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Capítulo 9: Malas noticias

Olivia Brooks

Las flores casi marchitas reposaban sobre una mesita de la cafetería.

Liam no me había vuelto a molestar luego de su llamada, ya habían pasado dos semanas. Una sonrisa se posó en mi cara, mi amenaza de denunciarlo fue bastante convincente como para espantarlo.

Toda mi vida había vuelto a la normalidad, en mis tiempos libres donde no había muchos clientes (lo cual comenzaba hacerse muy a menudo) aprovechaba para darle los toques finales a las invitaciones de la boda de Flavia.

Se supone que el compromiso sería hace una semana, pero tuvieron algunos inconvenientes que hicieron que pospusieron la boda para este fin de semana, no me alegraba, pero el estrés se quitó de mis hombros de inmediato.

—Ya está todo listo para la reunión—El señor Eric me sonríe pasando a la sala de juntas.

No puedo evitar comerme las uñas de los nervios, sé que se trata de la poca clientela que ha estado llegando las últimas semanas.

En la sala de juntas están los 10 empleados que trabajamos aquí.

—Buenos días chicos. —Nos saluda con su usual entusiasmo.

El señor Eric es una de las personas mas espontaneas que existe, siempre sonríe, aunque este pasando por su peor momento. Estoy tratando de quedarme con lo mejor de él, todos deberíamos aprender a no rendirnos a la primera, deberíamos saber afrontar las dificultades de la vida sin sentirte culpable de las cosas que pasan.

En vez de perder el tiempo en eso, deberíamos buscar todas las formas posibles de solucionarlo, porque es así, todo tiene solución menos la muerte.

—Buenas días. —respondimos al unísono.

—Como saben, recientemente se inauguró una nueva cafetería no muy lejos de aquí. —asentí. —Dado esto la mayoría de la clientela se mudo a la competencia, por lo que las ventas han disminuido a niveles considerables.

—¿Nos van a despedir? —interrogó Marian.

—No. —un suspiro de alivio salió de varios presentes, incluyéndome. —Pero, su sueldo será disminuido a un diez por ciento.

Los murmullos no tardaron en aparecer

—Nosotros no tenemos la culpa de la falta de clientela. —Intervino un chico.

—Lo sé, pero las ventas no dan más que eso. —La molestia en sus caras era evidente.

Me mantuve fría al asunto, necesitaba el dinero para poder seguir pagando el departamento y mis necesidades básicas. El dolor de cabeza no demoró en aparecer.

No me podía dar el lujo de renunciar, eso sería mucho peor. Las ideas volaron por mi cabeza tratando de organizar mis ideas.

—El que no esté de acuerdo puede retirarse, las personas de contabilidad tendrán su carta de despido y sus pagos en cuanto firmen su salida.

Pasaron unos diez segundos, donde el jefe esperaba que alguien se levantara y saliera indicando su despido, pero nadie se movió.

—Bien, si todos se quedan, doy la reunión por finalizada.

El señor Eric fue el primero en salir.

En cuanto me levanté sentí una fuerte arcada golpearme, la noticia me había caído como un balde de agua fría. Tenía que disminuir mis gastos y entre esos estaban enviarle dinero a mis padres.

Aunque era cierto que ellos no lo necesitaban, me gustaba darles cosas, era como una forma de sentirme tranquila y recompensarlos por el mal rato que les había hecho pasar hace un año.

—Hey, rata. —La voz de mi rubia favorita me sacó de concentración.

—¿Y esta visita? —la envolví en un abrazo.

—Iba para el restaurante, ya sabes que está de paso.

No podía pensar, mi cerebro se había desconectado de mi cuerpo, me sentía como alguien sin alma. Todo se estaba poniendo de acuerdo para ponerme en el suelo, y siempre que eso pasaba volvía a recordar lo que tanto me he estado esforzando por enterrar en el fondo de mis recuerdos. Pero no tenía la fuerza ni las ganas para sentirme mejor.

—Ollie, ¿qué pasa?

Chloe se acercó sosteniendo mi rostro entre sus manos, sus ojos desbordan preocupación.

—La cafetería está entrando en quiebra. —mi voz salió rasposa.

—¿Te despidieron? —negué — sabes que siempre tendrás mi apoyándote incluyendo lo económico, no estás sola Olivia.

Me envolvió en un cálido abrazo. Inhale su olor a frambuesas.

—Ve a tu trabajo, no quiero que llegues tarde por mi culpa.

—¿Segura? Puedo pedir el día libre...

—Estar bien, rata. —le dedique una sonrisa que no era genuina, pero al menos la ayudaría a tranquilizarse.

Camino hasta la salida y antes de salir por la puerta me lanzó un beso que fingí atrapar.

No me sentía bien, pero temía que si pedía salir me despidieran.

Mire el reloj que reposaba sobre la mesa, aún faltaban dos horas para el medio día, cuando terminará mi turno. Esta semana me tocó trabajar en el turno matutino.

Era raro, ya que en el mañana es la hora en la que más personas están despiertas, y es ahí donde me preguntaba ¿Qué tiene esa otra cafetería que no tenga la nuestra?

Sonreí sin gracia, esa pregunta me la hice varias veces y no con cafeterías, sino conmigo. ¿Qué tenían esas otras chicas con las que él me engañaba que no tuviera yo?

Camine hacia la nevera para tomar una botella de agua. La pulsera de piedritas que siempre llevaba en mi muñeca izquierda la comencé a tocar para relajarme, las piedritas daban vueltas por lo que calmaba mi ansiedad.

El sonido de la pequeña campanita me sacó de mi trance.

—Buenos días, ¿en qué puedo ayudarle? —Intente forzar una sonrisa.

—Un café frío y un croissant.

—En seguida—anote en mi pequeña libreta. —¿Prefiere servicio a la mesa o venir a buscar su orden?

—Venir a buscarla.

—Su nombre.

—Ciro, Ciro López.

Le sonreí indicando que su orden estaría en unos minutos.

La puerta se abrió de par en par dejándome ver esos ojos grises que tanto me fascinaban.

En cuanto Ciro lo vio se dio media vuelta, de la forma más apresurada que había visto nunca y se dirigió a la terraza.

No le di importancia. Y me metí antes que Liam me molestara.

—Es de mala educación darle la espalda a tus clientes.

Reí sin gracia. No sabía por dónde se había metido al área de la cocina, pero tampoco me importaba.

—Es curioso, ya que viene de la persona que no tiene ni un poco de modales.

—¿Me extrañaste? Porque yo a ti sí. —pare por un momento lo que estaba haciendo, el tono de sinceridad en su voz no me lo esperaba.

—No tengo ganas de discutir contigo. —me escuche más débil de lo que esperaba.

En un movimiento rápido sus manos ya estaban a cada lado de mi cara, sosteniéndola con delicadeza, como si tuviera miedo de romperme.

—¿Qué pasa...Notita?

Notita, como alguna nota de música.

Entre en un trance por mi nuevo apodo. En serio Liam Blake era muy creativo con los apodos.

—Eres muy creativo. —respondí, en lugar de su pregunta.

—Lo acabo de descubrir. —libero mi rostro y por un segundo me sentí de vuelta a la realidad.

—¿Cómo que lo acabas de descubrir?

—Nunca le había puesto apodos a nadie, pero tú...me inspiras. —su ceño estaba fruncido, sabía que ni él sabía lo que le hacía sentir.

—Tu me inspiras ganas de golpearte.

Una sonrisa ronca salió de su garganta, sonreí. Ni siquiera Chloe me había hecho sentir mejor.

Rápidamente me puse la armadura que había construido, me volví a sentir débil.

—Ya vete de aquí, Liam.

La confusión en su cara era muy evidente.

—Sé que no estas bien, dime qué pasa.

—No te importa lo que me pase. —le di la espalda—solo déjame sola.

—Olivia...

—Por favor.

—Quiero pedirte perdón por como te trate el otro día, solo que tocaste un tema que...—las palabras se atoraron en su garganta—Solo, perdón.

La puerta cerrándose me indico que se había ido.

Por un momento me sentí mal por como lo traté, pero no podía permitir que se metiera en mis cosas, por un momento casi lo dejó entrar en terreno prohibido.

Toqué varias veces la campana para que ese chico el cual ya me había olvidado el nombre viniera por su pedido.

Sentí miedo porque si dejaba el pedido sería dinero perdido el cual me descontarían de mi sueldo.

Me volvió el alma cuando lo vi entrar por la puerta de la terraza.

—Lo siento, recibí una llamada importante— ¿crees que puedas empacarlo para llevar?

—Claro. —En tiempo record ya tenía todo sobre el mostrador.

—Gracias, guapa.

Se me hizo raro que volviera a salir por la puerta de atrás, pero todo se me olvidó cuando vi dinero extra en la cuenta. Dinero que me podía quedar porque era mi propina.

Deje todo limpio, cuando marcaron las doce en punto marque y salí, cerrando todo.

El estrés no se iba por más que lo intentara.

Tenía miedo y mucho.

La forma en la que Liam logró sacarme de mi zona de protección fue aterradora, lo peor es que ni siquiera me di cuenta hasta que dejó de tocarme.

Quedé paralizada cuando vi que un coche estaba justo frente a mí, a punto de mandarme al otro mundo. Cerré los ojos esperando el impacto que nunca llegó.

—¿Estás loca?

—Te dije que te fueras.

—Si te hubiera hecho caso hubiera pasado una desgracia.

Liam respiraba agitadamente, la rabia en sus ojos era evidente.

—No tienes derecho a gritarme así. —esta vez fui yo la que alzó la voz.

Me tomó por los hombros, sacudiéndome.

—¿Te preocupa más que te grites que casi te atropellan? —la incredulidad en toda su expresión por un momento me trajo a la realidad.

Todo lo que estaba pasando me tenía al borde, tal vez era que aún no procesaba el reciente accidente o tal vez era que pronto la cafetería entraría en quiebra, o tal vez era todo junto. Poco a poco todo se estaba acumulando dentro de mí y pronto explotaría como una bomba.

—¡No sabes nada, NADA! —le di un par de golpes en los hombros, descargando toda mi rabia.

Liam solo me abrazó cuando mis golpes se volvieron torpes, me apretó contra él, trayendo a la realidad, estaba dando un espectáculo en medio de la calle, pero eso no me importaba.

—Suéltame o te demando. —mi voz frágil por gritar.

—Llevas diciendo que me vas a denunciar, —asentí— bien vamos a la comisaría.

💿✩°。🎧✮

Un oficial de policía estaba al frente, yo en el lado derecho, sola, y Liam en el lado izquierdo con su abogado.

—Bien, señorita Olivia Brooks, su demanda dice que el señor Liam Blake la acosa.

— Así es.

—Señor Blake, usted demanda a la señorita aquí presente por derramar café encima.

—Sí. —me miró con diversión.

—Señor, mi cliente tiene pruebas de lo sucedido. —intervino su abogado.

—Perfecto, muéstreme.

Que absurdo. ¿Qué pruebas podría tener?

Se levantó la camisa mostrando algunas quemaduras que se veían ya cicatrizadas y sin duda no eran de café.

—Cuando derramó café sobre mí y le dije que la demandaría se volvió como loca. Desde ese momento me ha estado amenazando con falsos hechos.

—Esas quemaduras ni siquiera son de café. Además, también tengo pruebas.

Saqué mi teléfono mostrándole el mensaje que me envió.

—Señoría, ¿no le parece un poco absurdo que luego de amenazarme me pidiera que siquiera a su amiga? —el señor asintió, dándole la razón — además soy una celebridad, es muy fácil hacer un chat falso.

—Además, ¿es usted médico para determinar si sus heridas son de café?

—No, no soy médico, pero hasta un bebé podría saber que no son quemaduras causadas por un líquido caliente.

—Señorita, con todo el respeto, pero ni siquiera tiene un abogado, su defensa fue bastante mala, por lo que la demanda la ganó el señor aquí presente.

Liam sonrió, pero cuando el oficial lo volteo a ver puso cara de afectado.

—Por favor, salga en unos segundos la llamaremos para que pague la demanda.

—Olivia, puedo retirar la demanda si aceptas trabajar conmigo.

—¿Por qué trabajaría contigo?

—Sé lo que pasa en la cafetería.

—Nunca trabajaría para ti.

Salí sin saber lo que estaba pasando. Tanto que lo amenace para perder la demanda.

Me lleva a la que me trajo si Liam pone una suma considerable de dinero.

Me reí como loca, la actuación de ese loco fue increíble. Debía estar preocupada, pero me sentía relajada. Aunque había perdido la demanda, Liam me había hecho pasar un buen rato.

Cuando salió de la oficina me guiñó un ojo.

Entre resignada.

—La suma a pagar es de un dólar.

Busqué torpemente mi cartera, saqué el dólar y se lo entregué.

Corrí antes de que se fuera.

—¡LIAM!

Freno en cuanto escuchó mi voz.

—¿Si, notita? —volvió a llamarme por ese apodo.

—Gracias.

—¿Por sálvate dos veces en un mismo día?

Asentí.

—Un gusto.

Me mordí mi labio inferior, me intrigaba saber el verdadero origen de sus quemaduras que ya eran cicatrices, pero en vez de eso indague en otro tema.

—¿Qué harás con un dólar?

—Comprarme un helado.

Reí con fuerza, dejando que todo el estrés saliera de mí.

—Trabaja conmigo.

—Nunca.

—Bueno, lo intente, pero si cambias de opinión y sabes donde escribir.

—¿En que trabajaría contigo?

—Eres publicista.

—¿Cómo sabes eso?

—Un pajarito me contó.

Chloe.

Me di media vuelta alejándome de él.

Tal vez Liam Blake no era tan desagradable como pensaba. Pero aún así tenía que mantenerme atenta, no podía permitir que volviera a pasar lo de la cafetería, no estaba bien.

Con cosas como esta me daba cuenta que aún mi herida no había logrado sanar del todo. Construir una cáscara no había sido mi mejor decisión, pero fue la única manera de sentirme protegida.

Y eso no lo iba a cambiar, no por ahora.

¡Hi, aquí Ale!

¿Qué ocultara Olivia debajo de su pulsera?

Liam la expectativa.

Estaré dedicando el próximo capítulo a la primera persona que me siga en mi ig: bksalexandrap, para saber quien es dejen su puntito aquí.

¡Los quiere
Ale🎤!

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