas no era alguien al que simplemente admiraba. Decías todas las cosas que yo quería decir libremente. Eras todo lo que yo, en realidad, deseaba ser. A pesar de ser irracional en muchas ocasiones, me gustabas. Bueno... me gustáis los dos... Realmente me alegro que acabaseis siendo la misma persona.
-Erik... nunca supe que te sintieras así... Lo siento mucho... soy un maldito idiota. Siento haberte hecho tanto daño... -Se mordió el labio inferior, frustrado.
-No tienes porqué disculparte. De hecho te lo agradezco... ¿Y es qué cómo podría estar molesto? La cucaracha estuvo todo este tiempo pensando en mí y esforzándose tanto en llamar mi atención de todas las formas posibles... qué adorable...-canturreé infantilmente, picándole y agarrándole de las muñecas, acercándome a él más de lo debido.
-¿C-Cómo que cucaracha?! ¡A-Alejáte y regresa a la cloaca asquerosa de la que has escapado!
-No actúes como si no te gustara esta cercanía, cucaracha pervertida...
-¡El único pervertido aquí eres tú, maldita y sucia rata! -exclamó, zafándose de mí y finalmente sacando un pequeño papel del bolsillo de la chaqueta de su uniforme.
-¿Y esto? -parpadeé varias veces, quedándome mirando el papel sin todavía abrir.
-¿Un papel? ¿Es que acaso no tienes ojos?-respondió Viktor, escupiendo su dosis diaria de sarcasmo-. Sólo... léelo.
Y así hice. Agarré el pequeño papel de entre sus manos, abriéndolo. ¿Acaso esta iba a ser una más de sus ingeniosas cartas? Reí para mis adentros.
''Querido: Erik Hastings ''
Quería escribirte una carta normal en la que te profesaría mi amor, pero ya sabes bien que no soy normal y que tampoco se me dan bien estas cosas. Es decir, qué asco. El amor y las parejas y las muestras de afección... Ew, ew. No sabes las arcadas que me han entrado al reeler lo que escribí. Te odio por esto. Bueno, no, que de ser así no te habría escrito esta cursilada. Por ti... haría cualquier cosa.
Tu radiante calidez y bondad que me ilumina cada vez que estamos juntos, consigue cambiar cualquier día nublado en uno soleado. Tú deslumbrante sonrisa que tanto amo y que siempre consigue acelerar mi corazón y despertar estúpidas mariposas en mi estómago, haciéndome sentir débil y frágil con solo una mirada de parte tuya.
Nunca ha habido alguien que me ha querido tanto como lo has hecho tú, qué me quieres por ser exactamente como soy, a pesar de mis defectos y errores.
De los constantes y estúpidos errores que cometo. Siempre que quiero tratarte bien y expresarte mi afección, acabo haciendo todo lo contrario. Y ni yo mismo entiendo porqué.
Si tuviera que elegirte a ti o al resto del mundo, les deseo lo mejor. Por qué no dudaría en mandar al mundo entero a la mierda y estar contigo. Sé que acabo de sonar como un villano y que seguramente me estés reprendiendo en tu cabeza por ello, pero...
¿Ya sabías eso, no?
Atentamente: Tu primer enemigo.
PD: Te quiero.
Fue algo mucho mejor que una simple carta...
-Yo también te quiero, Viktor Daniels... -susurré cerca de su oído, rodeando su cuello con mis brazos y depositando un pequeño y tierno beso en el lóbulo de su oreja.
Entonces, Viktor presionó torpemente sus labios contra los míos. Pude sentir la calidez de su beso, la ternura, la urgencia y el deseo impresos en este. Lo atraje hacía mi, sintiendo nuestros corazones que latían desbocadamente mientras nos perdíamos en aquel tan esperado y ansiado beso.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro