Capítulo 13: ''Es odio, definitivamente es odio''
Jajajaja *ríe para no llorar(?)* ( ͡°; ͜ʖ; ͡°)Después de siglos y siglos sin subir nada y sin conectarme a Wattfap, digo Wattpad, por fin publico el capítulo 13 de ''Acosador''. Capítulo que habría SUBIDO MUCHO ANTES. Y con mucho antes me refiero al mes pasado(?) si no fuera por mi College. Así que sí quereis descargar vuestra furia en mí, mejor hacedlo en mis profesores(?) Este año apenas tengo tiempo para nada (Hasta para respirar).
Por suerte he adelantado mi trabajo y es por eso que finalmente pude escribir el capítulo este fin de semana.
Jelp. Me he vuelto un Satán de las cavernas (?) ( ͡°; ͜ʖ; ͡°) x'DD
No podré actualizar tan a seguido, pero haré lo posible por subir lo antes que pueda.
Dejando los motivos de mi tardanza de lado, este capítulo es uno de mis favoritos. Y por sorprenderte que parezca, esta es una de las pocas veces en las que no tengo queja alguna del capítulo. Me parece que ha quedado bastante bien. Satán approves (?) *sube un pulgar arriba*
Espero que os guste (~ ͡° ͜ʖ ͡°)~
-La foto del capítulo es de Jake y Elian. Dedicado a sus fanses ( ͡° ͜ʖ ͡°) (Nota: Apuesto la alma que no tengo a que alguien dira que parecen ukes. Pero... ¡Sorpresa, sorpresa! ¡Hay una explicación! ( ͡° ͜ʖ ͡°)つ━☆・*。 Los personajes de esta historia tienen 15 años solamente, así que sí... Ya se ''sememizarán'' (khé) los semes de la historia con el tiempo(?))
-La canción del capítulo es ''You are the one'' de ''Shiny Toy Guns''. Escribí el capítulo mientras escuchaba la canción (Y otras cuantas...) y pienso que queda muy bien con Erik y Viktor. Recomiendo mucho que la escuchen mientras leen el capítulo.
-------------------------------
VIKTOR
Desperté a primera hora de la mañana por el sonido del timbre de la puerta.
Bufando, deslicé por debajo del edredón mi mano hasta la mesilla de noche y agarré el despertador, aguantando las ganas de arrojarlo por la ventana o las ganas de tirarlo a la cabeza de Erik.
Eran exactamente las 7 a.m. de un sábado. ¿Quién en su sano juicio venía a visitar a alguien un fin de semana tan temprano? Dejé el despertador dónde estaba y bufé una vez más, aferrándome y hundiendo mi rostro en la almohada.
-No creo que importe mucho si no voy a abrir la puerta. La persona eventualmente se cansará y se marchará por dónde ha venido...
Para mi desgracia, la persona continuó tocando el timbre insistentemente y sin cesar durante lo que pareció una eternidad.
-¡Maldita sea! -vociferé, perdiendo los estribos y reincorporándome sobre la cama de golpe -. ¿¡Quién es el pedazo de gilipollas que no para de tocar el timbre?!
Enfurecido, lancé la almohada al suelo y me levanté de la cama a regañadientes, dirigiéndome hacia el piso inferior. Estaba que me moría por descubrir quién era el puto pesado que había irrumpido mi sueño.
¡Ni siquiera había dormido bien ayer! Me había quedado toda la noche escribiendo una carta para Erik. Aunque, ¿por qué gastaría mis preciadas horas de sueño en la rata de Erik? Sí, ni yo mismo lo entendía.
Tal vez porque por alguna razón no había podido dejar de pensar en él toda la noche...
Terminé de bajar las escaleras y caminé hacia la puerta, agarrando la manilla de esta. Lo que no esperé fue descubrir quién era la persona que se encontraba en la entrada de la casa. Justo delante de mí se hallaba el motivo y el causante de mi noche de insomnio. Erik Hastings.
Tuve que parpadear varias veces e incluso pellizcarme para convencerme a mí mismo que esto era real y no un producto de mi imaginación digno de estar en mis pesadillas.
-¡Hol...! -agitó su mano con una enorme sonrisa. Antes de que Erik completara su ''Hola'', cerré la puerta en sus narices, literalmente, de un portazo.
Qué diablos... ¿¡Qué diablos hacía Erik en la puerta de mi casa un fin de semana a las 7 de la mañana?! O mejor dicho... ¡¿Quién diablos se presentaba a la casa de alguien sin previo aviso y tan jodidamente temprano?! Respiré hondo, tratando de mantener la cama y volví a abrir la puerta dispuesto a exigirle respuestas.
-¡Viktor! Creí que no me volverías a abrir la puerta... -indicó con una pequeña risa aliviado.
-Créeme... yo tampoco... -lo miré mal, sonriendo sarcástico para mí mismo -. ¿Me podrías explicar que haces aquí?
-¡Sorpresa! -sacó un ramo de flores que había estado escondiendo por detrás, sobresaltándome. Eran margaritas amarillas, girasoles y crisantemos -. He venido a ver cómo estabas y también porque...
¿Sorpresa? Reí levemente. Tú sí que vas a morir de la sorpresa cuando te ahogue en el jarrón de flores que hay en el salón, Erik...
-¿Viktor? -preguntó por mí, frunciendo el ceño.
-Eh... si... perdón estaba pensando en algo, ¿qué ocurre? -disimulé carraspeando y tomando el ramo de flores de entre sus manos.
-Nada, prefiero que sea una sorpresa -lanzó una sonrisa inocente. Hice mueca. Este de inocente no tenía nada.
-Odio las sorpresas.
Y también te odio a ti.
-Es una pena -contestó cínicamente, claramente importándole una mierda lo que yo pensara.
-¿Has venido hasta aquí para secuestrarme o qué? -bromeé sin muchas ganas.
-Si lo pones de ese modo... -rió nervioso, poniendo una cara de cachorro abandonado que ni siquiera yo pude resistir -. Lo siento, tendría que habértelo aclarado mucho antes... como me debes un favor por lo de ayer, pensé en invitarte a salir a un lugar.
¡¿Este cabeza de alcornoque no se daba cuenta que todavía estaba cojeando y que por lo tanto no podía salir a ninguna parte?! Mucho menos con él...
¿Y por qué quería salir conmigo, de todas formas? ¿Era estúpido o qué? No, definitivamente era estúpido, pero... tenía la oportunidad de pedirme cualquier favor, ¿así que porque ese?
Me mordí el labio inferior, guardándome todos los insultos que tenía reservados para él y tras pensármelo mucho me resigné, aceptando salir con él. Tenía que admitir que por mucho que no soportara a Erik, estaba algo curioso e incluso ansioso por saber a dónde me llevaría.
Pedí que Erik me esperara fuera y entré con prisas a casa, encontrándome a mi padre quién aparentemente terminaba de despertar.
-Buenos días.
-B-Buenos días...-lo saludé sorprendido. ¿Qué hacía a estas horas levantado? Aunque bueno, no me extrañaría para nada que Erik hubiese despertado al vecindario entero por la cantidad de veces que había tocado el timbre. Es más, juraría que todavía podía escuchar aquel molesto sonido resonando en mis oídos.
-¿A dónde vas con tantas prisas?
-Voy a salir.
-¿A esta hora? -interrogó escéptico, encendiendo un cigarrillo y llevándoselo a la boca.
-Sí, con un... amigo...
Si es que se le podía llamar amigo...
Mi padre, sin embargo, no respondió.
-¿Y esas flores? -señalo el ramo que había estado intentando ocultar -. ¿Desde cuándo los amigos se regalan flores?
-Es porque me torcí el tobillo... No es más que un regalo de cortesía para que me mejore.
-Si fuera una chica la que te lo hubiese regalado lo entendería... ¿Pero que un amigo te regale un ramo de flores? Eso es de maricones, hijo... -sentenció con aspereza y sin rastro de burla en su rostro. Lo había dicho totalmente inexpresivo y eso lo hacía aún más inquietante...
-Supongo... -forcé una sonrisa casi perceptible, sintiendo un dolor punzante en el pecho.
Me pregunto cuál sería tu reacción si te dijera que tu hijo es verdaderamente un maricón, querido padre...
-Haz el favor y tira eso a la basura... -No podía creerlo. ¿Era en serio? Incluso tratándose de mi padre esto era demasiado...
Tragué saliva y lleno de remordimiento eché el ramo de flores que me había regalado Erik al cubo de basura, sintiendo como el dolor en mi pecho había incrementado considerablemente.
Aunque se tratase de Erik no podía evitar sentirme de esta manera.
Sin atreverme ni tampoco queriendo dirigirle la mirada o la palabra, subí las escaleras hacia mi habitación lo más rápido que pude a pesar del esguince que tenía. Ahora más que nunca quería salir lo antes posible de esta casa. Quería alejarme, huir de aquel hombre que se hacía llamar mi padre.
Escogí la primera prenda que avisté dentro del armario y terminé de vestirme. Una vez que bajé las escaleras, abrí la puerta principal para salir.
Lo último que escuché fue a mi padre despedirse de mí en un tono frío. Como si estuviera obligado a hacerlo. Como si no le importase lo más mínimo lo que hiciera.
Apoyé mi espalda en la puerta y dejé escapar un susurro de alivio. Sí. Por muy increíble que sonase, estar con Erik por más de cinco minutos era menos desagradable que estar encerrado en esa casa con mi padre.
Aunque... creo que no tendría que haberme sentido aliviado tan rápido...
Giré mi mirada de un lado para otro, pero no había rastro de Erik. Era como si se hubiese esfumado. ¿Acaso lo habían abducido unos ovnis que iban de paso? Bueno, realísticamente hablando, aquello era imposible. Sin embargo, de ser cierto esos ovnis le habrían hecho un gran favor a la sociedad, deshaciéndose de él.
Pobres aliens cuando a la hora de diseccionarlo no encuentren su cerebro...
Pero... ¿Realmente se había ido sin decirme nada? ¿Después de plantarse en la puerta de mí casa e invitarme a salir? Reí agriamente. Sabía que no podía confíar en él. No comprendía cómo podía haber sido tan idiota al aceptar su invitación...
Justo cuando estaba a punto de mandar todo esto a la mierda, a Erik incluído, y entrar nuevamente a mi casa a recuperar mis horas perdidas de sueño, logré escuchar a alguien llamarme por mi nombre.
Automáticamente giré la mirada hacia dónde me había parecido escuchar su voz. Era Erik. Tal y cómo pensaba.
Y por las pintas que traía parecía haber hecho una maratón.
-¿A dónde fuiste? -demandé saber. Bajando la mirada un poco, comprobé que traía dos helados consigo. Uno casi por terminar y otro que estaba prácticamente derretido el cual había empapado sus dedos y el resto de su mano -. Fuiste... ¿A comprar helados?
-Si -asintió cómo si nada con una sonrisa ladeada Erik, entregándome el helado derretido. ¿Quién diablos ofrecía un helado derretido? -. No has desayunado nada, ¿verdad? Además, hoy hace mucho calor.
-Pues si no he desayunado es porque cierta persona se presentó en mi casa a las 7 de la mañana -le recriminé, apartando su mano con un mohín -. Gracias por la intención, pero no creo que un helado que más bien parece un zumo me vaya a refrescar.
Por lo visto acababa de darse cuenta que el helado estaba derretido, porque inmediatamente bajó la mirada a este, abriendo la boca sorprendido.
-¡Oh, joder...! Lo siento, no me había dado cuenta -Se disculpó con vehemencia Erik, tirando el helado al suelo. O al menos lo que quedaba de el.
-¡Hey, ten más cuidado! ¡Me has salpicado encima! -le reclamé tras soltar un bufido. Dejando de lado el líquido pegajoso del helado, llevaba una camiseta negra así que la mancha no se notaría mucho. Probablemente...
-Lo siento...-Lo escuché decir una vez más, sacando un pañuelo del bolsillo del pantalón y secándome la mancha de helado de la camiseta -. No entiendo porque, pero siempre que estoy contigo hago algo o digo algo que no tendría que haber hecho.
-Eso es porque estás acostumbrado a que todos te traten como un dios y a que todos quieran arrancarte los calzoncillos. Todo lo que dices o haces forma parte de su sagrada religión de ''Amamos a Erik el gili... -Me interrumpí a mí mismo. Estaba yendo demasiado lejos y no quería levantar sospechas...
-Tal vez tengas razón -dejó escapar una pequeña risa para mi asombro. Incorrecto, tenía razón. -. ¿Así que arrancarme los calzoncillos, eh? ¿Eso quiere decir que me consideras atractivo? -inquirió con una sonrisa asquerosamente arrogante.
-¿Q-Qué? -solté embobado. ¡Esa rata de Erik me había tomado completamente por sorpresa con esa pregunta! -. ¿Se puede saber cuándo he dicho algo parecido? Nunca. Exacto.
-Qué hostil, Daniels -Me acusó y acto seguido comenzó a reírse.
-¿Acabas de llamarme por mi apellido? -cuestioné incrédulo. ¿Cómo había descubierto que me apellidaba así, de todas maneras?
-Sí, tienes algún problema con eso, ¿Daniels? -Me siguió picando con una sonrisa juguetona, acercándose a mí rostro.
-Mejor muévete antes de que yo te obligue a patadas... -lo amenacé, lanzándole miradas asesinas.
-R-Realmente... te ves como una ardilla enojada en este momento -puntualizó muerto de la risa -. Ten, ¿qué tal si te calmas un poco probando de mi helado? -me ofreció, acercándolo a mis labios y dándole una lamida mientras me miraba directamente a los ojos. Inmediatamente sentí el calor subir por mis mejillas.
Era por el sol. ¡Era el sol, no podía ser otra cosa!
-¡V-Vete a la mierda, Erik! -Le grité enfurecido y rojo de la vergüenza, obligándole a caminar de un empujón.
* * *
-Erik... no te sí te has olvidado, pero es sábado. Es fin de semana y por lo tanto no hay clases. ¿Me puedes explicar porque rayos hemos venido al instituto? -cuestioné, sintiendo un tic en la ceja. Oficialmente había perdido la paciencia con este tío.
Erik no hizo más que reír en respuesta, irritándome aún más.
-¡No es lo que parece! -trató de aclarar -. Siento haberlo mantenido una sorpresa todo este tiempo... aunque, bueno, este evento es uno de los más esperados del instituto Blackwell por lo que pensé que quizá estarías enterado.
-¿Enterado de qué? -arqueé una ceja totalmente perdido.
-Hoy nuestro equipo compite contra el instituto Walton -explicó Erik.
-¿Tu equipo de fútbol? ¿El de nuestro instituto?-quise asegurarme, sintiéndome como un bobo. ¿Cómo es que no estaba enterado?
Bueno, en realidad, recuerdo a Alex haberlo mencionado en algún momento. Aunque como nunca había sido un gran fan del fútbol, no le había prestado mucha atención y seguramente me olvidé de ello. Todavía más cuando el capitán del equipo era Erik.
-Si... -se rascó la nuca nervioso -. Quería que vinieses a mi partido y me animaras...
Sentí mis mejillas enrojecerse. Woah, espera un momento... eso sonaba... ¿Eso no sonaba un poco extraño? Lo decía cómo si me tratase de su... ¡No! ¡Claro que no! ¡Absolutamente no!
-No tengo ni idea sobre fútbol...-excusé, mirándolo raro-. ¿Además que más da que esté yo entre la audiencia? Igualmente todos sabemos qué tú equipo ganará.
Después de todo eres el ''perfecto'' de Erik Hastings...
-No lo entiendes... yo... quiero que estés ahí. Si no estás tú, entonces yo... -susurro, dirigiéndome una mirada que no supe definir con exactitud. Una mirada que hizo que mi corazón se acelerara por breves segundos.
-¡D-De acuerdo, puedes parar! -Lo interrumpí, apartando la mirada antes de que la situación se tornara más incómoda.
-¡Genial, gracias! -sonrió triunfante Erik, agarrándome de ambas manos. ¿Por qué me estás agradeciendo maldito rarito? Y más importante aún... ¿¡Por qué la manía de agarrarme de las manos!? -. Cuando termine el partido, ¿qué te parece si comemos juntos?
-No, gracias. Ya no somos amigos, no hay necesidad- Me apresuré a decir, apartando mis manos. Mierda. ¿Había sonado quizá muy rencoroso diciéndole aquello? -. Bueno... solamente si llegas a marcar veinte goles tú solo. Y si me invitas a un helado de chocolate y vainilla no derretido.
-¿V-Veinte goles? Oye, que eso es demasiado hasta para mí...
Maldito engreído...
-Eres Erik Hastings, ¿no? Estoy seguro que lo conseguirás-le di una pequeña palmada en la espalda, sonriendo malintencionadamente.
-¡Por supuesto que puedo! -clamó dudosamente, fingiendo una sonrisa prepotente.
-Ya... eso ya lo veremos -susurré para mí mismo, sin que se me borrara la sonrisa, cruzándome de brazos.
Después de unos cuantos minutos de retraso, cabe decir que por culpa de Erik, por fin llegamos a los vestidores que conectaban con el estadio. Allí dentro nos esperaba un hombre de mediana edad con cara de pocos amigos. Alto, calvo, musculoso y con ganas de matar. Muchas ganas de matar.
Creo que mejor me vuelvo a casa a dormir...
-¡Llegas treinta minutos tarde, Hastings! -le gritó, escupiéndonos saliva a los dos. Haciendo una ligera mueca de disgusto, me llevé disimuladamente la mano a la mejilla, frotándomela.
-¡Lo lamento, señor Greene! -agachó la cabeza en señal de disculpa Erik -. ¡Le prometo que esto no se volverá a repetir!
-¡Más te vale, Hastings! Este es uno de los campeonatos más importantes que hemos tenido jamás y he depositado todas mis esperanzas en ti como el capitán del equipo. No me falles.
-Le aseguro que no haré tal cosa -afirmó con el semblante serio. Era extraño. Siempre que Erik se mostraba tan serio, inexplicablemente se veía algo... genial.
Espera... ¿Acababa de pensar que Erik... se veía genial? ¿Qué diablos me pasaba en la cabeza...?
-¡Y tú! -Se dirigió esta vez a mí el entrenador, provocando que diera un respingo.
-¿S-Sí? -murmuré en un hilo de voz. ¿Por qué me había mencionado? ¿Qué podía haber hecho mal? ¡No me digas que me iba a echar la culpa a mí!
-Te confío a Erik -Sus facciones se suavizaron y me dio una palmada en el hombro -. La próxima vez no permitas que este inepto llegue tarde.
Entreabrí la boca perplejo. ¿Le acababa de llamar inepto? ¿Un simple mortal se había atrevido a desafiar al perfecto dios de Erik Hastings?
Heh... creo que el señor Greene y yo nos íbamos a llevar bastante bien...
Aunque por otra parte... ¿Qué demonios era eso de confiarme a Erik? Al no tener ni idea de qué habría querido decir con eso, no hice más que asentir con la cabeza, esbozando una sonrisa incómoda. Erik, por su parte, le echó una mirada fulminante al entrenador antes de meterse en el vestuario.
-¿A qué se refiere exactamente con lo de confíarme a Erik? -pregunté finalmente, acompañándolo fuera de los vestidores.
-Bueno, vosotros dos sois amigos... y por lo que parece muy cercanos -añadió, cruzándose de brazos y asintiendo la cabeza seguro de sí mismo -. ¿Quién mejor que tú para que lo cuides?
¿Yo y Erik amigos...? Bueno... habíamos sido amigos en un principio, pero jamás lo consideré cómo tal. No había sido más que una farsa. Una farsa que el mismo Erik había acabado.
Ahora ya nada nos relacionaba.
Pero, ¿entonces por qué me encontraba aquí en este momento a punto de ver un partido de Erik? ¿Y por qué Erik me había invitado a verlo en primer lugar? Cuando Erik me dijo que no quería que siguiéramos siendo amigos, pensé que nos alejaríamos de una vez por todas, pero... contradictoriamente sentía como si nos estuviéramos acercando el uno al otro cada vez más...
Y eso no me gustaba ni un poco.
-Él y yo no somos amigos.
-Pero, ¿te gustaría, no? -Me sonrió con complicidad.
-¿Q-Qué?
Me quedé en blanco. ¿Qué diablos le hacía pensar eso? Claro que no quería ser amigo de Erik. De ninguna manera podría querer tener una amistad con él. ¡No quería relacionarme de ninguna manera con él porque lo detestaba!
Lancé un suspiro. ¿Por qué mierda sentía una gran necesidad de justificarme...? Realmente estaba siendo patético...
-No -negué por fin, desviando mi mirada de él bruscamente -. Estoy aquí porque le debo un favor, eso es todo.
-¿Estás seguro de eso, muchacho? -insistió.
-¡C-Claro que estoy seguro! -afirmé como si me fuera la vida en ello. ¿Qué era esto? ¿Una especie de interrogatorio policíaco? ¿¡Por qué no me dejaba en paz!?
-Bueno, seguiremos hablando de esto más tarde... -¿Más tarde? ¿¡Más tarde?! ¡Tenía que ser una broma! -. El partido va a comenzar en breve y si fuera tú pillaría asiento ahora.
-Si... eso haré -repuse, agradeciendo internamente esta oportunidad para escapar del entrenador.
Tal y cómo había dicho el señor Grenee, encontrar asientos libres fue una ardua tarea. A este punto prácticamente todos los bancos estaban ocupados por los demás estudiantes.
Todo esto era culpa de Erik. Y del entrenador. ¡Y de todos!
Nunca tendría que haberme levantado de mi cama...
Luego de haber estado un largo rato yendo de un lado para otro, ganándome varias miradas de varios estudiantes que no tenían nada mejor que hacer, finalmente, pude encontrar un asiento libre. Y no fue hasta que me senté en el banco que me di cuenta que me había sentado al lado de alguien sumamente familiar. O más bien, dos personas sumamente familiares...
-¿Elian... y Jake? -solté sin poder creérmelo. ¿Qué hacían ellos dos aquí?
-¡Viktor! -mencionaron mi nombre al unísono, sorprendidos de verme.
-¿Qué hacéis aquí? -formulé receloso.
-Yo vengo para animar a Erik -comentó con una molesta sonrisa Jake -. Por nada del mundo me lo perdería.
De acuerdo, de acuerdo. Me ha quedado bastante claro que eres el mejor amigo de Erik.
-Tú sabes que nunca falto a ninguna competición de nuestro instituto -Me recordó Elian -. ¿Y qué hay de ti? Nunca te ha gustado el fútbol. ¿Vienes a ver a Erik?
-Jajaja, muy gracioso -reí falsamente -. No seas imbécil. Claro que no vengo por Erik.
-Pero es el quién te invito y aun así aceptaste, ¿cierto?
Pero, ¿qué diablos...? ¡Había dado justo en el clavo! ¿¡Era adivino o qué!?
-¡Es solo porque le debo un favor!
-Ajá... -Me miró no muy convencido Elian -. ¿Por qué no eres capaz de admitir de una vez que estás empezando a tolerar a Erik Hastings, Vik?
-¡Simple ¡Por qué no lo estoy haciendo!
Bueno, en realidad... viéndolo así, era cierto que cada vez lo soportaba más e incluso estaba empezando a acostumbrarme a su presencia. Pero, ¡tan solo había aceptado venir aquí y a quedarme a ver el partido porque no quería deberle nada! ¡De verdad!
-¡Hey, el partido está por empezar! -Nos llamó la atención Jake, quién estaba devorándose un puñado de palomitas.
Dejé de asesinar con la mirada a Elian y concentré todas esas ganas de matar en Erik quién terminaba de entrar al campo. Entonces todos los de nuestro instituto comenzaron a gritar su nombre y a darle ánimos, dejándome sin oídos y produciéndome arcadas de paso.
Era como si estuviesen alabando a su dios. Menudo asco.
-¿Cómo es que Alex no está aquí? -aproveché para preguntar.
-Se supone que íbamos a venir los dos juntos, pero al parecer al último momento cambió el plan por una cita con Lynn -resopló resentido Elian.
-Y eso que él es de los que proclamaban ''Bros before hoes''... -solté adrede con una pequeña sonrisa maliciosa.
-No tienes por qué restregármelo en la cara, ¿sabes? -Se quejó, robándole unas cuantas palomitas a Jake.
Sonreí satisfecho. La venganza realmente sabía a dulce.
-Oh, vamos, ¡Alex no puede ser mejor compañía que yo! -colocó Jake un brazo alrededor de Elian, tratando de subirle los ánimos.
-Quizá... -sonrió abatido.
-Ese ''quizá'' me ofende... -puso cara de indignación Jake.
Rodé los ojos ante sus actitudes tan repentinamente amistosas y acarameladas y fijé mi mirada en Erik nuevamente. Habían pasado unos pocos minutos desde que empezó el partido y ya estaba presumiendo de sus habilidades. Era demasiado rápido y parecía que nada lo agotaba.
Parecía que nada ni nadie sería capaz de arrebatarle aquel balón.
-¡Erik acaba de marcar un gol! -grito de repente una chica que estaba por quedarse afónica o desmayarse. O ambas.
Volteé a mirarla boquiabierto. ¿En serio? ¿Tan rápido? No podía creer lo que iba a decir, pero... Erik verdaderamente tenía talento para esto...
Y entre todos aquellos pensamientos que estaba teniendo acerca de Erik, extraños en mí, no pude evitar sentir... envidia. Por mucho que fuera un falso, un hipócrita, un insoportable, un creído y un estúpido, no podía negar que era jodidamente bueno en esto del fútbol.
A este paso... quizá no era tan imposible creer que Erik vaya a marcar veinte goles. Pero no es como si Erik vaya a esforzarse tanto por mí...
-¡Apártate, estás bloqueándome el partido! -Me reclamó toscamente un chico que estaba sentado detrás de mí.
-L-Lo siento -me disculpé inconscientemente, volviendo a sentarme. ¿De verdad me había levantado sin darme cuenta? Me mordí el labio inferior, sintiéndome terriblemente abochornado.
Entonces, Erik y yo cruzamos miradas. Estuve a punto de apartarla para que no supiese que lo había estado observando, pero Erik saludó en mi dirección con una media sonrisa, tomándome completamente desprevenido. Y en ese mismo momento mi corazón comenzó a latir aceleradamente una vez más sin explicación alguna.
* * *
El primer partido y otros partidos más llegaron a su fin y con ello llegó la victoria del equipo de Erik. No habían sido veinte goles, pero después de haber visto como jugaba Erik, esos quince goles habían sido más que suficientes para mí.
Jake y Elian se despidieron a mí para irse a casa, y yo, en cambio, me marché a los vestidores con el entrenador luego de que me pidiera que fuera con él.
Podría haber huido sin mirar atrás, pero teniendo en cuenta su constitución física y la mía, no creí que fuera una muy buena idea... Y honestamente apreciaba mucho mi vida...
Además... no podía irme sin ver antes a Erik.
Aunque no es como si le fuera a felicitar ni nada, tan solo quería despedirme de él en condiciones, nada más...
-¿Qué tal te pareció el partido, muchacho? -Me preguntó de súbito.
-Bien... considerando que no me gusta mucho el fútbol -admití encogiéndome de hombros y sentándome en uno de los bancos.
-Me alegro de oír eso -sonrió orgullosamente.
-Yo también.
Abrí los ojos sorprendidos y rápidamente miré hacia atrás. ¿¡Erik?!
-¡Joder! ¿No podrías haber aparecido de una manera más normal? ¡Casi me provocas un infarto!
Erik se echó a reír.
-Lo siento. Pero en serio que me alegro que hayas disfrutado del partido.
-Yo no he dicho que lo haya disfrut... -pausé al darme cuenta que el entrenador seguía ahí -. Está bien... me ha gustado mucho más de lo que esperaba.
-¡Lo sabía! -exclamó emocionado, haciendo una pose de victoria -. ¿A que soy el mejor?
-¡Eres el mej...!
-No te lo tengas tan creído. No has estado mal y ya -interrumpí al entrenador.
-¿Tanto te cuesta felicitarme aunque sea un poco? -Me reprochó.
-Sí.
Erik suspiró resignado.
-¿Realmente no tienes pensando felicitarme después de haberle bloqueado la vista a los que estaban sentados detrás de ti de lo emocionado que te pusiste por verme jugar?
¿C-Cómo se había enterado? ¡Maldito bocazas de Elian! ¡O Jake! ¡O los dos! ¡Estaba seguro que esos dos se habían compinchado como siempre! Y no me extrañaría nada que hubiese sido el mismísimo entrenador también...
-Escúchame bien, cabeza de chorlito -lo tomé violentamente por ambas mejillas -. No me he emocionado por el partido. Ni una sola vez. Cero.
Erik se quedó callado durante un par de segundos con el ceño fruncido hasta que volvió a abrir la boca para añadir algo más.
-De acuerdo. Nada de felicitaciones. ¿Podemos almorzar juntos por lo menos? -pidió, colocando sus manos sobre las mías.
-S-Sí apartas tus manos...
-Hecho -sonrió ampliamente, retirándolas y yo haciendo lo mismo.
El entrenador que se encontraba en frente de nosotros nos observaba divertido. Sintiendo unos leves escalofríos debido a ello, me levanté del banco y seguí a Erik afuera, dónde se le echaron encima una avalancha de chicas y chicos.
''¡Erik, enhorabuena!'' ''¡Erik, eres es el mejor!'' '' ¡Te queremos, Erik!'' Ese tipo de comentarios nauseabundos y otros más, no paraban de rezumbar en mi oreja como si de mosquitos se tratasen. ¿Por qué quería que lo felicitara cuando tenía a casi todo nuestro instituto haciéndolo por mí?
Chasqueé la lengua molesto y empecé a moverme entre la multitud con la intención de dejarlo atrás con su grupo de adoradores. Erik al darse cuenta de lo que estaba tratando de hacer, me llamó por mi nombre, impidiéndomelo.
-¡Déjalo irse si quiere, Erik! ¿Desde cuándo te importa un marginado cómo Viktor? -se burló una de las chicas a lo que se unieron otros más.
-Me importa. Y mucho -confesó él, acercándose a mí y tomándome del brazo para que me situara a su lado -. Yo soy quién lo invitó a venir cuando él ni siquiera quería. Así que agradecería mucho que mantuvieras la boca cerrada si no sabes de lo que hablas.
La chica se mordió la lengua de la rabia y yo... yo por mi parte me quedé sin palabras. ¿Erik acaba de ponerse en contra de sus esbirros? ¿Por mí?
¿Y había dicho que yo le importaba...?
-Vámonos -terminó por decir no sin antes lanzarles una mirada gélida a todos ellos.
Erik me agarró de la muñeca, aprovechando que aún seguía procesando lo que acababa de pasar y los dos salimos del estadio y no mucho más tarde del instituto.
-Por fin... -dejó escapar aliviado Erik, rodeándome con sus brazos por detrás y apoyando su mentón en mi cabeza.
-¿Se puede saber qué haces? -enarqué una ceja, arrepintiéndome de haber preguntado. Realmente no quería saberlo.
-Me encuentro agotado... Han sido demasiados partidos. Tan solo me estoy recargando.
-¿Recargando? ¿Acaso tienes complejo de móvil? -bufé.
Erik lanzó una carcajada.
-Puede...
-¡En serio, suéltame! ¡Hace calor! -traté de zafarme de él.
-¿En serio? Porque yo no siento nada de calor...
-¡Pues yo sí!
-Lo siento... -Me soltó con una sonrisa de no haber roto ningún plato -. Gracias por haberte quedado a ver el partido. Y por haberme esperado también.
-N-No es nada... -Le resté importancia apenado. No le había esperado por gusto. Le había esperado solamente porque...
Me quedé sin saber qué decir. ¿Por qué me había quedado esperándolo? No es como si hubiese estado obligado a hacerlo... ¿Así que por qué?
* * *
Al final, entre los dos, decidimos ir al restaurante en el que Erik me había hablado por primera vez. Suceso también conocido como ''Cuando Erik Hastings se dio cuenta de la existencia de Viktor Daniels''.
Según Erik además de servir unos deliciosos batidos, también tenían una de las mejores pizzas. ¿Y es que quién no podía resistirse a una buena pizza? Aunque con una mejor compañía estaba seguro que sabría muchísimo mejor.
Los dos tomamos asiento en la mesa de la otra vez y esperamos a que nos sirvieran. Una chica morena de atributos bastante... eh... grandes caminó hacia nuestra mesa. A la vez que apuntaba nuestros pedidos no dejaba de mirar descaradamente a Erik, quién extrañamente no le estaba prestando atención en lo más mínimo.
Já. Te lo tienes merecido.
-Una pizza doble pepperoni. ¡Doble pepperoni! ¿¡Tan difícil es de entender?! ¿¡Acaso me comunico en marciano con usted?!-Le repetí por cuarta vez, golpeando la mesa -. Si me estuvieras prestando atención, tal vez lo pillarías -le lancé una indirecta cruelmente, dejándola roja del bochorno.
-Al final vas a acabar rompiendo la pobre mesa -dijo divertido Erik, recordándome a Alex.
-Por mí genial -respondí indiferente con una sonrisa mordaz.
La camarera se disculpó como unas diez veces y se retiró rápidamente de nuestra mesa. Unos pocos minutos más tarde otra camarera más vino a nuestra mesa, dejándonos nuestros refrescos. Esta era alta, pelinegra, más joven y de atributos mucho más menores...
-Espero que puedan disculpar a mi compañera, Jenny. Este es su segundo día de trabajo aquí y todavía no está acostumbrada al oficio -agachó la cabeza, disculpándose por ella.
-No te preocupes, no es nada -intervino con una sonrisa deslumbrante Erik.
-Y yo que creía que las sonrisas así solo existían en los anuncios de televisión de pasta de dientes... -murmuró maravillada la chica instintivamente.
-¿Cómo? -soltó confundido Erik. O más bien... haciéndose el confundido. Tsk.
-Nada -negó con la cabeza -. Gracias por entenderlo.
Tras agradecernos, la segunda camarera se marchó a atender a otros clientes.
-Eso fue...
-¿Raro? -terminó por mí Erik.
Vaya, por primera vez estaba de acuerdo en algo con Erik.
-Si. ¿No tendría que haber venido el gerente a disculparse en todo caso?
-Quizá sea familiar del dueño o del gerente -se encogió de hombros Erik.
-Quizá... -mascullé, dándole un sorbo a mi Coca-Cola, sin dejar de pensar que lo que acababa de ocurrir había sido de lo más extraño.
Luego de unos minutos interminables, Jenny, la primera camarera, nos trajo nuestras pizzas y unos vasos de agua que ninguno de los dos había pedido.
-Disfruten de la comida.
-Gracias -agradeció con una sonrisa de lo más falsa Erik. Puse los ojos en blanco.
-Espera.
-¿Sí? -respondió ella temblando como una hoja. Vale, tenía que admitir que me estaba empezando a dar pena...
¿Que locura, no? ¡Alguien dándome pena a mí!
-¿Por qué has traído dos vasos de agua? No los pedimos.
-¡L-Lo siento! -agarró los vasos de inmediato -. Los vasos de agua suelen ir con algunos platos. Son gratis.
-Oh, ya ve...
Antes de que pudiera continuar con lo que iba a decir, en un movimiento brusco que había hecho, Jenny terminó derramando el vaso de agua encima del cabello Erik. Tuve que taparme la boca para no reírme en la cara del mencionado.
-¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Lo sientooo! -agachó una y otra vez su cabeza, pidiendo disculpas. Sí seguía así, su cabeza saldrá volando...
-Tranquila, calma, respira hondo -traté de calmarla, soltando unas cuantas risitas.
-¿Se puede saber que es tan gracioso, Viktor? -Me miró mal.
-Lo siento -En realidad no lo sentía. Para nada. Volví a taparme la boca, aguantándome las ganas de reír -. Puedes llevarte los vasos de agua.
Ahora sí que sentía que había merecido la pena desperdiciar minutos de mi vida en almorzar con la rata de Erik.
-¡Eso! -espeto él, secándose con su servilleta y la mía que había arrebatado de malas ganas.
-¡A-Ahora mismo! -colocó los vasos en la bandeja que llevaba y huyó de nuestra mesa antes de que Erik se abalanzara contra ella.
-Odio los putos nuevos trabajadores... -maldijo para sí mismo, apretando los dientes, esperando que no le escucharía.
-¿Qué? -formulé deliberadamente.
-Nada -sonrió todavía más falso que antes. Joder, realmente se veía aterrador cada vez que sonreía así...
Luego de que Jenny se marchara y no volviese, afortunadamente, los dos pudimos terminar nuestras pizzas en paz. Erik dejó la cuenta en la mesa, pagando por todo pese a mis quejas y ambos abandonamos el restaurante.
-No te olvides que me debes un helado -mencioné de camino a nuestras respectivas casas.
-Perdón, se me olvidó por completo...
-Y no te culpo... -dejé escapar una risa.
-¿Vas a dejar de reír de una vez? Sí, esa camarera torpe e inútil me derramó un vaso de agua encima, ¿y?
-¡Aunque me pidas que deje de reír simplemente no puedo!
Ni quiero.
Erik suspiró, rodando los ojos.
-Bueno, me alegra saber que al menos uno de nosotros lo ha pasado bien allí dentro -comentó sarcástico.
-Yo diría que muy bien... -agregué entre risas.
Mirándome amenazante, Erik comenzó a acercarse peligrosamente a mí hasta quedarse a unos pocos centímetros de mi rostro. Tragué saliva y sentí mi corazón palpitar rápidamente. Igual que las otras veces.
¿Por qué diablos tenía ese efecto en mí Erik?
-Vaya, parece que por fin has dejado de reír... -señaló, sonriendo socarrón.
-M-Maldito seas... -balbuceé, sintiendo mis mejillas arder -. O-Oh, ya casi llegamos a mi casa, ¡Adiós! -musité en un intento de huir del lugar, de la situación y de Erik.
-Nos vemos el lunes, Vicky -Me guiñó el ojo pícaramente.
-¿¡V-Vicky!? -solté temblando y rechinando los dientes de la rabia y la impotencia.
Erik sonrió cínicamente en respuesta y agitó su mano en señal de despedida, alejándose del lugar antes de que pudiese saltar a su yugular.
¡Estúpido! ¡Idiota! ¡Imbécil! ¡No sabes cuánto te odio, Erik Hastings!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro