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Capítulo 15: "Mis verdaderos sentimientos"

Hola, satánicas y satánicos(?) ( ͡° ͜ʖ ͡°)/ Muchos os estáreis preguntando si esto es un milagro de nuevo año(?) ahre x'D

Y es que después de haberos hecho esperar tanto tiempo (No por gusto, eh), os debía un capítulo(?) Además no me costaba nada escribirlo porque es relativamente corto (Comparado con los capítulos usuales, por lo menos)

Corto, pero sé que valdrá mucho la pena ( ͡° ͜ʖ ͡°) (No os penséis cosas raras, eh (ಠ_ಠ) ) Y ya no digo más(?)

Espero que os guste :^)

*La foto del capítulo es de Seth (el primer crush de Viktor a los 13 años y también el que lo rechazó)

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VIKTOR

¿En dónde diablos me había metido? Por más que mirara a mí alrededor, era incapaz de reconocer el lugar en el que me hallaba o el motivo por el que estaba ahí. Lo más extraño de todo, es que no tenía recuerdo alguno de cómo había aparecido en aquel sitio.

Parpadeé varias veces para despejar mi vista borrosa y blanquecina y me obligué a levantarme del frío pavimento. Delante de mí no había más que un sinfín de pasillos blancos. Igual que en los hospitales, pero con la diferencia de que estos se encontraban completamente vacíos. Además de mí, no había nadie. Nadie ni nada.

Eché a correr lo más rápido que pude con la esperanza de poder llegar a esa luz resplandeciente al final de aquellos pasillos interminables, hasta qué no pudiendo más y con la respiración agitada, me dejé caer al suelo de rodillas. Esperé a que mi respiración se calmara y alcé mi mirada por un momento, encontrándome con la de alguien quién jamás me habría esperado.
Erik. Quién me sonreía y se mostraba aliviado por haberme encontrado.

-Por fin te encontré-Me envolvió entre sus brazos fuertemente, cómo si su intención fuese jamás soltarme.

-E-Erik, ¿qué estás haciendo? -cuestioné sin entender nada y tratando de zafarme de él.

-¿No estabas buscándome también? -añadió, dejándome sin saber qué decir.

-No... Yo estaba huyendo. Huyendo de este lugar...

-Querías alcanzar aquella luz al final de los pasillos, ¿no?

Fruncí el ceño. ¿A qué estaba tratando de llegar con todo esto?

-Si... -afirmé todavía confundido.

-Ese eras tú tratando de alcanzar tus sentimientos por mí -explicó con una pequeña sonrisa y tomándome del mentón.

-¿Sentimientos? ¿C-Cuales sentimientos? -balbuceé, soltando una risita nerviosa.

-¿Qué es lo que sientes por mí, Viktor? -susurró esto, aproximándose a mi rostro.

¿Qué es lo que siento por... Erik? Era difícil de describir... Yo sentía y había sentido muchas cosas por Erik. Angustia, odio, rabia, decepción, resentimiento, frustración, celos y... amor. Erik había provocado todo ese tipo de emociones dentro de mí.

En un principio aborrecía a Erik y lo único que quería era verle miserable. Pero, ¿por qué deseaba verlo desesperado y en la miseria con tanta necesidad? ¿Era quizá por envidia? ¿O porqué realmente me molestaba su falsedad e hipocresía?

Aunque ya nada de eso importaba... Ahora todo era diferente. Erik me había llegado a importar demasiado. Quería de su atención, lo quería a mi lado y lo quería a él...

Así es. Yo quería a...

-Erik... yo...

...

Abrí los ojos, encontrándome en el suelo. Todo parecía indicar a que me había despertado al caerme estrepitosamente de la cama. Qué curioso. Hacía mucho que no amanecía en suelo de esta manera y también hacía mucho que no recordaba mis sueños...

Y por una vez que lo hacía, ¿tenía que ser esta clase de sueño? Reí amargamente y agarré el edredón con el que estaba envuelto, dejándolo caer sobre mi enrojecido rostro.

Ayer me había preguntado a mí mismo que era lo que sentía respecto a Erik. Y creo que finalmente logré encontrar la respuesta que tanto buscaba. Esa respuesta oculta en mí desde hace tiempo qué me había negado ver. Hasta ahora...

Me levanté del suelo, al igual que en aquel sueño y en ese instante se escuchó la puerta de mi habitación abrirse. Era mi padre.
¿Qué hacía él aquí? Hacía años que no entraba a mí habitación...

-Viktor, ¿qué hacen las sábanas en el suelo? -Me reprendió, apuntándolas desde el umbral de la puerta-. Baja de una vez que vas a llegar tarde a clase.

-Lo sé. Voy a bajar ahora -afirmé con la cabeza -. ¿Alguna cosa más?

-¿Cómo que alguna cosa más? -reiteró, alzando una ceja y apretando los dientes.

-Me parece extraño que te hayas molestado en subir hasta mi habitación para decirme que voy a llegar tarde a clase -expresé dubitativo. Para él no había otra cosa más qué él mismo y el alcohol.

-No tienes de qué extrañarte... No es nada realmente... -esquivó, desviando su mirada de mí y cerrando la puerta de mi habitación. Y entonces caí en la cuenta. Hoy era el mismo día en el que mi madre perdió la vida en aquel nefasto accidente de tráfico. Fue desde entonces que mi padre ya no volvió a ser el mismo.

Así que de eso se trataba... Mi padre se sentía solo. A pesar de que no lo aceptara la echaba de menos... Menudo cabezota.

Aunque en ese aspecto ambos nos parecíamos. Heh.

Cubrí mis ojos con la mano, reteniendo las ganas de llorar y me dirigí al baño. Eché una rápida ojeada al espejo y me encontré a mi propio reflejo con los ojos empañados en lágrimas. Froté mis ojos, secándomelas y entré a la ducha, dejando que el agua fría opacara mi llanto y se llevara todas mis penas.

Cuando salí de la ducha, imperaba en el baño una niebla a causa de la humedad y la temperatura. Me sequé el cuerpo con una toalla y la enredé alrededor de mi cintura.

-Estoy bien. Todo va a estar bien -Me alenté a mí mismo en frente del espejo que acababa de desempañar.

Abandoné el baño y entré a mi habitación a vestirme. Teniendo la certeza que llevaba todo lo que necesitaba en la mochila, bajé las escaleras corriendo.

-¡Hasta luego! -exclamé, despidiéndome de mi padre.

-Hasta luego, Viktor -Se despidió él de vuelta desde el comedor mientras leía el periódico y desayunaba con Oliver.

Ahora que había salido de casa una gran cantidad de dudas invadieron mi mente. ¿Qué iba a decirle a Erik? ¿Le podía decir que lo quería? ¿Así sin más? ¿Después de todo lo que le había hecho? Él ni siquiera sabía que yo era su enemigo de las cartas...

Y también existía la posibilidad de que me rechazara. ¿Por qué quién me aseguraba qué iba a aceptar mi confesión cómo si nada? Especialmente sí era heterosexual...

Me mordí el labio inferior con fuerza. ¡Joder, esto era muy frustrante! ¿No se supone que detestaba a Erik? ¿Qué era mi enemigo proclamado? ¿Qué es lo que había ocurrido, entonces? ¿Dónde había quedado todo mi odio por él...?

¡Eso es! ¡A la mierda Erik! ¡No iba a gastar mi preciado tiempo pensado en él!

-Vik -Me sacó de mis pensamientos una voz familiar. ¿Erik? Automáticamente giré mi mirada hacia atrás para comprobar si era él.

-Oh... sí eres tú...-murmuré por lo bajo, decepcionado y haciendo pucheros.

-Me ofendes, Vik -Se hizo el dolido Seth, sonriendo burlón -. ¿Tanto te desanima que sea yo? ¿Acaso esperabas que fuese tu novio, el principito?

-¡Esa rata no es mi novio! -protesté colorado y alzando un puño al aire -. Y mucho menos me esperaba que fuera él...

Seth rodó los ojos ante mi mentira.

-Permíteme dudar eso... -agregó sarcástico. Temblando de la ira, le lancé mi mochila a la cara qué él agarró en el vuelo.

-Me has tirado tantas veces la mochila a la cara que ya ese viejo truco tuyo no funciona conmigo-declaró con una sonrisa triunfal, regresándome la mochila a las manos.

-¿Qué haces aquí? -demandé saber, rechinando los dientes.

-No hay necesidad de que uses ese tono agresivo. Vengo en son de paz -levantó las manos en el aire, mofándose todavía más de mí.

-¡Seth! -grité, impacientándome. Él suspiró despreocupado.

-¿Te acuerdas que una vez fuimos vecinos? Cuando salí del centro de menores, me mudé de vuelta a la misma casa.

-Pero, ¿cómo? Creí que cuando te arrestaron tus padres vendieron esa casa y se mudaron a otra...

-Y no te equivocas. Ahora yo soy el único que vive en esa casa.

-¿Solo? ¿Por qué? ¿Y cómo es que te arrestaron en primer lugar? Jamás me aclaraste eso...

Seth cómo tenía 18 años, era mayor de edad, pero todavía no era lo suficientemente maduro como para poder vivir solo. ¿Cómo es que sus padres pudieron permitirlo? Tenía entendido que Seth no era precisamente muy cercano con ellos, pero si con su hermana mayor. Esos dos eran inseparables y sabía que Seth haría lo que fuera por ella. Y ella por él.

-Es una larga historia... -Se llevó una mano a la nuca -. Prometo contártelo, pero no en esta ocasión.

Me lo quedé mirando suspicaz. ¿De verdad iba a contármelo o sólo quería rehuir del tema?

-De acuerdo -acepté, no teniendo de otra-, aunque sigo preguntándome lo mismo. ¿Qué haces aquí?

-Ya que volvemos a ser vecinos... para celebrarlo pensé que sería una buena idea que camináramos juntos al instituto.

-Una muy buena idea... -musité con ironía, rodando yo los ojos esta vez.

-¿De verdad sigues guardándome resentimiento por lo que pasó hace tres años? -Me recriminó incrédulo.

-¿Acaso puedes culparme? ¡Fuiste la primera persona que me gustó y cuando me confesé ni siquiera te tomaste en serio mis sentimientos! ¡Te burlaste de mí! -Le acusé, gruñendo entre dientes y clavándole el dedo índice en el pecho.

-Ya te expliqué que fue porque te consideraba como mi hermanito pequeño... -Me miró dolido. ¿Así que hasta Seth podía llevar ese tipo de expresión en su rostro?

-Lo qué tú digas -Lo ignoré, cruzándome de brazos y adelantándome -. No quiero llegar tarde a clase por tu culpa así que muévete.

-Veo que finalmente has cedido -señaló satisfecho, siguiéndome por detrás.

-No he cedido -dejé claro, dedicándole un gesto hosco -. Y aprovechando que te has cruzado en mi camino... quisiera preguntarte algo....

-¿Qué?

-¿Cuáles son tus intenciones con Jake?

-¿Jake? ¿Aquel lindo pelirrojo? ¿Por qué lo preguntas? No tengo ningunas intenciones. Me atrae, eso es todo -Se encogió de hombros con una sonrisita traviesa.

-Te advierto que te alejes de él. No le interesas.

-¿Ah, sí? ¿Y quién le interesa según tú, entonces? -interrogó, mirándome con el semblante serio.

-No es de tu incumbencia-sentencié, sonriéndole malicioso. Seth detuvo su caminata abruptamente y se le levantó una ceja en un tic.

-Quién es, Viktor...

-No te lo diré... ¡Jamás te lo diré! -canturreé divertido, huyendo de él.

-¡Regresa aquí, Vicky! -gritó fastidiado Seth, corriendo detrás de mí.

Desafortunadamente para él, justo cuando estaba a punto de atraparme, ya habíamos llegado al instituto. Le mandé una sonrisa victoriosa y entré al instituto, dejándolo ahí fuera recuperando el aliento.
Me puse a deambular por los pasillos, buscando mi clase y de entre toda la multitud de gente que había, choqué con la persona que menos deseaba ver.

-Elliot... menuda casualidad o debería decir, ¿maldita casualidad? -rectifiqué al último momento, esbozando una sonrisa de menosprecio.

-No tengo tiempo para ti, Viktor-Me pidió apartarme, notándoselo nervioso -. ¡Erik me necesita!

Lo miré raro. ¿De qué estaba hablando? ¿Cómo que Erik lo necesitaba?

-¿Cómo va a necesitar Erik un bicharraco como tú? -me burlé, aguantándome la risa.

-Erik no va a asistir a clases hoy. Jake me informó de ello.

¿Erik no había venido al instituto? ¿Cómo era eso posible? Desde el comienzo del curso jamás había faltado ni un solo día a clase.

-¿Se encuentra enfermo? -inquirí, inquietándome.

-¡Gravemente enfermo! Su hermano pequeño tenía gripe y al parecer acabó contagiándole...

-¿Y por qué tienes tanta prisa? ¿Qué tienes pensado hacer?

-¡Ir a visitarlo, por supuesto! ¡No puedo dejarle solo en un momento como este! -soltó con una gran determinación Elliot.

-¡De acuerdo, ya me quedó claro! ¡Cállate de una vez! ¡Pareces una jodida mosca rezumbando en mis oídos! -Le ordené, lanzando un bufido. Elliot tragó saliva y asintió numerosas veces con la cabeza, temblando como una hoja.

¡Estaba que echaba humos de la rabia! ¿¡Quién se creía que era este insecto!? ¿Solo conocía a Erik de un día y ya se creía su mejor amigo? ¿¡Con qué derecho iba a ir a visitarle a su casa!?

-B-Bueno, si me disculpas ya me voy-Se alejó de mí, ajustándose las gafas y caminando en dirección contraria.

-Quieto, ahí -Lo agarré de su blazer azul marino -. No creas que voy a dejarte ir solo a la casa de Erik.

-¿Qué asuntos tienes tú en su casa? Que yo sepa, a ti él no te cae nada bien...

-Eso a ti no te importa. Voy a acompañarte para cerciorarme de que no vas a hacer nada raro -espeté. ¡Ni loco iba a dejarle a ese mosquito muerto la oportunidad de quedarse a solas con Erik! ¡Seguro que lo engatusaría con palabras acarameladas y con su sonrisa de bobo!

-¿R-Raro? ¿Q-Qué cosa rara se supone que voy a hacer? -titubeó inocentemente.

-Q-Quién sabe qué cosas raras podrás hacer... Es por eso mismo que tendré que vigilarte... -excusé vagamente.

-Qué remedio... -lanzó un suspiro resignado Elliot -. Aunque antes de ir a su casa tengo que pasar por la floristería.

-¿Floristería? ¿Para qué? ¿Para hacerle una ofrenda a tu dios? -Me mofé, haciendo mohín.

-Al menos yo sí tengo la decencia de regalarle algo -lanzó una indirecta, irritándome aún más.

-Yo no necesito regalos para alegrar a Erik, bicho insolente. Mi presencia ya es más que un regalo para él -presumí arrogantemente, llevándome una mano al pecho.

-¿Y de qué sirve todo eso sino haces más que tratarlo mal? -contraatacó con la voz quebrada.

-¡Cierra la puta boca! -Lo acallé, sabiendo que en el fondo Elliot tenía razón. Y la verdad siempre dolía...

Él manteniéndose impasible, retomó su camino y yo me quedé siguiéndole por detrás, sin desperdiciar la oportunidad de fulminarle con la mirada unas cuantas veces. Abandonamos el instituto y los dos pusimos rumbo a la casa de Erik. Sin embargo, antes, nos detuvimos en una pequeña floristería que quedaba de paso.
Elliot se puso a observar maravillado todas las flores en venta y las que adornaban el lugar. Había todo tipo de flores y de todos los colores y tamaños. Incluso había rosas azules que desde siempre me habían fascinado por mucho que ese no fuese su verdadero color.

-Un ramo de flores, por favor -pidió a la florista emocionadísimo Elliot.

-¿Para qué ocasión sería el ramo?

-Es para un amigo que se encuentra enfermo -contestó descaradamente y con una sonrisita. ¿Amigo? ¿¡Cual amigo?! ¡Si lo acababas de conocer ayer!

¡Erik era mío! ¡Mi amigo! ¡Mi enemigo! ¡Y mi todo!

-¡Oh, entonces este ramo sería perfecto! -le entregó un ramo de margaritas amarillas, girasoles y crisantemos. El mismo ramo de flores que Erik me había regalado a mí aquella vez... Apreté los puños con fuerza. ¡Maldita sea! ¡No me gustaba nada esto!

No me gustaba... pero no podía hacer nada al respecto porque en realidad Erik no era mío. No era nada mío. Y yo no era suyo.

No tenía derecho a hacer nada.

-¿Sucede algo, Viktor? -preguntó Elliot mientras pagaba a la florista.

-No pasa absolutamente nada... -respondí con ademan inexpresivo y apartando mi mirada a otro lado. Ni en broma iba a mostrarle ese bicharraco inmundo que lo del ramo me había afectado.

-Cómo tú digas...

* * *

Tras pagar por las flores nos presentamos en la puerta principal de la casa de Erik. Elliot quién apenas podía mantenerse en pie con ese ramo de flores más grande que él, me apartó del camino y tocó la puerta con cierta violencia e insistencia.

-¡Ya voy! -La dueña de aquella voz nos abrió la puerta, invitándonos a pasar a dentro -. ¿Sois amigos de Erik, no? ¡Bienvenidos, esta es vuestra casa!

-¡Muchas gracias, señora Hastings! -agradeció de lo más falso y todo sonrisas Elliot, provocándome una mueca de disgusto además de arcadas.

-Gracias... ¿Dónde está Erik? -procedí a preguntar, entrando a la casa.

-Está en su habitación, pimpollo -repuso con una gran sonrisa. Sentí unos escalofríos recorrer mi cuerpo. ¿C-Cómo qué pimpollo? -. Oh, ahora que lo recuerdo... ¡Tú eres el amigo de Erik de la otra vez! ¡No sabes cuánto me ha contado Erik sobre ti!

Fruncí el ceño ligeramente desconcertado. ¿Erik le había contado sobre mí? ¿A su madre? ¿Por qué...? ¿Y de qué?

-Eh... ¿Q-Qué es lo que te ha contado Erik sobre...?

-¡Vamos! -Me agarró del brazo Elliot, interrumpiéndome y arrastrándome escaleras arriba.

-No sé si te has fijado, pero estaba manteniendo una conversación -Le reclamé sarcástico.

-No hemos venido para que mantengas una conversación. ¿Solo estás aquí para poder vigilarme, no es cierto? -Me recordó, desafiándome con una sonrisa impertinente. Bufé, liberando mi brazo de manera brusca.

Elliot me miró mal y corrió disparado al cuarto de Erik. Me apresuré a entrar yo también y mi sorpresa fue tal cuando observé a Erik reposando en su cama. Tenía la frente cubierta de sudor y hasta estaba tiritando.

Sentí un dolor punzante en el pecho. Aquel mismo Erik se veía tan... frágil y vulnerable. No podía creer lo que iba a decir, pero... me desgarraba el alma verle así.

-¡Erik! -Lo llamó Elliot en cuánto comenzó a recuperar la consciencia -. ¡Estas flores son...!

Antes de que completara su oración, le arrebaté el ramo de flores de las manos, entregándoselo a Erik quién se mostró sorprendido.

-¿E-Esto es para mí? -masculló conmovido y sin poder creerlo.

-Te lo debía -Una sonrisa de complicidad se dibujó en mis labios.

-Perdona, pero ese ramo de.... -carraspeó Elliot.

-¡Nada! -Le corté, sonriendo forzado -. ¿Por qué no vas abajo y le preparas algo a Erik? Seguramente no habrá comido nada en todo el día y tendrá hambre.

-¡T-Tienes razón! ¡Ahora vuelvo, Erik! -coincidió, saliendo rápidamente de la habitación.

Suspiré lleno de alivio. Hasta que por fin me había deshecho de ese estorbo. Finalmente estábamos solos...

-¿Qué haces aquí, Viktor? ¿Viniste a ver cómo me encontraba? -preguntó con una de sus sonrisas deslumbradoras.

-B-Bueno, en realidad fue idea del bich... digo de Elliot... -balbuceé, sintiendo la necesidad de justificarme.

-Te has saltado las clases por mi culpa... Lo siento -Se disculpó, tomándome de la mano.

-¡N-No tienes de qué disculparte, en serio! -Le reste importancia, alarmándome por su repentina acción-. A-Además, tenía matemáticas, así que no es que me arrepienta mucho de haberme escapado...

-Ya veo... -lanzó una pequeña carcajada -. Realmente me alegro de que estés aquí... ¿Seguro que esto no es un sueño?

-No lo es -Le aseguré, colocándome de cuclillas y poniendo una mano sobre su frente, notando que su frente estaba ardiendo -. Voy a ir por una toalla fría, ahora vuelvo.

-No, espera, por favor... no te vayas... -Me detuvo, volviendo a tomarme la mano. Me giré en su dirección y cruzamos miradas. Erik llevaba puesta una expresión casi dulce, enternecida. Sentí de inmediato mi corazón acelerarse. ¿Era a mí a quién miraba de esa forma tan intensa o eran simples delirios de la fiebre...?

-No te preocupes, voy a quedarme a tu lado -traté de tranquilizarlo, quedándome cerca de él y de rodillas mientras acariciaba su frente. A los pocos minutos, Erik, dejó de hablar y cerró los ojos. Se había dormido.

Tenía que irme ahora. Sí me quedaba un solo minuto más, no sabía de qué sería capaz...
Mi cuerpo, sin embargo, se movió por sí solo, inclinándose hacia él y antes de que pudiera impedirlo ya estaba a escasos centímetros de distancia de sus labios. El deseo de besarlo se hacía cada vez más intenso. Quería besarlo. Y quería que él me besara.

-¡Erik, ya he vuelto! -abrió la puerta de súbito Elliot, haciéndome sobresaltar y levantarme de golpe del suelo.

-¿T-Tan pronto? -¡Maldito bicharraco! ¿No podrías haber esperado un minuto o unos dos por lo menos?

-Su madre ya estaba preparándole algo así que no hice más que traer el plato -explicó Elliot, dejando la bandeja con la comida sobre la mesilla de noche de Erik.

-Ajá... -Me cruce de brazos, asesinándolo con la mirada.

-Creo que es mejor si nos vamos ya y le dejamos descansar... -murmuró, observándolo dormir.

-¡B-Buenísima idea! -concordé, riéndome nervioso.

-Oye... ¿Te pasa algo? Desde que he entrado en la habitación te he notado raro... -señaló escéptico Elliot, arqueando un ceja.

-C-Claro que no me pasa nada... -insistí, bajando mi mirada ruborizada al suelo -. Y aunque me pasara algo, no es de tu interés.

Elliot no respondió. En su lugar soltó un suspiro y abandonó la habitación luego de mí. Nos despedimos de su madre y los dos caminamos en silencio hasta llegar al instituto. Y en medio de todo ese silencio, finalmente reaccioné.

¿¡Qué diablos había sido eso?! ¿¡Cómo podía haber estado a punto de besar a la rata de Erik?! ¡Qué asco! ¿¡Acaso había perdido la cabeza?! Sí bien era cierto que Erik me gustaba, era tan solo recientemente que me había dado cuenta de mis sentimientos. ¡Tenía que controlarme un poco!

Porque no quería ser rechazado nuevamente. Y especialmente por Erik.

Sí Erik me empezara a mirar con aversión, sí quisiera estar alejado de mí o si me llegase a odiar... Aquello sería un golpe duro para mí del que creo que nunca podré recuperarme...

Porque jamás lo odié. Jamás lo quise ver sufrir. Lo único que siempre quise fue que mis sentimientos fueran correspondidos y que se diera cuenta de quién era ese chico qué desde siempre lo había estado observando y anhelando desde la distancia...

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