13
La cabeza de Gojo parecía una bomba de remordimientos que bajo ninguna circunstancia quería hacer explotar. Vaya que han sido meses pesados para él. Hace tiempo no había ejercicios físicos bastante prolongados, de hecho. Ahora que lo pensaba nunca los hizo más allá de la escuela de hechicería. En este momento lo relajada.
Curioso cuando menos.
Total, el traje de entrenamiento le quedaba bien, aunque era una simple camisa sin mangas y unos pantalones holgados. Corriendo por las calles de Japón entre el amanecer y las 8 de la mañana, levantaba una que otra mirada que tenía la casualidad de toparse con él. No le desagrada ese hecho, pero no estaba para alimentar su ego, estaba para evitar que su cabeza no explote.
No importa si sea toda una noche la usaba, o al contrario solo unas horas, sabía que tenía que pelear con él, ¿La muerte sería la única forma de ofrecerle paz? ¿Había una forma de que desistiera de esa locura? Tendría que averiguarlo muy pronto. Pero su viejo amigo parecía tragado por la tierra.
Ignorando eso, el heredero del clan Gojo se detuvo en un local pidiendo un café, y varios dulces. La noche pasada se le informó que tenía que ir a su clan (otra razón del porque su afán de correr tan temprano) siendo la razón, el último acuerdo que tenía que atender, para que de momento pudiera exclamar una cotidianidad relativamente tranquila.
En lo que él conocía como cotidianidad tranquila, claro estaba. Sacando su teléfono, el portador de los 6 ojos tenía una sonrisa pícara en el rostro.
— ¿Mei Mei? Lamento no haber hablado tanto estos últimos meses, sé que eres una mujer ocupada, pero ¿Me haces un favor? Te pagaré si lo deseas. — Del otro lado de la línea la mujer sonreía de media lado, feliz de escuchar nuevamente esa voz.
— Me encanta el dinero querido, pero no es necesario. Solo te cobraría por un trabajo sucio. — Limandose las uñas la hermosa mujer hablada, Gojo la llamó en un momento justo, arreglándose cómo era normal en ella en su rutina apenas despertara.
— En ese caso está bien, ya que nadie saldrá decapitado, castrado o asesinado. Verás… — Y así empezó a narrar lo que necesitaba, pasó a paso en el que Mei Mei frente a su espejo se veía más interesada.
— En situaciones normales no aceptaría ese tipo de favores. Soy más una mujer de negocios serios, no una travesura, solo acepto porque también tenía planes de conocerlo.
— Tu tiempo es como el oro, valioso ¿No es así?
— Se podría decir. Aunque yo usaría otras palabras. El punto: Acepto ayudarte.
— Muchas gracias. Tengo que irme, adiós y gracias. — Y colgó. Tomando otro trago fuerte de su café, pidió otro dulce, retomando su carrera sabiendo a dónde tenía que ir después.
_____
Con una expresión de ligera pereza, Toji detallaba a los jóvenes desde la distancia. Le sorprendía cuál rápidamente se podía volver repetitivo ser maestro por momentos, no ayudando el tipo de maestro que era. Pero detalles aparte, todo se ha mantenido callado para el, Gojo estaba de allá para acá sin decirle nada, lo único diferente han sido, claramente, algunas conversaciones con él tras saberse de su encuentro con Geto no sé hicieron esperar, ganándose con eso cierto respeto silencioso de varios. Tampoco le prestaba mucha atención, concentrado en cada mocoso a su cargo.
Fue cuando estaba por salir que sintió un hormigueo a sus espaldas, volteando a ver que era un ataque a traición. De un movimiento rápido lo esquivo, moviéndose hasta quedar a las espaldas a su atacante. Deteniéndose al ver que era una mujer.
— Un gusto conocerlo. — Una voz muy melosa se coló por su oído. Toji nunca podría negar que era hermosa. Apoyando una mano en su cintura, mirando fijamente a él. Si era honesto, esperaba algo relacionado con Geto. — Toji Zennit ¿No? Me llamo Mei Mei, cazadora de rango especial y vieja compañera de Gojo Satoru.
— Prefiero el apellido Fushiguro. Pero si, ¿Tu eres Mei Mei? Gojo me comentó una vez de ti. Parece que no existe una mujer aquí que no quiera golpearme apenas conocerme. — Sonriendo por pura amabilidad, el hombre se acercó a ella. La mujer frente a él parecía sonreír gustosa de saber que Gojo habló de ella, aunque no estuviera consciente que la razón de ese comentario no fuera la mejor.
— Que halago. Por mi parte, llevo queriendo conocerte, más aún cuando acabas de humillar tanto a Geto que salió con la cola entre las patas, fácilmente pudieras ser un hechicero de primera clase con eso en cuenta.
— ¿Tanta fama me presume? — Irónizo.
— Se podría decir. No eres un hechicero de ningún rango, no tienen energía maldita, el vástago del Clan Zennit, que está declinado a ser un instructor inicial mientras un chamán más poderoso toma a los futuros chamanes en sus manos como mentores. —Pareciera que Mei lo estaba insultando, pero para Toji no era eso. Entendía bastante fácil lo que le quería decir. — He visto tu entrenamiento a los jóvenes, nada mal, pero te noto también muy flojo. Creo que te falta pasión en eso. Se nota que lo haces solo por obligación. — Ahora si se estaba burlando. Secamente el mayor río por lo bajo.
— Muchas opciones no tenía. — Se encogió de hombros, haciéndose el desentendido.
— Se nota un poquito. He escuchado lo suficiente de los Zennit, el enemigo natural del clan Gojo, la verdad me gustaría ver tu combinación con Satoru.
— ¿Combinación? Dudo que eso pase. No soy un chamán autorizado a pelear. No me interesa serlo de momento.
— ¿Historial difícil? Es una lastima entonces porque estoy segura que podrías obtenerlo con o sin energía maldita entre tus músculos. — Torciendo el labio Toji lo medito. Si era honesto consigo mismo actualmente, en la situación y posición totalmente opuesta a la de antes ni él estaba seguro de querer retomar la opción de ser un chamán y cazador. — En situaciones normales, pediría un encuentro rápido. Para conocer la destreza de un Zennit, se que no tratan bien a las mujeres allí, pero se que ya te enfrentaste con Yuki, Gojo y Geto en lo que se me metió en la cabeza, no lo necesito para saber la fuerza de mi adversario. Tienes mucha suerte, uno de los clanes más prestigiosos, ricos y poderosos, dándote la mano. La envidia de muchos.
— Supongo que gracias... Uhmm... Zorrita del Glamur.
— Aún no te voy la confianza para apodos. — Tajante le reclamó. El río. — Pero no me caes mal.
— Asumo que debes ser una mujer fuerte. ¿Me equivoco?
— Hechicera de rango especial, Gojo puede asegurarte un par de cosas. De hecho, me pidió que te acompañará, y como tenía curiosidad del diseño Zennit, pues no me negué.
— Lo he notado callado, llevo apenas alrededor de un año con él y se que eso es raro. ¿Me debo preocupar? ¿Algo trama?
— Ni yo lo sé. — Mintió.
— Y yo pensando que me estabas coqueteando. Pero bueno, un alivio.
— Mi vida está muy ocupada para un hombre. No eres mi tipo. — Pasando su mano por el cabello sonrió con seguridad. — Y sin ofender, pero prefiero a un hombre con dinero.
— Como sea, al menos no tengo que volver directamente a la casa de Satoru. Estos mocosos ya terminaron. ¿Comemos algo ya que estás? — Ella se encogió de hombros. Aceptando sin problema alguno.
— Cada uno paga lo suyo. Esto no es una cita. — Toji río por lo bajo.
____
En casa de Gojo, Yaga junto a Shoko, como un favor al albino, organizaban el cuarto de ambos hermanos. Gojo les dió una lista de lo que quería, incluyendo un plano con cómo quería que todo saliera. Aprovechando mucho de su posición para esto.
— En serio estuvo ocupado pensando en todo. — Señaló Yaga cuando estaba por terminar, pasando su brazo por su frente del cansancio. Todo el plano había sido completado.
— Aún no entiendo porque Gojo pidió tanto que esto sea ocultado a Toji. ¿No es su hijo? — Estaba de más decir que a pesar de ser su amiga el albino no le quiso explicar mucho. Inquietando un poco a la castaña, Satoru ha estado distante.
— Porque él es un hombre complicado. Y conociendo a Gojo, lo va a querer sorprender.
En ese momento, Satoru estaba en el clan tanto suyo como él Zennit, terminando los últimos papeles con la adopción de Megumi y su hermana, de forma que el tutor legal ahora sería Satoru. Era todo un contrato diplomático el que tenía encima con ese tema.
— Entiendo. Señor Yaga… — La chica le llamó, sacando de su bolso un papel. — Entrégale esto a Toji por favor. Estos meses sin Geto, me han puesto a pensar bastante por lo que tome una decisión. Es obvio que están mejor sin mi, así que de momento me alejaré de la hechicería, ya me anoté para el próximo semestre de medicina. No obstante, es seguro que volveré.
— ¿Estás segura?
— Si. Tampoco le voy a negar que me molesta que Satoru me ignora cuando quiero hablar con él, como si fuera el único afectado, pero me llama para pedirme esto. — Recobro una sonrisa bastante fuerte. El hombre mayor asintió, sabía que ese era un problema que tenía Satoru.
— Entonces mucha suerte, y conviértete en una gran mujer. Prometo entregársela.
— Gracias.
____
Despidiéndose de la mujer, Toji volvió en camino a la casa de Gojo, suspirando con pereza. Viendo la hora eran las 1:44, un poco tarde. Pero se preguntó si Gojo ya estaría allí.
Al abrir la puerta entró sin decir nada. Buscando con la mirada la figura del albino. Y no había nadie, todo el lugar estaba solo. Nada que no haya hecho antes a decir verdad. Así que, puso una película y se sentó tranquilamente a esperarlo. Por lo que le dijo Mei Mei, imaginada que su clan lo tenía absorbido, de todas formas, seguía siendo extraño que Satoru le buscará una niñera.
De un momento a otro la puerta se abrió, y de un momento a otro, Toji parecía que no cabía en su aliento cuando Megumi, luego de años estaba frente a él.
— Oh, se me olvidaba. Niños, esté sucio perro, asqueroso es Toji Zennit, mi compañero. Es muy habilidoso aunque no lo parezca, pueden confiar en él.
— ¿Zennit? ¿De ese clan no dijiste que era mi padre? — La mirada inexpresiva del joven peli negro se encontró fijamente con la del mayor, sorprendido al verlo, apretando su puño de forma disimulada.
— En efecto. Toji es la única rata de ese lugar que salió viva y reformada. Yo le tendí mi mano, ya que un compañero con tanta habilidad no se puede desaprovechar. Espero que les trate bien, solo es bien antipático. — Olvidandose de los niños, Toji miró despectivo al albino que se recostaba a su lado.
— No sabía que los ibas a buscar ya... — Hasta que hablo. Feliz porque ninguno de los 2 lo reconociera, aunque tenía un remordimiento en el pecho al verlos de frente. Dejándo pasar esos insultos.
— Perdona. Llevaré a los niños a su cuarto. ¿Okey?
— No sabía que ya tenías eso listo. — Y aquí es donde una vena le saltaba a Toji por la frente. Entendiendo rápidamente las intenciones que ha tenido el hombre a su lado. Dejando espacio para qué los 3 pasaron a su lado.
Megumi no le volteo a ver pero Tsumiki si.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro